jueves, 19 de junio de 2008

¿Qué es el capital?

Javier Paz García

Imagine que tiene cierta cantidad de tierra cultivable, pero no tiene semilla para cultivar. Pues usted sufre de falta de capital (la semilla) y por tanto no podrá producir nada. Ahora imagine que tiene la semilla, pero no tiene ningún instrumento para sembrar, excepto sus propias manos. Entonces podrá sembrar y cosechar con sus propias manos y producir algo de semilla. Ahora imagine que adquiere un arado, lógicamente su producción se va a incrementar. Ahora imagine que en vez del arado, tiene una yunta de hueyes, o en vez de los hueyes tiene un tractor viejo y cacharro que se le para fregando, o en vez del tractor viejo tiene un tractor nuevo, último modelo con GPS incluido. En cada uno de los casos, su capacidad de producción se incrementa, debido a que usted está incrementando su capital sobre un mismo espacio de tierra.

Es que el capital no significa papel moneda. El capital es el resultado de trabajo acumulado. El arado de un campesino, es su capital, el automóvil de un taxista, es el capital del taxista. Alguien tuvo que invertir su tiempo para construir ese arado o ese automóvil, y de esa forma crear un bien duradero que sirve para mejorar la productividad del campesino y el taxista. En otras palabras, el campesino que usa su arado para labrar la tierra, está aprovechando del trabajo acumulado de la persona que fabricó el arado (sea una tercera persona o tal vez él mismo). Y si ese campesino pudiera incrementar ese trabajo acumulado (capital) pasando del arado al tractor, sin lugar a dudas que aumentaría su producción.

El capital físico de un país está dado por sus edificios, casas, carreteras, alcantarillados, instalaciones eléctricas, aparatos de teléfono, celulares, arados, tractores, vehículos, instalaciones industriales, computadoras, rieles de tren, trenes, conexiones de gas, oleoductos, gasoductos, equipos de telecomunicación, antenas, aparatos de radio, televisores, etc. Mientras un país tenga más de éstos, su población tendrá mayor producción y niveles de vida.

Cuando el ser humano combina su trabajo con el capital, su productividad aumenta. Por ejemplo, el campesino que posee un arado puede trabajar un determinado espacio de tierra en menos tiempo. O de la misma manera en un determinado espacio de tiempo, puede trabajar sobre una superficie mayor de tierra.

El valor del capital radica precisamente en eso: que aumenta la productividad del trabajo humano y permite mejores niveles de vida.

El campesino que avanza de usar un arado a usar un tractor, logra una mayor producción. Con una mayor producción, el campesino puede intercambiar sus excedentes para construirse una casa más cómoda, costear un tratamiento médico, o mejorar su alimentación, es decir, el campesino mejora su nivel de vida. Vale la pena recalcar que el campesino no trabaja más que antes, trabaja las mismas horas, pero el producto de su trabajo se multiplica debido al aumento del capital.

Cuando una empresa adquiere computadoras, aumenta la cantidad de capital por trabajador, y por tanto aumenta su productividad. El transportista que lleva su carga por una carretera asfaltada aumenta su productividad con respecto a uno que va por una carretera ripiada. Los países de mayor desarrollo son precisamente aquéllos que tienen un alto nivel de capital acumulado en carreteras, computadoras, tractores, etc.

Es por lo tanto evidente que un país debería promover políticas que incentiven el incremento del capital físico del país, y pasar por el más riguroso análisis crítico y escrutinio aquellas políticas que tiendan a desincentivar el mismo.

La Paz, 19/06/08

miércoles, 11 de junio de 2008

“La cultura de la paz”

Javier Paz García

Evo Morales y el MAS se jactan de pertenecer a “la cultura de la paz”, a “la cultura del diálogo”. Veamos…

Evo Morales es tal vez el personaje que ha protagonizado el mayor número bloqueos de caminos de toda la historia de Bolivia. Su gobierno se ha caracterizado por decretazos impuestos sin el menor consenso. Bolivia se encuentra con una serie de demandas y arbitrajes internacionales, precisamente por la incapacidad del gobierno de dialogar y consensuar. El discurso de Morales abunda en enemigos números 1, traidores, imperios, oligarcas, mamaderas, 500 años, difícilmente un discurso de diálogo y paz.

Su vicepresidente habla de guardar fusiles bajo el poncho, y comete la canallada de engañar a la oposición convocando al “diálogo” en la vicepresidencia, para luego dejarlos encerrados bajo un cerco de campesinos “pacifistas”, mientras él lleva a cabo una sesión de Congreso donde no permite el uso de la palabra a parlamentarios de la oposición ¡vaya dialogador! En la misma jornada, esos mismos campesinos, militantes del MAS y pertenecientes a la “cultura del diálogo” agraden físicamente a dos mujeres diputadas que pretendían ingresar al Parlamento.

