jueves, 20 de diciembre de 2007

La guerra actual

Javier Paz García
Bolivia está en una guerra desde hace mucho tiempo: la guerra mediática. En esta guerra hay que sacarle el sombrero al MAS porque ha demostrado una gran habilidad para venderse.
Por ejemplo vendió una nacionalización que no fue tal, haciendo un show que incluyó militares entre los actores. Lo que en realidad sucedió fue una readecuación de contratos que tuvo como resultados la paralización de las inversiones en el sector de hidrocarburos, la reactivación de un YPFB politizado e ineficiente y el desabastecimiento de diesel.
Creó un bono dignidad con el motivo escondido de quitar el IDH a los departamentos y muy hábilmente hizo una campaña publicitaria acusando a la oposición de estar en contra de los ancianos. ¿Cuánta gente sabe que la oposición propuso una ley alternativa para pagar el bono dignidad con otras fuentes sin quitar el IDH a los departamentos, y que el MAS nunca consideró esa ley?
Gracias a la propaganda gubernamental, en el occidente del país la gente cree sinceramente que la autonomía es separatismo y que existe una oligarquía cruceña que gobierna Bolivia desde los albores de la República. Algo que presenta la siguiente contradicción: si la oligarquía cruceña controla el país, y los cruceños queremos separarnos de Bolivia ¿entonces cómo es que esta todopoderosa oligarquía todavía no se ha separado del país? Lo cierto es que la autonomía es simplemente una forma distinta de administrar el país que nada tiene que ver con separatismo y también es cierto que Santa Cruz hasta hace 50 años era una aldea polvorienta donde los “oligarcas” andaban descalzos pisando mierda de vaca.
Evo lloriquea y se hace la víctima en cada conferencia internacional a la que asiste, sacando los trapitos de Bolivia al sol. Pero cuando 4 prefectos van a quejarse, con todo su derecho, de los atropellos que el MAS ha cometido contra la democracia, es el mismo Gobierno, ayudado por algunos periodistas miopes, el que condena tal actitud de “sacar nuestros trapitos al sol fuera del país” y “dañar la imagen de Bolivia en el exterior”. Lo cierto es que la imagen que se daña es la de Evo, no la de Bolivia.
Evo crea un bono Juancito Pinto y se coloca como el mayor protector de los niños cuando él mismo se negó a reconocer a su propio hijo y no quiso pagar su pensión (incluso siendo diputado y ganando un sueldo de 15 mil bolivianos). Tuvieron que meterle juicio para que pague la pensión de su hijo. Ese es el verdadero Evo Morales.
Hace días que la ministra de justicia viene pidiendo al congreso que elija a los miembros del Tribunal Constitucional, cuando son precisamente los senadores del MAS los que no asisten a las sesiones cuando toca tratarse este tema. El Senado, para evitar que Evo nombre a los tribunos por decreto, anunció sin mayores pompas que no iba a entrar en receso; inmediatamente García Linera, con gran pomposidad anuncia que hay que elegir tribunos y que por tanto hay que trabajar de corrido, incluso en año nuevo. Con esa declaración pretende que la gente crea que los congresistas son unos flojos que quieren irse de vacaciones pero que el ejecutivo es un grupo de valerosos que trabajan todo el tiempo. Lo cierto es que como la oposición en el Senado no va a ir a receso, ahora el MAS pretende hacerse el apurado con las designaciones para quedar bien ante la opinión pública.
Recientemente el MAS ha sacado un panfleto que con la mayor frescura llama “la constitución” y dice que es legal. Con suficiente propaganda puede que la gente llegue a creer que es la constitución y que es legal.
Los llamados al diálogo son otro ejemplo de la guerra mediática: Evo llama al diálogo. Los prefectos por experiencia saben que son palabras vacías y lo rechazan. El gobierno sale diciendo por todos los medios que la oposición no quiere dialogar.
Nada raro que Evo Morales y García Linera, ambos ateos, aparezcan en navidad rezando en una iglesia, rodeados de niños, deseando a todos felices fiestas. Es que en estos tiempos de medios de información masivos y una población masivamente desinformada, lo importante no es la verdad, sino lo que la gente cree que es verdad. O mejor dicho, lo que el Gobierno pueda hacer creer que es verdad.
Santa Cruz de la Sierra, 20/12/07
El Deber, 25/12/07

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