domingo, 20 de agosto de 2023

Milei ya ganó

 Javier Paz García

Hace unos días conversando con dos amigos argentinos sobre Javier Milei, el economista que ganó las primarias argentinas con sus ideas liberales y me decían que simpatizaban con algunas de sus propuestas, pero no entendían por qué Milei no evitaba tocar ideas controversiales como la venta de órganos, que según ellos, le quitaría más votos de los que atraería. Lanzo la siguiente hipótesis basada en mi vivencia como promotor de las ideas liberales. El objetivo de un político es ganar elecciones y perpetuarse en el poder. Para ganar elecciones debe adoptar ideas que sean del agrado de la mayoría, mantenerse en el centro, evitar los extremos y eludir los temas controversiales. El político no es un creador de ideas, es un seguidor de las ideas vigentes en la sociedad y lo que dice está guiado por los resultados de encuestas y grupos focales. Por el contrario, los idealistas son aquellos que creen en una visión de lo que es mejor para la sociedad, y la promueven en un debate de ideas; no están en un concurso de popularidad como la mayoría de los políticos, sino en una cruzada evangelizadora, donde tratan de explicar y convencer a otros de un mejor camino. Los liberales en general somos malos políticos, porque creemos en algo y lo defendemos sin miramientos a cuán popular es la idea o cuán impopulares vamos a caer ante nuestro círculo social o la sociedad en general. Milei es un evangelizador del liberalismo, un conjunto de ideas, en realidad bastante sencillo basado en que lo más sagrado es la libertad del ser humano que se traduce en el derecho a la vida, la integridad y la propiedad de las personas y que el rol del Estado es fundamentalmente precautelar tales derechos. Los socialistas necesitan una ley para los hombres, otra para las mujeres; una para los albañiles, otra para los contadores; una para los gays, otra para los heterosexuales y así ad nauseam. Para los liberales, se debe precautelar el derecho de las personas por igual y el Estado debe defender el derecho de cada uno a elegir lo que quiere ser y cómo quiere vivir su vida, entonces no necesitamos muchas leyes para cada gremio, o facción de la sociedad, cuya consecuencia es generalmente otorgar privilegios a algunos a costa de otros; necesitamos unas pocas leyes generales que defiendan el derecho de todas las personas por igual. Un liberal no cree tener el derecho de decidir sobre preferencias personales de otros adultos por lo tanto si un adulto quiere ser homosexual, consumir drogas o vender sus órganos, el liberalismo propugna el derecho de tal persona a hacer tales cosas, sin que eso signifique que defienda o promueva el homosexualismo, las drogas o la venta de órganos. Milei es un liberal o libertario o alguien que respeta el derecho de otros a tomar sus propias decisiones en lo concerniente a sí mismos. No tiene la arrogancia de los socialistas (esos zurdos hijos de p… diría él) que se creen intelectual y moralmente superiores al resto de los ciudadanos, y por tanto con derecho a decidir que es lo mejor para ellos. De la simpleza de las ideas liberales, nace la coherencia de las propuestas de Milei que no tienen otro fundamento que el derecho de cada uno de elegir su destino, y la inmoralidad de usar el Estado para promover privilegios sectoriales y crear una casta de ladrones que viven a costa de otros. 

A finales de los ochentas Alan García intentó nacionalizar la banca en Perú y Mario Vargas Llosa lideró una campaña de respeto a la propiedad privada que logró parar las intenciones estatistas del gobierno aprista. Posteriormente se lanzó como candidato a presidente del Perú, promoviendo una agenda liberal y perdió. Podríamos decir que la carrera política de Vargas Llosa fue un fracaso. Yo lo veo de otra manera. Un político quiere ganar elecciones y perpetuarse en el poder, un idealista quiere cambiar a su país y promover un mundo mejor. Vargas Llosa perdió las elecciones, pero gran parte de sus propuestas fueron adoptadas por los siguientes gobernantes peruanos, lo que dio impulso a décadas de crecimiento, prosperidad y reducción de pobreza en el Perú. Yo creo que Mario Vargas Llosa ganó donde era importante ganar, en el debate de las ideas que transformaron Perú para mejor. Y aunque deseo que Javier Milei gane las elecciones y sea presidente, creo que él ya ganó, porque puso en la mente de los argentinos ideas de corte liberal que les eran desconocidas; ya ganó porque salió de esa carrera de los políticos de quién da más, donde si uno ofrece hacer mil casas, otro ofrece hacer dos mil y así discuten quien es el mejor para ejecutar las políticas equivocadas; ya ganó porque planteó una campaña honesta, donde dice lo que piensa, y no lo que las encuestas le dicen que tiene que decir y conquistó el corazón de millones de argentinos que están cansados de tanta mentira e hipocresía. Javier Milei, el evangelizador del liberalismo está convenciendo a los argentinos de que hay un mejor camino e independientemente de quien gané las elecciones, probablemente la Argentina no vuelva a ser la misma: esa ya es una victoria y un legado. ¡Sos un grande Milei!

