lunes, 2 de agosto de 2010

Indicios de una sociedad en decadencia

Javier Paz García
Siempre me he preguntado por qué en algunos países las empresas pueden convertirse en exitosas transnacionales, mientras que en otros no.
En el caso de Bolivia creo que más allá de elementos como el minúsculo mercado de capitales o la baja productividad, la explicación también involucra factores institucionales de la sociedad y el Estado.
Los países que generan empresas exitosas generalmente gozan del apoyo y la protección del Estado dentro y fuera de sus fronteras, tienen las reglas del juego claras y duraderas, y es más, las reglas del juego están diseñadas para permitir el éxito de las empresas. No es inusual por ejemplo, escuchar en las noticias que los gobiernos español, estadounidense, británico o brasilero intervengan para ayudar a sus empresas privadas nacionales cuando tienen problemas en algún país extranjero. En Bolivia, actualmente sucede lo contrario y el Estado es más bien la principal amenaza para el empresariado nacional, creando reglas arbitrarias y dañinas, politizando la economía, generando competencia desleal, subvencionando empresas estatales ineficientes, prohibiendo exportaciones, cambiando las reglas de juego a su antojo y sin previo aviso, etc. Por ejemplo, Aceite Rico, la única empresa aceitera constituida por capitales nacionales, fue perjudicada por el actual gobierno, netamente por razones de índole político. Aerosur, que es una de las pocas empresas que podríamos catalogar como una transnacional boliviana, está siendo víctima del acoso estatal por capricho de nada más ni nada menos que del vicepresidente del Estado. Vemos por lo tanto que el Estado en vez de apoyar los emprendimientos exitosos, más bien les pone trabas y busca su fracaso.
Lo lamentable es que este tipo de medidas tienen el respaldo tácito o explicito de buena parte de la población.
Cuando una sociedad castiga el éxito, cuando una sociedad considera que acumular riqueza es reprochable, cuando desde el Estado se persigue el fracaso del empresariado nacional, entonces no podemos esperar otra cosa más que un país en decadencia, cada vez más pobre, cada vez más mediocre. Para allá vamos, a paso firme.
Santa Cruz de la Sierra, 23/07/10

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