viernes, 30 de marzo de 2012

La tragedia de la intolerancia


Javier Paz García
La entrada a la adolescencia es un periodo donde uno reclama independencia y libertad. Es también un tiempo donde uno quiere alejarse de los padres y es proclive a ser influenciado por malas (o buenas) amistades y a hacer travesuras que no infrecuentemente bordean en el vandalismo e incluso en la crueldad. Tal vez por ese motivo mi padre, cuando yo tenía unos 13 o 14 años, se sentó conmigo a conversar y a darme algunos consejos de vida. Una de las cosas que me recomendó es que no formar parte de grupos que salen a golpear a homosexuales y prostitutas; que uno puede no estar de acuerdo con la homosexualidad o la prostitución, pero tampoco tiene uno por qué maltratar a quienes lo sean. El consejo de mi padre y su ejemplo de vida me han servido hasta ahora como modelo de tolerancia. Precisamente la tolerancia consiste en respetar a las personas con las que no nos sentimos a gusto, a las que no entendemos, con las que no estamos de acuerdo. Y no puede existir una sociedad pacífica sin que exista tolerancia entre sus miembros.
Rememoro esa charla paternal debido a los trágicos hechos acaecidos hace poco en Chile donde un joven fue golpeado hasta morir por su condición de homosexual y en Tarija donde otro joven fue golpeado hasta morir por su condición de cruceño. Es indescriptible la conmoción y la tristeza que me causan estos actos de barbarismo, intolerancia e insensibilidad humana. No encuentro el sentido de golpear a un desconocido indefenso que no me ha causado ningún daño, simplemente por ser de otra región, ideología política u orientación sexual diferente a la mía. No imagino la pena de los familiares y amigos de estos jóvenes que han perdido la vida de una forma tan brutal por un motivo tan tonto.
Y es que me parece tonto definir a un ser humano por una sola de sus características. Que una persona sea homosexual, negra, camba o colla, no impide que sea amable, honesta, bondadosa, trabajadora, inteligente y otros tantos cientos de atributos que conforman la personalidad y el ser. No sería sensato rechazar el genio de Leonardo da Vinci por su condición de homosexual, privarse de la poesía de Pablo Neruda por causa de sus ideas políticas o despreciar la fabulosa música de los Kjarkas porque sus integrantes son de una región de Bolivia diferente a la mía.
Creo que estos hechos tan tristes y tan trágicamente faltos de sentido deben ser repudiados por todos y castigados con todo el peso de la ley para dar un poco de paz a los familiares de las víctimas, quienes sufren una pérdida irreparable y un trauma inolvidable. Y deben servir para que los padres se sienten con sus hijos y les transmitan valores como la tolerancia y el respeto hacia todas las personas. Los niños y jóvenes son como esponjas y es muy importante que tengan cosas buenas para absorber. No hay personas más importantes que los padres para ayudar a que así sea. Enseñemos la tolerancia y practiquémosla. Solo así vamos a construir una sociedad mejor donde cada ser humano ejercite su libertad y respete la libertad ajena y no tengamos que volver a lamentar la pérdida de una vida inocente por causa de la intolerancia irracional.
Santa Cruz de la Sierra, 29/03/12
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jueves, 22 de marzo de 2012

