domingo, 22 de noviembre de 2020

Sobre la añoranza del pasado

 Javier Paz García

El ser humano parece tener una necesidad instintiva de añorar el pasado. No es infrecuente reunirse con los amigos para recordar con nostalgia las anécdotas de la infancia y juventud. No es que la juventud haya sido fácil. El mismo Joaquín Sabina con su carrera en pleno ascenso cantaba que "cuando era más joven, la vida era dura, distinta, feliz".  No es pues la holgura material y ni siquiera el éxito lo que define una etapa alegre. Los niños, que viven en un mundo donde la imaginación no tiene límites, sueñan con ser grandes para librarse del yugo de sus padres, mientras que los grandes soñamos recuperar la inocencia de nuestra infancia. De cierto modo, cada etapa tiene su encanto y su amargura. La juventud nos da una sensación de poderlo todo, de libertad, pero sin plata pa comprarse un chicle; empezamos a trabajar y ya tenemos plata pero nos falta tiempo para hacer lo que queremos; con la esposa y los hijos llega el amor más grande que uno puede sentir y se van el poco tiempo y la plata que a uno le queda; el divorcio se lleva el amor, pero nos devuelve algo de tiempo, el suficiente para poder trabajar más para pagar las pensiones de los hijos; la vejez nos devuelve el tiempo, la libertad y nos quita la energía para gastarlos como hubiéramos querido en nuestros años mozos. Y así, cada etapa, por más linda que sea, nos quita algo y nos da un motivo para añorar las precedentes.

No existe persona que no haya escuchado a alguna vieja decir que nuestros tiempos eran mejores, por tal y cual motivo, pero la añoranza del pasado no sólo es un fenómeno que se da con relación a desear volver a los tiempos de la infancia y juventud, sino incluso a tiempos y experiencias que nunca vivimos. ¿Qué es la obra cumbre de la literatura castellana, sino el deseo de un hidalgo de revivir siglos pasados? Por esas añoranzas, el pobre Sancho sufrió manteamientos, palos y penurias, y al igual que Sabina, cuando acabaron, los añoró y rogó a su amo volver a la caballería andante, mientras el hidalgo aceptaba su realidad, aceptaba su tiempo y moría a la vez. Quien quiera acusarme de usar la ficción para probar un punto no tiene más que consultar a Jean Jacques Rousseau, creador del mito del buen salvaje que vivía en total armonía en medio de la selva o a Yuval Noah Harari quien en su extraordinaria breve historia de la humanidad llamada Sapiens acusa a la revolución agrícola que se inició hace aproximadamente 12.000 años y que posibilitó el desarrollo de la escritura, los reinos, las tiranías, los avances tecnológicos y de la historia misma, de ser el mayor fraude de la historia de la humanidad. Esta añoranza de lo que ni siquiera conocimos no se limita a literatos, científicos y ateos. La religión, otro género de la literatura de ficción, también tiene estos anhelos. Los tres principales credos monoteístas, el judaísmo, el cristianismo y el islam, comparten el mito del paraíso terrenal del cual el ser humano es expulsado el momento que decide dar pie a su curiosidad y probar algo nuevo.

Yo creo que Sabina, Cervantes, Rousseau, Harari y Jehová exageran, que el pasado no fue tan bueno como lo idealizamos ni el presente fue tan malo... hasta hace algunos años. Pero creo que hemos llegado a un triste límite, que mi infancia fue mejor que la de las actuales generaciones y que el mundo que nos espera es un lugar muy feo donde tu hijo de 8 años no deja de insistir en que le pongás radio Disney para escuchar algún insufrible reggaetón.

Santa Cruz de la Sierra, 22/11/20

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sábado, 10 de octubre de 2020

La educación no acaba en la universidad

 

Javier Paz García

Cuando a Warren Buffet le preguntaron por un consejo respondió: “El consejo que les daría es que lean todo lo que puedan y comiencen desde jóvenes… Si encontrás tus intereses, comenzás desde joven y leés mucho, te va a ir bien”. Buffet, un nonagenario, con una de las fortunas más grandes del mundo, sigue dedicando varias horas al día a leer y aprender. Bill Gates, cuenta que tuvo la fortuna de tener padres que lo motivaron a leer, lo que considera fundamental para lograr el éxito que tuvo y una de sus costumbres es aislarse una semana entera dos veces al año, sólo para leer.

En la vereda opuesta podemos encontrar al estudiante que luego de graduarse festeja porque no tendrá que agarrar un libro más en su vida. El inconveniente de esta mentalidad radica en que los empleos mejor pagados son aquellos que requieren conocimiento, y el flamante graduado universitario en realidad sabe poco o nada. El fin de la educación formal es el inicio de un largo camino de aprendizaje que no acaba nunca y que de hecho cada vez se hace más empinado. Mientras más ascendemos en una organización y aumenta nuestra responsabilidad, mayor es la necesidad de capacitarse. Verne Harnish, autor del libro Scaling Up, sugiere que un empleado de nivel inicial debería invertir por lo menos 4 horas al mes en entrenamiento y desarrollo, un gerente de nivel medio unas 24 horas y un ejecutivo entre 45 a 60 horas al mes en entrenamiento y desarrollo. Esto significa asistir a talleres, leer libros y artículos, participar en foros y debates, etc. Esto no solo significa que los líderes de una organización deben ser los que más tiempo inviertan en capacitarse, sino también que los jóvenes que aspiran a puestos de liderazgo, deberían imitar este comportamiento e invertir tanto tiempo como les sea posible en aumentar su conocimiento. Zig Ziglar, uno de los gurús del marketing y las ventas decía que “la gente rica tiene televisores pequeños y bibliotecas grandes y la gente pobre tiene bibliotecas pequeñas y televisores grandes”. Yo le doy dos significados a esta frase: el evidente que la mayoría piensa sobre la riqueza y la pobreza: la cantidad de dinero que uno tiene; pero hay un sentido adicional que no tiene que ver con el dinero. Cuando leemos, cultivamos la mente y nos enriquecemos espiritual e intelectualmente, en este sentido, pobre es aquél que no cultiva su mente. Como lo dijo Confucio 2.500 años atrás, “no importa lo ocupado que pensás que estás, debés encontrar tiempo para leer, o entregarte a una ignorancia autoelegida”.     

Santa Cruz de la Sierra, 10/10/20

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martes, 6 de octubre de 2020

En defensa de la prostitución

 

Javier Paz García

La inspiración de esta nota proviene de una idea que escucho con cierta frecuencia en el mundo empresarial y que tiene algunas variantes: “el sector se prostituyó” dicen los empresarios cuando entraron muchos participantes y disminuyó la rentabilidad del negocio. También se le endilga de “prostituirse” a quien cambia de trabajo con frecuencia para irse al mejor postor. Pensaba originalmente inquirir exclusivamente sobre la moralidad de tales situaciones, pero tal enfoque dejaría a la prostitución como tal, fuera del análisis, dando tal vez la impresión de que las “prostituciones” en los negocios están bien, mientras que la prostitución en el sexo es inmoral. Más interesante me pareció defender la prostitución como tal.

¿Qué es la prostitución? Es el intercambio de sexo por dinero. Si en este intercambio intervienen dos adultos de manera voluntaria, entonces, por la definición de cualquier transacción voluntaria, ambas partes se benefician de la transacción. Y si ambos se benefician de este intercambio comercial, entonces ¿qué objeción se puede poner contra él? Alguien dirá que el judaísmo, el cristianismo y el islamismo condenan la prostitución. En tal caso, quienes creen en dichas religiones tienen el derecho de no incurrir en actos de prostitución, tienen el derecho de evangelizar sobre sus males, pero creo que no tienen el derecho de restringir la libertad de otras personas sobre un acto tan íntimo y personal como tener sexo.

Alguien dirá que los proxenetas reclutan niñas o utilizan la fuerza y la violencia para controlar a sus prostitutas. En el caso de niñas no estamos hablando de una relación entre adultos, en el caso del uso de la fuerza, no estamos hablando de una transacción voluntaria, entonces violan la definición que expuse al inicio. Mi defensa de la prostitución proviene de un principio precedente: la libertad que cada ser humano debe tener para ejercer en los asuntos y actos de su persona y su propiedad, mientras no infrinjan la libertad de otros. Si somos consecuentes con este principio de libertad individual, no tenemos argumentos para prohibir la voluntad de dos adultos en su decisión de intercambiar sexo por dinero o intercambiar, por ejemplo, chocolates por dinero, o sexo por chocolates. El caso del reclutamiento de niños y de la trata y tráfico de personas es precisamente una violación de la libertad de las personas y debe ser condenado, perseguido y castigado con la mayor severidad que la ley pueda disponer; el mayor crimen que podemos cometer contra otro ser humano es atentar contra su vida y su libertad. Para hacer una analogía, el trabajo es algo que la sociedad valora y defiende y con mucha razón; el trabajo forzado y la esclavitud son condenados y combatidos por la sociedad y el Estado, también con justa razón. De igual manera no es lo mismo la prostitución, que la prostitución infantil o forzada.

