lunes, 12 de febrero de 2024

Lecciones de liderazgo

 Javier Paz García

Estaría en 3ro intermedio o 1ro medio y el profesor de matemáticas, Julio Vargas, entregaba los exámenes a los alumnos, cuando un compañero, Sergio Moreno, se le acercó, conversaron en voz baja y luego el profesor se dirigió a todos nosotros y nos dijo que debíamos tomar ejemplo del alumno Moreno, que no venía a reclamarle por qué le había quitado puntos, sino a preguntar y entender dónde se había equivocado.

Tendría unos 17 años, mi comparsa y dos más organizábamos algo así como una kermesse en Equipetrol. Mi primo Pablo Fernández y yo formábamos parte de los organizadores del evento y me quejé con él que prácticamente nuestra comparsa estaba organizando todo y poniendo todo el esfuerzo y sin embargo el beneficio sería compartido por partes iguales. Pablo me respondió que nosotros éramos la comparsa más joven de las tres, con menor trayectoria y los más yescas, por tanto, los más interesados en que el evento salga bien, que las otras comparsas ayudaban a traer gente al evento de segmentos de edad mayores a nosotros, que por nuestra cuenta no podríamos atraer y que el tomar el liderazgo en la organización nos permitía hacer el evento de la manera que nosotros viéramos más conveniente y asegurarnos de que las cosas salgan bien. Pablo tenía una visión mucho más amplia que la mía y gracias a esa visión, el evento fue un éxito.

Cursaba mi licenciatura en la Universidad de Arkansas, en Estados Unidos, y Jaime Moreno, un amigo boliviano que también estudiaba allá, dejó de recibir ayuda financiera de sus padres, que estaban atravesando problemas económicos. Una opción obvia sería volver a Bolivia, donde la educación universitaria y el costo de vida eran mucho menores; Jaime no tomó esa opción y se las buscó, vivió un semestre en el sofá de un amigo que no le cobró alquiler, iba a misa los domingos porque daban cena gratis, buscó trabajo y logró costearse solo su universidad y vivienda hasta graduarse. Con frecuencia me he preguntado qué hubiera hecho yo en una situación similar. Tal vez me hubiera vuelto y por eso admiro el coraje de Jaime (hoy le llaman resiliencia).

Mi esposa, Gabriela Terrazas, es una persona muy generosa con su tiempo. En sus grupos de amigas, es la que recolecta las cuotas, la que compra la torta a las cumpleañeras del mes, la que organiza y recolecta donaciones para beneficencia. Es de las personas que da un poquito más y gracias a ello cohesiona y mantiene activos a sus grupos de amigas. Es de las personas que cuando alguien pregunta en un grupo de Whatsapp por un plomero, pediatra o algún consejo de salud, responde con alguna recomendación y si no sabe, lo averigua para ayudar. Es alguien que piensa que, si una amiga suya va a estar internada en una clínica, va a necesitar pantuflas para que no le haga frío en los pies y va a comprarlas para llevárselas de regalo. 

Hace 11 años no saltaba en carnaval (desde que nació mi primer hijo). Demás está decir que no soy un gran carnavalero. Este año me animé en parte porque los Rechazados nos hemos postulado para ser coronadores el 2026. A la cabeza de este proyecto está Pablo Fernández, y le pone tanta gana, tanto empeño y trabajo y nos transmite tanto entusiasmo que entusiasma hasta a los más apáticos como yo. 

A veces creemos que el liderazgo es algo extraordinario y debemos buscarlo en personajes como Winston Churchill o Steve Jobs. Sin desmerecer el ejemplo que nos pueden dar los grandes líderes de la historia, creo que podemos encontrar grandes lecciones de liderazgo muy cerca de nosotros, entre nuestros parientes, compañeros de colegio y amigos. El tener la actitud correcta de buscar el entendimiento antes que la nota y pedir las cosas de manera educada; tener la visión correcta de que si uno quiere que las cosas salgan bien, entonces uno debe poner todo de su parte sin mirar lo que hacen los demás; tener el coraje de continuar en la adversidad y la humildad de pedir ayuda; tener la vocación de servicio y dejar lo propio para ayudar a otros; o cargarse con un proyecto que significa mucho trabajo y tiempo y hacerlo con un entusiasmo y alegría que contagian son algunos de los ejemplos de liderazgo provenientes de personas muy cercanas y queridas. 

Santa Cruz de la Sierra, 12/02/24

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domingo, 20 de agosto de 2023

Milei ya ganó

 Javier Paz García

Hace unos días conversando con dos amigos argentinos sobre Javier Milei, el economista que ganó las primarias argentinas con sus ideas liberales y me decían que simpatizaban con algunas de sus propuestas, pero no entendían por qué Milei no evitaba tocar ideas controversiales como la venta de órganos, que según ellos, le quitaría más votos de los que atraería. Lanzo la siguiente hipótesis basada en mi vivencia como promotor de las ideas liberales. El objetivo de un político es ganar elecciones y perpetuarse en el poder. Para ganar elecciones debe adoptar ideas que sean del agrado de la mayoría, mantenerse en el centro, evitar los extremos y eludir los temas controversiales. El político no es un creador de ideas, es un seguidor de las ideas vigentes en la sociedad y lo que dice está guiado por los resultados de encuestas y grupos focales. Por el contrario, los idealistas son aquellos que creen en una visión de lo que es mejor para la sociedad, y la promueven en un debate de ideas; no están en un concurso de popularidad como la mayoría de los políticos, sino en una cruzada evangelizadora, donde tratan de explicar y convencer a otros de un mejor camino. Los liberales en general somos malos políticos, porque creemos en algo y lo defendemos sin miramientos a cuán popular es la idea o cuán impopulares vamos a caer ante nuestro círculo social o la sociedad en general. Milei es un evangelizador del liberalismo, un conjunto de ideas, en realidad bastante sencillo basado en que lo más sagrado es la libertad del ser humano que se traduce en el derecho a la vida, la integridad y la propiedad de las personas y que el rol del Estado es fundamentalmente precautelar tales derechos. Los socialistas necesitan una ley para los hombres, otra para las mujeres; una para los albañiles, otra para los contadores; una para los gays, otra para los heterosexuales y así ad nauseam. Para los liberales, se debe precautelar el derecho de las personas por igual y el Estado debe defender el derecho de cada uno a elegir lo que quiere ser y cómo quiere vivir su vida, entonces no necesitamos muchas leyes para cada gremio, o facción de la sociedad, cuya consecuencia es generalmente otorgar privilegios a algunos a costa de otros; necesitamos unas pocas leyes generales que defiendan el derecho de todas las personas por igual. Un liberal no cree tener el derecho de decidir sobre preferencias personales de otros adultos por lo tanto si un adulto quiere ser homosexual, consumir drogas o vender sus órganos, el liberalismo propugna el derecho de tal persona a hacer tales cosas, sin que eso signifique que defienda o promueva el homosexualismo, las drogas o la venta de órganos. Milei es un liberal o libertario o alguien que respeta el derecho de otros a tomar sus propias decisiones en lo concerniente a sí mismos. No tiene la arrogancia de los socialistas (esos zurdos hijos de p… diría él) que se creen intelectual y moralmente superiores al resto de los ciudadanos, y por tanto con derecho a decidir que es lo mejor para ellos. De la simpleza de las ideas liberales, nace la coherencia de las propuestas de Milei que no tienen otro fundamento que el derecho de cada uno de elegir su destino, y la inmoralidad de usar el Estado para promover privilegios sectoriales y crear una casta de ladrones que viven a costa de otros. 

A finales de los ochentas Alan García intentó nacionalizar la banca en Perú y Mario Vargas Llosa lideró una campaña de respeto a la propiedad privada que logró parar las intenciones estatistas del gobierno aprista. Posteriormente se lanzó como candidato a presidente del Perú, promoviendo una agenda liberal y perdió. Podríamos decir que la carrera política de Vargas Llosa fue un fracaso. Yo lo veo de otra manera. Un político quiere ganar elecciones y perpetuarse en el poder, un idealista quiere cambiar a su país y promover un mundo mejor. Vargas Llosa perdió las elecciones, pero gran parte de sus propuestas fueron adoptadas por los siguientes gobernantes peruanos, lo que dio impulso a décadas de crecimiento, prosperidad y reducción de pobreza en el Perú. Yo creo que Mario Vargas Llosa ganó donde era importante ganar, en el debate de las ideas que transformaron Perú para mejor. Y aunque deseo que Javier Milei gane las elecciones y sea presidente, creo que él ya ganó, porque puso en la mente de los argentinos ideas de corte liberal que les eran desconocidas; ya ganó porque salió de esa carrera de los políticos de quién da más, donde si uno ofrece hacer mil casas, otro ofrece hacer dos mil y así discuten quien es el mejor para ejecutar las políticas equivocadas; ya ganó porque planteó una campaña honesta, donde dice lo que piensa, y no lo que las encuestas le dicen que tiene que decir y conquistó el corazón de millones de argentinos que están cansados de tanta mentira e hipocresía. Javier Milei, el evangelizador del liberalismo está convenciendo a los argentinos de que hay un mejor camino e independientemente de quien gané las elecciones, probablemente la Argentina no vuelva a ser la misma: esa ya es una victoria y un legado. ¡Sos un grande Milei!