Santa Cruz de la Sierra, 20/08/23

http://javierpaz01.blogspot.com/

domingo, 8 de enero de 2023

Reflexiones sobre el miedo y la felicidad

 Javier Paz García

Un amigo me decía hace unos días que nunca había considerado irse del país… hasta ahora. En las conversaciones el tema de la inseguridad jurídica, los abusos del gobierno y el futuro del país son una constante y la gente está con miedo. Más de uno lamenta, la mala suerte de vivir en un país tan complicado donde no se deja trabajar a la gente y el que tiene éxito es mal visto. Yo por mi parte no puedo quejarme de ello, no tengo derecho a quejarme de vivir aquí porque fue lo que elegí. Yo vivía y trabajaba en Estados Unidos cuando el 2006 decidí volverme. Evo Morales había asumido la presidencia ese año, se veían nubes negras en el horizonte así que mi madre me pidió que considere quedarme por allá un tiempo más, para esperar a que la situación política mejore. Mi respuesta literal fue: “Mami, Bolivia es un país de mierda y siempre va a ser un país de mierda. Si espero a que las cosas estén bien, no me voy a ir nunca”. Me vine el 2007 y tardé como diez años en volver a tener los ingresos que tenía allá, por lo que no hay duda de que financieramente fue una mala decisión. Sin embargo, la vida de una persona no se limita a sus finanzas y cuando evalúo la mía, me siento conforme. Tal vez nos ha tocado vivir en un país de mierda en una época de mierda. Cuando miramos la historia de la humanidad a través de los siglos, vemos que esa es la constante y que la paz y la tranquilidad son la excepción, así que nuestra situación no tiene nada de extraordinaria. 

Relacionamos la felicidad con la satisfacción de necesidades materiales y la ausencia de dolor y cuando felicitamos a nuestros seres queridos, especialmente en las fiestas de fin de año les deseamos paz, salud y prosperidad. Sin embargo, la felicidad, es un sentimiento, un estado mental al igual que el odio o la alegría y por lo tanto depende tanto o más de nuestra visión del mundo, que del mismo mundo exterior. Para dar un ejemplo, voy a hablar de mis hijos, a quienes adoro, quienes tienen todas sus necesidades materiales ampliamente satisfechas, y más bien en mi opinión tienen exceso de juguetes y que aparte del colegio viven en la holgazanería con niñera a su disposición. Estos angelitos pueden llegar al paroxismo de la infelicidad y el llanto porque no vieron toda la tele que querían o porque un hermano vio más que otro. Hace tiempo visité el hogar Sagrado Corazón en Montero, donde monjas cuidan a niñas huérfanas, abandonadas y en muchos casos víctimas de violación. Estas niñas se levantan muy temprano en la mañana, tienden su cama, limpian sus habitaciones comunes, estudian, cuidan la granja con aves de todo tipo y sin embargo se las ve felices y por increíble que le pueda parecer a algunos de mis hijos, no tienen tele. Si yo mandara a alguno de mis niños allá o le impusiera esa rutina, probablemente pensaría que lo estoy castigando y se sentiría tremendamente frustrado. La felicidad de un hijo mío o de una huérfana del hogar no está en lo que cada uno tiene, mi hijo tiene materialmente muchísimo más, sino en su percepción del mundo y su sentido de gratitud.

