viernes, 9 de septiembre de 2011

El socialismo en palabras de Gabriel García Márquez

Javier Paz García En 1957 Gabriel García Márquez viajó por algunos países socialistas de Europa oriental. De aquella experiencia nació su libro De viaje por los países socialistas. Considero especialmente valiosas estas apreciaciones precisamente porque quien las escribe no puede ser endilgado de defensor del capitalismo y “diatribas” similares. En Berlín occidental “[l]os obreros están bien pero carecen de conciencia política. Hacen consideraciones absolutas y no entienden por qué el gobierno les dice que el proletariado está en el poder y tienen que trabajar como burros para comprar un vestido que les cuesta el sueldo de un mes. En cambio los obreros de la Alemania Occidental, que son explotados, tienen más confort, mejor ropa y derecho de huelga. El pueblo no se resigna a llevar la carga para que las generaciones futuras vivan mejor. Nadie trabaja con entusiasmo: la industria de confecciones, sin el estímulo de la competencia, fabrica unos horribles vestidos de espantapájaros. Como no hay patrones, como nadie los despide, como no entienden qué significa el socialismo sin zapatos, los encargados del servicio se cruzan de brazos, mientras los clientes esperan y no les importa que hagan cola toda la tarde de un domingo para tomarse una limonada… El arma legal sería la huelga. Pero el derecho de huelga no existe… Yo creo que en el fondo de todo hay una pérdida absoluta de la sensibilidad humana. La preocupación por la masa no deja ver al individuo.” Checoslovaquia fue el país que dejó mejor impresión a García Márquez: “Es el único país socialista donde la gente no parece sufrir de tensión nerviosa y donde uno no tiene la impresión – falsa o cierta – de estar controlado por la policía secreta”, lo cual habla bien de Checoslovaquia pero muy mal del socialismo en general. En Polonia recibió reiteradamente la advertencia de “que tuviera cuidado con el pasaporte: los polacos los persiguen para fugarse del país.” Y no es coincidencia que pocos son los que quieren vivir en los paraísos socialistas y multitudes las que quieren escapar. En Hungría el socialismo se defiende como en Cuba y Venezuela: “El partido comunista – que antes de octubre tenía 800.000 miembros – está reducido a 350.000. El régimen sostiene el orden a través de los trabajadores de confianza y cada uno de ellos está recibiendo un fusil-ametralladora para que defienda el poder”. El líder húngaro “como no puede subir los salarios, como no hay artículos de consumo, como la economía está destrozada, como sus colaboradores son inexpertos e incapaces… tiene que meter la gente a la cárcel y sostener contra sus principios un régimen de terror…” Santa Cruz de la Sierra, 30/07/11 http://javierpaz01.blogspot.com/

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