martes, 28 de enero de 2020

Por qué Jeanine no debió postularse

Javier Paz García
La salida de Evo Morales del poder fue verdaderamente milagrosa. Nadie inició el paro indefinido pensando que luego de 3 semanas Morales saldría escapando del país. Inicialmente lo que pedíamos era una segunda vuelta, ni siquiera nuevas elecciones. La revolución de las pititas logró sacar a una dictadura del poder que podría haberse quedado una década más. Ahora el objetivo número uno de la oposición democrática debería ser preservar la frágil democracia que tenemos y tomar medidas para que ningún aspirante a dictador pueda volver a hacer lo que hizo Morales. 
Uno de los objetivos para preservar la frágil democracia debe ser conseguir que el MAS tenga la mínima cantidad de parlamentarios en el próximo parlamento. La incorporación de cada nuevo candidato no ayuda a ese propósito porque dispersa el voto. Esto debido a que aproximadamente la mitad de los diputados se eligen por mayoría simple por circunscripción. Entonces, en una elección donde participa el MAS y otras 3 candidaturas de oposición democrática se podría dar el caso de que en una circunscripción donde el 74% de la gente rechaza al MAS, sea el MAS el que gane el diputado, porque si los 3 partidos de oposición reciben cada uno una votación de 24% y el MAS saca 25%, el MAS es el partido más votado en esa circunscripción. Es cierto que este es un caso extremo, pero si consideramos que aparte de 3 candidaturas fuertes (Camacho, Mesa y Áñez) aparecerán otras candidaturas menores que podrían dispersar entre el 5 al 10% de la votación total, entonces es aun más crítico el panorama. La dispersión ayudará al MAS a ganar diputados en circunscripciones donde entre el 50% y el 70% de la gente los rechaza. Las encuestan indican que el MAS tiene un 25% de la preferencia. Una vez inicien la campaña podrían subir al 30% y con esa votación podrían terminar con el 40% del parlamento gracias a la dispersión del voto, convirtiéndose de lejos en la bancada más grande. Eso sería catastrófico.
Se equivocan quienes se alegran de las aparentes divisiones y peleas en el MAS por motivo de la elección de su binomio. Hay peleas y hay molestias, pero a la hora de votar, ningún cocalero dejará de votar por el MAS porque no pusieron a Andrónico y quienes están molestos porque no fue Choquehuanca primero, no van a votar por Jeanine, Camacho o Mesa, van a votar por el MAS nomás. La dupla fue bien elegida porque apela a las clases medias y a los indígenas de occidente, donde el MAS puede crecer todavía. 
Argumentos que he escuchado con frecuencia, incluso de quienes apoyan a otros candidatos es que en democracia todos tenemos derecho a participar, que no hay que tener miedo, que pedir un frente único es casi antidemocrático y que mientras más candidatos más democracia. En condiciones normales esto es cierto, pero estas no son condiciones normales, en Bolivia todavía hay el riesgo de que regrese la dictadura y hay que tener la altura intelectual y patriótica para dejar de lado las ambiciones personales en aras de preservar la democracia. Plantear el tema desde la perspectiva de que si tiene o no derecho, me parece un error, no se trata de tener derecho, se trata de tener responsabilidad con su país. Yo tengo derecho a lanzar un sonoro eructo en un restaurante, no hay ningún impedimento legal al respecto, pero no es correcto y no debo hacerlo. Jeanine tiene derecho a postularse, pero es una irresponsabilidad haberse postulado, porque genera una dispersión del voto y beneficia a las aspiraciones antidemocrática del MAS. 
La postulación de Jeanine es un error porque la distrae de su gestión y nos distrae a todos. En los últimos días las discusiones políticas giran en torno a este tema. Al poco tiempo de asumir, acertadamente indicó que ni ella ni sus ministros se referirían a los candidatos o intervendrían en la campaña. Pues hace semanas que han abandonado esa línea desde que sus ministros empezaron a declarar “a título personal” que creían que Jeanine debería postularse. Es una distracción y es un retraso en la gestión tener que cambiar ministros para conformar un gabinete de campaña. 