Nadie quiere y nadie busca los tiempos duros, yo definitivamente no los quiero y preferiría que todo sea fácil. Pero los tiempos duros nos traen grandes lecciones y aprendizajes, por lo menos así ha sido en mi vida, y nos dan motivos para sentirnos agradecidos por ellos. Se me viene a la mente el testimonio de una niña en el monumental libro de Viktor Frankl, El Hombre en Busca de Sentido, quien se sentía agradecida porque el campo de concentración Nazi, la sacó de la burbuja de niña mimada en la que vivía y le enseño a valorar cosas más importantes. La niña murió en ese campo, y sin embargo, a pesar del horror, pudo encontrar algo para valorar de la experiencia, como el mismo Frankl. Nelson Mandela pasó 27 años preso víctima del sistema racista en África del Sur. Para darse fuerza interior, él recitaba el poema Invictus de William Ernest Henley:

 

Más allá de la noche que me cubre

negra como el abismo insondable,

doy gracias a los dioses que pudieran existir

por mi alma invicta.

 

En las azarosas garras de las circunstancias

nunca me he lamentado ni he pestañeado.

Sometido a los golpes del destino

mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

 

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas

donde yace el horror de la sombra,

la amenaza de los años

me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

 

No importa cuán estrecho sea el portal,

cuán cargada de castigos la sentencia,

soy el amo de mi destino;

soy el capitán de mi alma.

 

Soy el capitán de mi alma. Con esta frase termina el poema y es que no importa cuán estrecho sea el portal o cuán cargada de castigos la sentencia, la paz y la felicidad, el odio y la amargura, son sentimientos. Los sentimientos solamente están dentro de nosotros y por ende dependen de nosotros mismos; está en nuestro poder potenciarlos o amansarlos. El poema también habla de enfrentar a la adversidad sin miedo. Yo más bien creo que es sano admitir que tenemos miedo. Hay una virtud que los dioses de la mitología griega están privados de poseer: el heroísmo. Un dios no puede ser héroe, porque es inmortal. El heroísmo es la virtud de enfrentarse al peligro, incluso poniendo en riesgo la vida. Un dios nunca pone en peligro su vida y no siente miedo, por lo tanto no puede ser un héroe. Solo el hombre, por su condición de mortal y su instinto de aferrarse a lo seguro y fácil puede ser un héroe, cuando se sobrepone al miedo y arriesga su vida, su libertad, su patrimonio para luchar contra la injusticia. Luis Fernando Camacho es un héroe, con sus chambonadas y todo, Carlos Valverde es un héroe con su voz valiente, con todo lo soez que pueda ser, porque el héroe no deja de ser hombre, con sus imperfecciones, defectos y errores. Quienes se han enfrentado a la represión de este gobierno son héroes. Y hablo de hombre en el sentido de especie, no de género, porque si de algo nos podemos sentir orgullosos los cruceños es de la valentía de nuestras mujeres donde abundan las heroínas. 

Un prócer de la independencia de Estados Unidos dijo algo en la línea de que él era luchador, para que sus hijos puedan ser filósofos o arquitectos o lo que quieran ser. Con pesar he olvidado el nombre del prócer y dónde lo leí. No siempre nos tocan las cartas que quisiéramos (en realidad nunca nos tocan las mejores cartas), pero tenemos que jugar con lo que tenemos y hacer lo mejor de ello. Hoy nos tocan tiempos difíciles. Creo que todos preferiríamos poder dedicarnos a trabajar, a generar empleos, prosperidad y riqueza. Hoy nos toca ser luchadores por la justicia y salir a las calles, para tener un futuro mejor, para dejarles un mejor país a nuestros hijos. 

A menudo uno rememora con añoranza los momentos difíciles de un viaje, cuando se pinchó la llanta, se plantó el vehículo, llovió y todos se mojaron; dificultades que transforman un viaje ordinario en una aventura. La vida es igual y aunque todos deseamos lo fácil y seguro, valoramos los momentos difíciles que nos ayudaron a tener perspectiva, rumbo y propósito. Hoy vivimos tiempos de incertidumbre y miedo y creo que eso no nos impide, (no nos debe impedir) vivir con alegría, disfrutar del calor de las relaciones humanas, de leer un buen libro, de sentir que esta lucha en desigualdad de condiciones donde la justicia tiene todas las de perder, nos da un propósito y forja el carácter de las generaciones presentes y futuras. Yo me siento agradecido por los tiempos fáciles y los tiempos difíciles. Tal vez en unos años esté lavando platos en Estados Unidos; igual me siento agradecido por la vida y sé que pase lo que pase, soy el capitán de mi alma.

Santa Cruz de la Sierra, 08/01/23

http://javierpaz01.blogspot.com/