Santa Cruz de la Sierra, 20/08/23

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domingo, 8 de enero de 2023

Reflexiones sobre el miedo y la felicidad

 Javier Paz García

Un amigo me decía hace unos días que nunca había considerado irse del país… hasta ahora. En las conversaciones el tema de la inseguridad jurídica, los abusos del gobierno y el futuro del país son una constante y la gente está con miedo. Más de uno lamenta, la mala suerte de vivir en un país tan complicado donde no se deja trabajar a la gente y el que tiene éxito es mal visto. Yo por mi parte no puedo quejarme de ello, no tengo derecho a quejarme de vivir aquí porque fue lo que elegí. Yo vivía y trabajaba en Estados Unidos cuando el 2006 decidí volverme. Evo Morales había asumido la presidencia ese año, se veían nubes negras en el horizonte así que mi madre me pidió que considere quedarme por allá un tiempo más, para esperar a que la situación política mejore. Mi respuesta literal fue: “Mami, Bolivia es un país de mierda y siempre va a ser un país de mierda. Si espero a que las cosas estén bien, no me voy a ir nunca”. Me vine el 2007 y tardé como diez años en volver a tener los ingresos que tenía allá, por lo que no hay duda de que financieramente fue una mala decisión. Sin embargo, la vida de una persona no se limita a sus finanzas y cuando evalúo la mía, me siento conforme. Tal vez nos ha tocado vivir en un país de mierda en una época de mierda. Cuando miramos la historia de la humanidad a través de los siglos, vemos que esa es la constante y que la paz y la tranquilidad son la excepción, así que nuestra situación no tiene nada de extraordinaria. 

Relacionamos la felicidad con la satisfacción de necesidades materiales y la ausencia de dolor y cuando felicitamos a nuestros seres queridos, especialmente en las fiestas de fin de año les deseamos paz, salud y prosperidad. Sin embargo, la felicidad, es un sentimiento, un estado mental al igual que el odio o la alegría y por lo tanto depende tanto o más de nuestra visión del mundo, que del mismo mundo exterior. Para dar un ejemplo, voy a hablar de mis hijos, a quienes adoro, quienes tienen todas sus necesidades materiales ampliamente satisfechas, y más bien en mi opinión tienen exceso de juguetes y que aparte del colegio viven en la holgazanería con niñera a su disposición. Estos angelitos pueden llegar al paroxismo de la infelicidad y el llanto porque no vieron toda la tele que querían o porque un hermano vio más que otro. Hace tiempo visité el hogar Sagrado Corazón en Montero, donde monjas cuidan a niñas huérfanas, abandonadas y en muchos casos víctimas de violación. Estas niñas se levantan muy temprano en la mañana, tienden su cama, limpian sus habitaciones comunes, estudian, cuidan la granja con aves de todo tipo y sin embargo se las ve felices y por increíble que le pueda parecer a algunos de mis hijos, no tienen tele. Si yo mandara a alguno de mis niños allá o le impusiera esa rutina, probablemente pensaría que lo estoy castigando y se sentiría tremendamente frustrado. La felicidad de un hijo mío o de una huérfana del hogar no está en lo que cada uno tiene, mi hijo tiene materialmente muchísimo más, sino en su percepción del mundo y su sentido de gratitud.

Nadie quiere y nadie busca los tiempos duros, yo definitivamente no los quiero y preferiría que todo sea fácil. Pero los tiempos duros nos traen grandes lecciones y aprendizajes, por lo menos así ha sido en mi vida, y nos dan motivos para sentirnos agradecidos por ellos. Se me viene a la mente el testimonio de una niña en el monumental libro de Viktor Frankl, El Hombre en Busca de Sentido, quien se sentía agradecida porque el campo de concentración Nazi, la sacó de la burbuja de niña mimada en la que vivía y le enseño a valorar cosas más importantes. La niña murió en ese campo, y sin embargo, a pesar del horror, pudo encontrar algo para valorar de la experiencia, como el mismo Frankl. Nelson Mandela pasó 27 años preso víctima del sistema racista en África del Sur. Para darse fuerza interior, él recitaba el poema Invictus de William Ernest Henley:

 

Más allá de la noche que me cubre

negra como el abismo insondable,

doy gracias a los dioses que pudieran existir

por mi alma invicta.

 

En las azarosas garras de las circunstancias

nunca me he lamentado ni he pestañeado.

Sometido a los golpes del destino

mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

 

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas

donde yace el horror de la sombra,

la amenaza de los años

me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

 

No importa cuán estrecho sea el portal,

cuán cargada de castigos la sentencia,

soy el amo de mi destino;

soy el capitán de mi alma.

 

Soy el capitán de mi alma. Con esta frase termina el poema y es que no importa cuán estrecho sea el portal o cuán cargada de castigos la sentencia, la paz y la felicidad, el odio y la amargura, son sentimientos. Los sentimientos solamente están dentro de nosotros y por ende dependen de nosotros mismos; está en nuestro poder potenciarlos o amansarlos. El poema también habla de enfrentar a la adversidad sin miedo. Yo más bien creo que es sano admitir que tenemos miedo. Hay una virtud que los dioses de la mitología griega están privados de poseer: el heroísmo. Un dios no puede ser héroe, porque es inmortal. El heroísmo es la virtud de enfrentarse al peligro, incluso poniendo en riesgo la vida. Un dios nunca pone en peligro su vida y no siente miedo, por lo tanto no puede ser un héroe. Solo el hombre, por su condición de mortal y su instinto de aferrarse a lo seguro y fácil puede ser un héroe, cuando se sobrepone al miedo y arriesga su vida, su libertad, su patrimonio para luchar contra la injusticia. Luis Fernando Camacho es un héroe, con sus chambonadas y todo, Carlos Valverde es un héroe con su voz valiente, con todo lo soez que pueda ser, porque el héroe no deja de ser hombre, con sus imperfecciones, defectos y errores. Quienes se han enfrentado a la represión de este gobierno son héroes. Y hablo de hombre en el sentido de especie, no de género, porque si de algo nos podemos sentir orgullosos los cruceños es de la valentía de nuestras mujeres donde abundan las heroínas. 

Un prócer de la independencia de Estados Unidos dijo algo en la línea de que él era luchador, para que sus hijos puedan ser filósofos o arquitectos o lo que quieran ser. Con pesar he olvidado el nombre del prócer y dónde lo leí. No siempre nos tocan las cartas que quisiéramos (en realidad nunca nos tocan las mejores cartas), pero tenemos que jugar con lo que tenemos y hacer lo mejor de ello. Hoy nos tocan tiempos difíciles. Creo que todos preferiríamos poder dedicarnos a trabajar, a generar empleos, prosperidad y riqueza. Hoy nos toca ser luchadores por la justicia y salir a las calles, para tener un futuro mejor, para dejarles un mejor país a nuestros hijos. 

A menudo uno rememora con añoranza los momentos difíciles de un viaje, cuando se pinchó la llanta, se plantó el vehículo, llovió y todos se mojaron; dificultades que transforman un viaje ordinario en una aventura. La vida es igual y aunque todos deseamos lo fácil y seguro, valoramos los momentos difíciles que nos ayudaron a tener perspectiva, rumbo y propósito. Hoy vivimos tiempos de incertidumbre y miedo y creo que eso no nos impide, (no nos debe impedir) vivir con alegría, disfrutar del calor de las relaciones humanas, de leer un buen libro, de sentir que esta lucha en desigualdad de condiciones donde la justicia tiene todas las de perder, nos da un propósito y forja el carácter de las generaciones presentes y futuras. Yo me siento agradecido por los tiempos fáciles y los tiempos difíciles. Tal vez en unos años esté lavando platos en Estados Unidos; igual me siento agradecido por la vida y sé que pase lo que pase, soy el capitán de mi alma.

Santa Cruz de la Sierra, 08/01/23

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sábado, 19 de marzo de 2022

El sentido del dolor

 Javier Paz García

No acostumbro publicar temas personales, pero quería compartir las vivencias por las que he pasado el último mes. Desde el domingo 20 de febrero me vino un terrible dolor paralizante en la pierna izquierda que no me permitía caminar y ni siquiera sentarme. Lo que quiero destacar de esta experiencia es la importancia de la amistad y como de una manera similar a un imán, quienes están pasando un mal momento reciben el cariño y la preocupación de amigos y seres queridos y cómo incluso estas experiencias dolorosas, nos pueden regalar grandes lecciones. Ha sido tanta gente la que me ha ayudado o ha estado pendiente durante esta travesía que es imposible no cometer injusticias de omisión. Aún a riesgo de ello quiero mencionar a mi compañero de colegio y traumatólogo Juancito Durán que siempre estuvo pendiente. Mi familia y especialmente mis primos fueron lo mejor de mi infancia y aunque ahora nos vemos menos, somos más, porque se van casando y aumenta la parentela; por ejemplo, el esposo de mi prima Jimena Roca, el Dr. Jorge Nazra, ya es parte de mi familia, y fue quien me recomendó a un fisioterapeuta que me permitió aliviar el dolor por lo menos para dormir. Otro pariente achacau, también médico, Samuel Maghidman, desde Miami no dejó de guiarme y sugerirme pasos a seguir al ver que no tenía mejoría. Luego de ver dos neurocirujanos que me dijeron que tenía un problema muscular, insistió en que busque un neurólogo, es decir una tercera opinión. 

