viernes, 8 de junio de 2012

Explicación a la decadencia argentina


Javier Paz García
Argentina es un país decadente. Pero no es decadente hace uno o diez años: lo es hace casi un siglo. Argentina a principios del siglo XX era una de las naciones más prósperas del mundo. Sus habitantes tenían uno de los más altos niveles de vida, incluso por encima de países europeos y fue considerada como el granero del mundo. Los flujos migratorios, que llegaban de Europa a esta nación atestiguan esta realidad. Sin embargo, desde mediados del siglo pasado el país se fue rezagando y hoy a lo máximo que puede aspirar es a ser considerado uno de los países más desarrollados entre el grupo de naciones subdesarrolladas.
¿A qué se debe el auge? Buena parte del auge Argentino se explica por la influencia liberal que tuvo el país en sus inicios. Por ejemplo la constitución que Argentina adoptó en 1853 se basó en la obra de Juan Bautista Alberdi, Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina.
¿Cómo se explica el periodo de decadencia? La decadencia se la puede explicar en los mismos términos. A medida que el Estado se alejó de esos principios liberales que empoderan a los individuos y los protegen del abuso del propio Estado, a medida que el Estado fue acaparando actividades que antes eran llevadas a cabo por personas y asociaciones civiles, a medida que el Estado se convirtió en un otorgador de rentas y privilegios especiales para ciertos grupos de poder político y económico, limitando la competencia y la igualdad ante la ley, el país fue decayendo.
Hace medio siglo, Perón dejó un legado de matonaje, populismo, clientelismo político e  ineficientes monopolios estatales justificados con discursos patrioteros dirigidos al vulgo ignorante. Tres cuartos de siglo después ese mismo clima impera en la Argentina y las políticas públicas que adopta el gobierno son sacadas del manual del perfecto idiota. El gobierno actual  mantiene una retórica tercermundista de condenar la inversión privada, de reprobar la acumulación de riqueza (mientras que la presidenta, en un acto de ironía y cinismo mayúsculo, se gasta 110 mil dólares en 20 pares de zapatos), crea monopolios estatales, prohíbe u obstaculiza las operaciones de comercio exterior, impone controles cambiarios, ataca a la prensa independiente y mantiene una política fiscal de gastar hasta lo que no se tiene, de no honrar las deudas, confiscar las pensiones y dejar el problema para futuras generaciones. No hay pues nada de sorprendente en la situación de Argentina, ni existen conjuros mágicos o conspiraciones ocultas que expliquen su deterioro. En su cuento El informe de Brodie, Jorge Luis Borges dice: “Creo que con el tiempo merecemos que no haya gobiernos”. Con los gobiernos que ha tenido su país, no es difícil justificarlo.
Santa Cruz de la Sierra, 08/06/12
http://javierpaz01.blogspot.com/

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