La postulación de Jeanine es un error porque la equipara a Evo. Desde la recuperación de la democracia en 1982, hay solo dos personas que han utilizado al canal estatal para anunciar sus candidaturas: Evo Morales y Jeanine Áñez. Desde la recuperación de la democracia en 1982, hay solo dos personas que han sido candidatos mientras ejercen la presidencia: Evo Morales y Jeanine Áñez. Si gana Jeanine Añez, ella y Evo Morales serán las únicas personas que han gobernado periodos consecutivos desde 1982. La carta de renuncia de su ministra de comunicación es lapidaria, precisamente por el uso del canal estatal para lanzar su candidatura. La respuesta del partido de Áñez en la voz del senador Carlos Pablo Klinsky es acusarla de guerra sucia y de vínculos con Sánchez Berzaín. ¡Qué creatividad, qué nivel intelectual! Solo le falto incluir al imperio para que sea una copia textual de los ataques ad hominem de Evo Morales a sus opositores. ¿Estas son las personas que luchaban contra el MAS para salvar a Bolivia del totalitarismo y recuperar la decencia en la política? Y si la acusación de Klinsky fuera cierta y Lizarraga fuese una marioneta de Sánchez Berzaín, ¿qué? ¿Acaso su acusación de que Jeanine usó el canal estatal con fines electorales deja de ser cierta? Un ejemplo más de cómo su candidatura la ha desviado de lo que hasta entonces aparentaba ser un gobierno muy bueno, enfocado y decente.
La postulación de Jeanine es un error porque, mirando un poco más allá, el siguiente gobierno será muy difícil, con convulsión social alentada por el MAS, con la necesidad de hacer reformas serias y a veces impopulares y con una desaceleración de la economía producto del ciclo mundial y también del despilfarro masista. Yo no creo que quien gane estas elecciones llegue con popularidad para ser reelegido en cinco años y el MAS va a trabajar incansablemente para bloquear y boicotear al siguiente gobierno y se va a preparar para retomar el poder. Jeanine Áñez hubiera sido la figura unificadora de la oposición para la siguiente elección. A mí no me preocupa que el MAS gane esta elección, me preocupa que gane la siguiente. Ya no hay ese candidato unificador y la angurria de poder y la dispersión del voto será aun peor en la subsiguiente elección.
Algo curioso sobre el partido que la postula, Demócratas, es que en la elección de octubre, cuando la campaña del voto útil de Mesa les fue restando adeptos incluso en Santa Cruz, sacaron una campaña apelando al voto cruceño para el candidato cruceño. Para esa elección no había ninguna posibilidad de que gane el candidato cruceño, Óscar Ortiz. Hoy sí existe la posibilidad real de que un cruceño sea presidente, y no cualquiera, sino la persona que lideró la revolución que sacó a Evo del poder y es precisamente el partido Demócratas con la postulación de Áñez, quien más daño le hace a tales aspiraciones. 
La postulación de Jeanine es un error, porque ella prometió varias veces que no se postularía, porque en sus propias palabras, sería una deshonestidad hacerlo. Es cierto que otros candidatos también prometieron no postularse y no cumplieron, pero que otros falten a su palabra no es justificativo para imitarlos. Además ella hizo ese compromiso siendo presidenta y debería honrar la posición que ocupa y finalmente porque ella encabeza un gobierno de transición que salía de lo que muchos consideran un golpe de Estado y era importante dar esa señal de transición hacia otra persona. 