En las charlas de amigos no es infrecuente hablar mal para los suegros, ya sea en serio o en chiste. Yo tengo la mala suerte de que no tener nada malo que hablar de ellos y la preocupación que tuvieron me hicieron sentir como un hijo más, ya sea buscando a un huesero que me hizo parir o mandando mis resonancias a algún pariente en Argentina para tener otra opinión y siempre pendientes de cómo estaba. Jorge Luis Borges dijo alguna vez que “la amistad no necesita frecuencia” y en el ínterin tuve mensajes de amigos, incluso que no he visto en años como Hernán Égüez, quien me escribió para recomendarme un masajista y como Hernán, muchas personas me recomendaron fisioterapeutas, masajistas, quiroprácticos, neurólogos y una pronta recuperación con todo el cariño del mundo. Es imposible seguir todos los consejos y visitar a todos los especialistas, pero todos los consejos son agradecidos, porque vienen del cariño y la preocupación de las personas hacia uno, personas que incluso uno no ve hace años, pero como dijo Borges, la amistad no necesita frecuencia. 

El martes 7 de marzo visité al neurólogo Mario Camargo quien al hacerme un examen neurológico (como ya dije, por insistencia de Samuel) me dijo que mi cuadro clínico indicaba un problema en la columna, que sería la primera vez en 30 años de carrera que ve a alguien que no puede caminar por 20 días por un problema muscular que además ha sido recontramedicado y que la pérdida de fuerza en el pie era un fuerte indicador de que iba a necesitar cirugía. Mi hizo una nueva resonancia y al día siguiente se confirmó su diagnóstico con una hernia extraforaminal entre las vértebras L5-S1 y me recomendó que por la rareza del lugar por donde salió la hernia me vaya a operar al exterior. Juancito Durán me había pasado el contacto del doctor Luciano Miller del hospital Albert Einstein en San Pablo, Brasil. Lo llamé el miércoles 8, le pasé mis estudios y me recomendó una operación inmediatamente, me dijo que me esperaba el sábado. Cómo no podía ni siquiera estar ni un minuto sentado o parado, un vuelo regular no era una opción y empecé las gestiones con mi Seguro Mundisalud de Alianza para que autoricen el transporte de un avión ambulancia. Quedo muy agradecido con la aseguradora por la rapidez y la predisposición para gestionar todo. Igualmente debo agradecer a Mariano Monasterio, dueño de Aeroeste que con el tiempo en contra hizo las gestiones, incluso antes de tener la certeza de la confirmación del seguro, para que el vuelo salga a tiempo. Volé en camilla el viernes 11 de marzo y desde entonces son decenas de personas que me han atendido, paramédicos de la ambulancia, enfermeros, anestesiólogos, el Dr. Luciano Miller, muy atento. Los brasileros tienen una simpatía natural y en el Hospital Albert Einstein se nota aún más la cortesía y el trato amistoso de un equipo de personas altamente profesionales. Esperaba ser operado el sábado, pero el Dr. Miller me explicó que el lugar de mi hernia era muy poco frecuente, menos del 3% tienen estas características, que estaba bastante lejos del foramen y que era un poco más complicada de lo normal, por lo que iba a utilizar un aparato de 3D que recién estuvo disponible el lunes, porque el sábado no estaba listo y el domingo sería usado para una cirugía de cerebro. Me operaron el lunes 14 de marzo.

Me acompañó mi esposa, Gabriela, dejando atrás a nuestros hijos, pero no solos. Quedaron con niñeras que son un amor con nuestros hijos, la señora Delia y Alci. En los días previos a nuestra venida, mientras yo coordinaba los temas del seguro y del viaje, Gabriela organizaba cómo sería la casa sin nosotros: quien llevaba y traía a los chicos al colegio, sus actividades, comida, etc. El domingo 13 de marzo mi cuñado Enrique fue con mi hijo Matías a un festejo del día del padre de su curso, el 17 fue cumpleaños de Adriana, mi hija menor, y nuestros vecinos, Romy Suárez y Orlando Núñez (quienes además llevan nuestros niños al colegio y están pendientes de ellos) le hicieron una fiesta con torta y todo, y luego el tío Enrique y la abuela Eliana la llevaron a un parque, por las fotos y videos, la pasó bomba todo el día a pesar de la ausencia de sus dos padres. 

Una operación de columna no es brincadeira como dicen los brasileros, personas que han pasado por esto nos orientaron, por ejemplo, mi prima Cinthia Cronembold cuyo padre había pasado por lo mismo. Con Mauricio Antezana, quien hace unos meses se había operado con el mismo doctor Miller, hablamos mucho sobre el proceso y sobre todo sobre la recuperación postoperatoria. Nos conocíamos con Mauricio, pero nada más allá de eso y quien hizo el contacto fue una querida amiga en común, Ana Von Berger, quien sabía del problema de ambos. La predisposición de Mauricio y el tiempo que dedicó para aconsejarme, me llenan de gratitud, además ahora somos hermanos solidarios porque entendemos lo que es pasar por esto, con toda la frustración de no tener certeza sobre qué es lo que uno tiene, de no mejorar (él pasó 9 meses antes de operarse), de someterse a una operación quirúrgica y posteriormente tener los cuidados para recuperarse (yo recién comienzo ese proceso). Tanto Cinthita como Mauricio han seguido pendientes de mi evolución escribiéndome por Whatsapp. 

Soy afortunado de trabajar en AgroPartners y tengo colegas maravillosos como Siegfried, quien no dice mucho, pero ofrece todo su apoyo o Pamela quien siempre está pendiente a cómo estoy y tantas otras personas uno no sabe si dicen la verdad, pero dicen que me extrañan y me quieren de vuelta. Y entre hermanos, primos, amigos, hay decenas de llamadas, cientos de mensajes que a uno lo llenan de alegría y le dan ánimo y distracción. En mis grupos de Whatsapp me han hecho reír con sus chistes y han tenido la gentileza de reír los míos, algo que tengo que aprovechar al máximo porque el rato que me recupere, no me van a perdonar mi deficiente capacidad humorística y volverán al bullying. Incluso ya en Brasil tuve la visita de Percy Áñez un amigo y mentor quien es una enciclopedia de anécdotas y con quien es imposible pasar un tiempo sin reír de algo. Y si sumamos, son cientos de personas las que me han ayudado, ya sea amigos y familiares con consejos y palabras de apoyo, o personas que no conocía y que probablemente no volveré a ver nunca más como enfermeras, personas de limpieza, doctores, pilotos o paramédicos que han hecho posible que hoy esté mejor. Y también personas que sin estar en contacto conmigo, lo han estado con mi esposa, mis padres o hermanos para preguntar cómo estoy.

Tengo la suerte, no solo de tener a ambos padres vivos, sino de tener los padres que quiero tener. Su acompañamiento, tanto físico, con mi padre dejando todo para llevarme a algunas fisioterapias cuando Gabriela no podía, o mi madre buscando algún remedio y bueno, visitándome y dándome el cariño que sólo los padres pueden dar es algo que no tiene precio.

Dejo lo mejor para lo último. Durante todo este tiempo, más de 20 días sin poder levantarme de la cama, al comienzo ni siquiera para hacer mis necesidades básicas, comiendo con el plato en el pecho porque ya 30 grados de inclinación me generaban un dolor insoportable en la pierna izquierda, tuve un ángel guardián a mi lado: mi esposa Gabriela. Reorganizó todas sus actividades para poder estar a mi lado, llevarme a médicos y fisioterapeutas, buscando como acomodarme una almohada para encontrar la posición menos dolorosa, viendo que tome mis remedios, trayendo mi computadora para poder trabajar y luego velando que descanse. Ella es doctora en medicina interna, traumatología, psicología, fisioterapia, neurología, dermatología, etc. y no he podido estar mejor cuidado que con ella a mi lado, además me da cosas ricas para comer. Es una mujer maravillosa y detallista que demuestra su amor mediante el servicio a otros y sigue acompañándome en Brasil, dejando sus cosas, y perdiendo el cumpleaños de nuestra hija menor. También es brava: ya me trató porque ayer pasé mucho tiempo sentado en una reunión de trabajo. No espero llegar al punto de ponerme esas poleras que dicen “me pega porque me quiere”, pero tengo una persona que se preocupa por mí y me siento afortunado de tener a Gabriela como compañera de vida. 

