martes, 24 de junio de 2014

La humildad liberal


Javier Paz García
Uno de los aspectos más sobresalientes del liberalismo es la humildad subyacente de sus postulados.
Los liberales buscan limitar la intromisión del Estado en la vida de las personas, nada más. Califican como arrogante, equivocada y dañina la noción de que el Estado sabe más que usted mismo sobre lo que a usted le conviene. Consideran que el Estado debe procurar ciertas libertades para que cada persona sea la responsable de la búsqueda de su propia felicidad. En contraste, las ideas socialistas no solo prometen el bienestar material de todos y cada uno de los ciudadanos, sino también su felicidad. ¡Tremenda pedantería!
Un orden social liberal no garantiza que no habrán pobres ni desdichados, porque la pobreza tiene causas que son auto infligidas como ser la flojera y también causas producidas por el azar, como un desastre natural o el descuido de los progenitores. Igualmente la desdicha tiene muchas fuentes propias como la envidia, la baja autoestima, hasta causas ajenas a uno como la muerte de un ser querido. El liberalismo no promete hombres nuevos, perfectos y felices.
El liberal no se atribuye conocimientos sobre qué es lo mejor para usted, ni pretende saber si un agricultor debe sembrar maíz o soya. A diferencia de los intelectuales socialistas, que bordean en pretensiones de clarividencia y omnisciencia, el liberal considera que el entendimiento humano es muy limitado y que lo prudente es que cada uno tome sus decisiones en lo concerniente en sus propios asuntos y deje a los otros en paz para tomar las suyas. El liberal sabe que uno puede equivocarse tomando sus propias decisiones, pero que la alternativa de dar el poder de decisión a un grupo de burócratas sobre el bienestar de millones de personas es peor, que generalmente es contraproducente y no pocas veces peligroso… ¡no existe dictadura, por más sanguinaria e inhumana que sea que no proclame actuar por el bien de la humanidad!
Pero aunque el liberalismo es tremendamente limitado en lo que ofrece, al menos comparándolo a las grandilocuentes promesas de los socialistas con sus hombres nuevos, con su nuevo orden mundial de bienestar y felicidad para todos, la experiencia histórica es que los experimentos socialistas han resultado en un empobrecimiento, acompañado de una desmoralización y una infelicidad colectiva, mientras que las sociedades que más se apegan al ideario liberal prosperan, reducen la pobreza y generan mejores condiciones para que la gente logre sus objetivos de vida.
Santa Cruz de la Sierra, 22/06/14
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jueves, 19 de junio de 2014

La arrogancia socialista


Javier Paz García
El socialismo es una forma de organización social donde un líder o un grupo pequeño, tienen el poder y controlan los medios de producción e incluso las ideas del resto de la sociedad.
Quienes propugnan esquemas socialistas incurren en dos formas de arrogancia. La primera de orden moral, porque se consideran moralmente superiores al resto de la población. La noción de que una persona o un pequeñísimo grupo es el elegido para regir los destinos de toda una sociedad, implica necesariamente una superioridad moral, del líder con respecto a los súbditos. El socialista sabe qué es lo bueno, lo virtuoso, y tiene una obligación sublime de guiar a todos, imponiendo su visión mediante la fuerza. Esta noción antiliberal de que la gran mayoría de los integrantes de una sociedad deben ceder su libertad, e incluso su capacidad de raciocinio, para subordinarlos a los designios de un caudillo iluminado, o de un partido es una tremenda arrogancia de sus proponentes.
La segunda forma de arrogancia es de orden cognitivo. Los socialistas, que indefectiblemente quieren centralizar y controlar la economía, creen poseer los conocimientos necesarios para ello. Suponen que unos cuantos burócratas pueden decidir sobre el destino de usted, de mi, y de millones de personas, mejor de lo que usted, yo y millones de personas lo haríamos por cuenta propia… saben que es lo que usted, yo y millones de personas, queremos y necesitamos. De ahí es que nacen los ministerios de planificación con sus respectivos planes anuales o quinquenales que por supuesto siempre fallan, son un homenaje a la ineficiencia, ineptitud y corrupción pero sirven muy bien para enriquecer a los favoritos del régimen. Pensar que yo sé que es lo que le conviene a mi hijo y que tengo que decidir por él es un acto de responsabilidad que no está reñido con el sentido común. Suponer que yo sé que es lo mejor para un millón o incluso mil personas que ni siquiera conozco es una muestra de colosal arrogancia.
Los socialistas se ven a sí mismos como una especie de padre que debe guiar a sus ignaros hijos. El problema radica en que por un lado los “ignaros hijos” tienen el derecho a su libertad, y por otro lado, que los colectivistas iluminados no son menos ignaros que las personas a las que pretenden guiar, pero sí más arrogantes.
Santa Cruz de la Sierra, 15/06/14
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martes, 10 de junio de 2014