La postulación de Jeanine es un error porque deja un mal sabor, la sensación de que traicionó a la revolución que la puso donde está, de que no estuvo a la altura histórica de las circunstancias, de que fue tentada por las mieles del poder y que es un desprestigio al proceso de transición democrática. No lo digo yo, lo dice su propia ministra, Roxana Lizárraga, pero claro, ella es mandada por Sánchez Berzain. Lo dicen Tuto Quiroga, Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, pero claro, ellos tienen un interés porque compiten por el mismo puesto. Lo dice Jaime Paz Zamora, pero seguramente se justificarán diciendo que es un político viejo neoliberal que tiene preferencia por algún otro candidato. Lo dice Andrés Oppenheimer, un periodista extranjero que no tiene ningún interés personal en el país, que no tiene ninguna preferencia por ningún candidato y cuya línea siempre ha sido el respeto a la democracia, al Estado de derecho y a las libertades civiles, políticas y económicas. Y no lo dice tibiamente, califica la candidatura de Jeanine Áñez como una vergüenza. Concuerdo con él. 
Santa Cruz de la Sierra, 28/01/01
http://javierpaz01.blogspot.com/

sábado, 25 de enero de 2020

¿El honor sirve para algo?

Javier Paz García
Algo que vengo impulsando desde hace tiempo en mi trabajo es la necesidad de hacer explícitos nuestros valores y convertirlos en parte de nuestras discusiones, de nuestros procesos de selección de personal y de la toma de decisiones. No es tarea fácil y tampoco es urgente, no genera resultados inmediatos y en el mejor de los casos genera un intangible casi imposible de vincular directamente con la rentabilidad del negocio. Por eso es de interés de pocos y avanza lento, pero avanza por la persistencia de un temático. Mis padres siempre nos dejaron claro que la única herencia que íbamos a recibir de ellos sería la educación y creo que cumplieron: entre las cosas que yo heredé, especialmente de mi madre es la tendencia a ver las cosas en blanco y negro, que a veces me lleva a ser muy drástico, pero que por otro lado me ayuda a procurar ser correcto en lo que hago, a ser honorable, a cumplir mi palabra. Ojalá yo pueda transmitir a mis hijos esos valores. 
Los niños y los jóvenes (y por qué no, también nosotros los adultos) tenemos la necesidad de encontrar personas a quienes admirar. A quienes les encanta el fútbol y sueñan con ser futbolistas admiran a Messi, Ronaldo, Pelé, Maradona, Guardiola, Simeone, Zidane, etc. Quienes luchan por la paz mundial admiran a Mandela, a Gandhi, a la madre Teresa de Calcuta; los que sueñan con ser artistas admiran a Maná, Taylor Swift, Al Pacino, Julia Roberts, etc. Y todos admiramos a personas que no son famosas pero que han marcado nuestras vidas: nuestros padres, un amigo que nos enseño con su ejemplo, algún profesor que nos dio guía y consejo, nuestros jefes, mentores y colegas de trabajo, en fin. Y aprendemos de ellos y los imitamos. Y si nuestro jugador favorito tiende fingir faltas en la cancha, nosotros probablemente también lo haremos. 
Actualmente, exceptuando al MAS, los tres candidatos más populares Luis Fernando Camacho, Jeanine Áñez y Carlos Mesa, aseguraron que no se postularían para presidente (en el caso de Carlos Mesa, lo hizo en la elección de octubre) y al poco tiempo renegaron de su palabra. Descartando una victoria del MAS, el próximo presidente será alguien que mintió sobre su postulación. Especialmente lamentable es el caso de Áñez, quien, siendo ya presidenta promete no postularse y luego se lanza de candidata liderando un gobierno de transición que no ha llegado ahí por voto popular y en unas circunstancias muy especiales por las que está viviendo el país. La misma Áñez afirmó hace poco: "estar aprovechándome de una situación y decir 'ay, yo también podría ser candidato, me aprovecharé de eso'. Creo que sería deshonesto (...) Quiero irme con la frente en alto". Sus palabras textuales son una confesión de que ella considera que su candidatura significa aprovecharse de la situación y que ella es deshonesta. 
