martes, 30 de septiembre de 2014

El atractivo keynesiano

Javier Paz García
¿Cómo es posible que una doctrina económica que fomenta la irresponsabilidad y exacerba las crisis económicas sea tan popular? ¿Cómo es posible que una teoría con serias fallas lógicas y débiles o nulos fundamentos microeconómicos sea parte de la ortodoxia académica? Creo que la respuesta yace en la promesa keynesiana de hacer alquimia con la economía. Ante una crisis económica, un economista de las escuelas clásica, neoclásica, institucionalista y más aun austriaca, recomendará prudencia, reducción del gasto y reformas estructurales para hacer la inversión atractiva. Además le dirá que la crisis es consecuencia de malas inversiones que deben liquidarse para dar paso a una recuperación y que el legislador poco o nada puede hacer para evitar ese proceso. En cambio un keynesiano dirá que sí se puede evitar la crisis y salvar la economía con dos recetas simples: generar inflación y gastar, gastar y gastar, no importa si es para construir pirámides o cavar pozos para luego taparlos, como lo dijo el mismo John Maynard Keynes.
El keynesianismo es atractivo para el economista profesional porque le da poder. Lo convierte en un superhombre capaz de salvar a una economía en crisis. Lo transforma en una persona útil y propositiva, al menos con respecto a sus colegas clásicos que advierten que no hay recetas mágicas ni inmediatas para catapultar una economía. La promesa keynesiana es atractiva para la profesión económica, porque justifica la necesidad del Estado de contratar más economistas.
El keynesianismo es atractivo para el político que encuentra en esta teoría un respaldo “científico” para gastar y tirar la casa por la ventana y encima tener el alivio moral de que su irresponsabilidad es lo mejor para la economía. El hecho de que esta política sea perniciosa e insostenible en el largo plazo (como los mismos keynesianos reconocen) le importa poco, porque probablemente será otro a quien le toque lidiar con el problema y porque, como también dijo Keynes, “a la larga todos estamos muertos”.
El keynesianismo es atractivo para la población que, a pesar de sus problemas, siente un alivio, aunque sea psicológico, de creer que sus gobernantes, asesorados por expertos economistas, están haciendo lo posible para mejorar su situación. Al igual que los saca-suertes, charlatanes y falsos profetas, el keynesianismo no cura nada pero genera esperanza y momentáneamente alivia los síntomas.
Santa Cruz de la Sierra, 23/09/14

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martes, 23 de septiembre de 2014

La receta keynesiana

Javier Paz García
La receta keynesiana para una crisis económica es imprimir más moneda y aumentar el gasto gubernamental. Sobre la primera parte de la receta, una pregunta que salta a la vista es ¿cómo puede una simple imprenta salvar o ahogar una economía? Si el dinero es simplemente un medio de intercambio, ¿acaso imprimir más papel hace que haya más carne para comer, más ropa para vestirse, más casas para habitar? La respuesta es no. Pero el aumento de la oferta monetaria provoca temporalmente un engaño en los habitantes que ven subir los precios (inflación) y creen que la situación económica es buena. Mientras dura el engaño, hay un aumento permanente y generalizado de precios y se genera una sobreproducción en sectores de la economía, que si no fuera por dicho engaño, no recibirían tanta inversión. Al comienzo del ciclo expansivo algunos logran buenas ganancias, pero tarde o temprano la gente empieza a notar que los aumentos de precios son ficticios, porque a pesar de que yo vendo mis productos más caro, también mis insumos son más caros y las ganancias empiezan a contraerse hasta convertirse en pérdidas. En ese momento el engaño de la inflación deja de funcionar y la crisis empeora. La otra parte de la receta es el gasto gubernamental. El gasto se puede financiar de 3 formas: 1) Impuestos. En este caso el efecto sobre la economía es neutro, porque el gobierno quita dinero a los ciudadanos para gastarlo. Es decir, los impuestos solo sirven para que el gobierno gaste lo que los ciudadanos hubieran gastado por su propia cuenta. 2) Deuda. El gobierno puede endeudarse para aumentar el gasto. Esto sí genera una bonanza de corto plazo pero a costa de futuras generaciones que deben pagar la deuda. 3) Inflación. La tercera forma de financiarse es imprimiendo dinero, lo cual roba a los ciudadanos de sus ahorros.
Es evidente, que tanto el imprimir dinero, como el aumentar el gasto gubernamental pueden evitar un crisis en el corto plazo, pero no por siempre. Estas medidas postergan por un tiempo la crisis a cambio de de hacerla más severa y traumática. La receta keynesiana es similar a la drogadicción. La droga causa un éxtasis que una vez pasa provoca una depresión. Para evitar la depresión el adicto vuelve a drogarse. El cuerpo crea resistencia y adicción, por lo que cada vez se necesita más droga para generar el mismo efecto de gratificación y dejarla provoca peores depresiones. El keynesianismo y la drogadicción son peligrosos y pueden matar al paciente.
Santa Cruz de la Sierra, 21/09/14