Antes de que ocurra la tragedia de Huanuni, el Ministro de Minería de ese entonces, en una muestra clara de su bagaje de diálogo y pacifismo ofrece cajones para los muertos (¿Habrá entregado los 16 ataúdes que prometió?).

El proyecto de constitución del MAS es rechazado por gran parte de la población, precisamente porque este partido pretendió imponerlo y nunca quiso dialogar, a tal punto que decidió aprobarlo sin mayor debate, en un lugar recóndito de Oruro, protegido por cercos de militantes.

Sus ponchos rojos en un acto que hace honor a la “cultura de la paz” a la que pertenecen, degollan perros y amenazan con hacer lo mismo con ciertos líderes del oriente boliviano.

La emboscada de San Julián para el cabildo del millón, los cercos al Congreso, la quema de la prefectura de Cochabamba, el asesinato de Cristian Urresti, la fallida toma de Viru-Viru, la represión con 3 muertes y centenas de heridos en Sucre, los actos vandálicos durante los referendos autonómicos, los ofrecimientos de permitir plantar coca en Yapacaní a quienes obstaculicen el referéndum del 4 de mayo, la quema de ánforas, los discursos generadores de odio del presidente Morales, los no sé cuantos muertos que lleva este gobierno, los compromisos incumplidos, la confiscación del IDH, los insultos a Alvaro Uribe, Alan García, a la Unión Europea y todos aquellos que no comparten el proyecto político del presidente, las agresiones a periodistas, el secuestro de un ciudadano por parte del Ministro de Gobierno, el seguimiento y espionaje a personas de oposición, el acoso a las autoridades judiciales, el no reconocimiento de los resultados de los referendos autonómicos, son algunos de los elementos por los cuales podemos juzgar que si hay algo totalmente ausente en el MAS es la cultura del diálogo y la búsqueda de la paz.

Pero incluso a pesar de toda esta evidencia, de tantos hechos incontrovertibles que atestiguan lo contrario, Evo Morales, su vicepresidente, sus ministros, sus senadores, diputados, y todos sus dirigentes se siguen llenando la boca con que pertenecen a la cultura del diálogo y la paz… es que para ser masista es necesario ser cínico, ciego o bruto.

La Paz, 11/06/08

Master en economía

jueves, 5 de junio de 2008

¿Poco antiimperialista?

Javier Paz García

¡O sea que de eso se había tratado! de ser antiimperialista. Por lo visto Evo no llegó a la presidencia de Bolivia para mejorar la situación de sus compatriotas, no llegó a ese sitio para crear las fuentes de empleo necesarias para sacar de la pobreza a miles de ciudadanos, ni para incrementar las exportaciones. No llegó hasta ahí para lograr transferencias de tecnologías que saquen a este país de su atraso. No llegó hasta la presidencia de Bolivia para hacer lo que todo presidente democrático supuestamente debe hacer: mejorar las condiciones de vida de su pueblo. Llegó para ser antiimperialista.

Habría que preguntarle a Evo en que consiste el antiimperialismo, y en que beneficia a los ciudadanos que no viven de la política, a quienes no les interesa ser de izquierda o de derecha y que simplemente quieren trabajar y proveer a sus familias del sustento diario.

En ese sentido Alan García es un buen ejemplo. El presidente peruano ha puesto en la más alta prioridad de su gobierno la inversión privada, tanto interna como extranjera. Alan García es consciente – vivió en carne propia los efectos de la demagogia y las malas políticas de su primer gobierno – que el progreso de un pueblo pasa por generar fuentes de empleo, que las fuentes de empleo se generan mediante la inversión y que para que un país reciba inversiones, los gobiernos deben dar las condiciones (seguridad jurídica) para ello.

Alan García sabe que Perú es un país pobre y que necesita de inversión extranjera. Sabe que sin esta inversión, su país va a seguir creciendo, pero a un menor ritmo y sabe que para sacar de la pobreza a miles de peruanos, Perú requiere de altas tasas de crecimiento – las cuales está logrando. Por ello, el presidente peruano pronuncia la palabra “inversión” casi en todos sus discursos, pero habla de inversiones sin pronunciar amenazas; no hay eso de que si vienen de parte del imperio, o que si vienen a hacer política, o que si no van a respetar la soberanía y la dignidad del país, y un sinnúmero de amenazas sucintas con las que Evo Morales precede y prosigue a la palabra “inversión”.

Alan García sabe que la gente no come mejor con palabras bonitas, que un almuerzo no se hace más nutritivo cuando su presidente habla contra el imperio, de la voz del pueblo, de oligarcas que no sueltan la mamadera, de enemigos internos y externos. Él sabe que el plato de la gente mejora cuando un país es capaz de generar trabajo, y sabe que se genera trabajo cuando se genera inversión: no hay mayor secreto al respecto.

Pero Evo Morales parece no saber lo que sabe su homólogo peruano y en vez de generar condiciones que incentiven la inversión y creen fuentes de trabajo, se dedica a luchar contra el imperialismo y a ver quienes están gordos y quienes flacos y quienes se parecen a personajes del Chavo del ocho.