Soy un bibliófilo incorregible y a menudo, mis reflexiones vienen de cosas que he leído o relaciono situaciones de la vida con las de algún libro. Mi experiencia de este último mes me trajo a la memoria uno que recomiendo a toda persona: El Hombre en Busca de Sentido de Viktor Frankl. Frankl fue un neurólogo y psiquiatra austriaco del siglo pasado. También fue un sobreviviente del holocausto nazi. El libro es en parte un testimonio de su experiencia en los campos de concentración, donde perdió a su esposa, a sus padres y muchos seres queridos y fue sometido a las condiciones más degradantes que uno puede imaginar. También postula que la esencia de la felicidad es buscar un sentido a la vida y que incluso experiencias dolorosas pueden ayudarnos a encontrarlo. En esta línea de pensamiento no es infrecuente por ejemplo que una madre que ha perdido a un hijo por un conductor borracho, dedique su vida a concienciar sobre esto y encuentre sentido a dicha pérdida, a esto se refiere Frankl. No hay punto de comparación entre el sufrimiento que vivió Frankl y un simple dolor de pierna, pero guardando las distancias, mi identifico con lo postulado por él. Nadie busca el dolor y el sufrimiento en sí mismos, pero cuando llegan, pueden también traernos regalos. Yo por ejemplo hice nuevas amistades como la de Mauricio Antezana, con quien solo hablé por teléfono, pero con quien tengo la obligación de ir a tomar un café cuando retorne para que nos contemos anécdotas de lisiados. Recibí tanto cariño de tantas personas que me sobrepasa la emoción. Sin las guías de amigos y parientes tal vez hubiera tardado más tiempo en llegar aquí y poder ahora estar sentado y sin dolor (la mayoría de este artículo lo escribí echado, porque todavía tengo que limitar mi tiempo sentado o parado). Amo a mi esposa, valoré lo afortunado que soy de tenerla a mi lado y salgo con un matrimonio aún más fortalecido (ella dice, que con lo que me cuidó, ya no me queda saldo para que me cuide en mi vejez, pero no le creo, en todo caso, mi plan es morirme primero). Hoy es el día del padre en Bolivia, y aunque ahora no estoy con ellos, agradezco que están bien cuidados en nuestra ausencia y agradezco el regalo de ser papá, lo que aprendo de ellos es increíble. Incluso en lo laboral, dejé de hacer cosas necesarias por trabajar desde casa, pero pude dedicar tiempo a cosas importantes que requieren la concentración que es difícil de encontrar en el ritmo frenético de la oficina y vi un equipo de trabajo estupendo que no dejó que nada nos frene. 

Ser agradecido, sentirse agradecido por la vida, por la salud, por la familia, por los amigos es una de las cosas más sanas y gratificantes que uno puede tener. Es imposible ser feliz si uno no tiene algo por lo cual estar agradecido. Yo tengo mucho por qué sentirme agradecido y afortunado. Por ejemplo, me siento agradecido de algo tan prosaico como poder caminar, es algo tan común que solo lo valoramos cuando lo perdemos y eso en parte se lo debo a mi hernia, y también a causa de esta experiencia valoro más y me siento agradecido y por mi familia, por mis amigos, por mis colegas y por la bella esposa que tengo a mi lado. Increíblemente, cuando hago un balance, no sé ciertamente si lo que me pasó fue bueno o malo.

Santa Cruz de la Sierra, 19/03/2022

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domingo, 6 de marzo de 2022

Hacia una ética sabiniana

 Javier Paz García

El budismo, tal vez la más sensata de las religiones, plantea que la vida es sufrimiento y que el origen del sufrimiento es el deseo, por lo tanto, para eliminar el sufrimiento hay que suprimir el deseo. Schopenhauer va más allá y afirma que la vida no tiene sentido. Esta cosmovisión nos deja tres opciones: 1) renunciar al deseo, en la línea de los principios budistas, 2) renunciar a la vida misma mediante un acto suicida o 3) llevar una vida hedónica, disfrutando todo lo que la vida misma nos permita disfrutar. 

La obra musical de Joaquín Sabina sugiere una decantación por la tercera alternativa: llevar una vida de goce de placeres al máximo donde el ideal es joder, beber y coger, pasándolo bien. Sabina no propone vivir 100 años, sino pisar el acelerador, meterle mano a la vida si se deja, y vender el alma a Belcebú para cogerte a la dama que te apasiona porque la única religión es un cuerpo de mujer. Se burla del sol que se mete a las 7 en la cuna del mar a roncar, mientras su servidor le levanta la falda a la luna; prefiere ser una chica Almodóvar, con un amante en cada puesto, pues si para Calderón la vida es sueño, para Sabina la vida es juego donde bailar es soñar con los pies. Es más amigo de gatas que de perros y bendice a las rubias calentonas, le gusta el whisky sin soda, el sexo sin boda, rechaza la leche con aspirinas y las cambia por sexo y rock and roll. No cree en la reencarnación, ni es un fulano de lágrima fácil, de esos que se quejan solo por vicio, porque la vida es una y hay que vivirla como si todas las noches fueran noches de boda.

La opción por vivir la vida sin más ley que la ley del deseo, tiene como corolario rechazar la hipocresía de llevar dobles vidas. Una prostituta que goza del sexo o un señor Juan que un día deja de preocuparse de lo que otros pensarían y se pinta la boca, se pone tacones, bolso y se convierte en Juana la loca tienen más ética que doña Inés y don Antonio con su santo matrimonio de mentiras. Y aunque es permisible cometer mentiras piadosas, en la ética sabiniana no hay mayor pecado que mentirnos a nosotros mismos y ser infelices.

Porque la meta es el goce y la felicidad… que sin embargo parece nunca alcanzarse o nunca perdurar. Es inútil refugiarse en el amor porque, aunque podemos tumbarnos a la orilla de la chimenea o cabalgar un caballo de cartón, al final, éste se acaba con los años como el agua apaga el fuego y hay que aprender a vivir entre el tedio y la pasión. De pronto los besos no saben a nada y en la posada del fracaso queremos gritar ¡quién me ha robado el mes de abril! Entonces, en una mezcla de Heráclito y el concepto budista de la no permanencia, nos advierte que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver; ni tampoco pedir perdón, porque ya no importa. Y vuelve a las damas de noche, que en el asiento de atrás de un coche, no preguntaban si las querías; a las flores de un día, que no duraban que no dolían, a las aves de paso, como pañuelos cura fracaso, para terminar con una amante inoportuna que se llama soledad. 

Podríamos suponer que para llegar al desamor tendríamos que haber estado previamente enamorados, pero Sabina logra saltar de las flores del placer directamente a la decepción, el tedio y la tristeza, apenas habiendo olfateado los aromas del amor. Y la vida sigue como siguen las cosas que no tienen mucho sentido, y descubre que la única medalla que ha ganado es de hojalata y decepción y a veces vive y otras veces, la vida se le va con lo que escribe, como quien viaja a bordo de en un barco enloquecido, que viene de la noche y va a ninguna parte, y arriamos bandera frente al cabo de poca esperanza, porque la vida tiene un lánguido argumento que no se acaba nunca de aprender, sabe a licor y luna despeinada que no quita la sed y buscamos refugiarnos en las noches perdidas porque sabemos que todo sabe a casi nada y de pronto nos resignamos a escribir una canción desesperada cuyo propósito es poder dormir sin discutir con la almohada dónde está el bien, dónde está el mal.

Y cuando descubrimos que para mentiras son las de la realidad, que prometen todo pero nada te dan y que el hedonismo nos conduce al hoyo del nihilismo y no tenemos el privilegio de creer en un dios omnipotente y benévolo, con su paraíso, sus vírgenes y demás parafernalias, ni podemos jugar a mártires como el bueno de San Manuel, ni tenemos la serenidad para renunciar al deseo y buscar el nirvana, entonces no nos queda otra alternativa que acabar con esta vida de vacuidad y sufrimiento; pero luego vuelve a escena Schopenhauer, el mismo que nos dijo que la vida no tenía sentido, para recordarnos que tampoco podemos tomar la terrible opción del suicidio porque nos está vedada, como nos están vedadas las opciones 1 y 3 y todas las opciones porque el libre albedrío es una ilusión.

Santa Cruz de la Sierra, 06/03/2022

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domingo, 25 de julio de 2021

Fisiología del estrés y la ciencia de la felicidad

Las fuentes principales para esta presentación son Why Zebras Don´t Get Ulcers del biólogo Robert Sapolsky y del curso dictado por Laurie Santos, The Science of Well-Being de la Universidad de Yale.



jueves, 1 de julio de 2021

Vindicación de las vacunas

 