Alguien dirá que quienes eligen la prostitución y la pornografía, lo hacen porque no tienen otra opción. Puede ser cierto, como es cierto que la mayoría de los niños no sueñan con ser barrenderos, banqueros o contadores, sino jugadores de fútbol, cantantes o corredores de autos y sin embargo en el mundo hay más de los primeros que de los últimos, y no por ello nos lamentamos de su destino. Tal vez alguna feminista dirá que la prostitución degrada y cosifica a la mujer. Yo creo que el feminismo que verdaderamente defiende a las mujeres es aquél que protege su derecho a elegir, incluso a ser prostitutas, y no el feminismo de muchas que quieren que las mujeres actúen como comanda y ordena la líder del movimiento. Tanto en el caso de quien dice que en realidad nadie elige voluntariamente ser prostituta (o prostituto), como en el de quienes señalan la degradación de la mujer, podemos encontrar miles de ejemplos y testimonios de personas que voluntaria y entusiásticamente incursionan en la industria. El bestseller Superfreakonomics tiene entre sus historias la de una mujer profesional, si no me equivoco, ingeniera, que no ganaba mal en su trabajo y que decidió hacerse prostituta para ganar más (yo lamentablemente no tengo los atributos suficientes para triunfar en la industria y tengo que conformarme con un empleo más prosaico). En las redes sociales podemos encontrar millares de ejemplos de hombres y mujeres que se filman teniendo sexo en busca de fama o por puro gusto, lo que desbanca la hipótesis de que todos quienes hacen esto, lo hacen porque no tienen otra opción en la vida, sin que esto niegue que efectivamente algunas personas verdaderamente terminan ahí porque no tienen otra opción, como sucede por ejemplo en la miserable Cuba castrista.

Alguien dirá que la prostitución destruye familias y matrimonios y que por tanto hace un daño a la sociedad. Quien opina así para ser consecuente debería promover la prohibición de automóviles y cuchillos, ya que miles de personas mueren cada año en accidentes de tránsito o son asesinadas con armas blancas, ocasionando un daño mucho mayor al de la prostitución. No es la prostitución lo que destruye un matrimonio, sino la rotura de la confianza o el amor en la pareja. Si una pareja al casarse se promete fidelidad y uno de ellos viola esa promesa, la culpa no es de la prostituta o de la prostitución, sino de quien rompió un compromiso con su pareja, de la misma manera que los automóviles, los cuchillos y las pistolas no son culpables de la muerte de nadie. Sobre este punto es interesante notar que no se mide a ambos sexos con la misma vara. Muchos hombres no tienen ninguna objeción de orden moral en ser infieles con sus esposas, ya sea con amantes o prostitutas, pero podrían llegar incluso a asesinar a su mujer si ella les fuera infiel. Antes que vivir en la hipocresía de tener una moral para hombres y otra diferente para las mujeres, más sano y más justo sería que muchos matrimonios tengan una relación como la que tuvieron los filósofos Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir quienes siendo pareja, tenían la libertad de meterse con quien sea. Eso es improbable y creo que algo de razón tiene (solo algo) Friedrich Engels, quien, en El origen de la familia, la propiedad y el Estado teorizaba que el matrimonio monógamo moderno es un complot de los hombres para subyugar a las mujeres. Y tal vez porque los Estados son manejados en su mayoría por hombres es que en muchos países la prostitución es prohibida, pero si comparamos la profesión del político con la de la prostituta, vemos claramente que la segunda es mucho más honesta y beneficiosa para la sociedad. La relación de una prostituta con su cliente es honesta y transparente, no hay falsos te quieros, no hay promesas que nunca tuvieron la intención de ser cumplidas y luego de la transacción ambos terminan contentos. En cambio ¿quién puede decir de un político que nunca ha mentido u ocultado sus verdaderas intenciones? ¿Podemos decir que lidiar con políticos o pensar en la situación política del país beneficia y deja contentos a los ciudadanos? Ni hablemos de la corrupción, el yugo de impuestos, leyes que nos quitan la libertad y una caja de Pandora de desgracias que salen de los políticos. Lo paradójico es que los deshonestos, corruptos y sucios prohíben un oficio honesto, bajo el argumento de que tal oficio es sucio y corruptor de la moral, y para aumentar la paradoja no faltan entre los prohibicionistas, infieles patológicos y asiduos usuarios de prostitutas.

Luego de defender la prostitución como tal, (y no promuevo la prostitución, sino el derecho y la libertad de quienes quieran ejercerla a hacerlo) vuelvo al punto inicial. “La industria se ha prostituido” dicen quienes ven reducidas las ganancias en sus negocios porque otros entran a competir. Esta es la esencia del capitalismo: que los emprendedores lleven su capital hacia los sectores con ganancias altas, lo que ocasiona un aumento de la oferta que eventualmente reduce las ganancias del sector y beneficia a los consumidores. Esto obliga a las empresas a innovar y diferenciarse o morir, lo que el economista austriaco Joseph Schumpeter llamó destrucción creativa, un motor del sistema capitalista que permite que tengamos vehículos, aviones que surcan los cielos y mil cosas más y sigan apareciendo cosas nuevas, más baratas o mejores. El empresario que se lamenta porque su industria “se prostituyó” recibe un beneficio inconmensurablemente mayor porque todas las industrias y sectores se “prostituyen” constantemente, lo que le permite tener la factura de teléfono más barata que el año pasado, un televisor con el doble de tamaño a un precio menor del que compró hace 5 años, camisas de mil marcas para elegir una gama infimita de precios y calidades, etc. Sobre endilgarle a alguien que se prostituye porque cambia de trabajo con frecuencia o se va con el mejor postor cabría preguntarse la pregunta opuesta, ¿Por qué debería renunciar a ir con el mejor postor? De hecho, la palabra prostitución proviene del término latino, prostituere, que significa exhibir para la venta, por lo que, dado que todos vendemos algo, el heladero helados, el banquero créditos y hasta el cura vende paz y redención, etimológicamente hablando, todos nos prostituimos.

Santa Cruz de la Sierra, 05/10/20

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domingo, 4 de octubre de 2020

Contribuir a un mundo mejor comenzando en nuestras relaciones de trabajo

 

Javier Paz García

No es inusual que en nuestra niñez o adolescencia hayamos tenido sueños de mejorar el mundo. Con el tiempo y el aumento de las responsabilidades esos sueños van mermando para dar paso a conseguir un trabajo para pagar las cuentas, cuidar a los hijos, etc. y muchos renuncian a construir un mundo mejor. La moda de la responsabilidad social empresarial, va en la línea de querer aportar a este propósito. En el artículo The boss factor: Making the world a better place through workplace relationships Tera Allas y Bill Schaninger de la consultora McKinsey sugieren que “los negocios que buscan hacer una contribución externa deberían, paradójicamente, mirar hacia adentro: mejorar la satisfacción de los trabajadores podría ser la contribución más importante que pueden hacer”. Según el artículo, un factor importante de bienestar en la vida de las personas es la satisfacción en el trabajo, la cual a su vez depende en gran parte de qué tipo de relación tienen las personas con su jefe inmediato. No hay nada sorprendente en este hallazgo: pasamos un tercio de nuestras vidas en el trabajo y si no tenemos una buena relación con nuestros jefes, es lógico que disminuya nuestro bienestar general. Mejorar la satisfacción de los trabajadores no solo es bueno para los empleados, sino que se traduce en menor giro de personal, mayor productividad y rentabilidad.

Un liderazgo al servicio de las personas, que busca cómo hacer la vida más fácil para los colaboradores, que genera un ambiente de respeto, confianza y autonomía es una de las formas en que cualquiera que tiene personas bajo su cargo puede contribuir a un mundo mejor.

Santa Cruz de la Sierra, 04/10/20

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sábado, 19 de septiembre de 2020

La responsabilidad social de la empresa

 

Javier Paz García

Este mes se cumplieron 50 años desde que el Nobel de economía Milton Friedman publicara un artículo en el New York Times indicando que la responsabilidad social de una empresa es incrementar las ganancias. Hoy se escucha de capitalismo consciente, de responsabilidad social empresarial y cosas por el estilo y por ejemplo la consultora McKinsey en su articulo From there to here: 50 years of thinking on the social responsability of business aboga por empresas que buscan el beneficio de todos los interesados: clientes, empleados, proveedores, comunidades y accionistas. Como advierte la revista The Economist en su edición del 17 de septiembre, tal postura puede estar plagadas de elecciones casi imposibles (What is stakeholder capitalism?).

