viernes, 28 de septiembre de 2012

La innecesaria y costosa soberanía alimentaria



Javier Paz García
Nos explican los defensores de la soberanía alimentaria que un país debe autoabastecer sus necesidades de alimentos. ¿Pero por qué? ¿Por qué es necesario que un país se autoabastezca de todo lo que consume? ¿Por ejemplo, por qué tiene un país tropical que producir quinua, si sus zonas agrícolas no son aptas para su cultivo y la puede comprar más barata de lo que le cuesta producirla?
Precisamente, el propósito del comercio internacional (y en realidad del comercio en general), es que cada país produzca lo que mejor se adapte a sus condiciones, venda su producción excedentaria a otros países y les compre aquello que no le conviene o no puede producir.
La soberanía alimentaria es innecesaria, ya que si un país no produce cierto alimento, no quiere decir que no pueda consumirlo; lo puede comprar a otro país. Sobran los ejemplos de países que no siembran trigo, pero no les falta pan, que usan aceite de soya sin sembrar soya o fabrican chocolate sin sembrar cacao. La soberanía alimentaria es además costosa, porque existen ciertos productos que no son aptos para ser cultivados en un país. Producir manzanas en Ecuador es costoso porque el clima ecuatoriano no es apto para ello. Producir bananas en Chile es costoso por los mismos motivos. Tratar de hacerlo implica un desperdicio de recursos. Mejor es que Chile produzca manzanas, exporte parte de su producción a Ecuador y le compre bananas y que Ecuador haga lo contrario. Dada la posibilidad de que cada país siembre aquellos productos para los cuales tiene las condiciones adecuadas y compre de otros países aquellos productos que le costarían más caro producir por sí mismo, es una tontería perseguir la soberanía alimentaria. Y cuando un país se embarca en esta tontería, hace que la canasta de alimentos se encarezca, castigando al consumidor. Por supuesto, son los más pobres los que en términos relativos sufren más por estas políticas.
La política de soberanía alimentaria es eufemismo para lo que en economía se llama sustitución de importaciones y la experiencia latinoamericana es contundente en cuanto al fracaso y las consecuencias negativas de las políticas cepalinas de sustitución de importaciones. El discurso de la soberanía alimentaria apela al nacionalismo, incluso a la xenofobia y es un instrumento en el arsenal de los populistas y demagogos para mostrarse como defensores de los intereses nacionales. Por eso no nos debe sorprender que abunden políticos que enarbolen este discurso. Tampoco nos debe sorprender que empresarios agroindustriales promuevan el debate, ya que buscan obtener algún subsidio, barrera arancelaria o monopolio que los proteja de la competencia u otros beneficios de parte del Estado. Que la gente común crea este discurso es entendible como es entendible que un no cardiólogo le crea a un cardiólogo en temas del corazón. Pero es lamentable que economistas profesionales que son considerados de cierto prestigio por la opinión pública también promuevan esta costosa e innecesaria falacia… Y los hay de sobra.     
Santa Cruz de la Sierra, 28/09/12
http://javierpaz01.blogspot.com/

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Dos significados de individualismo


