martes, 30 de junio de 2015

La demagogia de la seguridad alimentaria

Javier Paz García
Hong Kong produce alrededor del 20% del alimento que consume y sorprendentemente nadie muere de hambre en ese país; Bélgica no tiene plantas de cacao y es uno de los grandes productores de chocolate; Bolivia no produce ningún automóvil y por arte de magia las calles están abarrotadas de vehículos.
Y es que si tomamos en serio el argumento de la seguridad alimentaria, los hongkoneses deberían estar sufriendo hambrunas, los belgas deberían estar preocupados por desarrollar cacao boreal y los bolivianos deberíamos estar andando en carretón. Sin embargo esto no ocurre.
No cuesta explicarle a un periodista que para él es más rentable dedicarse tiempo completo a buscar noticias, recibir un salario y luego comprarse zapatos, ropa y comida que tratar de fabricar por sí mismo sus zapatos, su ropa, sembrar y cosechar su comida. Esto se debe a que las personas nos especializamos; es decir, nos hacemos expertos en ciertas áreas muy limitadas del conocimiento, la técnica y la ciencia y somos bastante ignorantes del resto. Por ejemplo un zapatero, gracias a su experiencia puede fabricar zapatos mucho más rápido que una persona que no se dedica a esa actividad y un panadero que lleva años haciendo panes puede hacerlos más eficientemente que alguien que se dedica a ello esporádicamente. Entonces es posible que el zapatero sepa cómo hacer panes y que el panadero sepa como fabricar un zapato, pero debido a que cada uno es más eficiente en su área, es mejor que el zapatero le haga los zapatos al panadero y el panadero le pague esos zapatos vendiéndole panes. La especialización y el comercio entre el zapatero y el panadero permite que ambos disfruten de más panes y más zapatos de los que podrían tener si cada uno tuviera que producir ambos bienes.
Lo mismo sucede entre regiones. Estoy seguro que en algún lugar de Santa Cruz es posible producir quinua, sin embargo, Santa Cruz no produce quinua, porque tal vez es más eficiente producirla en climas templados y eso no impide que los mercados cruceños estén abastecidos de quinua. Y lo mismo sucede entre países. Es posible que Bolivia pueda producir trigo, pero tal vez es más eficiente utilizar la tierra para sembrar soya y comprar el trigo del exterior. Y la falta de trigo, mientras haya libre comercio, de ninguna manera pone en riesgo la producción de panes. El argumento de la seguridad alimentaria lo defienden quienes tienen intereses políticos y económicos o quienes son ignorantes de economía.  
Santa Cruz de la Sierra, 21/06/15
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sábado, 27 de junio de 2015

Evo y la libre migración

Javier Paz García
Evo Morales ha planteado la libre migración de los ciudadanos del mundo. La iniciativa me parece encomiable; sin embargo hay razones para dudar de la sinceridad de Morales. En primer lugar hay que destacar que la libre migración, aunque no exclusivamente, es un postulado propio del liberalismo y Morales es un declarado enemigo de esta filosofía política. Y es que el socialismo significa control y dependencia de los ciudadanos por parte del Estado. Todo Estado socialista es por definición burocrático, policiaco, liberticida porque el objetivo del socialismo es el control de los medios de producción y su distribución de acuerdo a los designios de la élite política. El liberalismo es lo contrario: la mayor libertad para la gente conviviendo en un Estado cuya función principal es garantizar ciertos derechos civiles y políticos.
En segundo lugar quiero notar que la postura de la libre migración es análoga a la del libre comercio, la cual es un anatema de Morales. Las consecuencias económicas de ambas políticas son similares en el sentido en que ambas generan mayor desarrollo económico y mejores condiciones de vida en lo agregado.
En tercer lugar hay que notar que los mayores oponentes a la libre migración son las personas o países que Evo Morales admira y toma como ejemplo. Fidel Castro, ídolo de Morales, tenía prohibida la salida al exterior de sus ciudadanos; La Unión Soviética, China y los países comunistas en general construyeron grandes aparatos represivos para limitar la movilidad de sus habitantes incluso dentro de sus mismos países y por último, y no porque no hayan más ejemplos, rememoro el muro de Berlín, ese monumento a la ignominia socialista. Basta notar que Morales es un admirador y defensor de Castro, Gadafi, Ahmedinejad o Bashar al Asad para evidenciar la hipocresía de su postura.
En cuarto lugar Bolivia no es ningún ejemplo en cuanto a buen trato a los migrantes, ni siquiera cuando hay situaciones humanitarias de por medio. Para ejemplo rememoro la llegada y expulsión de Bolivia (nada menos que por ilegales) de 6 africanos el 2011 huyendo de las guerras civiles en sus países. Todo sentido de humanidad indicaba que estas personas debieron ser acogidas por el Estado boliviano: africanos huyendo de países en permanente guerra civil, pobres, con un idioma ajeno al nuestro, en busca de una tierra de paz y esperanza. En Bolivia no encontraron más que rechazo. Esto es uno, de numerosísimos casos, donde no hay congruencia entre lo que Morales dice y lo que en realidad hace.
Santa Cruz de la Sierra, 14/06/15

