martes, 26 de abril de 2016

Bolivia no es Suiza

Javier Paz García
Cuando Evo Morales asumió la presidencia de la República de Bolivia, afirmó que en 10 o 20 años el país estaría mejor que Suiza. Ya van 10 años de su mandato y el PIB per cápita boliviano es de $us 3.150, mientras que el PIB per cápita suizo es de $us 83.718. Si consideramos el PIB per cápita con paridad de poder adquisitivo, acortamos la diferencia: $us 6.449 de Bolivia versus $us 51.578 de Suiza, pero seguimos lejísimo de igualar a Suiza económicamente y lo peor de todo es que estamos yendo por el camino contrario al desarrollo.
Un sencillo concepto, propio del sentido común, es que uno debería imitar las prácticas de los países que generan mayor riqueza y desarrollo y evitar las prácticas de aquellos países que no salen del subdesarrollo y la pobreza. Entonces, si la meta de Evo Morales es igualar y superar a Suiza, uno imaginaría que sería secundada por medidas políticas y económicas similares a las que tiene Suiza. Lamentablemente Morales ha mirado a Cuba y Venezuela para orientar sus políticas. Es de tontos suponer que vamos a estar como Suiza siguiendo las recetas de estas dos tiranías; más sensato es suponer que siguiendo a Cuba y Venezuela, en 10 años vamos a estar igual que Cuba o Venezuela.
Una rápida comparación en el Índice de Libertad Económica 2016 elaborado por la Fundación Heritage y el Wall Street Journal muestra que el país alpino tiene un puntaje de 81 mientras que el país andino 47. Mientras Suiza se ha mantenido e incluso ha mejorado su puntuación en los último años, Bolivia ha decaído desde los 68 puntos que llegó a tener en 1998, con lo que podía considerarse un país moderadamente libre hasta donde estamos ahora, en la categoría de los países con libertades económicas reprimidas. Mientras que Suiza ocupa el 4to puesto en este ranking, Bolivia ocupa el puesto 160, por debajo de Ecuador, aunque por encima de Venezuela (puesto 176) y Cuba (puesto 177).
¿Cuáles son las cosas que deberíamos imitar de Suiza? Sólidos derechos de propiedad, una baja corrupción con un gobierno fuerte pero limitado en sus poderes, bajo gasto estatal, facilidad para abrir y cerrar negocios, leyes laborales flexibles. En general, la premisa, comprobada una y otra vez a lo largo de la historia, es que si damos libertad a la gente para progresar, la gente lo hace y en dos o tres generaciones puede estar substancialmente mejor. En cambio, si dejamos el progreso a cargo del Estado, progresan quienes manejan el aparato estatal, a costa de la mayoría de la población. En Bolivia los nuevos ricos lo saben muy bien y no piensan soltar la mamadera.
Santa Cruz de la Sierra, 24/04/16

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jueves, 21 de abril de 2016

El no tan necio

Javier Paz García
Inevitablemente la música y la poesía se entremezclan con la política. De esto, pueden salir cosas muy bellas aunque políticamente erróneas. Canciones como Hasta Siempre Comandante de Carlos Puebla, no dejan de ser melodiosas aunque estén dedicadas a un asesino desalmado. Íconos como Mercedes Sosa o Piero merecen nuestros elogios musicalmente hablando, aunque sus posturas políticas sean cuestionables.
Silvio Rodríguez es otro genio de la música y entre sus canciones más destacadas está El Necio. Es una canción idealista, que proclama la bondad de los seres humanos y la lucha hasta el sufrimiento y la muerte defendiendo principios. Por supuesto, aunque de autoría de Silvio Rodríguez y dedicada a él mismo, esta canción difícilmente puede serle merecida.
Me vienen a convidar a indefinirme / me vienen a convidar a tanta mierda. Silvio nunca se enfrentó al poder y al abuso de los opresores cubanos; nunca denunció las violaciones a los derechos humanos, a la libertad y a la vida que cometió y sigue cometiendo la dictadura comunista en Cuba; él es un artista acomodado que goza de libertades básicas que al resto de sus compatriotas les son negadas; él no sufre el racionamiento y ni el acoso policiaco. Silvio Rodríguez no tiene de qué arrepentirse, Silvio Rodríguez no ha perdido, ni tampoco se ha indefinido; ha sido un fiel cómplice de los abusos del régimen.
Dicen que me arrastrarán por sobre rocas / cuando la revolución se venga abajo. Silvio imagina una contrarrevolución similar a la que él apoya: violenta, vengativa, liberticida, inescrupulosa y asesina. No tiene que ser así; quienes luchan por la libertad en Cuba lo hacen para que él pueda seguir cantando sus loas a Fidel, al Che, y si gusta también a Hitler, a Mao y a Stalin, sin que lo metan preso.
Será que la necedad parió conmigo / La necedad de lo que hoy resulta necio. Silvio no es tan necio, necios son Yoani Sánchez que narra la realidad del pueblo cubano, Oswaldo Payá a quien sí le quitaron los ojos, el badajo y la vida en su lucha pacífica por un ideal, las damas de blanco quienes conocen el gusto de ser apaleadas y arrastradas por sobre rocas, Guillermo Fariñas, Orlando Zapata y los miles de encarcelados y fusilados por motivos políticos; necios son María Corina Machado y Leopoldo López por arriesgar la vida y la libertad en una Venezuela cada vez más represiva o Liu Xiaobo el Premio Nobel de la Paz que sigue preso en China por su lucha pacífica por los derechos humanos. Silvio no es tan necio, pero es un magnífico soñador de travesuras.
Santa Cruz de la Sierra, 16/04/16
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martes, 12 de abril de 2016

