lunes, 23 de mayo de 2016

Cultura y subvención estatal

Javier Paz García
Yo sería un beneficiado de la subvención del arte y la cultura porque me gusta la literatura, la música y el teatro. Y aquí se viene un gran error, la idea de que rechazar la subvención del Estado a la cultura es estar en contra de la cultura. Semejante proposición es similar a decir que postular la separación entre Estado y religión es equivalente a estar en contra de la religión. Y en la misma y equivocada línea argumental andan quienes afirman que sin Estado no habría cultura, lo cual es equivalente a decir que no habría lenguaje, ni cuentos, ni tradiciones, ni buenos modales, ni valores.
Me parece fabuloso que las personas y las organizaciones privadas apoyen a la cultura. Solo podemos felicitar a las empresas e instituciones que promocionan y sustentan al arte y los artistas, porque lo hacen con su dinero. Pero el Estado maneja el dinero de todos, con el agravante de que obtiene ese dinero mediante la fuerza (nadie paga impuestos de buena gana). Entonces, debería, en primer lugar quitar lo menos posible el dinero de los ciudadanos y en segundo lugar, gastarlo en las cosas absolutamente indispensables y cuyo beneficio sea más o menos equitativamente distribuido.
Pero para no quedarnos en lo abstracto, quisiera dar un ejemplo. Chaplin Show es una fábrica de talentos y produce humor excepcional. Personalmente me gusta mucho y creo que pocos estarían en desacuerdo su calidad y trayectoria. Chaplin Show, según lo que ellos dicen al inicio de sus espectáculos, recibe el auspicio de la gobernación o el municipio (no recuerdo de cual), es decir del Estado. Ahora ¿qué público asiste a Chaplin? Me animaría a decir que el 95% es gente con condiciones económicas por encima de la media. Entonces, el Estado, como un Robin Hood al revés, quita a los pobres (impuestos), para beneficiar a los ricos, mientras la educación pública es una vergüenza y la salud pública es un martirio y el transporte público es incipiente.
Finalmente, a juzgar por lo que uno escucha, pareciera que todos estamos de acuerdo en que los políticos son en general ladrones y corruptos. Entonces, la prudencia y el sentido común nos llevarían a concluir que a los políticos (que al final son los que tienen el control del Estado) uno debe darles lo mínimo posible en recursos para que hagan las labores indispensables de la sociedad. Quienes admiten la corrupción de los políticos y a la vez piden un Estado más grande, involucrado cada vez más en los asuntos de la gente, no tienen claras sus ideas.
Santa Cruz de la Sierra, 15/05/16
http://javierpaz01.blogspot.com/

domingo, 15 de mayo de 2016

Sobre la subvención a la cultura

Javier Paz García
Casi no existe poeta, escritor o músico que no considere urgente e indispensable que el Estado subvencione a la cultura. Esto plantea al menos 3 problemas. Primero, la priorización de los recursos del Estado. En el Estado de Bienestar actual (sistema al que me opongo) donde existe pobreza, desnutrición y analfabetismo, el Estado debería priorizar estos males antes de gastar un peso en cultura.
Segundo, ¿qué cultura debe subvencionar el Estado? Recientemente algunos artistas protestaron porque el gobierno pagará para que el Dakar pase por Bolivia. Ellos cuestionan por qué darle la plata a los organizadores del Dakar en vez de dársela a ellos. Es que el momento que el Estado decide subvencionar a un grupo, inmediatamente se forman otros grupos de presión cuyo objetivo, cual vampiros chupasangre, es conseguir fondos del Estado. ¿Debe el Estado subvencionar al Dakar o a los artistas? ¿Debe priorizar a los actores o a los pintores? Y si el Estado subvenciona el arte, ¿cómo determina qué es arte y qué merece ser subvencionado? ¿La escultura de una virgen María desnuda o un cuadro de Mahoma no es arte? ¿O esos garabatos modernos que nadie entiende, que pueden ser hechos por un niño de 5 años pero que todo mundo tiene colgados en sus paredes son arte? ¿El Estado debe subvencionar a los artistas que hablen maravillas sobre el gobierno o aquellos que lo critiquen? ¿Debe promover los escritos de Alcides Arguedas o de Álvaro García Linera?
Tercero ¿por qué la cultura no se puede sustentar sola? Alguna vez escuché a alguien quejarse de que los jóvenes preferían ir a un concierto de Shakira en vez de gastar en cultura. ¡Pues a mi entender Shakira es cultura! No será la cultura que le gusta a la persona que hizo el comentario, pero es parte de la cultura contemporánea. Nuestra cultura es la música que escuchamos, los libros que leemos, las películas que vemos, la comida que comemos, la arquitectura que construimos. Como tal, está viva, cambiando, evolucionando y no necesita del Estado para sobrevivir. En una sociedad libre, sobrevivirán los artistas que el público elija. Es la gente quien, libremente debe subvencionar a la cultura, eligiendo qué libros, películas o canciones consumir, qué conciertos asistir, etc. La solicitud de un artista de recibir una subvención del Estado desnuda el fracaso de tal artista de conseguir que el público guste de su trabajo lo suficiente como para costearlo.
El Estado no debería gastar un peso en cultura, es la gente quien a nivel individual debería decidir qué es cultura, cuánto gastar en ella y qué arte y artistas apoyar.
Santa Cruz de la Sierra, 08/05/16

http://javierpaz01.blogspot.com/

jueves, 12 de mayo de 2016

La nueva servidumbre

Javier Paz García
Durante la época feudal, los siervos estaban amarrados a su señor feudal, trabajaban para él y no tenían la opción de buscar a otro trabajo, ni negociar sus salarios. Los siervos eran esclavos del señor feudal. La esclavitud, una institución que viene desde la antigüedad, llegó a ser practicada incluso hasta el siglo XIX. Bajo esta institución, el esclavo no era dueño de su ser. El dueño de un esclavo, como si se tratara de una posesión material, podía disponer de él totalmente; definía en qué trabajaba el esclavo y cuánto iba a pagarle por su trabajo, y el pago, por supuesto consistía solo en lecho y comida.
La esclavitud y la servidumbre, al violar el principio de que todos los seres humanos tenemos el mismo derecho a nuestra libertad y nuestra vida, es una institución repudiable. La idea de que unos pueden decidir unilateralmente en qué van a trabajar y qué remuneración van a recibir otros, y estos están obligados a cumplir estos designios, viola la libertad de las personas. La abolición de la esclavitud y la servidumbre, básicamente consiste en acabar con esta imposición y permitir que los trabajadores puedan negociar sus salarios y condiciones laborales con sus empleadores, y tengan la libertad de buscar otros trabajos si no están de acuerdo; es decir, reemplaza la imposición por acuerdos voluntarios entre el empleador y el empleado, donde si alguno no está de acuerdo con las condiciones propuestas, tiene la opción de rechazar el acuerdo.
En Bolivia hay una nueva servidumbre, con la diferencia de que el rol de víctimas y el de beneficiarios se ha invertido. En la esclavitud antigua, el trabajador estaba obligado a trabajar por el sueldo que su dueño determinaba y no tenía la opción de buscar otro empleador. Hoy las leyes laborales obligan a lo mismo, pero con los roles invertidos: los empleadores deben pagar a sus empleados sueldos que no son determinados de mutuo acuerdo y están prohibidos de despedirlos. Los empleadores están amarrados a sus empleados. Es una afrenta contra la libertad de las personas.
Santa Cruz de la Sierra, 30/04/16
http://javierpaz01.blogspot.com/