Hoy hay miles de jóvenes en Bolivia que empiezan a prestar atención a la política, hay cientos de jóvenes profesionales tal vez con apenas 25 años que empiezan sus carreras como asistente de algún diputado, como asesor en algún ministerio y que buscan a quien admirar y a quien imitar. Sus referencias de los últimos años son Evo Morales, Jeanine Áñez, Percy Fernández, Rubén Costas, Luis Revilla, Carlos Mesa, por citar algunos. Yo me imagino que esos jóvenes que hoy miran hacia esos políticos no ven ningún valor en actuar honorablemente, no deben ver ningún problema en faltar premeditadamente a la palabra empeñada, si todos lo hacen y no les va mal, manteniendo sus alcaldías, sus gobernaciones, sus cuotas de poder y su popularidad. Esos jóvenes que hoy observan el deshonorable ejemplo de sus mayores serán los futuros líderes del país. El ejemplo que están recibiendo es nefasto: la palabra no vale nada, no hay ninguna consecuencia negativa por mentir, todos lo hacen, es lo normal, así es la política, no hay nada de qué sorprenderse, no se vive del honor, el honor no sirve para nada. Muchas veces en mis escritos y en mis discusiones con amigos he tratado de no adoptar esa actitud cínica de que “así es la política”. En algún momento de mi carrera acompañé de cerca la política y pude ver lo cruel e injusta que puede ser la prensa y la opinión pública con los políticos. Por eso he tratado de ser mesurado y he tratado de entender las circunstancias de alguien antes de criticarlo. Hoy siento una desazón, una desesperanza y las ganas de decir que todos son una mierda. Es difícil en estas circunstancias no adoptar la visión cínica de que los políticos sólo velan por sus intereses y les importa un carajo si vuelve el MAS o el país se va al tacho con tal de mantener sus cuotas de poder. Y me pregunto, ¿en política, vale algo el honor?
Santa Cruz de la Sierra, 25/01/20
http://javierpaz01.blogspot.com/

No hay Cincinatos en Bolivia

Javier Paz García
Lucio Quincio Cincinato fue un patricio de la República Romana a quien el Senado nombró dictador para dirigir al Ejército Romano contra una invasión. Una vez logró la victoria rechazó todos los honores, renunció a su cargo de dictador y volvió a su granja a trabajar la tierra. Cincinato representa la persona que cumple la función pública por obligación moral y la cumple con honor, con rectitud, con valentía y sin afán de acumular riqueza, fama o poder. 
No puedo hablar por todos, pero creo que la mayoría de los bolivianos que veíamos con miedo el totalitarismo y los abusos del MAS, llegábamos con esperanza a cada proceso eleccionario: con la esperanza de la unidad de una oposición que podía tener muchas discrepancias ideológicas pero que compartía la vocación democrática, que el MAS amenazaba de muerte. Y todos hablaban de la unidad, incluido los políticos… hasta que llegaban las elecciones y aparecían los candidatos como pipocas. Así fue el 2009 y así fue el 2014. El 21F mostró que el MAS empezaba a debilitarse y que con un frente único se le podía ganar y con ello nuestras esperanzas aumentaron. Los principales actores de esta tragicomedia se ocuparon de tirarlas por los suelos. El primero de ellos fue Carlos Mesa, quien al día siguiente del descalabro de La Haya, donde él jugó su parte siendo funcionario del MAS, lanzó su candidatura sin buscar la unidad. Pateó el tablero porque en política como en boxeo muchas veces el que da el primer golpe, gana. Carlos Mesa no es un Cincinato. Óscar Ortiz, persona a quien conozco y respeto, lideró la opción que se perfilaba en tercer lugar. Cuando era evidente que su candidatura perdía fuerza por la efectiva campaña del voto útil de Mesa, pudo haber renunciado, aunque sea una semana antes y pasar a la historia como un político diferente, como alguien que verdaderamente anteponía los intereses de la nación a los suyos, pero decidió no hacerlo. Óscar tampoco es un Cincinato.