Javier Paz García
Uno de los argumentos esgrimidos por los defensores del colectivismo es que ellos combaten el individualismo, anteponiendo la solidaridad y el altruismo por sobre el egoísmo. Karl Popper (1902-1994) en su libro “La Sociedad Abierta y sus Enemigos” ataca esta idea primeramente clarificando algunos conceptos. Popper indica (Cp. 6, V) que el término “individualismo” puede ser usado de dos formas diferentes: (a) contrario a colectivismo, y (b) contrario a altruismo.
Para el significado (a), no existen sinónimos, pero para el (b) se pueden usar sinónimos como “egoísmo”.  Popper elabora la siguiente tabla:
(a)     Individualismo   es lo contrario de   (a´) Colectivismo
(b)     Egoísmo             es lo contrario de   (b´) Altruismo.
Este doble significado de la palabra “individualismo” permite que los enemigos de la libertad asocien el individualismo con el egoísmo, y por otro lado asocien el colectivismo con el altruismo. Este sofisma ha sido usado por el mismo Platón en su ataque a las instituciones democráticas de Atenas y sigue siendo usado hoy, con bastante éxito.
 Pero cuando clarificamos los términos, vemos que el altruismo no es contrario al individualismo (en su significado “a”) y que el colectivismo no es sinónimo de altruismo. El mismo Popper hace notar que existe egoísmo colectivo y que por otro lado un anti-colectivista (individualista) puede ser altruista y cita a Dickens como ejemplo.
Ser un individualista en su significación política, no implica estar en contra de la solidaridad, de la beneficencia, del amor al prójimo, ni implica un antagonismo con las doctrinas religiosas predominantes. Defender el individualismo, es defender la libertad y la dignidad de cada ser humano; es repudiar el racismo o cualquier doctrina que propugne una superioridad moral de un grupo humano por sobre otros; es repudiar la tiranía, el caudillismo, el culto al líder; es repudiar la exaltación del Estado como un ente superior al individuo, como un fin en sí mismo.
Las libertades básicas, como la libertad de expresión, de tránsito, de religión, de poseer propiedad son producto del individualismo como doctrina política. Por el contrario el colectivismo en todas sus variantes (socialismo, comunismo, nazismo, fascismo) ha sido causante de las mayores masacres humanas, las mayores represiones, las mayores pérdidas de la libertad y la dignidad humana, además de la perpetuación o exacerbación de la pobreza. Es en las sociedades colectivistas como la Unión Soviética, Alemania Oriental, Cuba o Corea del Norte donde se construyen muros para que la gente no pueda escapar, donde solo el Estado tiene medios de prensa, donde nadie es dueño de la casa en que vive, ni de su vida misma y donde no hay esperanza de salir de la pobreza con la excepción de aquellos allegados al régimen. Ser individualista, es simplemente no querer ese terrible destino para uno, ni para sus hijos, ni para el prójimo.
Santa Cruz de la Sierra, 12/09/12
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viernes, 7 de septiembre de 2012

Reflexiones masistas sobre el “capitalismo verde”


Javier Paz García
Hace pocos días el vicepresidente Álvaro García Linera explicó lo que él denominó “capitalismo verde”. Según su explicación, las empresas europeas compran bosques para su preservación en países tercermundistas y reciben compensaciones millonarias de sus gobiernos mediante bonos de carbono. De esta manera, las multinacionales crean “supraestados”: territorios donde el Estado no tiene cabida.
Muchos, incluidos Evo Morales y García Linera, condenan al capitalismo por destruir los bosques. Sin embargo aquí García Linera critica al capitalismo precisamente por hacer lo contrario: preservar bosques. Y según su propia admisión, le molesta que el ánimo de lucro sea lo que motive a las empresas a velar por su preservación. Siguiendo esta lógica, está bien destruir bosques mientras no sea con ánimo de lucro, está mal salvarlos si es para lucrar. Esta es una clara muestra de la inconsistencia de los intelectuales de izquierda que critican al capitalismo si destruye si hace algo y lo critican si no lo hace. Incluso Evo Morales, autoproclamado defensor de la madre tierra, ha criticado el movimiento ambientalista como una imposición del capitalismo mundial y un freno al desarrollo de los países pobres. ¿En qué quedamos? ¿O el capitalismo destruye el medio ambiente o lo preserva a costa del desarrollo de los países pobres? Ni ellos mismos lo saben, o adoptan la posición que ven conveniente según el auditorio.
El vicepresidente también afirma que existen áreas protegidas que pertenecen a particulares y no están bajo control del Estado, y critica esta situación como una pérdida de soberanía y poder. Asumiendo la veracidad de tal afirmación, al vicepresidente no parece interesarle analizar la efectividad y eficiencia ambas alternativas: no discute si las áreas protegidas que según él están en manos de transnacionales (yo desconozco si existen y cuáles son) son mejor o peor cuidadas que aquellas en manos del Estado. No le interesa analizar con qué método se preserva mejor el medio ambiente, sino que el Estado tenga el control. Siguiendo la lógica de su argumento, más importante es tener un Estado todopoderoso aunque haga un pobre manejo de las áreas protegidas, que tener áreas protegidas bien manejadas en manos privadas.
Esta inconsistencia y pobreza argumentativa proviene de quien es reputado como el mayor intelectual del partido gobernante. Luego, no debería sorprendernos las sandeces que escuchamos de otros militantes del Movimiento al Socialismo. El vicepresidente puede posar como ambientalista cuando le conviene, pero su argumentación es deficiente y un ligero análisis muestra que lo que le interesa es el poder: la concentración del poder en manos del Estado y el manejo del Estado en manos suyas.      
Santa Cruz de la Sierra, 07/09/12
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sábado, 1 de septiembre de 2012