Javier Paz García

El rey Eduardo I de Inglaterra (1237-1307) y su esposa, la reina Eleonor (1241-1290) tuvieron 16 hijos. Como hijos de reyes tuvieron las mejores condiciones de la época, comida abundante, palacios para elegir, un ejército de sirvientes, los mejores doctores. Sin embargo 10 de esos niños murieron durante la niñez y solo 3 llegaron a los 40 años[1]. Desde los comienzos de la civilización hasta hace apenas 200 años, la tasa de mortalidad antes de llegar a la adolescencia era de alrededor del 50% y la esperanza de vida promedio era de 30 años. Bajo estas condiciones más de la mitad de nosotros ya deberíamos haber muerto. Para nuestros abuelos y bisabuelos perder un hijo era algo normal, hoy, que un padre pierda a un hijo es algo trágico. Este cambio radical en las tasas de mortalidad y de esperanza de vida se debe a varios factores, pero entre los más importantes está el descubrimiento y desarrollo de vacunas. Los mayores asesinos desde la prehistoria hasta hace apenas unas décadas eran las enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la polio, el tétanos, hepatitis. A principios del siglo XX un hijo de Calvin Coolidge, presidente de Estados Unidos, murió de una infección en el pie por una ampolla que desarrollo por jugar tenis sin calcetines. Es decir, ni el poder de un rey de Inglaterra o del presidente de los Estados Unidos podía evitar estas muertes. Hoy las tasas de mortalidad infantil se calculan en unidades por mil, la polio está extinta y es raro que un niño muera de tuberculosis o tétanos; esto gracias a las vacunas. Las vacunas funcionan y salvan vidas. Hoy el mundo está atravesando una crisis a causa del Covid 19 y nuevamente son las vacunas las que van a salvarnos. Sin embargo, hay personas que tienen miedo de vacunarse por razones plausibles como el desconocimiento de los efectos de largo plazo hasta idioteces como que las vacunas vienen con chip o nos puede convertir en hombres lobo. Desde el desarrollo de las vacunas, los efectos que han aparecido en el largo plazo son prácticamente inexistentes; sí puede existir reacciones inmediatas, como una reacción alérgica. Sería razonable pensar que en el caso de las vacunas del Covid es lo mismo. Quienes temen efectos de largo plazo, especulan sin datos, lo cual no quiere decir que no exista la posibilidad, pero dada la información que tenemos, esa posibilidad es prácticamente nula. Por otro lado, la vacuna contra el Covid (de cualquier marca o procedencia) funciona, y prácticamente reduce a cero la posibilidad de muerte u hospitalización. Bajo un estricto análisis probabilístico, vacunarse genera una minúscula incertidumbre a largo plazo altamente especulativa, mientras no vacunarse significa un riesgo inmediato y real, bien documentado de morir o ser hospitalizado ahora. Vacunándonos no solo nos protegemos a nosotros, sino también a nuestras familias, amigos, colegas y clientes. La vacuna funciona, y salva vidas. Vacunémonos.

Santa Cruz de la Sierra, 01/07/21



[1] Fuente: Sapiens de Yuval Noah Harari

domingo, 22 de noviembre de 2020

Sobre la añoranza del pasado

 Javier Paz García

El ser humano parece tener una necesidad instintiva de añorar el pasado. No es infrecuente reunirse con los amigos para recordar con nostalgia las anécdotas de la infancia y juventud. No es que la juventud haya sido fácil. El mismo Joaquín Sabina con su carrera en pleno ascenso cantaba que "cuando era más joven, la vida era dura, distinta, feliz".  No es pues la holgura material y ni siquiera el éxito lo que define una etapa alegre. Los niños, que viven en un mundo donde la imaginación no tiene límites, sueñan con ser grandes para librarse del yugo de sus padres, mientras que los grandes soñamos recuperar la inocencia de nuestra infancia. De cierto modo, cada etapa tiene su encanto y su amargura. La juventud nos da una sensación de poderlo todo, de libertad, pero sin plata pa comprarse un chicle; empezamos a trabajar y ya tenemos plata pero nos falta tiempo para hacer lo que queremos; con la esposa y los hijos llega el amor más grande que uno puede sentir y se van el poco tiempo y la plata que a uno le queda; el divorcio se lleva el amor, pero nos devuelve algo de tiempo, el suficiente para poder trabajar más para pagar las pensiones de los hijos; la vejez nos devuelve el tiempo, la libertad y nos quita la energía para gastarlos como hubiéramos querido en nuestros años mozos. Y así, cada etapa, por más linda que sea, nos quita algo y nos da un motivo para añorar las precedentes.

No existe persona que no haya escuchado a alguna vieja decir que nuestros tiempos eran mejores, por tal y cual motivo, pero la añoranza del pasado no sólo es un fenómeno que se da con relación a desear volver a los tiempos de la infancia y juventud, sino incluso a tiempos y experiencias que nunca vivimos. ¿Qué es la obra cumbre de la literatura castellana, sino el deseo de un hidalgo de revivir siglos pasados? Por esas añoranzas, el pobre Sancho sufrió manteamientos, palos y penurias, y al igual que Sabina, cuando acabaron, los añoró y rogó a su amo volver a la caballería andante, mientras el hidalgo aceptaba su realidad, aceptaba su tiempo y moría a la vez. Quien quiera acusarme de usar la ficción para probar un punto no tiene más que consultar a Jean Jacques Rousseau, creador del mito del buen salvaje que vivía en total armonía en medio de la selva o a Yuval Noah Harari quien en su extraordinaria breve historia de la humanidad llamada Sapiens acusa a la revolución agrícola que se inició hace aproximadamente 12.000 años y que posibilitó el desarrollo de la escritura, los reinos, las tiranías, los avances tecnológicos y de la historia misma, de ser el mayor fraude de la historia de la humanidad. Esta añoranza de lo que ni siquiera conocimos no se limita a literatos, científicos y ateos. La religión, otro género de la literatura de ficción, también tiene estos anhelos. Los tres principales credos monoteístas, el judaísmo, el cristianismo y el islam, comparten el mito del paraíso terrenal del cual el ser humano es expulsado el momento que decide dar pie a su curiosidad y probar algo nuevo.

Yo creo que Sabina, Cervantes, Rousseau, Harari y Jehová exageran, que el pasado no fue tan bueno como lo idealizamos ni el presente fue tan malo... hasta hace algunos años. Pero creo que hemos llegado a un triste límite, que mi infancia fue mejor que la de las actuales generaciones y que el mundo que nos espera es un lugar muy feo donde tu hijo de 8 años no deja de insistir en que le pongás radio Disney para escuchar algún insufrible reggaetón.

Santa Cruz de la Sierra, 22/11/20

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sábado, 10 de octubre de 2020

La educación no acaba en la universidad

 

Javier Paz García

Cuando a Warren Buffet le preguntaron por un consejo respondió: “El consejo que les daría es que lean todo lo que puedan y comiencen desde jóvenes… Si encontrás tus intereses, comenzás desde joven y leés mucho, te va a ir bien”. Buffet, un nonagenario, con una de las fortunas más grandes del mundo, sigue dedicando varias horas al día a leer y aprender. Bill Gates, cuenta que tuvo la fortuna de tener padres que lo motivaron a leer, lo que considera fundamental para lograr el éxito que tuvo y una de sus costumbres es aislarse una semana entera dos veces al año, sólo para leer.

En la vereda opuesta podemos encontrar al estudiante que luego de graduarse festeja porque no tendrá que agarrar un libro más en su vida. El inconveniente de esta mentalidad radica en que los empleos mejor pagados son aquellos que requieren conocimiento, y el flamante graduado universitario en realidad sabe poco o nada. El fin de la educación formal es el inicio de un largo camino de aprendizaje que no acaba nunca y que de hecho cada vez se hace más empinado. Mientras más ascendemos en una organización y aumenta nuestra responsabilidad, mayor es la necesidad de capacitarse. Verne Harnish, autor del libro Scaling Up, sugiere que un empleado de nivel inicial debería invertir por lo menos 4 horas al mes en entrenamiento y desarrollo, un gerente de nivel medio unas 24 horas y un ejecutivo entre 45 a 60 horas al mes en entrenamiento y desarrollo. Esto significa asistir a talleres, leer libros y artículos, participar en foros y debates, etc. Esto no solo significa que los líderes de una organización deben ser los que más tiempo inviertan en capacitarse, sino también que los jóvenes que aspiran a puestos de liderazgo, deberían imitar este comportamiento e invertir tanto tiempo como les sea posible en aumentar su conocimiento. Zig Ziglar, uno de los gurús del marketing y las ventas decía que “la gente rica tiene televisores pequeños y bibliotecas grandes y la gente pobre tiene bibliotecas pequeñas y televisores grandes”. Yo le doy dos significados a esta frase: el evidente que la mayoría piensa sobre la riqueza y la pobreza: la cantidad de dinero que uno tiene; pero hay un sentido adicional que no tiene que ver con el dinero. Cuando leemos, cultivamos la mente y nos enriquecemos espiritual e intelectualmente, en este sentido, pobre es aquél que no cultiva su mente. Como lo dijo Confucio 2.500 años atrás, “no importa lo ocupado que pensás que estás, debés encontrar tiempo para leer, o entregarte a una ignorancia autoelegida”.     

Santa Cruz de la Sierra, 10/10/20

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martes, 6 de octubre de 2020

En defensa de la prostitución

 

Javier Paz García

La inspiración de esta nota proviene de una idea que escucho con cierta frecuencia en el mundo empresarial y que tiene algunas variantes: “el sector se prostituyó” dicen los empresarios cuando entraron muchos participantes y disminuyó la rentabilidad del negocio. También se le endilga de “prostituirse” a quien cambia de trabajo con frecuencia para irse al mejor postor. Pensaba originalmente inquirir exclusivamente sobre la moralidad de tales situaciones, pero tal enfoque dejaría a la prostitución como tal, fuera del análisis, dando tal vez la impresión de que las “prostituciones” en los negocios están bien, mientras que la prostitución en el sexo es inmoral. Más interesante me pareció defender la prostitución como tal.