La diferencia entre la postura de Friedman vs. posturas como las de McKinsey pueden deberse a interpretaciones semánticas. De hecho, en una sociedad libre, una empresa para prosperar debe tener un producto o servicio que beneficie a sus clientes; para atraer y mantener a sus empleados debe darles condiciones superiores al costo de oportunidad, es decir la empresa debe darle beneficios superiores a la mejor alternativa que cada empleado tiene en otra parte; debe generar un lucro para los accionistas que mínimamente iguale el costo de capital; mientras más dinero haga una empresa, más impuestos pagará, beneficiando a la comunidad y por supuesto debe actuar en el marco de las leyes y la ética. Podemos decir categóricamente que una empresa con fines de lucro que genera ganancias y acata la ley cumple completamente su responsabilidad social. De hecho, una empresa con fines de lucro que no genera ganancias destruye valor porque absorbe recursos escasos y los utiliza de manera ineficiente. Imagine una fábrica de máquinas de escribir, que para funcionar contrata personas que de otra manera estarían trabajando en otras industrias más necesarias, que utiliza metales, plásticos y tintas que podrían utilizarse para fabricar otros implementos más requeridos por los consumidores como computadoras o piezas de vehículos. Utilizo el caso de un producto obsoleto, pero conceptualmente el ejemplo sirve para cualquier cosa: si un restaurante de pollos pierde plata, significa que es menos eficiente que otros restaurantes de pollo y tanto el dueño del restaurante como la sociedad estarán mejor utilizando esos recursos de otra forma. En una sociedad libre, el sistema de precios, y las pérdidas y ganancias dan las señales sobre qué valoran más las personas y hacía donde deben dirigirse los recursos. Esto no es solo una construcción teórica, los datos son sólidos en cuanto a que las sociedades más libres (es decir más capitalistas) son las que tienen los menores índices de pobreza y los mayores índices de calidad de vida como lo muestran informes como el Index of Economic Freedom de la Fundación Heritage o el reporte anual Doing Business del Banco Mundial.

Lamentablemente el clamor por la responsabilidad social empresarial no es solo una cuestión semántica. Hay quienes creen que las empresas tienen, no la opción, sino la obligación de asumir un rol mayor en la sociedad y que deben convertirse en una especie de mecenas de los pobres, de los artistas, de la educación, la salud, el medioambiente o lo que sea que a algún burócrata o socialista se le ocurra que es el bien mayor. Friedman notaba en ese artículo de 1970 que “los empresarios que hablan así, son títeres inconscientes de las fuerzas intelectuales que han estado debilitando las bases de una sociedad libre las décadas pasadas” y le parecía sorprendente lo inteligente y acertados que podían ser en cuestiones internas de su empresa y al mismo tiempo tener una visión cortoplacista y nublada en temas que podrían afectar la supervivencia de los negocios en general, tales como los llamados a que las empresas actúen con una responsabilidad social por encima de cumplir sus compromisos y la ley.

Esta no es una invectiva contra la beneficencia, la solidaridad o el mecenazgo. Los seres humanos tenemos una predisposición natural a ayudar a nuestro prójimo y las personas que quieren donar recursos para una causa como la pobreza, la cultura, la educación, etc. están en todo su derecho y hacen algo digno de aplauso. Los propietarios que donan o hacen alguna labor “social” (la palabra “social” puede significar todo o nada, pero en su sentido etimológico todas las empresas que participan en el mercado hacen una labor social) a través de sus empresas, ya sea porque les nace de corazón o porque es parte de su marketing, están en todo su derecho y no hay nada que criticarles; cada persona tiene el derecho de hacer con su dinero y su tiempo lo que le plazca. Lo inaceptable es la noción de que este tipo de acciones son una obligación de las empresas y que aquéllas que no se involucran en esta moda, no cumplen su responsabilidad social, son irresponsables y merecen la condena de la sociedad. Más peligrosa aun es la idea de que el Estado debe forzar a las empresas a cumplir su responsabilidad social mediante leyes. Las empresas ya pagan impuestos (demasiados en mi opinión). Obligarlas a asumir otros gastos en nombre de la responsabilidad social empresarial es equivalente a elevar los impuestos, pero además se convierte en una fuente de discrecionalidad para que burócratas estatales puedan extorsionarlas.

Si por responsabilidad social entendemos acciones que ayudan a tener una sociedad más próspera y con menos pobreza, entonces nadie cumple ese rol mejor que las empresas con fines de lucro. Son las empresas las que generan los productos que consumimos, son las empresas las que crean los empleos que necesitamos, el dinero que gasta el Estado proviene de impuestos extraídos a las empresas. Las empresas no necesitan donar un centavo para cumplir su responsabilidad social, lo hacen teniendo negocios viables y maximizando las ganancias.

Santa Cruz de la Sierra, 19/09/20

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sábado, 12 de septiembre de 2020

Por qué los candidatos se atacan entre ellos y no al MAS

 Javier Paz García

Imagine que usted es jefe de campaña de un candidato a la presidencia del país. ¿Cuál es el objetivo de su trabajo? Conseguir la mayor votación posible, obtener la mayor cantidad de parlamentarios y para quienes tienen posibilidades, ganar la presidencia. El objetivo de una campaña política, no es decir la verdad, ni promover la democracia, ni buscar lo mejor para el país; es conseguir la mayor cantidad de votos dadas las restricciones de dinero y tiempo de cada candidato. Ya sea que el presupuesto de un candidato sea de 10 millones de dólares y el de otro de 10.000 dólares, ambos tienen restricciones económicas; ni siquiera al que tiene 10 millones le alcanza para comprar todas horas de publicidad televisiva disponible y hacer todas las poleras y banderines que quisiera para regalar. Ambos tienen restricciones de tiempo: un candidato no puede estar en dos lugares a la vez y cada candidato tiene que decir cuánto tiempo invertir en cada departamento, que ciudades visitar, donde hacer su cierre de campaña, etc. 

¿Cómo consigue subir su votación? Antes de responder a esa pregunta, veamos el escenario político. La última encuesta de Unitel pone al MAS en primer lugar con alrededor del 26%, Mesa con 17%, Jeanine con 10% y Camacho con 7% y alrededor de un 30% de indecisos. Es improbable que alguien esté indeciso entre votar por Evo o por Camacho, o entre Evo y Mesa pero hay muchos que saben que no votarán por Evo pero no saben si votarán por Mesa, Jeanine, Camacho o Tuto; creo que los indecisos son mayoritariamente votos para la oposición. Por lo mismo, supongo que los candidatos de la oposición democrática tendrán resultados más altos de lo que indican las encuestas y no veo probable que el MAS se acerque al 40% de votos válidos que necesita para ganar en primera vuelta. Esto es una hipótesis para la cual no tengo respaldo, pero seguramente los partidos deben tener más datos sobre las preferencias de los votantes indecisos. Por lo tanto, hay aproximadamente más de 60% de la población que no votará por el MAS. Del otro lado, el voto por el MAS es un voto duro. Si a estas alturas alguien está dispuesto a apoyar a un pedófilo, nada ni nadie lo hará cambiar de opinión. Prácticamente no hay nada que convenza a un masista de cambiar su voto. Arce Catacora tiene un piso sólido alrededor del 25% pero tampoco tiene mucho para escalar y podemos hablar de dos bandos: los que votarán por el MAS y los que no votarán por el MAS. Entonces desde la perspectiva de una campaña de cualquiera de los otros candidatos, no vale la pena gastar ni un centavo, ni un minuto, ni una gota de saliva en tratar de convencer a un votante masista a cambiar de opinión.

Volviendo a la pregunta que usted tiene que responder como jefe de campaña de cualquiera de los partidos de oposición democrática sobre cómo aumentar la votación, si considera válido el análisis anterior, es claro que gastar dinero, tiempo y esfuerzo en atacar al MAS es una estrategia perdedora. La mejor estrategia de cualquier candidato democráticos es quitar votos a otros candidatos democráticos. Manfredo Kempff reclamaba en su artículo ¿Suicidio colectivo? “la irracional explosión de ira” entre los candidatos de oposición al MAS. En realidad, es el comportamiento que uno puede predecir de agentes racionales que persiguen su propio interés, dos supuestos sobre los que se sustenta la ciencia económica. La mejor alternativa para mejorar su votación, es atacarse entre ellos y no enfocarse en el MAS, aunque haga que el elector no masista se jale los pelos y se pregunté por qué actúan así. Esto no quiere decir que los candidatos no van a hablar del MAS, pero cada candidato tratará de mostrarse como el idóneo para enfrentar al MAS o criticar a los otros por blandos o colaboracionistas. Es decir, incluso las referencias al MAS serán críticas implícitas o explícitas contra los otros candidatos. Como dije al comienzo, las campañas no son para decir la verdad, ni promover la democracia, ni buscar el bienestar del país y no podemos esperar que los candidatos nos digan la verdad, ni promuevan la democracia y se preocupen por el bienestar del país. Lo único que les interesa en esta etapa es ganar votos y por lo tanto es racional que se ataquen entre ellos. La misma lógica de la búsqueda del interés propio y actuación racional que evita la renuncia de candidaturas sin opciones y la conformación de un frente de unidad hace que quienes tienen más o menos las mismas ideas democráticas y representan a la misma masa de votantes sean los que más se peleen entre ellos dejando de lado al verdadero enemigo de la democracia. El resultado de la dispersión del voto y las pugnas entre los candidatos democráticos es que el MAS tendrá una mayor representación parlamentaria, incluso mayoría y la pequeña pero existente posibilidad de ganar la presidencia. Esto es calamitoso para el país, pero evitarlo no es la prioridad de ninguno de los candidatos, aunque todos digan como parte de sus estrategias de campaña que sí lo es.