¿Por qué tantos intelectuales rechazan el capitalismo?

Javier Paz García
Un tema interminable es la proclividad de los intelectuales para defender sistemas políticos erróneos y apoyar regímenes totalitarios. Sartre fue un fan de la Unión Soviética incluso cuando los abusos del sistema comunista eran conocidos por todos. García Márquez mantuvo una amistad con Fidel Castro, uno de los mayores tiranos de Latinoamérica.
A menudo nos gusta pensar que los intelectuales están por encima del resto de los mortales: en imparcialidad, en inteligencia, en conocimiento, en humanidad, en humildad. Lo cierto es que los intelectuales, como cualquier mortal tienen defectos, les cuesta reconocer y rectificar errores, no son expertos en todas las áreas del conocimiento, pueden ser proclives al adulo y la lisonja y no están exentos de disfrutar de los placeres terrenales.
Jesús Huerta de Soto (un intelectual), citando a Bertrand de Jouvenel, (por cierto otro intelectual) da 3 razones al por qué los intelectuales en una gran proporción rechazan el sistema de libre mercado: 1) por ignorancia, 2) por soberbia y 3) por resentimiento y envidia
La ignorancia no debe ser tomada en un sentido peyorativo. Todos somos ignorantes en la mayoría de las áreas del conocimiento. Un poeta puede ser un completo ignorante en matemáticas, un matemático puede ser un ignorante en neurología, un neurólogo ser un ignorante en gastronomía y un chef ser un ignorante en filosofía. La ciencia que estudia el mercado es la economía e incluso la economía tiene muchas ramas lo que hace que los economistas también sean ignorantes de la totalidad de las áreas de esta ciencia social. Los intelectuales en su mayoría no entienden la economía y sus ideas políticas están más influenciadas por sus pasiones que por conocimiento.
 Los intelectuales a menudo cometen la soberbia de creerse superiores a los demás y por tanto capaces de decidir mejor que el resto de la sociedad lo que le conviene a toda la sociedad. Es lo que Hayek llamó la fatal arrogancia.
Y los intelectuales, cegados por su ignorancia de los procesos de mercado y su soberbia intelectual, caen en el resentimiento y la envidia al ver que apenas se ganan la vida haciendo poemas que nadie quiere comprar mientras un vende pollos se llena de dinero. Consideran injusto que un empresario que vende lo que la sociedad demanda gane más que él que tiene una inteligencia superior.  
Yo añadiría una cuarta razón: la conveniencia. A los intelectuales les puede convenir ser anticapitalistas para ser parte del discurso popular, para decir ser parte del pueblo, para conseguir la subvención del Estado y tener el adulo de los tiranos.
Santa Cruz de la Sierra, 10/04/16