¿Qué es la prostitución? Es el intercambio de sexo por dinero. Si en este intercambio intervienen dos adultos de manera voluntaria, entonces, por la definición de cualquier transacción voluntaria, ambas partes se benefician de la transacción. Y si ambos se benefician de este intercambio comercial, entonces ¿qué objeción se puede poner contra él? Alguien dirá que el judaísmo, el cristianismo y el islamismo condenan la prostitución. En tal caso, quienes creen en dichas religiones tienen el derecho de no incurrir en actos de prostitución, tienen el derecho de evangelizar sobre sus males, pero creo que no tienen el derecho de restringir la libertad de otras personas sobre un acto tan íntimo y personal como tener sexo.

Alguien dirá que los proxenetas reclutan niñas o utilizan la fuerza y la violencia para controlar a sus prostitutas. En el caso de niñas no estamos hablando de una relación entre adultos, en el caso del uso de la fuerza, no estamos hablando de una transacción voluntaria, entonces violan la definición que expuse al inicio. Mi defensa de la prostitución proviene de un principio precedente: la libertad que cada ser humano debe tener para ejercer en los asuntos y actos de su persona y su propiedad, mientras no infrinjan la libertad de otros. Si somos consecuentes con este principio de libertad individual, no tenemos argumentos para prohibir la voluntad de dos adultos en su decisión de intercambiar sexo por dinero o intercambiar, por ejemplo, chocolates por dinero, o sexo por chocolates. El caso del reclutamiento de niños y de la trata y tráfico de personas es precisamente una violación de la libertad de las personas y debe ser condenado, perseguido y castigado con la mayor severidad que la ley pueda disponer; el mayor crimen que podemos cometer contra otro ser humano es atentar contra su vida y su libertad. Para hacer una analogía, el trabajo es algo que la sociedad valora y defiende y con mucha razón; el trabajo forzado y la esclavitud son condenados y combatidos por la sociedad y el Estado, también con justa razón. De igual manera no es lo mismo la prostitución, que la prostitución infantil o forzada.

Alguien dirá que quienes eligen la prostitución y la pornografía, lo hacen porque no tienen otra opción. Puede ser cierto, como es cierto que la mayoría de los niños no sueñan con ser barrenderos, banqueros o contadores, sino jugadores de fútbol, cantantes o corredores de autos y sin embargo en el mundo hay más de los primeros que de los últimos, y no por ello nos lamentamos de su destino. Tal vez alguna feminista dirá que la prostitución degrada y cosifica a la mujer. Yo creo que el feminismo que verdaderamente defiende a las mujeres es aquél que protege su derecho a elegir, incluso a ser prostitutas, y no el feminismo de muchas que quieren que las mujeres actúen como comanda y ordena la líder del movimiento. Tanto en el caso de quien dice que en realidad nadie elige voluntariamente ser prostituta (o prostituto), como en el de quienes señalan la degradación de la mujer, podemos encontrar miles de ejemplos y testimonios de personas que voluntaria y entusiásticamente incursionan en la industria. El bestseller Superfreakonomics tiene entre sus historias la de una mujer profesional, si no me equivoco, ingeniera, que no ganaba mal en su trabajo y que decidió hacerse prostituta para ganar más (yo lamentablemente no tengo los atributos suficientes para triunfar en la industria y tengo que conformarme con un empleo más prosaico). En las redes sociales podemos encontrar millares de ejemplos de hombres y mujeres que se filman teniendo sexo en busca de fama o por puro gusto, lo que desbanca la hipótesis de que todos quienes hacen esto, lo hacen porque no tienen otra opción en la vida, sin que esto niegue que efectivamente algunas personas verdaderamente terminan ahí porque no tienen otra opción, como sucede por ejemplo en la miserable Cuba castrista.

Alguien dirá que la prostitución destruye familias y matrimonios y que por tanto hace un daño a la sociedad. Quien opina así para ser consecuente debería promover la prohibición de automóviles y cuchillos, ya que miles de personas mueren cada año en accidentes de tránsito o son asesinadas con armas blancas, ocasionando un daño mucho mayor al de la prostitución. No es la prostitución lo que destruye un matrimonio, sino la rotura de la confianza o el amor en la pareja. Si una pareja al casarse se promete fidelidad y uno de ellos viola esa promesa, la culpa no es de la prostituta o de la prostitución, sino de quien rompió un compromiso con su pareja, de la misma manera que los automóviles, los cuchillos y las pistolas no son culpables de la muerte de nadie. Sobre este punto es interesante notar que no se mide a ambos sexos con la misma vara. Muchos hombres no tienen ninguna objeción de orden moral en ser infieles con sus esposas, ya sea con amantes o prostitutas, pero podrían llegar incluso a asesinar a su mujer si ella les fuera infiel. Antes que vivir en la hipocresía de tener una moral para hombres y otra diferente para las mujeres, más sano y más justo sería que muchos matrimonios tengan una relación como la que tuvieron los filósofos Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir quienes siendo pareja, tenían la libertad de meterse con quien sea. Eso es improbable y creo que algo de razón tiene (solo algo) Friedrich Engels, quien, en El origen de la familia, la propiedad y el Estado teorizaba que el matrimonio monógamo moderno es un complot de los hombres para subyugar a las mujeres. Y tal vez porque los Estados son manejados en su mayoría por hombres es que en muchos países la prostitución es prohibida, pero si comparamos la profesión del político con la de la prostituta, vemos claramente que la segunda es mucho más honesta y beneficiosa para la sociedad. La relación de una prostituta con su cliente es honesta y transparente, no hay falsos te quieros, no hay promesas que nunca tuvieron la intención de ser cumplidas y luego de la transacción ambos terminan contentos. En cambio ¿quién puede decir de un político que nunca ha mentido u ocultado sus verdaderas intenciones? ¿Podemos decir que lidiar con políticos o pensar en la situación política del país beneficia y deja contentos a los ciudadanos? Ni hablemos de la corrupción, el yugo de impuestos, leyes que nos quitan la libertad y una caja de Pandora de desgracias que salen de los políticos. Lo paradójico es que los deshonestos, corruptos y sucios prohíben un oficio honesto, bajo el argumento de que tal oficio es sucio y corruptor de la moral, y para aumentar la paradoja no faltan entre los prohibicionistas, infieles patológicos y asiduos usuarios de prostitutas.

Luego de defender la prostitución como tal, (y no promuevo la prostitución, sino el derecho y la libertad de quienes quieran ejercerla a hacerlo) vuelvo al punto inicial. “La industria se ha prostituido” dicen quienes ven reducidas las ganancias en sus negocios porque otros entran a competir. Esta es la esencia del capitalismo: que los emprendedores lleven su capital hacia los sectores con ganancias altas, lo que ocasiona un aumento de la oferta que eventualmente reduce las ganancias del sector y beneficia a los consumidores. Esto obliga a las empresas a innovar y diferenciarse o morir, lo que el economista austriaco Joseph Schumpeter llamó destrucción creativa, un motor del sistema capitalista que permite que tengamos vehículos, aviones que surcan los cielos y mil cosas más y sigan apareciendo cosas nuevas, más baratas o mejores. El empresario que se lamenta porque su industria “se prostituyó” recibe un beneficio inconmensurablemente mayor porque todas las industrias y sectores se “prostituyen” constantemente, lo que le permite tener la factura de teléfono más barata que el año pasado, un televisor con el doble de tamaño a un precio menor del que compró hace 5 años, camisas de mil marcas para elegir una gama infimita de precios y calidades, etc. Sobre endilgarle a alguien que se prostituye porque cambia de trabajo con frecuencia o se va con el mejor postor cabría preguntarse la pregunta opuesta, ¿Por qué debería renunciar a ir con el mejor postor? De hecho, la palabra prostitución proviene del término latino, prostituere, que significa exhibir para la venta, por lo que, dado que todos vendemos algo, el heladero helados, el banquero créditos y hasta el cura vende paz y redención, etimológicamente hablando, todos nos prostituimos.

Santa Cruz de la Sierra, 05/10/20

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domingo, 4 de octubre de 2020

Contribuir a un mundo mejor comenzando en nuestras relaciones de trabajo

 

Javier Paz García

No es inusual que en nuestra niñez o adolescencia hayamos tenido sueños de mejorar el mundo. Con el tiempo y el aumento de las responsabilidades esos sueños van mermando para dar paso a conseguir un trabajo para pagar las cuentas, cuidar a los hijos, etc. y muchos renuncian a construir un mundo mejor. La moda de la responsabilidad social empresarial, va en la línea de querer aportar a este propósito. En el artículo The boss factor: Making the world a better place through workplace relationships Tera Allas y Bill Schaninger de la consultora McKinsey sugieren que “los negocios que buscan hacer una contribución externa deberían, paradójicamente, mirar hacia adentro: mejorar la satisfacción de los trabajadores podría ser la contribución más importante que pueden hacer”. Según el artículo, un factor importante de bienestar en la vida de las personas es la satisfacción en el trabajo, la cual a su vez depende en gran parte de qué tipo de relación tienen las personas con su jefe inmediato. No hay nada sorprendente en este hallazgo: pasamos un tercio de nuestras vidas en el trabajo y si no tenemos una buena relación con nuestros jefes, es lógico que disminuya nuestro bienestar general. Mejorar la satisfacción de los trabajadores no solo es bueno para los empleados, sino que se traduce en menor giro de personal, mayor productividad y rentabilidad.