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martes, 16 de septiembre de 2014

Sobre vacas flacas y gordas

Javier Paz García
En su artículo Las vacas flacas (El Deber, 12/09/14) Reymi Ferreira califica de falso el argumento de que la buena situación económica del país se debe a los buenos precios de las materias primas y para sustentar su hipótesis indica que “el modelo económico implantado en 2006 tiene como pilar el desarrollo endógeno y su prioridad es la sociedad y la demanda interna.” Es decir Ferreira no explica nada.
Yo en cambio voy a dar algunos datos concretos. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas (INE) la producción bruta de gas en 1998 fue 189 mil millones de pies cúbicos, el 2005 fue de 518 y el 2012 fue de 660. Es decir en los 6 años anteriores al gobierno de Evo la producción se incrementó en un 174% mientras que luego de 6 años del gobierno de Evo, el incremento es de apenas de 27%. Por el lado de los precios en 1999 el precio del gas al Brasil fue de 1,07 dólares por mil pies cúbicos, el 2005 fue de 2,75 mientras que el 2012 estuvo en 9,67. La demostración de que el incremento en los ingresos del gas se debe al factor precio es netamente aritmética y no tiene nada que ver con ideologías o preferencias políticas.
Para otro ejemplo, la mina Huanuni pasó de tener 800 trabajadores el 2005 a 4400 en la actualidad, un incremento del 450%, mientras que su productividad bajó de 4,98 a 2,06 toneladas métricas finas por trabajador. Según el INE el estaño el 2005 tuvo un precio promedio de 3,37 dólares la libra fina, mientras que el 2011 fue de 11,98. Hoy el precio ronda los 9,60 dólares por libra fina y sin embargo Huanuni tiene problemas de rentabilidad y solvencia. Es entonces evidente que el modelo impuesto en Huanuni por Evo Morales hubiera fracasado estrepitosamente con 3,37 dólares por libra fina.
Ferreira también califica de majaderos a quienes afirman que el actual gobierno cosecha lo que otros sembraron. ¿Y es que acaso no fueron otros los que hicieron exploración y explotación, lograron los acuerdos con Brasil y construyeron el gaseoducto para exportar el gas con el que se compran satélites y aviones? ¿O es que Ferreira atribuye a Evo Morales lo que se hizo antes del 2006? Vale notar que la exploración y el descubrimiento de nuevos pozos prácticamente se ha estancado desde el 2006 hasta la fecha, así que no es injusto afirmar que Morales está cosechando lo que otros sembraron.
Reymi Ferreira, en vez de apelar al insulto o contarnos lo que le causa risa y rabia (algo que a pocos les puede interesar) debería usar argumentos y datos para explicar de donde sale la plata si no es por los altos precios de las materias primas.
Santa Cruz de la Sierra, 14/09/14

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sábado, 13 de septiembre de 2014