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domingo, 21 de junio de 2015

La tesis de La Fatal Ignorancia

Javier Paz García
El libro La Fatal Ignorancia de Axel Kaiser tiene una tesis sencilla: Las ideas importan y la estructura política y económica de una sociedad depende la las ideas predominantes en dicha sociedad. El concepto no es novedoso; ya lo postuló Antonio Gramci, John Maynard Keynes y F.A. Hayek por citar algunos. Por ejemplo Keynes afirmó que “las ideas de los economistas y filósofos políticos, tanto si son correctas como si son erróneas, son más poderosas de lo que comúnmente se cree. De hecho, el mundo no se maneja por mucho más que eso. Hombres prácticos que creen estar exentos de cualquier influencia intelectual, son generalmente esclavos de algún difunto economista”.  
Kaiser aplica esta tesis a la situación de Chile y muestra cómo las ideas que permitieron el milagro económico chileno han sido reemplazadas paulatinamente por otras que frenan el desarrollo, limitan la libertad y generan mayor pobreza. Kaiser atribuye esta tendencia al trabajo arduo y constante de los impulsores del colectivismo y el estatismo en el ámbito de las ideas, publicando libros y panfletos, dominando las universidades, creando centros de pensamiento, permeando la cultura y de esta manera haciendo que sus ideas pasen a formar parte de los valores de la sociedad. Y por supuesto a la dejadez de quienes, beneficiándose de las ideas de la libertad, han creado empresas exitosas, han generado trabajo, han ganado dinero y no han hecho nada para defender y difundir tales ideas; a quienes, pensando que las ideas no importan y que con hacer plata es suficiente, han abandonado el ámbito de la cultura y lo han dejado en manos de los enemigos de la libertad. Esta es, según Kaiser, la fatal ignorancia.
A causa del retroceso de las ideas de la libertad, Chile está de cierta manera desandando un camino exitoso y está aplicando políticas que han fracaso en países vecinos y en el mismo Chile de otras épocas. El libro es un llamado para retomar el debate y para que quienes creen en las ideas de la libertad, especialmente los empresarios exitosos, financien la creación de think tanks y empiecen a hacer desde la otra vereda, lo que ONGs y entidades de tendencia socialista han venido haciendo por décadas.
Creo que el diagnóstico de Kaiser, aunque aplicado a Chile, no varía mucho para países como Bolivia, Venezuela, Argentina o Ecuador, aunque en estos casos la situación es más desoladora.
Santa Cruz de la Sierra, 07/06/15

