domingo, 15 de octubre de 2017

Las virtudes de la lengua

Javier Paz García
Una de las mayores diferencias entre el ser humano y el resto de los animales es su capacidad de comunicación. La forma de comunicación más avanzada en el reino animal palidece en comparación al dialecto humano más rústico que podamos encontrar. Y así como existe esta diferencia entre animales y personas, el buen uso del lenguaje permite distinguir a una persona culta e inteligente de otra menos instruida.
El lenguaje es el instrumento mediante el cual adquirimos, transmitimos y almacenamos conocimiento. Por ello el buen uso de este instrumento es elemental para preservar la calidad y la exactitud de lo que queremos transmitir. Los matemáticos saben esto muy bien porque han sido entrenados en un lenguaje donde todo debe ser riguroso y preciso. En los lenguajes artificiales como los utilizados en software, un código erróneo, un punto menos o un punto más, puede inutilizar todo el programa. Los lenguajes naturales (castellano, inglés, chino, etc.) afortunadamente tienen una gran flexibilidad y podemos referirnos a la misma cosa de diferentes maneras utilizando artilugios como sinónimos, analogías, pleonasmos, sinécdoques, metáforas. Esta flexibilidad permite hacer del lenguaje no solo una forma de comunicación, sino también de belleza. ¿Qué es la literatura y más aun la poesía, sino la búsqueda de la belleza en las palabras? La flexibilidad del lenguaje natural también nos permite ser imprecisos y aun así comunicarnos razonablemente: verbigracia un comerciante podría escribir “aqui ay cervesa frio” y los receptores van a entender el mensaje a pesar de que todas las palabras están mal escritas y la sintaxis es incorrecta. Nos permite ser redundantes y verbosos, y decir en diez palabras lo que perfectamente se hubiera podido decir con tres. Nos permite manejar un vocabulario limitado, pobre y aun así darnos a entender.
Si el lenguaje es la forma de transmitir conocimiento, entonces un manejo diestro del mismo debería ser una preocupación de toda persona, pero más aun de quienes tienen como trabajo la transmisión de conocimiento e información. Esto abarca prácticamente a todos los profesionales, periodistas y más aun profesores (¡ay! podría contar anécdotas de profesores universitarios que discrepan con mi punto de vista en la teoría y en la práctica). Lamentablemente abusamos de las virtudes de la lengua, para hablar mal y escribir peor, degradamos el lenguaje y la calidad de la información que transmitimos.
Santa Cruz de la Sierra, 01/10/17

http://javierpaz01.blogspot.com/

domingo, 8 de octubre de 2017

El vicio contemporáneo

Javier Paz García
Hace unos días escuché en la radio el testimonio de un residente de la Florida quien declaraba que luego del paso del huracán Irma no había wifi, no había baños, ni comida. Me pareció curioso que en una situación de desastre, lo primero que puso en la lista de faltantes fue el internet inalámbrico, por encima de la necesidad de defecar y alimentarse.
Considero que el internet y las redes sociales, son el vicio contemporáneo. El Whatsapp es una herramienta fabulosa para estar conectado con parientes, amigos, clientes y colegas de trabajo, pero es una tentación constante a mirar el celular cada minuto, a leer cada mensaje, a responder incesantemente y a toda hora. Por ello es una fuente potencial de pérdida de tiempo, productividad e interacción social. ¿Cuántas veces chateamos nimiedades en vez de jugar con nuestros hijos en vivo y en directo? ¿Cuántas veces miramos el celular en el trabajo para leer cosas que no son ni urgentes ni importantes? ¿A cuentas reuniones sociales uno asiste, donde un grupo de amigos se sientan alrededor de una mesa, y todos terminan mirando sus propios teléfonos? Los celulares permean los almuerzos familiares, los momentos de intimidad, los ratos de juego con los hijos, las horas de trabajo, las reuniones sociales, restando calidad a esos momentos.
Los avances en las comunicaciones son fenomenales y nos permiten ahorrar mucho tiempo, pero si no tenemos autocontrol también nos llevan a desperdiciarlo. Tener autocontrol no es tarea fácil para los adultos, y es casi imposible para los niños. Lamentablemente los padres a menudo preferimos tener a un niño clavado en una pantalla, a tenerlo dañineando y molestándonos y tenemos niños que pasan horas de horas en la inactividad física y una estimulación sensorial que, según los psicólogos, no es beneficiosa para sus cerebros.
Los celulares y las redes sociales han conquistado el mundo, como ninguna droga lo ha hecho. Todos, grandes y pequeños, hombre y mujeres, estamos felizmente enviciados y dependientes de estos aparatos que son más importantes que la propia familia.
Santa Cruz de la Sierra, 17/09/17

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