Y mientras Morales emprende su cruzada personal en contra del imperialismo y la gordura, Bolivia se sume en el caos político y económico, el ministro de gobierno por antojo propio secuestra un a ciudadano boliviano al mejor estilo de las dictaduras, el gobierno prohíbe exportaciones que generan miles de fuentes de empleo para castigar a “oligarcas antipatriotas”, las inversiones bajan a niveles record, los países vecinos prefieren comprar gas de Singapur a miles de kilómetros de distancia, porque Bolivia no es confiable y los bolivianos prefieren irse a España porque su país no les provee trabajos dignos. Y para mayor agravio pasamos de depender de la embajada americana a depender de un psicópata venezolano.

Y si vamos a seguir siendo más pobres que antes, pregunto, ¿de qué nos sirve ser antiimperialistas?

La Paz, 05/06/08


lunes, 2 de junio de 2008

Meditaciones del cigarrillo

Javier Paz García

Tengo que admitir que existe algo glamoroso en fumar. Las imágenes del galán hollywoodiense que bota humo por la boca para luego pronunciar alguna frase memorable o del mafioso que agarra su habano mientras dicta una sentencia de muerte son parte de nuestra cultura popular. Nos hemos criado viendo mujeres bellísimas en las propagandas de las revistas, o al varonil vaquero Malrboro montado en su caballo.

Y bueno, para un niño o adolescente está el tema de ser grande… porque fumar no es cosa de niños, es cosa de adultos, y el que fuma, de alguna manera ha dado un paso a la adultez. Se convierte tal vez en el macho alpha de entre su camada, mostrando que tiene las agallas para hacer algo que ninguno de sus amigos se había atrevido a hacer hasta ese momento.

De alguna manera yo me salvé de convertirme en fumador, pero eso no quiere decir que no me cautive la cultura del cigarrillo. Es que existen aspectos interesantísimos sobre los fumadores; por ejemplo, si usted se acerca a un perfecto desconocido y le pide que le regale cincuenta centavos, éste lo va a tomar por loco. Sin embargo usted puede acercarse a ese mismo desconocido, pedirle que le regale un cigarrillo, y éste – si es fumador – sacará su cajetilla y le ofrecerá uno con la mayor naturalidad. Me cautiva esta característica, porque yo no me imagino pidiendo chicles o chupetes a desconocidos, pero sé que si fuera fumador, podría tranquilamente pasarme la vida fumando sin haber comprado jamás un pucho.

El hecho de que hayan tantos fumadores es en sí algo curioso, porque creo que podemos estar de acuerdo en que a nadie le gustó fumar las primeras cincuenta veces. Más allá de que muy posteriormente el fumador desarrolle una adicción, las razones para empezar a fumar no están en la adicción en sí, ni en el sabor del cigarrillo, y creo que ni siquiera en sus efectos fisiológicos inmediatos. Entonces debe existir un factor cultural por encima de cualquier explicación netamente médica.

Y es que fumar tiene su utilidad, por ejemplo, alguien me dijo una vez que pedir un cigarrillo o pedir “fuego” era la perfecta excusa para iniciar conversación con alguna pelada.

Y existen aun más peculiaridades sobre el cigarrillo. Es común por ejemplo el pelotudo que se sube a tu auto y enciende un cigarrillo como si nada, sin pedirte permiso; y cuidado que le pidás que lo apague, porque es probable que se moleste. Pero ese mismo pelotudo puede quedar muy ofendido si te tirás un pedo. Esto a pesar de que la flatulencia no es dañina a la salud, tiene un muy efímero mal olor y hasta puede ser motivo de risas, mientras que el cigarro es dañino a la salud, tiene un olor que no agrada ni al mismo fumador y se impregna en tu ropa, en tu pelo y en tu auto por bastante tiempo. Pareciera que el fumador desarrolla cierto grado de insensibilidad y cierta creencia de inmunidad, porque un fumador puede ser un caballero en todo sentido, pero cuando respecta al cigarrillo, puede ser estar rodeado de no fumadores, y aun así encender su cigarrillo sin inmutarse, y los que no fumamos, no nos queda más que aguantarnos, en los restaurantes, en las discotecas, en las aulas universitarias, en autos ajenos, etc. Y enciende su pucho nomás, sin reparar en lo molesto que es, sin importarle si hay niños presentes.

Y uno creería que tal vez en el trabajo se libra, pero ni ahí, y yo que no fumo, trabajo con dos fumatéricas. Y les pediría que no fumen, pero soy débil para hacerlo y me caen bien, pediría que el Congreso dicte una ley que prohíba fumar en lugares cerrados, pero esa ley ya existe y nadie la respeta, y como ni el Chapulín Colorado puede ayudarme, no me queda más que lamentar mi suerte derramando en una hoja de papel.

Santa Cruz de la Sierra, 01/06/08