martes, 26 de julio de 2011

La visión romántica del socialismo y sus adeptos

Javier Paz García
Muchos tienen una noción romántica sobre el socialismo. Creen en sus promesas discursivas pero rechazan los nefastos resultados donde ha sido puesto en práctica. Esta visión sostiene que cuando el socialismo ha fallado (y ha fallado siempre), es porque quienes lideraron el proceso no estuvieron a la altura, eran corruptos, no tenían la preparación suficiente, el pueblo no estaba listo, o la mentalidad del sistema anterior no fue debidamente borrada, o el capitalismo conspiró para que fracase… en fin, las excusas y apologías son abundantes.
Los fundamentos teóricos del socialismo han sido contundentemente refutados y a su vez la puesta en práctica del socialismo siempre ha generado un descalabro económico y humano. Entonces, es pertinente preguntarse ¿por qué sigue teniendo adeptos?
En primer lugar los pobres e iletrados son especialmente susceptibles a creer en el socialismo por dos razones: 1) son en teoría sus mayores beneficiarios y 2) en general carecen de los conocimientos técnicos para comprender las falacias de la teoría como de los conocimientos históricos para ser conscientes de sus consecuencias.
Pero esta visión romántica no es exclusiva de los pobres e iletrados. De hecho es bastante común entre profesionales e intelectuales de todo tipo. Por ejemplo, los ingenieros (gente de mucha capacidad analítica), cuyo currículo y práctica profesional tienen un fuerte componente de planificación y control; tienden a pensar que planificar la economía de un país de millones de habitantes es análogo a planificar y ejecutar la construcción de un puente.
Por otro lado, los escritores, músicos y artistas en general son personas con una alta capacidad creativa, pero que a menudo adolecen de la capacidad para hacer razonamientos lógicos rigurosos; pueden soñar mundos ficticios donde todo es perfecto, pero eso no los capacita para entender o resolver los problemas del mundo real. Es pertinente establecer que la pasión y el fervor que algunos puedan sentir por la búsqueda de justicia no es suficiente para convertirlos en expertos en economía o ciencias políticas.
Incluso entre los economistas existe un gran desconocimiento de las ciencias económicas. Al respecto, Gordon Tullock, quien ha sido candidato al premio Nobel de economía y que por cierto no estudió economía, cuenta que él leyó La Acción Humana del austriaco Ludwig von Mises y notó que estaba mejor entrenado en economía que muchos de sus contemporáneos que tenían un doctorado en economía.
Y si los mismos economistas sostienen ideas erradas sobre economía, no es de extrañar que otros también las tengan y que el socialismo siga siendo una idea popular, aunque entre los académicos serios ya haya sido refutada y archivada hace décadas.
Por ello, para reducir la confusión y desinformación es necesaria una permanente educación, no solo de economía básica, sino también de historia y de los fundamentos de una sociedad libre y abierta. Como dijo Thomas Jefferson, el precio de la libertad es la eterna vigilancia.
Santa Cruz de la Sierra, 26/07/11
http://javierpaz01.blogspot.com/

jueves, 21 de julio de 2011

¿Qué se puede esperar de la comunidad internacional?

Javier Paz García
Muchos se preguntan por qué la comunidad internacional no interviene de alguna forma para evitar que gobiernos autoritarios como los de Venezuela y Bolivia sigan violentando los derechos civiles y políticos de sus ciudadanos. Pero para responder esto antes debemos preguntarnos ¿qué puede hacer la comunidad internacional? Y la respuesta es que muy poco. Por un lado existe el principio de soberanía y de no intervención entre Estados que propugna que cada Estado debe resolver internamente sus problemas internos. Por ello existen Estados que sistemáticamente violan derechos considerandos universales; verbigracia China, Venezuela, Arabia Saudita, Irán donde la comunidad internacional ocasionalmente expresa una protesta pública que no significa mucho. Es necesario que suceda algo catastrófico como un genocidio para que la comunidad internacional esté dispuesta a intervenir un país, como es el caso de Libia.
Además, se debe considerar que en las relaciones internacionales priman los intereses por sobre los principios. El gobierno de Venezuela que antagoniza con Estados Unidos le vende la mayor parte de su producción petrolera. Estados Unidos que está dispuesto a intervenir en Libia o en Irak para deponer a dictadores, al mismo tiempo apoya férreamente a otros dictadores en Arabia Saudita o se niega a intervenir en otros casos como los de Robert Mugabe en Zimbabue. La diferencia entre las dictaduras de Irak y Arabia Saudita es que una era antagonista y la otra es aliada. La diferencia entre Libia y Zimbabue es que uno tiene petróleo y armas y el otro no. Aclaro que esto no es una crítica contra los Estados Unidos, sino una explicación realista de la política internacional. Todos los países sin excepción actúan con doble moral en sus relaciones internacionales, esto es hasta cierto punto necesario e inevitable. No es justo acusar únicamente a un país en particular de actuar así.
Los organismos internacionales como la ONU o la OEA están compuestos por los diferentes Estados asociados y sus funcionarios no representan ni defienden a la sociedad civil sino a sus respectivos Estados; basta con citar los oprobiosos casos del Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, que incluso intenta socavar la independencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por resultarle incómoda y del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU en Bolivia, Denis Racicot, quien aparte de disfrutar unas lindas vacaciones pagadas con el dinero de románticos europeos, es un apañador de las violaciones a los derechos humanos por parte del gobierno.
Y como él, los representantes diplomáticos en el país, que obligatoriamente leen los periódicos, saben las barbaridades que comete este gobierno, pero razonan que no es responsabilidad de sus gobiernos resolver nuestros problemas ¡y tienen razón! Nosotros elegimos el actual gobierno, es responsabilidad nuestra cambiarlo, de nadie más.
Santa Cruz de la Sierra, 21/07/11