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sábado, 9 de abril de 2016

Un gobierno de mafiosos

Javier Paz García
Imagine que una persona de la calaña de Al Capone o Pablo Escobar llega democráticamente a la presidencia de su país. La idea no es descabellada, después de todo el mismo Escobar llegó a ser diputado en Colombia y no es infrecuente que quien ha acumulado riqueza tanto si es bien o mal habida, quiera usarla para tener poder político. ¿Cómo sería un gobierno de Al Capone o Pablo Escobar? Es prudente suponer que utilizarían el poder político para generar leyes que les favorezcan y los hagan inmensamente ricos; que usarían todos los medios a su alcance, aunque fueran ilegales o inmorales, para perpetuarse en el poder. Podemos conjeturar que mentirían constantemente para esconder sus trampas, robos y crímenes; que pasarían leyes en beneficio propio pero argumentando mentirosamente que benefician al pueblo; que buscarían chivos expiatorios para culpar de los problemas en la sociedad. Es razonable pronosticar que la prensa y la libre expresión serían atacadas constantemente, con leyes draconianas y tiránicas, comprando medios, corrompiendo a periodistas e incluso ocasionalmente amenazando y asesinando a quienes no puedan ser comprados. En un gobierno de Al Capone o de Pablo Escobar, la búsqueda de justicia y la búsqueda de la verdad solo serían un discurso utilizado para mantener cierta legitimidad, pero en la realidad toda la maquinaria estatal estaría orientada al incremento y la perpetuación del poder, cometiendo injusticias, ocultando verdades, inventando mentiras, y usando la violencia si es necesario. ¿Y cómo sería el entorno del presidente Capone o del presidente Escobar? Pues seguramente un grupo de aduladores y mediocres, cuya supervivencia depende de cuán serviles pueden ser, un grupo de personas sin principios ni valores morales cuyo objetivo es enriquecerse mientras dure la fiesta, y que además deben defender a su jefe a muerte porque están tan pringaus de mierda como él y si él cae, todos caen.
¿Alguien me puede explicar la diferencia entre el hipotético gobierno de un Al Capone o Pablo Escobar y los gobiernos reales de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Evo Morales o Cristina Fernández?
Santa Cruz de la Sierra, 03/04/16

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martes, 5 de abril de 2016

Utilitarismo vs principios

Javier Paz García
El 2007 estando en Caracas le pregunté a alguien qué opinaba de la decisión de Hugo Chávez de prohibir las telenovelas en su país. Yo esperaba una respuesta principista, pero lo que me contestó el señor fue que a él no le gustaban las novelas así que le parecía bueno lo hecho por el gobierno. Semanas más tarde, en Quito le pregunté al recepcionista del hostal su opinión sobre la decisión del presidente Rafael Correa de expulsar a los diputados opositores del Congreso. Nuevamente la respuesta fue decepcionante: los diputados de la oposición eran corruptos así que le parecía bien que los expulsen violentamente y se apoderen del Congreso.
A menudo escucho a la gente protestar por el egoísmo de los políticos, por su falta de principios y su tendencia a pensar en su propio bienestar antes del bienestar de la nación. Sin embargo los ejemplos anteriores muestran que la gente común no es muy diferente a los políticos, y que la gente no toma decisiones en base a principios universales, ni pensando en el bien común sino en el propio interés. Cuando en política apoyamos a candidatos o acciones, solamente en base a la utilidad que nos genera, y no a su justicia, entonces estamos permitiendo el ascenso de dictadores, mientras sus ideas concuerden con las nuestras. Si estamos de acuerdo que un gobierno prohíba la carne porque somos vegetarianos, o que prohíba los rábanos porque a nosotros nos desagrada su sabor, o el cigarrillo porque nos molesta el humo, estamos actuando en base a nuestra utilidad y conveniencia dejando de lado los principios y valores para juzgar la idoneidad de los políticos y sus acciones.
La actitud utilitaria, por cierto no es exclusiva de gente pobre o de baja educación. Entre los más ricos y mejor educados abundan quienes quieren protección del Estado, a través de subvenciones, barreras arancelarias, protección de monopolios, accesos preferenciales al crédito y una serie de privilegios. La premisa de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas es común entre los dueños de empresa.
Los políticos actúan de acuerdo a los incentivos de los votantes. Si los votantes demandan populismo, populistas tendremos. Si el votante elije de acuerdo a su utilidad inmediata y sacrifica los principios, si no demanda que los políticos actúen con honestidad, capacidad, justicia y apego a la ley, no puede esperar que los políticos sean honestos, capaces y justos. 
Santa Cruz de la Sierra, 27/03/16

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