domingo, 18 de junio de 2017

La libertad económica en Bolivia

Javier Paz García
El Índice de Libertad Económica 2017 elaborado por la fundación Heritage califica a Bolivia como un país reprimido en cuanto a sus libertades económicas y la ubica en el puesto 168 de un total de 180 naciones evaluadas. En Latinoamérica solo Cuba y Venezuela tienen una peor calificación. De acuerdo al informe “el Estado de Derecho es débil en muchas áreas y la integridad del gobierno es socavada por una corrupción generalizada”. Más adelante indica que “un poco confiable proceso de resolución de disputas y la falta de una adecuada verificación de los derechos de propiedad crea riesgos e incertidumbres en la adquisición de bienes raíces. Aunque las cortes bolivianas en ocasiones han mostrado independencia del Poder Ejecutivo, el partido en el poder, MAS, tiene un férreo control sobre todas las instituciones. Incluso, el sistema judicial tiene un alto nivel de descrédito como resultado de continuos escándalos, corrupción, y tráfico de influencias”. Con relación a la facilidad de negocios el informe indica que “el emprendedor es sobrecargado con burocracia, corrupción y una aplicación inconsistente de las regulaciones comerciales. Las regulaciones laborales son rígidas y no son conductivas al crecimiento de la productividad.”
Las estadísticas indican que hoy es más caro, más moroso, más difícil y más riesgoso emprender en Bolivia que hace 10 años, que la seguridad jurídica es menor, que hay menos respeto por los derechos de propiedad y que en definitiva los bolivianos somos menos libres que antes. La burbuja de precios de materias primas, que ha llegado a su fin (aunque muchos precios de materias primas todavía tienen niveles superiores a los del 2006), y con esto se irá acabando la ilusión de que el actual gobierno ha hecho cosas buenas. Quedarán el despilfarro, los coliseos de 10.000 personas para poblaciones de 5.000 habitantes, la planta de urea mal ubicada, los taladros de YPFB las obras inconclusas, las anécdotas del fondo indígena y los nuevos ricos; y estructuralmente quedará un país con reformas que son un retroceso, con una justicia en ruinas, con empresas públicas deficitarias y corruptas, con pensiones en manos del Estado, con un banco central sin independencia y un sinfín de políticas que nos condenan al subdesarrollo. Quedará un mundo por hacer y deshacer.
Santa Cruz de la Sierra, 11/06/17

http://javierpaz01.blogspot.com/

domingo, 11 de junio de 2017

La utopía socialista

Javier Paz García
Si los seres humanos fueran unos ángeles, entonces no se necesitaría de gobiernos y la utopía anarquista sería la mejor forma de organización política. Si los seres humanos fueran  malvados, los Estados tendrían que funcionar como cárceles, controlando a todas las personas. No es casual que el socialismo, tanto en la concepción teórica marxista, como en la práctica de los países que lo implementaron desde la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas hasta la Cuba y la Venezuela de hoy se parezcan más a una cárcel que a otra cosa. Ser liberal requiere de un grado de confianza en la nobleza del hombre, aunque también reconociendo su propensión a ser injustamente parcial en beneficio propio; en cambio el socialista es necesariamente un pesimista que considera que si no hay un Estado policiaco, los seres humanos se matarán y abusarán entre ellos.
Pero si los hombres son fundamentalmente malos y deben ser controlados y reeducados para formar al “hombre nuevo” de la utopía socialista, entonces surge la interrogante de quiénes serán los gobernantes. Porque a fin de cuentas, los gobernantes también son personas. La solución socialista es suponer que existe un minúsculo grupo de hombres nobles, exentos de intereses personales, absolutamente entregados al bien común, y además de una sabiduría tal que saben precisamente en qué consiste el bien común y pueden llevar a cabo las acciones para lograr lo mejor para la sociedad. Este grupo (un par de centenas tal vez) debe decidir el destino de una nación y controlar la vida de millones de personas.
La historia no es para nada favorable al cuento de hadas socialista. Ninguna otra forma de gobierno ha matado más gente y los países que siguieron la senda socialista (Rusia, China, Corea del Norte, Alemania Oriental, Cuba, por citar algunos) no solo que no prosperaron, sino que retrocedieron económicamente y además destruyeron la libertad y la dignidad de sus habitantes.
Como dijo Winston Churchill: “Nadie pretende que la democracia es perfecta o infalible. De hecho se ha dicho que la democracia es la peor forma de gobierno con la excepción de todas las otras formas que se han intentado cada cierto tiempo”. La elección de las autoridades es una condición necesaria para dar legitimidad a un gobierno, pero no suficiente. Hay que seguir perfeccionando mecanismos para que los gobernantes democráticamente elegidos no cometan abusos de poder.

Santa Cruz de la Sierra, 28/05/17
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