sábado, 9 de julio de 2011

La libertad de expresión en las elecciones judiciales

Javier Paz García
La viveza y picardía de los masistas no tiene límites. Hace poco el presidente del Tribunal Supremo Electoral, Wilfredo Ovando dijo: "No quiero pensar que hayan ciudadanos que estén convocando a realizar un voto en blanco porque cualquier pedido sobre cómo votar estaría conculcando al derecho privativo que tiene cada ciudadano de cómo votar y eso lo vamos a determinar en pleno con el conjunto del TSE".
Según este señor, “cualquier pedido sobre cómo votar estaría conculcando al derecho privativo que tiene cada ciudadano de cómo votar”. Por supuesto, si esto fuera cierto, no existiría un solo político que no fuera culpable de conculcar el derecho privativo al voto, ya que quienes se postulan a cualquier cargo político, pasan meses de campaña precisamente pidiendo a la gente que vote por ellos; y nadie sería más culpable de “conculcar el derecho al voto” que el mismo jefe del señor Ovando, Evo Morales, que gasta millones de dólares en recursos del Estado para recordarnos todos los días por qué debemos votar por él y solo por él.
Pero por supuesto la declaración de este señor no tiene como objetivo defender los derechos de nadie, ni mucho menos garantizar un proceso transparente, sino al contrario pretende negar a quienes se oponen al proyecto totalitario del MAS la posibilidad de denunciar un proceso electoral destinado a posesionar a jueces tan mediocres y tan serviles como el mismo presidente del Tribunal Supremo Electoral.
En realidad la intención de este señor es precisamente conculcar derechos que él dice defender. La libre expresión es siempre incómoda para las dictaduras; por ello es una de las primeras cosas que conculcan. Como el MAS tiene que aparentar llevar un gobierno democrático y republicano, no puede prohibirla, pero puede limitarla mediante leyes, amenazas, extorsiones y procesos judiciales.
Quien dirige el Tribunal Electoral debe ser una persona prestigiosa, de reconocida y honrada trayectoria, que tenga el consenso y la confianza de las fuerzas políticas, tanto de oficialismo como de oposición. El actual presidente del TSE no cumple estos requisitos y es solo un insignificante peón al servicio de este proyecto totalitario puesto a dedo por Evo Morales.
Quien dirige el Tribunal Electoral debería ser un férreo defensor de la libertad de expresión, pero no es así. Le tocará a la sociedad civil, los políticos de oposición y la prensa independiente luchar para defender ese derecho.
Santa Cruz de la Sierra, 08/07/11
http://javierpaz01.blogspot.com/

viernes, 1 de julio de 2011

El “justo” medio y la política

Javier Paz García
En las ciencias y en la filosofía, la búsqueda de la verdad y el conocimiento debe sustentarse sobre procedimientos lógicos y coherentes. Los filósofos, matemáticos, economistas, biólogos, etc. no pueden justificar sus teorías sobre la base de que se encuentran situadas en el medio entre dos extremos (esto no invalida intentos de reconciliar posiciones aparentemente divergentes, como Kant pretendió hacer con el racionalismo cartesiano y el empiricismo inglés, o como la física actual intenta armonizar la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica). Ya sea que se utilicen métodos deductivos como la lógica simbólica o inductivos como el método científico, la coherencia de los resultados depende mucho de los procedimientos. En el ámbito de las ideas, la coherencia lógica es fundamental. Por ello, por ejemplo, en un debate académico defender un punto intermedio entre el socialismo y el liberalismo, sobre la base de que “los extremos son malos y el medio es bueno” es sencillamente mediocre.
En el ámbito de la política (me refiero a la práctica política) esto es totalmente diferente por varias razones. Primero porque la política no versa sobre la verdad o el conocimiento científico, sino sobre las formas de organización de una sociedad y las relaciones de poder. En política, la verdad y la lógica pueden ser herramientas para adquirir poder o defender una posición, como también lo pueden ser la mentira, la retórica, la propaganda o la violencia. Un dictador impone su voluntad, sin importar si la misma se apega a ciertos parámetros de justicia o no. Un demagogo puede dictaminar una ley económicamente perjudicial para los pobres y anunciarla como una ley beneficiosa para los pobres; lo importante no es que sea verdad, sino que la gente le crea lo que dice.
Pero incluso excluyendo a dictadores y demagogos, la política sirve para concertar y resolver pacíficamente los conflictos de interés propios de todo Estado republicano. Aunque muchos lo afirmen, no existe tal cosa como el bien común: en toda sociedad existen intereses divergentes (legítimos e ilegítimos). Un sistema republicano permite soluciones intermedias a los tantos intereses divergentes en el marco del diálogo y el respeto; permite soluciones pacíficas que de otra manera se resolverían mediante la violencia y la fuerza. En este sentido sí es válido hablar de procurar el “justo medio”, el equilibrio o como se lo quiera denominar. Un sistema republicano tiene un parlamento precisamente para reunir a los representantes de los diferentes intereses de una sociedad para que – como la palabra lo indica – parlamenten, dialoguen, busquen puntos de encuentro, minimicen sus diferencias y lleguen a consensos con el fin de preservar la convivencia pacífica.
Los compromisos y los acuerdos son necesarios en el juego democrático. En política, renunciar a la búsqueda de consensos puede conducir a una sociedad a la polarización y la violencia.
Santa Cruz de la Sierra, 29/06/11
http://javierpaz01.blogspot.com/