Luego de las elecciones comenzaron las protestas donde surgieron dos personas que con su liderazgo y valentía lograron algo que pensábamos imposible: unir al país, movilizar las protestas, acabar con la tiranía de Morales y recuperar la libertad y el Estado de derecho. Luis Fernando Camacho y Marco Pumari hicieron algo por lo que los bolivianos les debemos nuestro eterno agradecimiento. Luego, de manera individual entraron en la carrera presidencial sobre la cual habían afirmado que no tenían interés, tuvieron una serie de desencuentros y actitudes dudosas que pusieron una mancha en su credibilidad, y terminaron juntos luego de hacerse un innecesario daño mutuo. Ni Camacho ni Pumari son unos Cincinatos, pero probablemente votaré por ellos, me siento en deuda con ellos. 
Hoy siguen apareciendo las candidaturas, ahí está Tuto con su carta que dice que respeta lo que hicieron Camacho y Pumari pero que concluye que él quiere ser presidente, con la consecuente dispersión del voto. Tuto tampoco es un Cincinato. Pero confieso que lo que más me duele es la candidatura de Jeanine Áñez, una persona sobre quien seguía creciendo mi admiración, que hasta ahora lo había hecho todo bien, y quien acertadamente había dicho, de forma categórica que no se postularía. ¡Y debió cumplir su palabra! Porque ella llegó a ese cargo en circunstancias extraordinarias con la obligación de administrar un periodo de transición y pacificación; porque hacer campaña inevitablemente la distrae de sus labores y obligaciones como presidenta; porque desde ahora, los actos de Estado, la publicidad estatal, las conferencias de prensa y todo lo que hagan su gobierno, sus ministros y ella como presidenta es propaganda para la candidata, siguiendo el ejemplo de Evo Morales, bajo el amparo de la constitución que Evo Morales hizo aprobar espuriamente; porque es un factor más de dispersión del voto cuando el MAS todavía debe tener entre el 25 al 30% de voto duro con opción a subir; porque el haber cumplido su palabra y haber administrado el Estado y las siguientes elecciones desde una posición de imparcialidad y el haber entregado el poder a otra persona le hubiera dado un prestigio y una valoración ante los ciudadanos que la hubiera colocado a un nivel de heroína y posiblemente la mejor posicionada para las siguientes elecciones. Pero como dicen los que saben, en política las oportunidades no se desaprovechan, y el poder hay que agarrarlo cuando se puede. Jeanine pudo elevarse al nivel de Cincinato y pasar a la historia; prefirió ser una política más. Pero bueno, nadie vive de la historia, del prestigio, del honor, en cambio el poder sí ayuda a vivir mejor. 
Quien lideró la lucha por la independencia de los Estados Unidos fue el General George Washington. Era un héroe indiscutible y fue elegido como el primer presidente de esa joven nación nacida bajo los sueños de libertad. Luego de su primer periodo pudo haber continuado, no había ningún impedimento legal para ello y también había gente que le pedía seguir; prefirió renunciar al poder y dejar su lugar para otros. Con su ejemplo dejó un inconmensurable legado y puso en marcha una democracia que nunca ha sido interrumpida por un golpe de Estado ni ha tenido pugnas sangrientas para conquistar el poder. La ciudad de Cincinnati se fundó como un homenaje a Washington y a hombres como él que lucharon desinteresadamente. La grandeza de Estados Unidos se debe a líderes como Washington. Lamentablemente en Bolivia no tenemos Cincinatos.
Santa Cruz de la Sierra, 25/01/20
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domingo, 19 de enero de 2020

¿Hemos tenido una revolución moral?

Javier Paz García
La revolución de las pititas logró sacar a Evo Morales del poder. ¿Fue esta una revolución moral? Por revolución moral me refiero a un cambio hacia un país con menos corrupción, donde la población eleve sus estándares con relación a la honestidad y la ética que deben de tener los políticos por los que votamos. Me inclino a pensar que no. Note el lector que no hablo de políticos más honestos, porque estos no aparecen de la nada, recalco que la clave para tener políticos más honestos, es que la población eleve sus estándares y deje de votar por quienes muestran signos de deshonestidad. No veo que eso pase. Creo que la tolerancia de la población a la corrupción sigue siendo alta. Y si no hemos tenido una revolución moral, ¿entonces qué hemos ganado? Hemos ganado libertad, y eso es mucho. 