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sábado, 6 de junio de 2015

Sobre el pobre regionalismo cruceño

Javier Paz García
Jorge Luis Borges escribió que “Las ilusiones del patriotismo no tienen término. En el primer siglo de nuestra era, Plutarco se burló de quienes declaran que la luna de Atenas es mejor que la luna de Corinto; Milton en el siglo XVII notó que Dios tenía la costumbre de rebelarse primero a Sus ingleses”.
Por supuesto, no existe país libre de las ilusiones del patriotismo. Por ejemplo un colombiano me dijo que su país era único por tener montañas, valles y llanos; yo inmediatamente recordé que en Bolivia decimos lo mismo sin reparar en que países tan vastos como Rusia o India, por su solo tamaño deben ser más diversos. Y donde uno vaya, encontrará alguien pregonando la singularidad, la exquisitez o la superioridad de su terruño, su cultura, su raza, sus montañas, sus llanuras, su comida e incluso de sus sus cielos y sus lunas.
El nacionalismo cruceño (que llamamos regionalismo) no es muy diferente al resto de los nacionalismos en lo de pregonar el orgullo por lo local, por más feo que sea (hay por ejemplo quienes afirman que en nuestra ciudad hay edificios históricos de tanta belleza que valen la pena preservarse). Una poco original particularidad de nuestro regionalismo consiste en pregonar cierto rechazo hacia la cultura de la Bolivia occidental. Y digo que esto tampoco tiene nada de particular porque sucede lo mismo entre cachachos y costeños en Colombia, quiteños y guayaquileños en Ecuador, rednecks y yanquis en Estados Unidos, norteños y sureños en Italia, por citar algunos casos.
Este rechazo hacia lo occidental, en general no pasa de ser simbólico, porque en Santa Cruz buena parte de la población es de origen occidental y está integrada a la sociedad. Difícilmente un cruceño no tiene un buen amigo o un querido pariente colla. Por ello afirmo que el regionalismo cruceño es pobre. Y siendo yo de la opinión de que los nacionalismos y regionalismos en general son dañinos, me alegro de la pobreza del nuestro.
No sucede lo mismo con el regionalismo paceño. Un regionalismo que pregona los intereses nacionales pero organiza un cabildo con el mezquino y antidemocrático propósito de anunciar que el tema de la capitalidad solo les compete a ellos y no así todos los bolivianos; que ha convertido la discriminación y el agravio a lo oriental en una política de Estado: creando la parafernalia del caso terrorismo, cercando la ciudad en 2008, dando la presidencia del Senado a quien había degollado perros para amenazar a los cruceños, mandando hordas ucureñas a matar jóvenes en 1958, castigando el reclamo de cruceños que pedían integración mediante vías férreas en 1904. ¡Ese sí es un regionalismo de verdad!
Santa Cruz de la Sierra, 31/05/15
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martes, 2 de junio de 2015

A quienes no pierden su inocencia

Javier Paz García
Ver crecer a los hijos tiene un sabor agridulce… Por un lado, es maravilloso seguir su proceso de aprendizaje, disfrutar de sus primeras sonrisas, sus primeras vueltas en la cama, la transición desde arrastrarse a gatear, hasta caminar, desde sus llantos y balbuceos hasta sus primeras palabras. La inocencia de los niños, de alguna manera inexplicable, saca lo mejor en nosotros y nos convierte, aunque sea momentáneamente, en mejores personas. Tristemente ellos, al igual que nosotros, con el tiempo irán perdiendo esa mágica inocencia. Por ello su crecimiento nos trae el sentimiento amargo de que algún día van a exigir su independencia, incluso convertirán a sus padres en objeto de su rechazo e ineludiblemente nos abandonarán para seguir sus propios caminos.
Hace poco participé como voluntario en una campaña de concienciación sobre el síndrome de Down y tuve la oportunidad de conocer a 3 jóvenes con el síndrome. Ellos, como cualquier persona, tienen sus preferencias y singularidades: a uno le gustaba cocinar y hacer panes, otro era (como yo) amante de las hamacas y un tercero era un devoto católico. Cada uno tenía sus propios gustos musicales, sus programas de televisión favoritos, sus actividades cotidianas. Sin embargo tenían en común el amor que daban y recibían de sus familias: eran personas muy cariñosas con sus padres y hermanos, cariño que era recíproco. Una de las mamás me dijo por ejemplo que cuando alguien de la familia llegaba a la casa, lo primero que hacía era preguntar por David (así se llama el joven), y que de cierta manera la vida familiar giraba en torno a él. Estos jóvenes tenían también en común cierta inocencia, propia de un niño, que por un lado irradia felicidad a quienes los rodean y nos convierten en personas más pacientes, más tolerantes, más sabias.
Santa Cruz de la Sierra, 23/05/15
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