Santa Cruz de la Sierra, 12/09/20

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miércoles, 9 de septiembre de 2020

Por qué es improbable un frente de unidad

 

Javier Paz García

La última encuesta que pone al MAS en primer lugar ha incrementado el estrés y la preocupación de muchos como también el deseo de que se establezcan alianzas y se bajen algunas candidaturas. Esto es improbable. A menudo pensamos que los agentes en el sector privado buscan su propio interés, sin necesariamente ver algo malo en ello, y al mismo tiempo pensamos que en el sector público se busca el interés común. En 1962 los economistas James Buchanan y Gordon Tullock publicaron El cálculo del consenso: fundamentos lógicos de la democracia constitucional, un extraordinario libro en el cual cuestionan esta lógica y proponen analizar a los agentes que actúan en el sector público de igual manera que se analiza a los agentes en el sector privado, utilizando supuestos estándar del análisis económico: agentes que toman decisiones racionales y que buscan su propio interés. Buchanan recibiría posteriormente el Nobel de economía por desarrollar esta línea de investigación.

¿Cuál es el interés de los actores políticos? Ganar elecciones y mantener o incrementar sus cuotas de poder. Pensemos en lo que significa para un partido o agrupación que tiene posibilidades de conseguir una representación parlamentaria dejar de participar en la elección nacional. Significa la irrelevancia por los próximos 5 años, pocos recursos, ausencia de palestra pública y un camino empinado para reconstruir el proyecto político o incluso el riesgo de desaparecer. Por otro lado, conseguir representación parlamentaria, incluso siendo oposición da una palestra pública para seguir vigente, significa cuotas y puestos de trabajo para miembros del partido que de algo tienen que vivir, significa gravitar en las decisiones y las leyes que se crearán. Incluso una representación minúscula puede otorgar un poder extraordinario; por ejemplo, en la legislatura 2006-2009 el senado estaba dividido entre el MAS y PODEMOS, UN tenía un senador y con ese voto logró la presidencia del senado por un año. Un partido no tiene nada que ganar al bajar su candidatura y sí tiene mucho que perder. Si actúan racionalmente siguiendo su propio interés, entonces la decisión correcta es continuar en carrera.

Para algunos lectores puede ser indignante leer esto. Para muchas personas molesta la idea de que los políticos pongan sus propios intereses por encima de los de la nación o el bien común. Buchanan y Tullock cuestionan en primer lugar que exista un bien común que se pueda definir. Existen personas que consideran que el candidato del MAS es el mejor y cualquier otro es una calamidad, otros que ven a Carlos Mesa como el mejor, otros que no son del MAS y que ven a Mesa como un desastre, unos que nunca votarían por Camacho, otros que no votarían por nadie más que Camacho, etc. y todos son bolivianos por igual. De igual manera más allá de los candidatos, construir un hospital en Sucre, significa dejar de usar esos recursos para construir una carretera en Cochabamba o 100 postas sanitarias en Tarija y tanto la recolección de impuestos como su uso significa beneficios para algunos a costa de otros, por lo que es imposible definir el mal llamado bien común, toda decisión tiene ganadores y perdedores. También cuestionan la idea del doble estándar moral y metodológico: está bien que una persona en su vida privada busque superarse, subir de cargos, ganar más dinero, procurar un mejor futuro para sus hijos, etc. pero en la vida pública busque el bien común y se sacrifique por ello. Más razonable es pensar que el político profesional es tan humano como el que no participa activamente en política. Los políticos no son mejores ni peores que el resto de la población: son humanos que, como todos, buscan su propio interés y no deberíamos satanizarlos por ello. Después de todo, si hacemos el ejercicio de ponernos en sus zapatos, ¿cuántos sacrificarían sus trabajos por una causa altruista que no les dará ninguna remuneración? Se me viene a la mente el testimonio de Pablo Fernández que cuenta cómo cuando estaba el MAS, los artistas dispuestos a protestar activamente eran los menos, pero cuando cayó todos querían estar en palestra. O podemos hablar de los empresarios que trabajaron y colaboraron con el gobierno del MAS o que simplemente bajaron la cabeza y callaron, con lo cual mantuvieron vivo el aparato productivo o de los funcionarios públicos que por 14 años fueron a concentraciones masistas obligados para no perder sus trabajos, porque tienen niños que alimentar y nada es más importante que eso. Todos tenemos una pizca de cobardía o mejor dicho, de instinto de preservación o mejor dicho de búsqueda del propio interés y es está búsqueda del propio interés en parte lo que nos ha permitido evolucionar como especie, desde dominar el fuego, inventar la rueda, hasta construir aviones y surcar los cielos. Creo que pocos pueden tirar la primera piedra y aunque es fácil juzgar desde fuera, creo que la mayoría, si estuviéramos en la situación de los líderes políticos actuales, actuaríamos de manera similar a ellos: como humanos que somos.

Y como humanos que somos buscamos justificar nuestros actos y ponerlos en un pedestal de moralidad y racionalidad. Los políticos también lo hacen y Carlos Mesa puede argumentar que es primero en las encuestas y por tanto la opción natural para enfrentar al MAS y tiene razón. Jeanine Áñez puede decir que Mesa ha sido aliado del MAS y no es garantía de firmeza ante los duros momentos que se vienen y tiene razón. Fernando Camacho puede decir que fue el líder de la protesta que sacó a Evo y que representa la renovación y tiene razón. Y todos tienen sus razones que se van agrandando en sus mentes al mismo tiempo que cada bando minimiza las razones ajenas y esto es muy humano; todos lo hemos experimentado en una discusión con la pareja o en un debate entre amigos que en un 99% de los casos no lleva a ningún cambio de postura por parte de los participantes. Cada candidato construye sus argumentos del por qué es la mejor opción y son los otros los que deben bajarse y unirse a él.

También hay presiones e inercias como las de un transatlántico en movimiento que tarda kilómetros para detenerse. Cada candidato presidencial tiene una estructura de candidatos al parlamento, asesores políticos, jefes de campaña, etc. Algunos han dejado un trabajo seguro para unirse a una opción y los líderes pueden sentir una obligación moral de seguir en carrera, hay los financiadores y donantes, hay los jóvenes que han hecho voluntariado para hacer campaña y todo un grupo de gente que cree en su líder, que empuja para continuar y que estaría decepcionada de que se dé marcha atrás.

Finalmente, en la elección de octubre del año pasado era vital que la oposición se uniese para tener una oportunidad de ganarle al MAS: sabíamos que habría fraude, sabíamos que el MAS era más popular que ahora, sabíamos que tenía todo el aparato estatal para hacer campaña y aun así no se unieron. Aunque hoy el MAS sigue siendo fuerte, es una amenaza menor de lo que era en octubre, entonces, si no se unieron entonces ¿bajo qué lógica podemos esperar que se unan ahora?

Buchanan y Tullock hicieron su análisis pensando en la democracia norteamericana, porque ni en Estados Unidos, siendo la democracia moderna más longeva el político deja de ser humano y pone a un lado su propio interés. Usando el lenguaje de la teoría de juegos, las opciones óptimas de cada partido contrario al MAS ocasiona un desenlace sub-óptimo para el conjunto de la oposición democrática, con dispersión de votos y sub-representación parlamentaria. Como en el Titanic, todos vemos venir el iceberg (en realidad el iceberg no viene, nosotros vamos hacia él), todos sabemos el desenlace, pero las fuerzas ya están en movimiento y lamentablemente no hay nada que podamos hacer.    