El periodista Carlos Valverde en algún momento indicó que a él no le parecía reemplazar un poder políticopor un poder económico. Su argumento es falaz. Con la caída del gobierno de Evo Morales hemos pasado de una dictadura a una democracia. Al decir que al pasar de un poder político a un poder económico estamos cayendo en lo mismo, Valverde comete la falacia de equiparar el significado de la palabra podercon dictadura. Esto no es correcto, incluso el gobierno más débil o más democrático ostenta cierto poder político y económico. Es absurdo suponer que estamos pasando de una dictadura política a una dictadura económica como Valverde parece inferir. En el peor de los casos podríamos pasar de una dictadura corrupta a una democracia corrupta. Este sería el peor de los casos, e incluso bajo este escenario, lo que hemos ganado (democracia y libertad) es inmenso. 
Ahora, su preocupación con la corrupción es válida y debería ser una preocupación de todos. He planteado que el peor escenario es que pasemos de una dictadura corrupta a una democracia igualmente corrupta y aunque esto es una mejora, no deberíamos conformarnos con ello, deberíamos aspirar a una democracia con transparencia y honestidad. De cierta manera la corrupción va a disminuir, porque el gobierno de Evo, con la concentración de poder que logró y con la firme creencia de que iban a gobernar por siempre había abandonado hasta la apariencia de honestidad. Había total impunidad y ni se inmutaban. Podían meter preso a quien quieran, violarle sus derechos fundamentales, tirar por el suelo el debido proceso y no pasaba nada. Es tan importante el ejemplo del líder que incluso los opositores imitaban el actuar del MAS: la alcaldía cruceña es un ejemplo de la prepotencia y el latrocinio que la impunidad del régimen les brindaba y el alcalde de Cotoca, siguiendo el ejemplo de un Ministro de Evo, fue presidente de un club de fútbol, al mismo tiempo que fungía como alcalde. Ni el alcalde de Santa Cruz de la Sierra, ni el de Cotoca son del MAS, pero no actuaron mejor que los masistas. Y algo que todos, oficialistas y opositores en todo el país han imitado es la costumbre de poner su foto en cada obra, en cada esquina y gastar millonadas en radio y televisión, también siguiendo el ejemplo del jefazo.
El mismo hecho de recuperar la democracia, de tener gobernantes que se saben temporales y sujetos a juicios por los siguientes gobernantes disminuye de por sí la corrupción, la impunidad y los actos de injusticia y abuso de poder. Es decir, de ninguna manera vamos a tener un gobierno tan corrupto como lo fue el de Evo Morales. ¿Esta reducción de la corrupción, propia de pasar de una dictadura a una democracia califica como una revolución moral? Creo que no. La policía seguirá viviendo de coimas, como lo hacía antes de que llegue Evo, los jueces, fiscales, funcionarios de aduana, seguirán pidiendo coimas, como lo hacían antes de que llegue Evo, no desaparecerán los ítems fantasmas, aunque tal vez los drones bajen de precio. 
El lenguaje tiene muchas aristas y una de ellas nos permite aseverar que sí tuvimos una revolución moral. Hasta ahora he hablado de moral en el sentido de ética y honestidad, pero la palabra moral, también se la puede usar en el sentido de estado de ánimo, de motivación. En esta segunda aceptación, haber salido de la dictadura nos ha dejado más que felices, exuberantes, además nos ha devuelto un sentido de empoderamiento de la ciudadanía que habíamos perdido. La revolución de las pititas también nos deja esperanza. La esperanza de un mejor país, la esperanza de que tal vez esto sí sea el inicio de una revolución moral y que los gobernantes que tengamos en el futuro sean mejores, no que Evo, que eso es fácil, sino mejores que los que estuvieron antes que él. 
Santa Cruz de la Sierra, 19/01/20
http://javierpaz01.blogspot.com/