Sobre el control de las armas y la prensa


Javier Paz García
El hecho de que ninguna dictadura se haya instaurado en los Estados Unidos tiene mucho que ver con la prohibición constitucional que tiene su gobierno de regular o limitar en cualquier manera la libertad de expresión y la posesión de armas a los ciudadanos. La constitución norteamericana establece en su primera enmienda la libertad de prensa y en su segunda enmienda el derecho de portar armas, precisamente para proteger a sus ciudadanos y para que sus ciudadanos puedan proteger al sistema democrático si éste se ve amenazado. Es que para instaurar una tiranía, es indispensable que los gobernantes controlen la prensa y las armas de fuego.
Pero es raro que un aspirante a tirano declare abiertamente sus verdaderas intenciones. Lo normal es que disfrace sus aspiraciones de poder irrestricto con motivos nobles. Por ejemplo el control de medios de prensa es justificado por los tiranos como una forma de “democratizar” la información. Mario Vargas Llosa ha dicho al respecto que “cada vez que los gobernantes han hablado de democratizar los medios, la libertad de expresión ha entrado en receso y ha desaparecido.” Igualmente, el control de armas es justificado como una medida de seguridad para reducir los crímenes comunes y la violencia. En 1935 Hitler dijo: “Este año marcará un hito en la historia. Por primera vez una nación civilizada tiene un completo registro de las armas. Nuestras calles serán más seguras, nuestra policía más eficiente…”. No es casualidad que Fidel Castro, Hugo Chávez o Evo Morales adopten políticas parecidas a las de Adolfo Hitler y utilicen los mismos justificativos. Por supuesto prohibir la posesión de armas tiene el efecto contrario, ya que los ciudadanos decentes obedecen la prohibición, pero los criminales no. Es decir, con estas medidas se logra desarmar y desproteger a las personas honestas y dar más bríos a los criminales para que puedan actuar sin miedo.
Tanto las leyes para “democratizar los medios” como aquellas para controlar las armas, tienen como consecuencia concentrar el poder en manos de los gobernantes. Estas leyes ni democratizan los medios, ni reducen la criminalidad, de hecho la aumentan. Hoy en Sudamérica, gobiernos con tintes totalitarios como los de Venezuela, Bolivia, Ecuador o Argentina han implementado medidas contra la prensa y la posesión de armas de fuego. Venezuela, a pesar de tener estas imposiciones durante años, es una de los países más peligrosos del mundo en cuanto a criminalidad. En Bolivia el gobierno prohibió las armas el 2008 y la criminalidad ha empeorado. Pero eso no preocupa a los gobernantes porque su propósito no es mejorar la libertad de expresión ni la seguridad ciudadana, sino neutralizar cualquier elemento que pueda interponerse en su proyecto de perpetuación del poder.
Santa Cruz de la Sierra, 01/09/12
http://javierpaz01.blogspot.com/