La coca como símbolo


Javier Paz García
Lo más difícil de abordar el tema de la coca, es que ésta se ha convertido en un símbolo. Para los indígenas de occidente ha pasado a ocupar un lugar sagrado y se ha convertido en un símbolo de la lucha por preservar sus propias costumbres, su autonomía y su autodeterminación frente a un Estado y una sociedad que se impone sobre ellos. La coca se ha convertido en una bandera de batalla de los indígenas del occidente contra lo que ellos perciben como las clases privilegiadas bolivianas, la globalización y el imperialismo, que los explotan y los discriminan.
Por otro lado, para los cruceños, la coca también se ha convertido en un símbolo de la nueva colonización y avasallamiento del oriente por parte del occidente, de la discriminación, el racismo y el desprecio del actual gobierno hacia la región. Simboliza también la permisividad del Estado con una actividad (el narcotráfico) que socaba las instituciones nacionales, incrementa la delincuencia y amenaza a la juventud.
El problema de los símbolos, es que por ser elevados al estatus de “sagrados” o de “malditos”, escapan al análisis racional. Así como una simple tela suscita reacciones diferentes si tiene los colores de la whipala o si tiene las franjas verde, blanco y verde, también la coca, suscita sentimientos que son el cúmulo de experiencias históricas y construcciones sociológicas que van más allá de las características intrínsecas de la planta misma.
 Por ello considero importante diferenciar lo que la planta es de lo que simboliza, tanto para sus defensores como sus críticos.
Si analizamos lo que la planta simboliza, creo que podemos encontrar puntos de coincidencia entre los anhelos y las frustraciones de los indígenas de occidente y los cruceños. Por ejemplo, tanto los cruceños como los indígenas anhelan que el Estado les de mayor autonomía y no se entrometa en sus costumbres y tradiciones, consideran de que el Estado los ha discriminado y tratado como ciudadanos de segunda clase, desconfían de la élite política nacional que los ha manipulado para beneficio propio. Estos anhelos y frustraciones comunes podrían servir como un vínculo de comunicación para reducir las desconfianzas y odios construidos por mucho tiempo y exacerbados por los gobiernos de Carlos Mesa y Evo Morales.  Las élites gobernantes (pasadas y presentes) han sido hábiles en alimentar las desconfianzas y odios entre oriente y occidente, culpando a los cruceños del atraso, la discriminación y las vejaciones que los indígenas occidentales sufrieron de manos de otros. Dependerá de la inteligencia y habilidad de los propios cruceños escapar de este juego destructivo.
Los cruceños hemos crecido con el dogma casi religioso de que la coca es mala. Por ello, es muy difícil para nosotros abordar el tema objetivamente, dejando de lado las pasiones que el tema genera. Sin embargo considero que si nuestros líderes pudieran hacerlo, tendrían una fabulosa oportunidad para crear puntos de acercamiento con los indígenas de occidente, quienes por cierto son muchos más que los cocaleros del Chapare.
Santa Cruz de la Sierra, 22/03/12
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lunes, 12 de marzo de 2012

Sobre la despenalización de la hoja de coca


Javier Paz García
El tema de la coca en Bolivia es sin lugar a dudas un tema complejo que genera fuertes controversias. Algunos la consideran “maldita” y “destructora de la sociedad”, otros la llaman “milenaria y sagrada” (concuerdo que es milenaria, como lo son todas las especies de plantas y animales). ¿Pero cuál es el argumento para penalizar y prohibir el consumo de hoja de coca?
Dejando los prejuicios de lado, no existe motivo válido para que un país o un organismo multinacional prohíban el consumo de hoja de coca. Desde un punto de vista de salud, la coca inhibe temporalmente el sueño y el hambre, es un buen digestivo y ayuda para los malestares propios de la altura; es menos adictiva que el café o el tabaco; no inhibe la capacidad motriz y de raciocinio como lo hace el alcohol; es más, sospecho que la gente sería más saludable si reemplazara el café, el tabaco o el alcohol por la hoja de coca. Y sin embargo una convención de burócratas internacionales ha decidido que es perfectamente aceptable consumir alcohol, café y tabaco pero que el consumo de hojas de coca debe ser penalizado. Algo totalmente arbitrario.
A esto se añade que el consumo de la hoja de coca es parte de las tradiciones y costumbres indígenas en el occidente de Bolivia a tal punto que la consideran sagrada. O sea que cuando los burócratas internacionales, ayudados por burócratas bolivianos, decidieron legislar sobre el asunto, no solo prohibieron el consumo de algo que es inofensivo para la salud, sino que también es parte de ciertas culturas indígenas. Esto es análogo a prohibir que el hebreo tome vino o el cristiano coma hostias.
La prohibición del consumo de la hoja de coca es un disparate y una abusiva arbitrariedad impuesta por la comunidad internacional. A uno puede gustarle o no la coca, puede considerarla un arbusto poco aristocrático, catalizador del mal aliento y multiplicador de escupitajos; pero esos no son motivos para prohibirla. Incluso alguien puede argumentar (sin más pruebas que los propios prejuicios) que el masticado de coca sí es dañino para la salud. Pero como lo demuestran los casos del café, el tabaco, el azúcar, la sal, los panchitos, las gaseosas, las bebidas alcohólicas, el paracaidismo o el sexo con desconocidos: que algo sea peligroso o malo para la salud no es motivo suficiente para prohibirlo.  
Evo Morales, no solo tiene el derecho de pedir la despenalización internacional del consumo de la hoja de coca, sino que (algo muy poco frecuente) también tiene la razón.
Santa Cruz de la Sierra, 12/03/12
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jueves, 8 de marzo de 2012