Un liderazgo al servicio de las personas, que busca cómo hacer la vida más fácil para los colaboradores, que genera un ambiente de respeto, confianza y autonomía es una de las formas en que cualquiera que tiene personas bajo su cargo puede contribuir a un mundo mejor.

Santa Cruz de la Sierra, 04/10/20

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sábado, 19 de septiembre de 2020

La responsabilidad social de la empresa

 

Javier Paz García

Este mes se cumplieron 50 años desde que el Nobel de economía Milton Friedman publicara un artículo en el New York Times indicando que la responsabilidad social de una empresa es incrementar las ganancias. Hoy se escucha de capitalismo consciente, de responsabilidad social empresarial y cosas por el estilo y por ejemplo la consultora McKinsey en su articulo From there to here: 50 years of thinking on the social responsability of business aboga por empresas que buscan el beneficio de todos los interesados: clientes, empleados, proveedores, comunidades y accionistas. Como advierte la revista The Economist en su edición del 17 de septiembre, tal postura puede estar plagadas de elecciones casi imposibles (What is stakeholder capitalism?).

La diferencia entre la postura de Friedman vs. posturas como las de McKinsey pueden deberse a interpretaciones semánticas. De hecho, en una sociedad libre, una empresa para prosperar debe tener un producto o servicio que beneficie a sus clientes; para atraer y mantener a sus empleados debe darles condiciones superiores al costo de oportunidad, es decir la empresa debe darle beneficios superiores a la mejor alternativa que cada empleado tiene en otra parte; debe generar un lucro para los accionistas que mínimamente iguale el costo de capital; mientras más dinero haga una empresa, más impuestos pagará, beneficiando a la comunidad y por supuesto debe actuar en el marco de las leyes y la ética. Podemos decir categóricamente que una empresa con fines de lucro que genera ganancias y acata la ley cumple completamente su responsabilidad social. De hecho, una empresa con fines de lucro que no genera ganancias destruye valor porque absorbe recursos escasos y los utiliza de manera ineficiente. Imagine una fábrica de máquinas de escribir, que para funcionar contrata personas que de otra manera estarían trabajando en otras industrias más necesarias, que utiliza metales, plásticos y tintas que podrían utilizarse para fabricar otros implementos más requeridos por los consumidores como computadoras o piezas de vehículos. Utilizo el caso de un producto obsoleto, pero conceptualmente el ejemplo sirve para cualquier cosa: si un restaurante de pollos pierde plata, significa que es menos eficiente que otros restaurantes de pollo y tanto el dueño del restaurante como la sociedad estarán mejor utilizando esos recursos de otra forma. En una sociedad libre, el sistema de precios, y las pérdidas y ganancias dan las señales sobre qué valoran más las personas y hacía donde deben dirigirse los recursos. Esto no es solo una construcción teórica, los datos son sólidos en cuanto a que las sociedades más libres (es decir más capitalistas) son las que tienen los menores índices de pobreza y los mayores índices de calidad de vida como lo muestran informes como el Index of Economic Freedom de la Fundación Heritage o el reporte anual Doing Business del Banco Mundial.

Lamentablemente el clamor por la responsabilidad social empresarial no es solo una cuestión semántica. Hay quienes creen que las empresas tienen, no la opción, sino la obligación de asumir un rol mayor en la sociedad y que deben convertirse en una especie de mecenas de los pobres, de los artistas, de la educación, la salud, el medioambiente o lo que sea que a algún burócrata o socialista se le ocurra que es el bien mayor. Friedman notaba en ese artículo de 1970 que “los empresarios que hablan así, son títeres inconscientes de las fuerzas intelectuales que han estado debilitando las bases de una sociedad libre las décadas pasadas” y le parecía sorprendente lo inteligente y acertados que podían ser en cuestiones internas de su empresa y al mismo tiempo tener una visión cortoplacista y nublada en temas que podrían afectar la supervivencia de los negocios en general, tales como los llamados a que las empresas actúen con una responsabilidad social por encima de cumplir sus compromisos y la ley.

Esta no es una invectiva contra la beneficencia, la solidaridad o el mecenazgo. Los seres humanos tenemos una predisposición natural a ayudar a nuestro prójimo y las personas que quieren donar recursos para una causa como la pobreza, la cultura, la educación, etc. están en todo su derecho y hacen algo digno de aplauso. Los propietarios que donan o hacen alguna labor “social” (la palabra “social” puede significar todo o nada, pero en su sentido etimológico todas las empresas que participan en el mercado hacen una labor social) a través de sus empresas, ya sea porque les nace de corazón o porque es parte de su marketing, están en todo su derecho y no hay nada que criticarles; cada persona tiene el derecho de hacer con su dinero y su tiempo lo que le plazca. Lo inaceptable es la noción de que este tipo de acciones son una obligación de las empresas y que aquéllas que no se involucran en esta moda, no cumplen su responsabilidad social, son irresponsables y merecen la condena de la sociedad. Más peligrosa aun es la idea de que el Estado debe forzar a las empresas a cumplir su responsabilidad social mediante leyes. Las empresas ya pagan impuestos (demasiados en mi opinión). Obligarlas a asumir otros gastos en nombre de la responsabilidad social empresarial es equivalente a elevar los impuestos, pero además se convierte en una fuente de discrecionalidad para que burócratas estatales puedan extorsionarlas.

Si por responsabilidad social entendemos acciones que ayudan a tener una sociedad más próspera y con menos pobreza, entonces nadie cumple ese rol mejor que las empresas con fines de lucro. Son las empresas las que generan los productos que consumimos, son las empresas las que crean los empleos que necesitamos, el dinero que gasta el Estado proviene de impuestos extraídos a las empresas. Las empresas no necesitan donar un centavo para cumplir su responsabilidad social, lo hacen teniendo negocios viables y maximizando las ganancias.

Santa Cruz de la Sierra, 19/09/20

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sábado, 12 de septiembre de 2020

Por qué los candidatos se atacan entre ellos y no al MAS

 Javier Paz García

Imagine que usted es jefe de campaña de un candidato a la presidencia del país. ¿Cuál es el objetivo de su trabajo? Conseguir la mayor votación posible, obtener la mayor cantidad de parlamentarios y para quienes tienen posibilidades, ganar la presidencia. El objetivo de una campaña política, no es decir la verdad, ni promover la democracia, ni buscar lo mejor para el país; es conseguir la mayor cantidad de votos dadas las restricciones de dinero y tiempo de cada candidato. Ya sea que el presupuesto de un candidato sea de 10 millones de dólares y el de otro de 10.000 dólares, ambos tienen restricciones económicas; ni siquiera al que tiene 10 millones le alcanza para comprar todas horas de publicidad televisiva disponible y hacer todas las poleras y banderines que quisiera para regalar. Ambos tienen restricciones de tiempo: un candidato no puede estar en dos lugares a la vez y cada candidato tiene que decir cuánto tiempo invertir en cada departamento, que ciudades visitar, donde hacer su cierre de campaña, etc. 

¿Cómo consigue subir su votación? Antes de responder a esa pregunta, veamos el escenario político. La última encuesta de Unitel pone al MAS en primer lugar con alrededor del 26%, Mesa con 17%, Jeanine con 10% y Camacho con 7% y alrededor de un 30% de indecisos. Es improbable que alguien esté indeciso entre votar por Evo o por Camacho, o entre Evo y Mesa pero hay muchos que saben que no votarán por Evo pero no saben si votarán por Mesa, Jeanine, Camacho o Tuto; creo que los indecisos son mayoritariamente votos para la oposición. Por lo mismo, supongo que los candidatos de la oposición democrática tendrán resultados más altos de lo que indican las encuestas y no veo probable que el MAS se acerque al 40% de votos válidos que necesita para ganar en primera vuelta. Esto es una hipótesis para la cual no tengo respaldo, pero seguramente los partidos deben tener más datos sobre las preferencias de los votantes indecisos. Por lo tanto, hay aproximadamente más de 60% de la población que no votará por el MAS. Del otro lado, el voto por el MAS es un voto duro. Si a estas alturas alguien está dispuesto a apoyar a un pedófilo, nada ni nadie lo hará cambiar de opinión. Prácticamente no hay nada que convenza a un masista de cambiar su voto. Arce Catacora tiene un piso sólido alrededor del 25% pero tampoco tiene mucho para escalar y podemos hablar de dos bandos: los que votarán por el MAS y los que no votarán por el MAS. Entonces desde la perspectiva de una campaña de cualquiera de los otros candidatos, no vale la pena gastar ni un centavo, ni un minuto, ni una gota de saliva en tratar de convencer a un votante masista a cambiar de opinión.

