sábado, 29 de marzo de 2014

Sobre el asilo de Sosa


Javier Paz García
¿Alguien supone que el ex fiscal Marcelo Sosa puede tener un juicio justo en Bolivia? ¿Alguien supone que cualquiera que incomode al poder ejecutivo puede tener un juicio justo en Bolivia? No soy abogado y ni experto en temas de asilo político, pero entiendo que el país que da el asilo tiene entre sus consideraciones la naturaleza de los delitos que se le imputan al solicitante y la solidez del sistema judicial en su país.
Personalmente no tengo dudas de que Marcelo Sosa abusó de su posición y extorsionó a muchas personas para enriquecerse, pero en un Estado de Derecho donde existe independencia de poderes y un sistema judicial relativamente transparente, la culpabilidad la determina un jurado en un juicio público. Ahora que Sosa ha caído en desgracia con el gobierno, ¿alguien cree que puede recibir un juicio justo? ¿O alguien cree que el juicio por terrorismo no tiene injerencia del poder ejecutivo? ¿O alguien duda que Leopoldo Fernández sigue encarcelado porque al presidente y su a entorno les da la gana, sin importar lo que diga la constitución y las leyes sobre el tiempo máximo de prisión sin sentencia?
Seguramente las personas en Brasil encargadas de evaluar el caso del ex fiscal Sosa, no solo evaluarán las acusaciones que existen en su contra, sino también la reputación del Estado boliviano en cuanto a violaciones de derechos humanos, su sistema judicial corrupto y politizado, la cantidad de personas que han pedido asilo desde el gobierno de Evo Morales y una serie de elementos para determinar si Sosa, puede o no tener un juicio justo e imparcial en su país de origen. Y como probablemente lleguen a la conclusión de que Sosa no tendría un juicio justo e imparcial en Bolivia, no es inverosímil suponer que reciba el asilo de la nación vecina.
Esto sería una prueba más (de las ya innumerables) de que la justicia boliviana tocó fondo y atraviesa su peor momento desde el restablecimiento de la democracia; una justicia que nunca en su historia se caracterizó por ser eficiente, independiente o imparcial, pero que nunca como hoy había estado tan sometida al poder político y tan corrompida.
Sin lugar a dudas me gustaría ver al señor Sosa detrás de una reja, pagando por sus delitos, pero más importante que ello, es reformar al sistema judicial, para que actué con verdadera independencia, busque la verdad y defienda la justicia por encima de todo. Mis esperanzas de que esto suceda, al menos con este gobierno, son nulas.
Santa Cruz de la Sierra, 23/03/14
http://javierpaz01.blogspot.com/

jueves, 27 de marzo de 2014

La mayor riqueza de los hombres


Javier Paz García
Existen centenares de revistas e informes sobre la riqueza y su distribución en el mundo. A menudo tales reportes vienen con gráficos en forma de pirámide mostrando en la punta a un pequeñísimo número de personas como dueños de las mayores riquezas, mientras en el fondo, se representa a la gran mayoría, en la pobreza.
Sin decir que tales estadísticas sean erróneas, considero oportuno acotar que tal concepto de riqueza es bastante limitado ya que no mide lo más valioso que tenemos. Si consideramos que la mayoría de las personas buscamos ser felices y que poco a nada nos da una felicidad más grande y más plena que dar y recibir amor, entonces fácilmente podemos notar la falacia de esos gráficos piramidales que clasifican la riqueza de acuerdo a quien tiene más bienes y dinero.
Sin lugar a dudas, la acumulación de bienes materiales es importantes, ya que nos da comodidad, pero de ninguna manera nos da felicidad. Prueba de ello es que los matrimonios que fracasan o las malas relaciones entre padres e hijos suceden tanto entre personas adineradas como en personas de escasos recursos. Y a menudo famosos y multimillonarios caen en terribles estados depresivos o abusos de drogas que los llevan hasta la muerte… y no falta quien piensa que “se deprimió teniendo tanto dinero” ¡como si el dinero fuera el remedio para la infelicidad!  Y es que los adinerados no son tan ricos como indican las estadísticas ni los pobres son tan pobres.
El valor de un almuerzo familiar no está determinado por el costo de los alimentos ingeridos, sino por la oportunidad de compartir con los seres queridos. Prefiero comer un simple guiso de fideos en una casa alegre que un filet mignon en un ambiente que exhala odio y resentimiento. Lo más valioso de un almuerzo es la compañía.
Y si amar y ser amado es lo que nos hace ricos, pues nuestra mayor riqueza seguramente está en el amor más incondicional y abnegado que existe, aquél que antepone todo (incluso a uno mismo) a un segundo plano: el amor de los padres por los hijos. Quien recibe el amor de sus hijos no puede sentirse pobre y quien tiene el privilegio de acariciar y besar a sus hijos no tiene por qué no sentirse rico ¡Hoy felicidades a los papás en su día! Y mañana (y siempre) sigamos disfrutando de nuestra mayor riqueza…  
Santa Cruz de la Sierra, 16/03/14
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domingo, 16 de marzo de 2014

Nuestra pobre cultura crítica


Javier Paz García
Según el Larousse la palabra “crítica” significa 1. Arte de juzgar una obra artística o literaria. 2. Cualquier juicio o conjunto de juicios críticos sobre una obra artística. 3. Conjunto de los que se dedican profesionalmente a emitir estos juicios. 4. Acción de criticar, censurar. 5. Murmuración. 6. En Filosofía. Parte de la lógica que estudia los criterios de verdad.
La crítica es por lo tanto algo maravilloso, es un elemento indispensable en el perfeccionamiento de los razonamientos lógicos y en la búsqueda de la verdad. Sin embargo en Bolivia la palabra crítica tiene un sentido peyorativo de censura, de reprobación. Criticar los planteamientos de alguien en este país es considerado como una afrenta a la persona y sirve para ganar su enemistad. Y para no ganar enemigos, la mejor “crítica” de una obra, ensayo o artículo de opinión que uno puede dar es decir que es excelente y que no hay nada que mejorarle. Pero la crítica, la buena crítica no tiene nada que ver con los odios o simpatías que uno sienta hacia otra persona, sino simplemente con la coherencia y verdad de los planteamientos. La crítica enriquece a quien la hace, a quien la recibe y al público que participa como oyente o lector. Pero para beneficiarse de la crítica la persona debe tener un espíritu crítico. Es decir, como enseña Karl Popper, debe entender que nuestras “verdades” deben estar continuamente sometidas al análisis y que mediante este proceso es posible que descubramos que tal vez no todas son verdades. En tal sentido el mayor crítico de uno debería ser uno mismo. Jorge Luis Borges decía que “toda persona que es sincera y meditativa no puede no cambiar; solo no cambian los políticos.” La meditación, la autocrítica y la crítica ajena nos obliga a cambiar, a veces de a poco, otras de forma radical. Solo el espíritu acrítico permanece inmutable como una piedra.
Tristemente la autocrítica no es una de nuestras virtudes nacionales, y por supuesto que tampoco somos buenos recibiendo la crítica ajena. Por ello, no sabemos debatir ideas, sino lanzar insultos; no sabemos desmenuzar argumentos, sino gritar más fuerte que el adversario circunstancial; somos incapaces de debatir respetuosa y encarnizadamente sobre algo en lo que estamos en desacuerdo y luego tomarnos un café como buenos amigos. Tenemos una pobrísima cultura crítica.
Santa Cruz de la Sierra, 02/03/14
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