lunes, 16 de octubre de 2006

Refutación filosófica de la doctrina comunista

Javier Paz García

El hombre es eficiente, racional, insaciable en sus deseos y busca su propio interés. Postulados básicos de la teoría económica clásica. Es eficiente porque busca minimizar su esfuerzo para alcanzar un objetivo dado; por ejemplo, si para conseguir un pan puede elegir entre trabajar una hora o trabajar dos horas, optará por trabajar una hora. Por racional se entiende que puede distinguir entre lo que le conviene y lo que no le conviene, y tomar las decisiones que más le beneficien. Es insaciable en sus deseos, porque siempre quiere más y mejores cosas: no importa cuanto tenga siempre querrá más ropa, mejor casa, mejor educación, otro automóvil, etc. Por buscar su propio interés se entiende que pone su propio bienestar antes del bienestar de otros. Este último punto tal vez no sea aplicable 100% al individuo, pero si tomamos a la familia como una unidad, se vuelve totalmente incontrovertible. Adam Smith ilustra el propio interés con un ejemplo en el que compara el pesar que sentiríamos si nos cuentan que un terremoto en China causó miles de muertes (nos lamentaríamos unos minutos y luego continuaríamos con nuestra rutina diaria); en cambio si nos dicen que mañana nos van a cortar el dedo meñique izquierdo (el más inútil de nuestros dedos), probablemente no podríamos concentrarnos en nada, pasaríamos una noche de insomnio y tormento, y nuestra rutina se haría insoportable.
El comunismo ignora estos postulados básicos del comportamiento humano y dice que “de cada uno según su capacidad, y a cada uno según su necesidad”. Asume, en su forma básica, que todos los hombres por voluntad propia trabajarán mucho y pedirán poco. En esta sociedad el diligente y capaz recibirá el mismo pago que el inútil y haragán. Ante esta situación, el hombre eficiente y racional elegirá trabajar menos; la psicología y la historia son prueba de ello. Que se entienda que el hacerle lance al trabajo en estas condiciones, no es cuestión de flojera, sino de viveza. El comunismo como su nombre lo indica, solo sirve para comunidades pequeñas, donde la gente se conoce; es factible que funciones en una ciudad-estado, pero es utópico y dañino en un estado-nación, donde el trabajo de un individuo beneficia a millones que nunca va conocer. El comunismo no da incentivos para que crezca la industria, para que existan avances tecnológicos, y lleva más bien al estancamiento y empobrecimiento general.
Fayetteville, 5/11/05.
El Deber, 21/11/05.

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