miércoles, 18 de octubre de 2006

Democracia y legitimidad

Javier Paz García

Democracia es aquella forma de gobierno donde el pueblo elige a sus representantes por votación, y donde el ciudadano es libre y tiene la opción de participar del proceso político tanto activamente (como candidato, haciendo proselitismo, prensa, dando su opinión, etc.) o pasivamente simplemente emitiendo su voto. Es un elemento indispensable en toda democracia la libertad del ciudadano. Un mecanismo también indispensable para mantener la democracia y asegurar las libertades civiles es la denominada división de poderes del Estado. Toda democracia moderna está dividida en tres poderes independientes e interdependientes: el poder legislativo, encargado de crear las leyes de la nación; el poder ejecutivo, encargado de ejecutar y hacer respetar las leyes de la nación; y el poder judicial, encargado de interpretar las leyes de la nación. Cada uno de estos poderes tiene funciones específicas dadas por la Constitución y ninguno de ellos puede, en democracia, usurpar las facultades de otro poder. Este sabio sistema está hecho precisamente para evitar la ascensión de déspotas que pretendan acumular todo el poder y eventualmente coartar la libertad de los ciudadanos de la nación. Sin embargo este sistema de chequeos y balances no es infalible, y a veces uno de los poderes (casi siempre el ejecutivo) elimina a los otros poderes o los subordina a su absoluto control. El momento que esto ocurre, la democracia desaparece, quienes tienen el poder dejan de representar al pueblo y pierden toda legitimidad. Incluso si un presidente fue elegido democráticamente, si este vulnera la democracia y a sus instituciones, éste pierde su legitimidad y el pueblo tiene el derecho de deponerlo. La lógica es sencilla: La legitimidad de un gobierno democrático radica en su elección por voto popular, la división de poderes, y el respeto a las leyes del Estado. Si se violan estos preceptos, la democracia deja de existir, y el gobierno deja de ser legítimo. Ante un gobierno ilegítimo el pueblo puede y debe sublevarse para reponer la democracia y la libertad.
Evo Morales ha violado la institucionalidad de las Fuerzas Armadas, menguado al poder judicial, extorsionado al poder legislativo, es presidente de la república, líder de los cocaleros, jefe nacional del MAS, presidente de facto de la Asamblea Constituyente, y líder de grupos casi paramilitares. ¡Cuánto más poder quiere este señor!
Tal vez este gobierno me llame traidor por escribir silogismos y publicar pasquines. Si tal es el caso, le agradezco el honor de incluirme entre traidores tan ilustres como lo fueron Pedro Domingo Murillo y la generación de 1809, Samuel Adams y Thomas Jefferson, Simón Bolívar y Antonio José de Sucre todos mártires o próceres de la libertad y la justicia.
Fayetteville, 14/08/06.
El Deber, 26/08/06.

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