Santa Cruz de la Sierra, 09/09/20

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martes, 8 de septiembre de 2020

Cerco a las instituciones benéficas

 

Javier Paz García

Cuando la gente piensa en la actividad privada, piensa en negocios y empresas. Esta es una concepción estrecha del ámbito privado. También son instituciones privadas entidades como Davosan o el Rotary Club. Estas instituciones funcionan gracias a personas que donan su tiempo y dinero (generalmente unos donan tiempo y otros, dinero) para ayudar a personas de escasos recursos a cubrir necesidades básicas. Las instituciones de beneficencia proveen medicamentos gratuitamente o a bajo costo, solventa operaciones médicas y cuidan personas y niños enfermos como el Hogar Teresa de los Andes. La ayuda que la red de organizaciones benéficas gestiona es inmensa e invaluable, salvando vidas, ayudando a la salud y bienestar de los más pobres y dando esperanza y alegría a los necesitados. Una diferencia entre la beneficencia privada y las ayudas estatales es la pasión y el entusiasmo de los gestores. El sector estatal está manejado por gente pagada, que en muchos casos sigue la ley del mínimo esfuerzo y lo único que le interesa es la hora de salida y el sueldo a fin de mes. En muchos casos la ayuda estatal se presta para negociados que enriquecen a sus gestores, sirve para campaña del partido de turno y termina en desperdicios como alimentos que se malogran porque no se entregan nunca o cosas por el estilo. En cambio, los gestores privados son en su mayoría voluntarios que no reciben una remuneración por su servicio y que incurren en costos de tiempo y dinero, pero ganan la satisfacción de ayudar al prójimo, de servir, de dar ejemplo y dejar una mejor sociedad. Puedo dar el testimonio de mi suegro, quien es rotario y cuando empieza a hablar de las campañas que organizan, ya sea para hacer operaciones gratuitas a niños con labios leporinos, a personas con cataratas o donaciones de sillas de ruedas, transmite la inmensa alegría y satisfacción que recibe de ayudar a otros.    

Precisamente fue mi suegro quien me contó una dificultada en la que se encuentran instituciones como Davosan, el hogar Teresa de los Andes y el Rotary. Entre septiembre y octubre del 2019 estas instituciones recibieron notas de cargo con impuestos y multas cuantiosas por donaciones que habían recibido hace más de 10 años y por las cuales nunca habían recibido una notificación previa. Davosan por ejemplo recibió el 7 de octubre de 2019 un proveído de ejecución tributaria por Bs. 352.995 por una importación para donación recibida el 2008. Una importación de sillas de ruedas gestionada para el Rotary también el 2008 tiene un proceso por el que han sido notificados en septiembre del 2019 con multas de cientos de miles de bolivianos. El Hogar Teresa de los Andes, un centro para niños con discapacidad se encuentra en similar situación. Uno esperaría que estas instituciones tuvieran el apoyo activo del Estado o en todo caso, que no sean perjudicadas por este. Lamentablemente no siempre es así y la situación que describo incluso genera la sospecha sobre si el gobierno anterior tenía la intención de socavar y destruir a las instituciones privadas de beneficencia. Los Estados totalitarios no quieren que nadie compita con ellos, y para el megalómano nadie debe ser bien visto excepto él mismo. En todo caso, cada centavo que se le quita a estas instituciones, es un centavo menos para los necesitados. Sin un cambio de gobierno estas instituciones benéficas estuvieran ahora en una situación crítica, cercadas por el mismo Estado.  Hacemos votos para que el gobierno actual pueda darles una mano y reparar esta injusticia.

Santa Cruz de la Sierra, 08/09/12

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viernes, 24 de julio de 2020

Réquiem a Óscar Urenda


Javier Paz García
En los días previos a que el Congreso apruebe el referéndum para la constitución que había impulsado el MAS en el 2008, existía el debate dentro de Podemos, la principal fuerza de oposición de aquel entonces, sobre si aceptar dicha constitución y su referéndum. La bancada estaba dividida entre los congresistas del oriente que categóricamente la rechazaban y los de occidente donde no había consenso y se encontraban posiciones incluso favorables a la nueva constitución. Estas diferencias terminaron generando el cisma de la agrupación. Yo era un asesor junior en el Senado y en ocasiones fui testigo de charlas al respecto. Óscar Urenda era diputado y en una de las charlas que presencié dijo algo en la línea de lo siguiente, tergiversado por mi olvido y mi memoria: “Yo voy a vivir siempre en Santa Cruz, no pienso huir a otra parte ni que nadie me apunte por traicionar a mi tierra”.
La pandemia del Covid-19 llegó con el Dr. Urenda como secretario de salud de la gobernación de Santa Cruz, desde donde se convirtió en una figura de tranquilidad, firmeza y valentía en la lucha contra el virus. Su informe diario fue una fuente de tranquilidad para miles de cruceños; su firmeza y su lealtad estuvieron con su pueblo y con la salud, por encima de intereses personales o partidarios; su valentía al seguir al frente de la secretaría de salud, a pesar de los riesgos de salud a los que se exponía, lo elevan a la categoría de héroe.
Estas dos acciones muestran algunos de los valores de Óscar Urenda, su compromiso con su tierra, su vocación de servicio, la importancia que le daba a mantener su nombre limpio y en alto y su aspiración a dejar un legado. Hoy, el Dr. Óscar Urenda falleció contagiado por el Covid mientras se encontraba en la primera línea de batalla para preservar la salud de todo su pueblo, de la Santa Cruz que más de una década atrás prometió nunca abandonar ni traicionar. Es claro que cumplió con creces su promesa. Querido Andrés, escribo estas líneas para vos y tu familia, para que a pesar del dolor que sienten por la partida de tu padre, consigan algún consuelo recordando sus valores y su valentía, sabiendo que pueden sentirse orgullosos de él, sabiendo que todo el pueblo que él tanto quiso y por el cuál tanto luchó hoy sufre su partida y lo despide como héroe.
Santa Cruz de la Sierra, 24/07/20
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sábado, 27 de junio de 2020

Sobre el justo medio de Mesa


Javier Paz García
La edición de hoy de El Deber nos ofrece el artículo Mesa y el justo medio (ED, 26/06/20) donde los autores afirman que Mesa busca colocarse en el medio entre los extremos ideológicos de la política boliviana y lo comparan con el “justo medio” recomendado por Aristóteles. Esto podría considerarse un caso de la falacia de apelar a la autoridad (argumentum ad verecundiam). Este argumento consiste en afirmar que algo es cierto porque tal experto así lo dice. Aristóteles también dijo que “el coraje de un hombre está en mandar, el de la mujer en obedecer”[1]; creo que en el siglo XXI la mayoría del mundo occidental está en desacuerdo con esto, aunque lo haya dicho el sabio Aristóteles. Más serio aún es que se saca fuera de contexto las ideas del filósofo. Aristóteles definía la virtud como el medio entre dos extremos, por ejemplo, la virtud de la valentía se encontraba entre dos extremos: la cobardía y la temeridad. En este sentido es razonable hablar de un “justo medio”, pero en otros casos no: entre los extremos de decir siempre la verdad y siempre mentir se encuentra el medio de decir mentiras la mitad del tiempo, pocos calificarían dicha actitud de justa o virtuosa. Igualmente, entre ingerir un kilo de arsénico y no ingerir nada, no se encuentra el “justo medio” de ingerir medio kilo, la única alternativa sensible es la extrema de no consumir ni un gramo de arsénico.
Aristóteles se refería al justo medio para situaciones que son relativamente permanentes, como ciertas virtudes que son universalmente reconocidas incluso en diferentes tiempos y culturas. En cambio, hablar del “justo medio” en cuanto a propuestas electorales es decir que si un candidato propone construir 10 hospitales y otro propone 20 el del “justo medio” propondrá 15, pero si el que inicialmente propuso 10, propone 30, el del “justo medio” propondrá 25. El adjetivo justo importa un juicio de valor, significa que el objeto que posee esa característica es bueno, adecuado, virtuoso o algo por el estilo. No sé si yo calificaría como justo medio a quien toma su posición, no en base a principios, sino lo que piensan sus rivales, y que para mantenerse en el “justo medio” debe ir cambiando sus ideas y propuestas al vaivén de sus rivales. Yo concuerdo con los autores en que Mesa es el candidato del medio, pero no del “justo medio”, en todo caso podría calificarlo del “oportunista medio”. Carlos Mesa juega bien ese rol: puede vender su candidatura, trabajar con Goni y desmarcarse de él cuando las cosas se ven feas, puede renunciar a la presidencia cuando las cosas se ven feas, puede hablar de defender la democracia pero maquinar y usar las masas violentas para evitar la sucesión constitucional, puede trabajar con el MAS y desmarcarse cuando las cosas se ven feas, puede decir una cosa en un departamento y lo contrario en otro para agradar al público y es el candidato del medio entre el autoritarismo centralista del MAS y la democracia con autonomía que defiende la dispersa oposición al MAS.
En noviembre pasado, contra todo pronóstico, nos hemos librado de la solapada dictadura del MAS. Todavía no estamos libres de volver a caer en ella y es lamentable que, por lo menos en mi opinión, no haya un solo candidato que inspire confianza y por el cual uno pueda votar con entusiasmo. Creo que todavía no podemos olvidar el bien mayor: mantener a la nación en la senda democrática y acabar con la posibilidad del retorno de la dictadura masista. En tal sentido la dispersión del voto no ayuda, y yo no descarto votar por ningún candidato, inclusive por Carlos Mesa, aunque hacerlo sería algo aciago.   
Santa Cruz de la Sierra, 27/06/20
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[1] The Politics (1260a23-24)