Intervencionismo estatal y competencia perfecta


Javier Paz García
En La tendencia natural a monopolizar (El Deber, 08/03/12) Alberto Bonadona dice que “En la formación (o deformación) de economistas  tanto se llena la cabeza a estos (sic) con la competencia perfecta como el fundamento del funcionamiento de los mercados que, aquello que es una construcción explicativa, se convierte en la realidad desde los ojos de alumnos y luego de profesionales.” Concuerdo plenamente con él y escribí precisamente sobre el tema en Teoría económica e intervencionismo estatal (El Deber, 06/12/11). Desafortunadamente el mismo Bonadona hace lo que él critica. Es decir, acertadamente hace notar que la competencia perfecta es una construcción teórica que no existe en la vida real. Pero inmediatamente utilizando el modelo que acaba de criticar, deduce que al no existir la competencia perfecta, el Estado tiene un justificativo para intervenir en prácticamente cualquier mercado, incluso en el quiosco del barrio.
Es evidente que Bonadona no ha leído a Adam Smith ni en Wikipedia. Pero si se hubiera dado el trabajo de leer esa monumental obra titulada La riqueza de las naciones sabría que Smith no cometió el anacronismo de hablar de competencia perfecta. Smith argumentó convincentemente que la competencia en el mercado tiende a generar mayor riqueza y bienestar y que por el contrario la intervención estatal tiende a frenar la generación de riqueza. En ningún momento Smith se refirió a un modelo de competencia perfecta o a mercados perfectamente competitivos. Por cierto, en épocas más recientes tenemos casos de economistas ilustres que, como Bonadona, critican el modelo neoclásico porque conduce a muchos economistas, como Bonadona, a justificar el intervencionismo estatal basándose en que la competencia perfecta no existe en la vida real. Ludwig von Mises y Friedrich von Hayek (Nobel de economía) pioneros de la escuela austriaca y James Buchanan (Nobel de economía) y Gordon Tullock pioneros de la teoría de la opción pública son ejemplos de economistas que hacen una crítica del modelo neoclásico y del abuso de las matemáticas en las ciencias económicas. La Acción Humana de Mises, Camino a la servidumbre de Hayek y el Cálculo del Consenso de Buchanan y Tullock son libros altamente recomendados que podrían ayudar a economistas como Bonadona a salir del error de mostrar tanta fe en el intervencionismo estatal.
Un economista debe buscar explicaciones al por qué algunos países progresan más que otros. Dejando de lado la teoría, existen un sinfín de estudios estadísticos (Índice de libertad económica del Heritage Foundation, Índice de Libertad Económica del Instituto Fraser, Doing Business del Banco Mundial, Índice de Transparencia de Transparencia Internacional, etc., etc.) que corroboran aquello que Smith expuso hace ya más de dos siglos: la intervención estatal en la economía frena el desarrollo y la generación de riquezas y se convierte en una causante de pobreza; tiende a crear monopolios y grupos privilegiados que gracias al Estado se benefician a costa del resto; tiende a generar mayor corrupción y clientelismo. Por ello, más allá de lo anecdótico y retórico es difícil justificar el intervencionismo estatal en la economía.
Santa Cruz de la Sierra, 08/03/12
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sábado, 3 de marzo de 2012

La política en los albores del totalitarismo


Javier Paz García
Aristóteles definía al ser humano como un animal político y con toda razón. El hombre es un ser gregario, que vive en sociedad. La política versa sobre la forma de organización de una sociedad y la toma de decisiones colectivas. Por tal motivo, todo individuo, como miembro de la sociedad, tiene un legítimo interés en la política. Votar en elecciones, informarse o participar en partidos políticos o instituciones civiles son muestras de dicho interés.
La democracia es un sistema político en el cual los gobernantes son elegidos por voto popular y donde cualquier persona tiene el derecho a postularse a cargos públicos. En países democráticos todos los ciudadanos tienen garantizados ciertos derechos, entre ellos el de opinar libremente sin miedo a represalias por parte de los gobernantes y realizar actividad política. Por el contrario, en Estados totalitarios, el legítimo interés a participar en política es negado o truncado por quienes manejan el poder público. Cuba tiene elecciones, pero solo participa un partido político, lo cual hace que en realidad no exista elección, los ciudadanos son privados del legítimo derecho a organizarse en partidos políticos, no existe prensa independiente y la opinión disidente es castigada por el aparato represivo del Estado.
Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua están siguiendo los pasos de Cuba, transitando el camino hacia el autoritarismo y la dictadura. En estos países hay decenas de perseguidos, exiliados y presos políticos, el miedo y la autocensura imperan, y quien se atreve a criticar al régimen o ser parte de la oposición política sufre el acoso legal y no legal por parte del gobierno. El vicepresidente de Bolivia, a menudo repite de manera amenazante que los empresarios no deben hacer política, mostrando claramente una visión antidemocrática, según la cual la actividad política no es un derecho de todos y cada uno de los ciudadanos bolivianos. El juicio al periódico El Universo de Ecuador, demuestra que el mandatario Correa es un autócrata que maneja los otros poderes del Estado a su gusto y que quien se le oponga o critique, corre el riesgo de perderlo todo, incluso su libertad.
Otra forma de promover la autocensura es calificar de “política” la postura de cualquier institución civil. Si los indígenas, un comité cívico o la Iglesia adoptan una postura sobre algún tema en particular, no falta un portavoz del gobierno que los descalifique por adoptar una posición “política”. Para entender la falacia de este argumento hay que separar la actividad política de la militancia partidista. Un comité cívico regional por ejemplo, sin lugar a dudas realiza actividad política en pro de los intereses de su región, simplemente que no lo hace a través de partidos políticos. Cuando la Iglesia deplora el narcotráfico también hace política. Si entendemos al hombre como un animal político y a la política, como parte integral de vivir en una sociedad, hacer política no debe ser una ofensa, como lo quieren hacer ver los autócratas de turno, para quienes la política y el poder deben estar reservados exclusivamente para ellos mismos.
Santa Cruz de la Sierra, 02/03/12
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Adiós a Giselle y Hernando