Sicología del marxismo

Javier Paz García
Una de las preguntas más intrigantes en las ciencias sociales y en la historia del hombre es ¿por qué son tan atractivas las ideologías colectivistas a pesar de su rotundo fracaso? ¿Cómo alguien con algún sentido de humanidad puede querer ser marxista luego de las experiencias de la Unión Soviética, China, Vietnam, Cuba? El filósofo Bertrand Russell en su Historia de la Filosofía Occidental (cap. IV) ofrece la siguiente explicación:
El patrón de la historia judía, pasado y futuro, tiene un poderoso atractivo para los oprimidos y desafortunados de todos los tiempos. San Agustín adaptó este patrón al cristianismo, Marx al socialismo. Para entender a Marx sicológicamente, uno debe usar el siguiente diccionario:
Yavé = Materialismo dialéctico
El Mesías = Marx
Los elegidos = El proletariado
La Iglesia = El partido comunista
La segunda venida = La revolución
Infierno = Castigo a los capitalistas
El milenio = La comunidad comunista
Los términos de la izquierda dan el contenido emotivo a los términos de la derecha, y es este contenido emotivo, familiar para quienes han tenido una crianza cristiana o judía, que hace la escatología de Marx creíble.
Tal vez el marxismo y el cristianismo comparten ciertas características místicas que apelan a los sentimientos y aspiraciones humanas y que dejan de lado a la razón. Por supuesto, hay una diferencia fundamental, la doctrina cristiana (o al menos la católica) reconoce la existencia de dogmas de fe; es decir, de postulados que son considerados ciertos de manera axiomática, por la pura fe, sin apelar a la razón. En cambio el marxismo se postulaba a sí mismo científico, es decir, como algo que no requiere de la fe, y cuyo conocimiento se puede adquirir a través de la razón y la experiencia; Marx consideraba sus teorías tan ciertas y verificables como la aritmética. Sin embargo sus teorías y predicciones fueron probándose falsas casi en su totalidad y si el marxismo dependiera del elemento racional y científico al cual Marx supuestamente apelaba, hoy nadie sería marxista. Hoy el marxismo se sustenta en dogmas de fe, y es por ello que tener una discusión racional con un marxista es tan improbable como tenerla con un fundamentalista de cualquier religión.
Santa Cruz de la Sierra, 07/09/14

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martes, 2 de septiembre de 2014

Significado de liberal

Javier Paz García
El significado original de la palabra liberal es dadivoso, generoso. En el Quijote se defina la liberalidad como “dar que el estremo huye de la prodigalidad” (Parte 2, cap. XX). Y Don Quijote dice: “y así os digo que el don que os he pedido, y de vuestra liberalidad me ha sido otorgado, es que mañana en aquel día me habéis de armar caballero” (Parte 1, cap. III) o un cautivo que narra como “Pasaba mi padre los términos de la liberalidad, y rayaba en los de ser pródigo” (Parte 1, cap. XXXIX) y el mismo Don Quijote afirma: “De mí sé decir que, después que soy caballero andante, soy valiente, comedido, liberal, bien criado, generoso, cortés, atrevido, blando, paciente, sufridor de trabajos, de prisiones, de encantos; y, aunque ha tan poco que me vi encerrado en una jaula, como loco, pienso, por el valor de mi brazo, favoreciéndome el cielo y no me siendo contraria la fortuna, en pocos días verme rey de algún reino, adónde pueda mostrar el agradecimiento y liberalidad que mi pecho encierra.” (Parte 1, cap L). He contado 51 apariciones de esta palabra en El Quijote.
En la Edad Media también se denominó artes y profesiones liberales a aquellas que requerían ciertos estudios y eran desempeñadas por hombres libres, por oposición a las labores mecánicas propias de los siervos.
Un significado más reciente de “liberal” es un comportamiento desinhibido y promiscuo. En esta forma puede tener una connotación peyorativa generalmente asociada a la mujer.
En el siglo XIX se denomino liberalismo a una corriente de pensamiento que defendía la libertad de las personas contra el poder y los abusos del Estado. A menudo erróneamente se interpreta el pensamiento liberal como solamente la defensa de la empresa privada o como una doctrina económica. Por ello es importante recalcar que el pensamiento liberal defiende la libertad de las personas basado en fundamentos filosóficos, políticos y también económicos.
En el mundo anglosajón y específicamente en los Estados Unidos, un “liberal” defiende el estatismo, el rentismo, el Estado de bienestar, los impuestos altos, es decir, lo contrario del significado anterior; es decir un liberal es lo que en el resto del mundo se denomina como socialista, socialdemócrata o progresista. Por ello en Estados Unidos para referirse a un seguidor del liberalismo se usan los términos liberal clásico (classical liberal) o libertario (libertarian).
Como hemos visto, dependiendo del contexto un liberal puede ser alguien dadivoso, un graduado universitario, un follador empedernido, un defensor de la libertad o un defensor del estatismo.
Santa Cruz de la Sierra, 31/08/14

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