miércoles, 24 de junio de 2020

La ciencia de la felicidad


Javier Paz García
Un cliché que todos hemos oído alguna vez es que en chino la palabra crisis, también significa oportunidad. La pandemia nos ha traído la cuarentena, la cuarentena nos ha privado de visitas con los padres, de cumpleaños de niños, de llevadas y traídas al colegio, de la frater o el junte de amigos; la necesidad de quedarnos en casa nos ha dado tiempo y con el tiempo hemos jugado más con nuestros hijos, conversado más con nuestra pareja, hemos leído más, hemos mirado tele. También por la pandemia, muchas instituciones educativas pusieron a disposición del público algunos cursos en internet de forma gratuita; uno de ellos es el curso más popular de la Universidad de Yale, The science of well being (la ciencia de la felicidad dado en inglés en www.coursera.org).
El curso examina lo que la ciencia sabe sobre cómo funciona el cerebro, el comportamiento humano y las cosas que tienden a darnos felicidad, como también cosas que creemos que lo harán pero que no lo hacen y cómo a veces el cerebro nos engaña para que persigamos cosas que no necesitamos. Si su abuela le dijo alguna vez que el dinero no causa la felicidad, puede decirle que, según la ciencia, tiene razón: una vez podemos cubrir las necesidades básicas de alimentación, vivienda y salud, el incremento de la riqueza tiene un impacto ínfimo en la felicidad de las personas. Tampoco causan felicidad cosas que muchos creemos que sí, como tener el trabajo de nuestros sueños, poseer muchos bienes materiales, tener notas perfectas (el curso se da a estudiantes de Yale, jóvenes altamente competitivos y obsesionados por ser los mejores), tener un cuerpo perfecto y ni siquiera encontrar el amor verdadero. Según las investigaciones que presentan, el matrimonio genera un aumento de felicidad que luego de alrededor de dos años se disipa totalmente, algo que yo no puedo confirmar ni a rechazar por cuestiones de supervivencia. Es decir, según estos estudios (nuevamente aclaro que esto no lo digo yo), el matrimonio sería como comprarse un Mercedes: nos hace felices cuando lo estrenamos y luego nos acostumbramos.
Y si estas cosas no nos dan felicidad, entonces ¿qué nos hace felices? Podemos preguntarle a la abuela y nos dirá que la salud, el ejercicio físico, dormir lo suficiente y nuevamente tendrá razón. Por supuesto, Yale no va a dar un curso, ni se convertirá en el más popular por repetir los consejos de la abuela. Entre las cosas que se exploran son las fortalezas personales y cómo ponerlas en práctica. Hacer las cosas en las que nos sentimos capaces y que disfrutamos es una parte importante de sentirnos plenos y es que los seres humanos tenemos una necesidad intrínseca de sentirnos útiles a nuestra sociedad. Por esto mismo otra forma de ser felices es cultivar la generosidad, no importa si usted ayuda a un conocido o desconocido, el hecho de ayudar nos una alegría más duradera que un Mercedes y diversos estudios muestras cómo la gente se siente mejor cuando gasta dinero en otros que cuando lo gasta en sí mismo; en tal sentido, el dinero sí puede contribuir a la felicidad. Sentir gratitud y agradecer diariamente por las cosas buenas es también otra manera de construir nuestra felicidad. El día (y la vida) es una serie de eventos que podemos ver como positivos o negativos, en muchos casos nosotros elegimos enfocarnos en lo malo y rumiar sobre el problema en el trabajo, la discusión con la pareja, etc. o sentirnos agradecidos por ver un amanecer, estar sanos, haber aprendido algo del error cometido, abrazar a un hijo o besar a la mujer amada. La gratitud es una actitud mental al igual que la envidia y el odio. Curiosamente son mutuamente excluyentes, es decir, es difícil que una persona sienta ambas al mismo tiempo. Sentir gratitud nos da paz y tranquilidad, sentir envidia, odio o rumiar sobre un mal momento nos quita la paz. Nosotros elegimos y curiosamente muchas veces elegimos la intranquilidad.
Nuestra mente está continuamente generando pensamientos que nos producen intranquilidad (trate de concentrarse siquiera 3 minutos en su respiración y verá que luego de algunos segundos le caerán una lluvia de pensamientos, sobre lo que tiene que hacer mañana, sobre algo que pasó ayer, una charla con el vecino, etc.) De cierta manera no somos dueños de nuestros pensamientos, pero nuestros pensamientos son los que determinan nuestro estado de ánimo y nuestra felicidad. La meditación es una práctica que ayuda a concentrarnos, a moderar nuestra mente e incluso a reaccionar con mayor mesura ante situaciones desagradables. De hecho, nuestra mente es tan hábil para divagar que la mayoría del tiempo que hacemos una cosa estamos pensando en otra; nos levantamos y pensamos lo que vamos a hacer en el trabajo, en el trabajo pensamos lo que vamos a comer al medio día, en el almuerzo pensamos en la reunión de la tarde y en la noche pensamos lo que tenemos que hacer al día siguiente. Para contrarrestar esto otra práctica que podemos hacer es saborear. Cuando se meta un bocado a la boca, concéntrese exclusivamente en ese bocado, en su sabor, textura, como se va desintegrando, en fin, haga lo que hacen los que han aprendido a catar un vino, disfrute el aroma, los colores, la textura. Saborear no se limita a la comida, cuando abrace a su hijo, haga lo mismo, no piense en otra cosa que en el placer del abrazo. No tengo que recomendarle saborear el sexo, porque, según los estudios, es la actividad donde la mente divaga menos, se concentra en lo que está haciendo y a diferencia de la mayoría de actividades, no piensa en mil cosas más.
Por último, menciono la importancia de mantener conexiones sociales. Las personas que tienen relaciones sociales, que se mantienen en contacto con sus amigos tienden a vivir más y ser más felices que las personas solitarias. Cultive sus amistades como cultiva una planta, disfrute de sus amigos y ría con ellos. Eso es precisamente lo que voy a hacer ahora, luego de prepararme un singani que voy a saborear con placer, porque es noche de frater virtual y mis amigos me están esperando.   
Santa Cruz de la Sierra, 24/06/20
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domingo, 21 de junio de 2020

La cuestión medioambiental y las soluciones socialistas

Javier Paz García

Un tema relevante de nuestra época es el daño al medio ambiente causado por el hombre. La crítica al capitalismo como destructor del medio ambiente ha sido un caballo de batalla de los socialistas; y yo creo que tienen razón. La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ha superado las 400 partes por millón (ppm) cuando en los últimos 800.000 años su pico no había superado las 300 ppm[1]. En 1800 se ocupaban 1,35 mil millones de hectáreas para agricultura, para el 2016 el área subió a 4,87 mil millones[2]. ¿Por qué? Porque en el planeta hay más personas que antes, que viven más tiempo, con mayor capacidad de consumo y calidad de vida. En 1800 la población mundial no llegaba a los 1.000 millones de habitantes, para 1900 era de aproximadamente 1.650 millones y para el 2017 se calcula en 7.700 millones[3]. La esperanza de vida promedio desde el paleolítico hasta los inicios de la revolución industrial era de 30 años y la mortalidad infantil antes de los 5 años era del 50%; hoy la esperanza de vida ronda los 70 años, y la tasa de mortalidad infantil antes de los cinco años no llega al 4%, e incluso en los países más pobres donde puede estar alrededor del 10% están mucho mejor que las sociedades más ricas hace 100 años[4]. Adicionalmente vivimos en la mayor opulencia en la historia del planeta, las hambrunas son una rareza que solo sucede bajo regímenes totalitarios, la pobreza extrema en la cual vivió más del 90% de la población desde la antigua Grecia hasta los inicios del siglo XIX es un mal que hoy sufre menos del 10% de la población mundial[5], principalmente en países gobernados por dictadores socialistas. El planeta tiene más gente, que vive más tiempo, come más y vive mejor que hace 100 años ¿por qué? Porque desde la revolución industrial, el capitalismo ha sido una fuente de creatividad, innovación y productividad que sigue sin agotarse. Hemos tenido revoluciones en agricultura que han permitido aumentar la cantidad de alimentos al mismo tiempo que se han hecho más baratos; hemos tenido revoluciones en medicina, con vacunas, antibióticos, fármacos para cada dolencia, rayos x, tomografías, trasplantes de órganos, que han salvado millones de vidas y han aumentado la expectativa de vida para ricos y pobres; hemos tenido revoluciones en comunicaciones que nos permiten hablar con cualquier persona en cualquier parte del mundo sin costo, con una conexión de internet; revoluciones en transporte pasando de la carreta al automóvil y el avión; tenemos luz eléctrica, agua potable, alcantarillado y un sinnúmero de servicios que serían la envidia de los reyes del medioevo.