Volviendo a la pregunta que usted tiene que responder como jefe de campaña de cualquiera de los partidos de oposición democrática sobre cómo aumentar la votación, si considera válido el análisis anterior, es claro que gastar dinero, tiempo y esfuerzo en atacar al MAS es una estrategia perdedora. La mejor estrategia de cualquier candidato democráticos es quitar votos a otros candidatos democráticos. Manfredo Kempff reclamaba en su artículo ¿Suicidio colectivo? “la irracional explosión de ira” entre los candidatos de oposición al MAS. En realidad, es el comportamiento que uno puede predecir de agentes racionales que persiguen su propio interés, dos supuestos sobre los que se sustenta la ciencia económica. La mejor alternativa para mejorar su votación, es atacarse entre ellos y no enfocarse en el MAS, aunque haga que el elector no masista se jale los pelos y se pregunté por qué actúan así. Esto no quiere decir que los candidatos no van a hablar del MAS, pero cada candidato tratará de mostrarse como el idóneo para enfrentar al MAS o criticar a los otros por blandos o colaboracionistas. Es decir, incluso las referencias al MAS serán críticas implícitas o explícitas contra los otros candidatos. Como dije al comienzo, las campañas no son para decir la verdad, ni promover la democracia, ni buscar el bienestar del país y no podemos esperar que los candidatos nos digan la verdad, ni promuevan la democracia y se preocupen por el bienestar del país. Lo único que les interesa en esta etapa es ganar votos y por lo tanto es racional que se ataquen entre ellos. La misma lógica de la búsqueda del interés propio y actuación racional que evita la renuncia de candidaturas sin opciones y la conformación de un frente de unidad hace que quienes tienen más o menos las mismas ideas democráticas y representan a la misma masa de votantes sean los que más se peleen entre ellos dejando de lado al verdadero enemigo de la democracia. El resultado de la dispersión del voto y las pugnas entre los candidatos democráticos es que el MAS tendrá una mayor representación parlamentaria, incluso mayoría y la pequeña pero existente posibilidad de ganar la presidencia. Esto es calamitoso para el país, pero evitarlo no es la prioridad de ninguno de los candidatos, aunque todos digan como parte de sus estrategias de campaña que sí lo es.

Santa Cruz de la Sierra, 12/09/20

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miércoles, 9 de septiembre de 2020

Por qué es improbable un frente de unidad

 

Javier Paz García

La última encuesta que pone al MAS en primer lugar ha incrementado el estrés y la preocupación de muchos como también el deseo de que se establezcan alianzas y se bajen algunas candidaturas. Esto es improbable. A menudo pensamos que los agentes en el sector privado buscan su propio interés, sin necesariamente ver algo malo en ello, y al mismo tiempo pensamos que en el sector público se busca el interés común. En 1962 los economistas James Buchanan y Gordon Tullock publicaron El cálculo del consenso: fundamentos lógicos de la democracia constitucional, un extraordinario libro en el cual cuestionan esta lógica y proponen analizar a los agentes que actúan en el sector público de igual manera que se analiza a los agentes en el sector privado, utilizando supuestos estándar del análisis económico: agentes que toman decisiones racionales y que buscan su propio interés. Buchanan recibiría posteriormente el Nobel de economía por desarrollar esta línea de investigación.

¿Cuál es el interés de los actores políticos? Ganar elecciones y mantener o incrementar sus cuotas de poder. Pensemos en lo que significa para un partido o agrupación que tiene posibilidades de conseguir una representación parlamentaria dejar de participar en la elección nacional. Significa la irrelevancia por los próximos 5 años, pocos recursos, ausencia de palestra pública y un camino empinado para reconstruir el proyecto político o incluso el riesgo de desaparecer. Por otro lado, conseguir representación parlamentaria, incluso siendo oposición da una palestra pública para seguir vigente, significa cuotas y puestos de trabajo para miembros del partido que de algo tienen que vivir, significa gravitar en las decisiones y las leyes que se crearán. Incluso una representación minúscula puede otorgar un poder extraordinario; por ejemplo, en la legislatura 2006-2009 el senado estaba dividido entre el MAS y PODEMOS, UN tenía un senador y con ese voto logró la presidencia del senado por un año. Un partido no tiene nada que ganar al bajar su candidatura y sí tiene mucho que perder. Si actúan racionalmente siguiendo su propio interés, entonces la decisión correcta es continuar en carrera.

Para algunos lectores puede ser indignante leer esto. Para muchas personas molesta la idea de que los políticos pongan sus propios intereses por encima de los de la nación o el bien común. Buchanan y Tullock cuestionan en primer lugar que exista un bien común que se pueda definir. Existen personas que consideran que el candidato del MAS es el mejor y cualquier otro es una calamidad, otros que ven a Carlos Mesa como el mejor, otros que no son del MAS y que ven a Mesa como un desastre, unos que nunca votarían por Camacho, otros que no votarían por nadie más que Camacho, etc. y todos son bolivianos por igual. De igual manera más allá de los candidatos, construir un hospital en Sucre, significa dejar de usar esos recursos para construir una carretera en Cochabamba o 100 postas sanitarias en Tarija y tanto la recolección de impuestos como su uso significa beneficios para algunos a costa de otros, por lo que es imposible definir el mal llamado bien común, toda decisión tiene ganadores y perdedores. También cuestionan la idea del doble estándar moral y metodológico: está bien que una persona en su vida privada busque superarse, subir de cargos, ganar más dinero, procurar un mejor futuro para sus hijos, etc. pero en la vida pública busque el bien común y se sacrifique por ello. Más razonable es pensar que el político profesional es tan humano como el que no participa activamente en política. Los políticos no son mejores ni peores que el resto de la población: son humanos que, como todos, buscan su propio interés y no deberíamos satanizarlos por ello. Después de todo, si hacemos el ejercicio de ponernos en sus zapatos, ¿cuántos sacrificarían sus trabajos por una causa altruista que no les dará ninguna remuneración? Se me viene a la mente el testimonio de Pablo Fernández que cuenta cómo cuando estaba el MAS, los artistas dispuestos a protestar activamente eran los menos, pero cuando cayó todos querían estar en palestra. O podemos hablar de los empresarios que trabajaron y colaboraron con el gobierno del MAS o que simplemente bajaron la cabeza y callaron, con lo cual mantuvieron vivo el aparato productivo o de los funcionarios públicos que por 14 años fueron a concentraciones masistas obligados para no perder sus trabajos, porque tienen niños que alimentar y nada es más importante que eso. Todos tenemos una pizca de cobardía o mejor dicho, de instinto de preservación o mejor dicho de búsqueda del propio interés y es está búsqueda del propio interés en parte lo que nos ha permitido evolucionar como especie, desde dominar el fuego, inventar la rueda, hasta construir aviones y surcar los cielos. Creo que pocos pueden tirar la primera piedra y aunque es fácil juzgar desde fuera, creo que la mayoría, si estuviéramos en la situación de los líderes políticos actuales, actuaríamos de manera similar a ellos: como humanos que somos.

Y como humanos que somos buscamos justificar nuestros actos y ponerlos en un pedestal de moralidad y racionalidad. Los políticos también lo hacen y Carlos Mesa puede argumentar que es primero en las encuestas y por tanto la opción natural para enfrentar al MAS y tiene razón. Jeanine Áñez puede decir que Mesa ha sido aliado del MAS y no es garantía de firmeza ante los duros momentos que se vienen y tiene razón. Fernando Camacho puede decir que fue el líder de la protesta que sacó a Evo y que representa la renovación y tiene razón. Y todos tienen sus razones que se van agrandando en sus mentes al mismo tiempo que cada bando minimiza las razones ajenas y esto es muy humano; todos lo hemos experimentado en una discusión con la pareja o en un debate entre amigos que en un 99% de los casos no lleva a ningún cambio de postura por parte de los participantes. Cada candidato construye sus argumentos del por qué es la mejor opción y son los otros los que deben bajarse y unirse a él.

También hay presiones e inercias como las de un transatlántico en movimiento que tarda kilómetros para detenerse. Cada candidato presidencial tiene una estructura de candidatos al parlamento, asesores políticos, jefes de campaña, etc. Algunos han dejado un trabajo seguro para unirse a una opción y los líderes pueden sentir una obligación moral de seguir en carrera, hay los financiadores y donantes, hay los jóvenes que han hecho voluntariado para hacer campaña y todo un grupo de gente que cree en su líder, que empuja para continuar y que estaría decepcionada de que se dé marcha atrás.

Finalmente, en la elección de octubre del año pasado era vital que la oposición se uniese para tener una oportunidad de ganarle al MAS: sabíamos que habría fraude, sabíamos que el MAS era más popular que ahora, sabíamos que tenía todo el aparato estatal para hacer campaña y aun así no se unieron. Aunque hoy el MAS sigue siendo fuerte, es una amenaza menor de lo que era en octubre, entonces, si no se unieron entonces ¿bajo qué lógica podemos esperar que se unan ahora?

Buchanan y Tullock hicieron su análisis pensando en la democracia norteamericana, porque ni en Estados Unidos, siendo la democracia moderna más longeva el político deja de ser humano y pone a un lado su propio interés. Usando el lenguaje de la teoría de juegos, las opciones óptimas de cada partido contrario al MAS ocasiona un desenlace sub-óptimo para el conjunto de la oposición democrática, con dispersión de votos y sub-representación parlamentaria. Como en el Titanic, todos vemos venir el iceberg (en realidad el iceberg no viene, nosotros vamos hacia él), todos sabemos el desenlace, pero las fuerzas ya están en movimiento y lamentablemente no hay nada que podamos hacer.    

Santa Cruz de la Sierra, 09/09/20

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