Analogía de la justicia boliviana


Javier Paz García
El domingo 3 de octubre de 2010, funcionarios de la alcaldía de La Paz y del Poder Ejecutivo disputaron un partido amistoso, con motivo de la inauguración de una cancha de fútbol. En esa oportunidad, en una acción ladina,  el presidente Evo Morales se acercó a un jugador del equipo contrario y le propinó un rodillazo en los testículos que lo mandó al suelo. El juez del partido sacó tarjeta roja contra el agredido y ni siquiera amonestó a Morales. Encima de todo, según reportes de prensa, funcionarios de gobierno vestidos de civil intentaron detener al agredido, lo cual llegó a suceder por intervención del alcalde de La Paz.
Tristemente, la justicia boliviana funciona de una manera similar. El gobierno comete una agresión y el sistema judicial, cual jauría de perros, se lanza a castigar al agredido. Tal vez el caso más emblemático es el del ex prefecto de Pando, Leopoldo Fernández, quien fue acusado de la masacre de Porvenir, cuando en realidad fueron las huestes campesinas lideradas por el MAS las que querían tomar la prefectura violentamente, y cuando el primer muerto fue Pedro Oshiro, un ingeniero de la prefectura, quien al ser detenido por los campesinos, fue puesto de rodilla y asesinado de un tiro. Pero no es el único caso de impunidad para el gobierno y castigo para los opositores. El 2007, campesinos productores de hoja de coca a ordenes del MAS sitiaron la ciudad de Cochabamba y entre los crímenes que cometieron está el sádico asesinato del joven Christian Urresti, muerto a patadas y machetazos. Sabemos que mientras el MAS esté en el gobierno, no hay esperanzas de que se busque a los culpables. En el caso terrorismo, donde se quiso involucrar a gran parte de la dirigencia cruceña, existen videos y grabaciones de audio donde se ve a funcionarios de gobierno comprando testigos, y sin embargo, no hay ninguna acción contra los corruptos. Otro caso, el del norteamericano Jabob Ostreicher también puso en evidencia la sumisión del Poder Judicial a los designios macabros del Poder Ejecutivo. En fin, la cantidad de personas, a las que este gobierno, les ha dado un golpe bajo, al estilo Evo Morales, para luego ser perseguidos por una justicia corrupta y sumisa, es tristemente larga y sabemos que seguirá creciendo.
Santa Cruz de la Sierra, 25/05/14
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viernes, 6 de junio de 2014

Opulencia chola


Javier Paz García
La cadena BBC Mundo, recientemente ha reportado sobre los opulentos edificios llamados cholets, que se construyen en la ciudad de El Alto. Más allá del estilo arquitectónico estridente que puede no ser del agrado de muchos (yo incluido) creo que hay algo más importante que resaltar: el ejemplo de oportunidades económicas que el libre mercado permite a los sectores más pobres y marginados de la sociedad.
La mayoría de esos nuevos ricos son hijos de padres pobres, incluso extremadamente pobres. Muchos no han terminado el colegio y menos aun asistido a una universidad y han tenido que trabajar desde muy temprana edad, levantándose a las 3 o 4 de la mañana en un frio altiplánico que espanta a cualquiera. Han comenzado en lo más bajo de la escala salarial y con mucho esfuerzo, ahorro y creatividad han logrado amasar grandes fortunas. Ellos han alcanzado el sueño americano de volverse ricos mediante el esfuerzo propio y sus historias deben ser motivo de orgullo.
Quien conoce El Alto sabe que es una de las ciudades más receptivas al discurso socialista y más violentamente anticapitalista. Sin embargo la urbe es uno de los centros industriales y comerciales más importantes del Bolivia y sus habitantes, a pesar de los sentimentalismos socialistas que puedan tener, son de una mentalidad altamente capitalista: no dependen del Estado para su subsistencia, desconfían del mismo y muchos son comerciantes. Estos nuevos ricos, son un gran ejemplo de lo maravilloso del capitalismo, del sistema de libre mercado que premia al que trabaja, se esfuerza y ahorra, sin importar si es blanco, cholo, hombre o mujer.
Y es que en un sistema verdaderamente capitalista, no se enriquece quien tiene un apellido noble, piel blanca o conexiones con el poder, sino quien puede satisfacer mejor las necesidades de los consumidores. Al final de cuentas, el capitalismo consiste en tener un estado que administre justicia y de libertad a los individuos para que satisfagan sus necesidades. Y nada como la libertad para que florezcan las ideas que generan riqueza, trabajo y reducen la pobreza.
Tristemente, la dirección actual del país, con su burocracia, sus trabas, su control sobre la economía, hace más difícil para un emprendedor progresar y generar productos que lo enriquezcan, beneficien a los consumidores y generen empleos para otras familias.
Santa Cruz de la Sierra, 01/06/14
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