El incremento en la población, en años de vida y en capacidad de consumo, gracias al sistema capitalista producen también una presión sobre los recursos del planeta y sobre el medio ambiente. Entonces los ambientalistas tienen razón cuando le endilgan al capitalismo la culpa por su deterioro. Por supuesto, dado que el problema es el capitalismo, la solución pasa por eliminar los beneficios del capitalismo para que 1) se reduzca la población mundial, 2) se reduzca la esperanza de vida y 3) se reduzca el consumo y la calidad de vida de las personas. Voy a tratar de demostrar con algunos ejemplos que los socialistas no son del todo inconsecuentes con estos objetivos.

Que el mundo haya pasado en 100 años de menos de 2 a casi 8 mil millones de habitantes, y que a pesar de ese incremento se haya reducido la pobreza extrema de cerca del 90% a menos de 5% de la población mundial, es un logro extraordinario que ronda en lo milagroso. Parte de la explicación de este fenómeno es la mecanización del campo, el manejo de suelos y la mejora genética de las plantas. Todas estas innovaciones permiten producir más con menos, además de la posibilidad de introducir nutrientes y vitaminas. Un caso específico es el del arroz dorado, una variedad genéticamente modificada (OGM) para proveer de vitamina A. El 2016, 109 premios Nobel firmaron una carta pidiendo a Greenpeace, que detenga su propaganda de desprestigio contra los OGM y particularmente contra el arroz dorado, haciendo notar que no está apoyada en evidencia científica sino en desinformación y que “nunca ha existido un solo caso confirmado de un efecto negativo para personas o animales” causados por el consumo de transgénicos, que la “Organización Mundial de la Salud estima que 250 millones de personas sufren por deficiencia de vitamina A, incluyendo 40% de los niños en los países en desarrollo. Basado en estadísticas de UNICEF, un total de uno a dos millones de muertes prevenibles ocurren cada año por la deficiencia de vitamina A porque debilita el sistema inmunológico poniendo a los bebés y a los niños en un gran riesgo”. La carta termina preguntando “¿Cuánta gente pobre tiene que morir en el mundo antes de que consideremos esto como ‘un crimen contra la humanidad’?”[6] La introducción de variedades transgénicas como el arroz dorado puede salvar vidas, pero mientras más vidas se salven, más daño le hacemos al medio ambiente. Greenpeace prefiere el medio ambiente a la vida de millones de niños pobres en África. Aunque yo no estoy de acuerdo con esa preferencia, tengo que reconocer al menos que son coherentes con su defensa medioambiental. Menos coherente es la oposición a los transgénicos desde la perspectiva de la productividad, ya que, al producir más comida en menos área, los transgénicos ahorran al planeta una mayor deforestación de bosques.

El recurso al hambre y la inanición no es exclusivo de Greenpeace. Los vecinos de un Lenin con apenas 20 años, en su ciudad, Samara le “denunciaron por no sumarse a la campaña nacional montada para mitigar la hambruna de 1891, en la cual morirían medio millón de personas. Entonces explicó a un camarada que ‘la inanición destruye a la desfasada economía, anticipando el socialismo’”[7]. Ya en el poder no fue ajeno a las políticas de eugenesia y alentaría desde Pravda que “cada ciudad y pueblo decida cómo limpiarse de sus alimañas, bien encarcelándolas, obligando a que porten distintivos amarillos como las prostitutas, mandándolas limpiar letrinas o fusilando a una de cada diez.”[8] Más allá de los asesinatos políticos de Lenin, que sobrepasan el millón de personas, sus políticas de confiscación y su intento de suprimir el mercado ocasionaron la muerte por hambre y frío de alrededor de entre 3,9 y 7,75 millones de personas.[9] Su sucesor, Stalin, logra proezas tales como que “según estadísticas oficiales, entre 1928 y 1932 el consumo anual de patata pasa de 141 kilos a 125, el de carne y tocino de 24 a 11, el de mantequilla de 1,5 a 0,7” [10]. Su política de colectivización de granjas provocó la muerte por inanición de hasta 12 millones de personas y la reducción del área cultivada y el número de vacas, ovejas, chanchos y animales domésticos[11]. En total se estima que 20 millones de personas perecieron bajo Stalin, pero sería superado por otro líder socialista, el chino Mao Tse Tung, quien ocasionaría la muerte de 40 millones de sus compatriotas. Y dentro de esta liga de superestrellas no podemos obviar a otro socialista, el líder del Partido Nacional Socialista (nazi), Adolfo Hitler, quien, sin contar las muertes de combatientes en la Segunda Guerra Mundial, mató a 15 millones de personas[12]. Estos tiranos lograron reducir la población, reducir la expectativa de vida, reducir el consumo y frenar la innovación y el desarrollo en sus países ¡Pocas personas han hecho más por el medioambiente que estos íconos del socialismo! Por lo tanto, no nos debe sorprender que muchos miembros de Greenpeace y movimientos afines vean a estos líderes y a las sociedades que crearon como modelos a seguir. Alguien dirá que invocar a estos tiranos es un cliché, que responde a casos aislados. Algún desinformado o fanático incluso exclamará que Hitler no era socialista. Yo discrepo de la idea de que sean casos aislados, cuando a esa lista de protectores de la naturaleza se pueden añadir muchos más como Pot Pol, Kim Il Sum, Fidel Castro (quien, además de ser un tirano que empobreció a Cuba, enérgicamente pedía que la Unión Soviética lance su arsenal nuclear sobre el enemigo capitalista). Discrepo que sean hechos aislados cuando hoy, la pobreza extrema es mayor precisamente en los países que siguen las recetas socialistas. Discrepo que sean hechos aislados cuando sus teóricos nunca negaron su predilección por el terror eugenésico. Karl Marx decía que “el terrorismo revolucionario acelera el parto del Hombre Nuevo”; Bernard Shaw, un Nobel de literatura, y socialista, apoyaba la eugenesia y llamó “obra maestra” al libro Los Fundamentos del siglo XIX, “sin intuir que será la Biblia nazi, o quizá por eso mismo”[13]. Shaw fue miembro de la Sociedad Fabiana, un grupo de intelectuales ingleses que abogaba por la abolición de la propiedad privada y la instauración del socialismo y que dio las bases ideológicas al actual partido laborista inglés. La penetrante investigación de Antonio Escohotado en su monumental Los enemigos del comercio – Una historia moral de la propiedad, abunda en ejemplos de intelectuales cuyo socialismo pasaba por la liquidación de buena parte de la humanidad, ya sea para acabar con los “perros burgueses”, como decía Jean Paul Sartre, o en la línea de “más vale pocos, pero mejores” de Lenin.

Sorprendentemente, hoy el aumento de la población mundial no se da en los países más ricos, sino en los más pobres. El 2015 los países más desarrollados crecían en población al 0,27%, con algunos países incluso decreciendo, mientras que los menos desarrollados tenían tasas de crecimiento poblacional promedio de 2,36%[14]. La baja tasa de crecimiento en los países desarrollados no es el producto de la fuerza o la imposición estatal, sino de la decisión libre y voluntaria de gente que prefiere tener pocos hijos para darles mejores condiciones de vida y que tienen la educación y los medios para tomar medidas anticonceptivas. Esto en contraste con la política de un hijo por familia impuesta por el partido comunista chino, violando un derecho humano tan fundamental como es el de los padres a decidir cuántos hijos tener.

Cuando la mortalidad infantil en el mundo llegaba al 50% era normal que las familias tuvieran muchos hijos. A medida que las tasas de mortalidad fueron bajando, las tasas de fertilidad también bajaron, pero en los países más pobres esas tasas no lo hicieron al mismo ritmo en que ha bajado la tasa de mortalidad infantil y las madres siguen teniendo muchos hijos. Esto, además de generar una explosión demográfica significa que, estas familias, que en general de por sí son pobres, se van a empobrecer más por tener que sustentar a un gran número de miembros. Ante esta situación, algo que se puede hacer para reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida de estas familias es enseñar métodos anticonceptivos. Esto, mientras se haga mediante la educación y la concientización, sin recurrir a la coacción, es un acto de humanidad y algunos organismos internacionales como el Banco Mundial han tratado de colaborar en campañas de esta naturaleza. No todos están de acuerdo, entre ellos intelectuales socialistas como Eduardo Galeano quien afirma que el objetivo de estas políticas es “convencer a los pobres de que la pobreza es el resultado de los hijos que no se evitan y poner un dique al avance de la furia de las masas en movimiento y rebelión. Los dispositivos intrauterinos compiten con las bombas y la metralla, en el sudeste asiático, en el esfuerzo por detener el crecimiento de la población de Vietnam. En América Latina resulta más higiénico y eficaz matar guerrilleros en los úteros que en las sierras o en las calles.[15] Fiel a la prosa socialista, Galeano augura que los úteros de las mujeres latinoamericanas son fábricas de guerrilleros, con lo que podemos adivinar su predilección de sangre y muerte para los burgueses no revolucionarios. Este tipo de prejuicios basado en mentiras sigue ocurriendo hasta nuestros días y una de las víctimas contemporáneas es Bill Gates cuya fundación invierte millones en campañas de vacunación en países subdesarrollados especialmente en África para acabar con enfermedades como la polio o tuberculosis que, gracias a las vacunas, son inexistentes en el mundo moderno, pero que matan a millones de niños en los países más pobres[16]. Su actividad filantrópica recibe críticas tanto de la izquierda como de la derecha, en muchos casos con campañas basadas en la desinformación y la mentira no muy diferentes a las de Galeano o de Greenpeace y es un ejemplo de la imposibilidad de agradar a todos, porque está mal si lo hace y está mal si no lo hace. Por cierto, innovaciones de Gates, como Word y Excel, evitan que miles de árboles tengan que ser sacrificados para papel, mientras la burocracia de los gobiernos (y más aún los socialistas) multiplica los trámites ad nauseam y exigen respaldos físicos para todo. La contribución de Gates al medioambiente no es suficiente para expiar el pecado de innovar, generar valor para la sociedad y hacerse millonario con ello, por lo cual merece el odio eterno de los socialistas del mundo[17], aunque no por ello dejen de usar productos de Microsoft.