Javier Paz García
Hace apenas unos días nos abandonaron dos personas extraordinarias: la Sra. Giselle Bruun Sciaroni y mi abuelo Hernando García Vespa. Los medios de prensa les han rendido justos honores. Yo voy a aprovechar estas líneas para hacer apreciaciones más íntimas.
La Sra. Giselle era una amiga entrañable y visitante frecuente de la casa de mis abuelos, ahí la conocí. Era una señora alta, vivaz, bien plantada, con unas gafas descomunales y una energía que hacía creer que los años no transcurrían para ella. Su voz era fuerte, como para que nadie a su alrededor se quede sin escucharla y su charla desembocaba ineludiblemente su país y su ciudad. Esta señora, que por su edad y méritos tenía sobradas razones para echarse en una hamaca, llevaba una vida activa, realizando labores cívicas y de beneficencia. Su postrimera gran preocupación fue la granja de espejos; un hogar para rehabilitar a niños de la calle con problemas de drogadicción. La última vez que estuve con ella, contó que la granja de espejos, luego de un arduo trabajo, estaba en condiciones de funcionar, pero que las autoridades locales no estaban dispuestas a hacerse cargo y que para colmo, la Policía Nacional quería adueñarse de los predios. Creo que el mejor homenaje que las instituciones cruceñas pueden hacerle a la Sra. Giselle es hacer funcionar la granja.
Mi abuelo Hernando era otra de esas personas que nunca dejan de tener proyectos y sueños. Se jactaba de ser una persona multifacética: escritor, político, empresario, diplomático, periodista y (lo digo yo) un gran abuelo. De hablar pausado, prudente, claro y bien articulado, era un orador inigualable. Tenía un gran sentido del humor, pero el mismo nunca consistía en dejar en ridículo a otros. A sus 84 años su creatividad y capacidad ejecutiva eran fabulosas y tenía la lucidez mental de un joven de treinta. Era también un hombre de familia que disfrutaba de sus nietos y bisnietos; de uno de ellos, Felipe (de apenas 2 o 3 años), me dijo alguna vez que yo debía incentivarlo a escribir. La naturaleza era parte de su literatura y de su diario vivir y los animales eran otra fuente de felicidad para él.
Mi abuelo vivió una vida plena, realizó muchos de sus sueños, dejó huellas por donde pasó, tuvo una familia a la que amó y que lo amó. Como él mismo dijo: ¡qué más le puedo pedir a la vida! No puedo dejar de agradecer en nombre de toda su familia a las personas que manifestaron su apoyo y solidaridad durante sus últimos días de vida: a los médicos y enfermeras que lo atendieron, a quienes donaron sangre incluso sin conocerlo, quienes ofrecieron su ayuda, a las señoras que no pudieron llegar de Trinidad a su entierro porque había un bloqueo en la ruta, a quienes rezaron por él.
La Sra. Giselle falleció a los pocos días de enterarse que su amigo Hernando estaba en terapia intensiva. Mi abuelo, al morir, no sabía que su amiga Giselle ya nos había abandonado. Ninguno supo del fallecimiento del otro. Tal vez es mejor así.
Santa Cruz de la Sierra, 24/02/12
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