Tal vez el actual nivel de consumo sea insostenible y debamos empezar a hacer sacrificios para reducirlo. Tal vez un modelo a seguir es la Venezuela de Hugo Chávez, émulo de Fidel Castro, cuya revolución ha logrado que el PIB a PPA per cápita venezolano pase de $us 11.468 a 7.399 el 2019[18], que unos 4,6 millones de personas abandonen su país[19], que haya tanta conciencia en la población que se multipliquen quienes escarban las sobras de la basura para no desperdiciar alimentos, que aumente la pobreza, la escasez, el hambre, la desnutrición sin perjuicio de que los jerarcas del partido acumulen fortunas millonarias. Otro ejemplo a seguir podría ser Corea del Norte. Hasta 1950, Corea era una sola nación. En ese año hubo una división arbitraria en el paralelo 38 quedando el norte bajo una administración comunista apoyada por la Unión Soviética y el sur bajo un gobierno democrático de línea capitalista apoyado por Estados Unidos. 50 años después “la gente de Corea del Sur tiene un estándar de vida similar al de Portugal y España. Hacia el norte, en la llamada República Popular Democrática de Corea, o Corea del Norte, los estándares de vida son similares al de los países del África Subsahariana, alrededor de una décima parte del estándar de vida promedio en Corea del Sur. La salud de los coreanos del norte está incluso en peor estado; el norcoreano promedio puede esperar vivir 10 años menos que sus primos en el sur del paralelo 38.”[20] Dicen que una imagen vale más que mil palabras y la imagen satelital de ambas Coreas de noche, muestra un sur rebosante en luz y prosperidad versus un norte hundido en las tinieblas de la pobreza. ¡Todo un ejemplo de ambientalismo!


El actual tirano de Corea del Norte es Kim Jong-un, nieto Kim Il-sung el tirano que se instaló en 1948. Tal vez la solución al problema del medio ambiente es hacer de Kim Jong-un y Nicolás Maduro no solo dictadores de sus países sino del planeta entero, para que en un lustro reduzcan la población a mil millones y el nivel de vida baje al de los cubanos o norcoreanos. Tal vez la solución al problema del medioambiente pasa por no vacunar a los niños pobres y dejar morir de inanición a quienes no puedan acceder a alimentos orgánicos e hidropónicos, como parecen querer Greenpeace y las miles de organizaciones afines en todo el mundo.

Sorprendentemente, más allá de ser efectivo para reducir la población con hambrunas y purgas y acrecentar la pobreza, el socialismo no tiene un buen record en cuanto a contaminación. El mayor desastre nuclear en la historia de la humanidad sucedió en la Unión Soviética en 1986, ocasionando un daño medioambiental sin precedente. Magnitogorsk, una ciudad construida dentro de los planes quinquenales de Stalin para industrializar la URSS es infame por su nivel de polución e insalubridad. Hoy los mayores generadores de dióxido de carbono en el mundo son China un país gobernado por un partido comunista desde 1949 con 27% de las emisiones globales, Estados Unidos, con 15% y la India con 6,8%[21], cuya dinastía Nehru-Gandhi (ninguna relación con Mahatma Gandhi) ha sido fundamental para llevar a esta nación por los caminos del socialismo, la corrupción y la pobreza. Sin embargo, en 2015 la tasa de mortalidad por polución del aire en la India fue de 223 por 100.000 personas, en China 121, en contraste con Estados Unidos con 20[22]. El problema de la contaminación y la polución, aunque existe en todas partes, está mucho más controlado en países desarrollados y por ejemplo, mientras el Lago Michigan en Estados Unidos es una belleza panorámica, el lago de Maracaibo en Venezuela es una gran cloaca.

La contaminación ambiental y la explotación de los recursos de la Tierra son problemas reales y hay gente verdaderamente preocupada por ello. También es real que los movimientos socialistas han camuflado su odio al capitalismo con ambientalismo. La contaminación ambiental y la explotación de los recursos de la tierra deben ser tomados en serio y debemos buscar soluciones como sociedad, pero éstas no deben estar por encima de la vida, la libertad y la dignidad de los seres humanos. Los socialistas, con su plétora de matanzas, genocidios, fracasos económicos, miseria y esclavitud han perdido cualquier autoridad moral para entronizarse como paladines de la humanidad y de la paz (cosa que no les impide seguir haciéndolo, tal vez porque eso de basarse en datos reales y decir la verdad es moral burguesa y en la moral revolucionaria, la mentira y la impostura son medios válidos) y muchos se han disfrazado de ambientalistas para defenestrar contra el capitalismo. Dicen luchar por el campesino, pero no quieren que el campesino elija qué semilla utilizar; dicen luchar por los pobres, pero no quieren que el pobre se eduque y aumente su poder adquisitivo; aplauden el bienestar de Cuba, pero viven en California con todas las comodidades del primer mundo; y quieren lo mismo que los socialistas desde Marx hasta Chávez, gobiernos más poderosos, que controlen a la población, que reduzcan la libertad de la gente, con burocracias que definan quienes son los ganadores y perdedores. Y por supuesto ellos quieren ponerse a las cabezas de tales burocracias.

Santa Cruz de la Sierra, 21/06/20

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[1] Hannah Ritchie and Max Roser (2017) - "CO₂ and Greenhouse Gas Emissions". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/co2-and-other-greenhouse-gas-emissions' [Online Resource]

[2] Hannah Ritchie and Max Roser (2013) - "Land Use". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/land-use' [Online Resource]

[3] Wikipedia. Población Mundial.

[4] Max Roser, Hannah Ritchie and Bernadeta Dadonaite (2013) - "Child and Infant Mortality". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/child-mortality' [Online Resource]

[5] Max Roser and Esteban Ortiz-Ospina (2013) - "Global Extreme Poverty". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/extreme-poverty' [Online Resource]

[7] Antonio Escohotado, Los Enemigos del Comercio Tomo II, Espasa, Barcelona, 2015. Pag. 667.

[8] Ibíd. Pag. 668.

[10] Antonio Escohotado, Los Enemigos del Comercio Tomo III, Espasa, Barcelona, 2017. Pag. 172.

[11] El interesado en mayores estadísticas puede ver en Wikipedia las entradas. Colectivización en la Unión Soviética y Holodomor.

[13] Antonio Escohotado, Los Enemigos del Comercio Tomo II, Espasa, Barcelona, 2015. Pag. 613.

[14] Max Roser, Hannah Ritchie and Esteban Ortiz-Ospina (2013) - "World Population Growth". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/world-population-growth' [Online Resource]

[15] Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, Siglo veintiuno editores, México, 1978. Pag. 10. Las letras cursivas son parte del texto original. Este texto ha sido una biblia para la izquierda latinoamericana. Su autor admitió el 2014 que no volvería a leer dicho libro porque “no tenía los suficientes conocimientos de economía ni de política cuando lo escribí”.

[16] El documental de Netflix, Bill Gates: bajo la lupa, muestra parte del trabajo de su fundación y los prejuicios que enfrenta.

[17] El mismo rechazo tuvieron magnates John Rockefeller o Andrew Carnegie, quienes donaron buena parte de sus fortunas para fundaciones filantrópicas y que por ello son acusados intentos de dominación mundial y cosas por el estilo. Lo mismo les espera a los nuevos millonarios como Jeff Bezos o Mark Zuckerberg y los que vengan. La envidia es parte de la naturaleza humana y los socialistas la tienen potenciada.

[18] Wikipedia. Economía de Venezuela.

[20] Daron Acemoglu y James A. Robinson, Why nations fail: the origins of power, prosperity and poverty, Crown Publishers, New York, 2012. Ebook Pag. 114. Traducción propia.

[21] Hannah Ritchie and Max Roser (2017) - "CO₂ and Greenhouse Gas Emissions". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/co2-and-other-greenhouse-gas-emissions' [Online Resource]

[22] Hannah Ritchie (2017) - "Air Pollution". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/air-pollution' [Online Resource]