domingo, 22 de junio de 2025

Cinco medidas para reducir la corrupción

 Javier Paz García

En cada elección, los candidatos sin excepción hablan de acabar con la corrupción, sacando a los corruptos del gobierno para poner a gente “idónea”. Lo que generalmente sucede es que barren con los corruptos del partido opositor para poner sus propios corruptos y nada cambia. Existe un problema de diagnóstico en cuanto a la lucha contra la corrupción, muchos creen que acabar con la corrupción pasa simplemente por sacar a las personas corruptas y poner personas honestas en los cargos públicos; eso es como esperar ganar la lotería, sucederá una vez por millón. Tampoco es realista pensar en eliminar la corrupción, pero se la puede reducir sustancialmente. Presento aquí 5 medidas que pueden contribuir a ello.

1.- Reducir el gasto del Estado

Un Estado con un mayor gasto, tendrá más oportunidades de corrupción. Imaginemos 2 escenarios, un país con un presupuesto de 10 mil millones de dólares y otro escenario con 20 mil millones de dólares, si todas las otras variables son iguales (ceteris paribus), el escenario con mayor presupuesto, será el que en términos absolutos tenga mayor desperdicio por corrupción. 

2.- Reducir los ámbitos de acción del Estado

Un Estado que tenga empresas, controle precios, defina el currículo universitario, en fin que participe en un sinfín de actividades, será nuevamente ceteris paribus, más corrupto que uno que se dedique a menos cosas. El Estado debería dedicarse a la administración de justicia, la defensa, el orden interno, la educación, la salud pública y poco más que eso. 

3.- Reducir los trámites y la burocracia

Abrir una empresa SRL en Bolivia toma 12 trámites y 40 días; En Nueva Zelanda abrir una empresa requiere un trámite que se completa en medio día. ¿Por qué no podemos ser más parecidos a Nueva Zelandia? En Bolivia el exceso de trámites no es un hecho aislado, en casi todos los ámbitos el ciudadano es obligado a obtener permisos del Estado que requieren diferentes trámites de diferentes niveles de gobierno. Esto multiplica la cantidad de funcionarios públicos cuya función es aprobar cosas que, en muchos casos, ni deberían requerir aprobación, pero que sirven para que el gobierno de turno disponga puestos de trabajo a sus allegados, que además ganan coimas para facilitar los trámites. Hay un sinfín de trámites como las licencias de funcionamiento, permisos de exportación, visados en ministerio de trabajo, revisión técnica vehicular, cargado de combustible, etc. que no tienen ninguna utilidad, sino es la de generar demoras, colas y coimas contra la población. No hay que mejorar estos trámites, ni aspirar a poner gente idónea en ellos, hay que eliminarlos. 

Las 3 medidas anteriores no requieren que quienes manejen el Estado sean más honestos de lo que son. Con los mismos gobernantes y servidores públicos que siempre hemos tenido, si tenemos un Estado más pequeño, con un ámbito de acción más reducido y con menos trámites y burocracia en los ámbitos donde debe actuar el Estado, vamos a tener menos corrupción. Por supuesto que también se debe mejorar la calidad de los servidores públicos y para ello creo que se debería trabajar en 2 medidas.

4.- Profesionalizar e institucionalizar los cargos medios y bajos.

Los altos cargos del Estado son políticos y dependen del voto ciudadano. No tendría por qué ser así para los cargos medios y bajos que en general son de naturaleza técnica y operativa. Dejar de hacer del Estado un botín político debería ser una prioridad de los partidos políticos para que los cargos medios se llenen mediante concursos de mérito y los funcionarios públicos puedan desarrollar una carrera en el aparato público sin depender de qué partido está en función de gobierno. 

5.- Pagar excelentes sueldos a los funcionarios públicos

Es una tradición que todo político de oposición critica los sueldos del presidente, ministros y parlamentarios. Esto es populismo puro y no contribuye a reducir la corrupción. Si le preguntáramos a cualquier ciudadano, veríamos que una buena proporción cree que todos roban, desde el policía más raso hasta el presidente de la república. Se discute el tema de los “altos salarios”, sabiendo que ganan 10 o 100 veces sus salarios o incluso mucho más por causa de la corrupción, con un costo mucho mayor para el país y sus habitantes. ¿No sería mejor que ganen 5 o 10 veces más sus salarios actuales a cambio de que no sean tan corruptos? No tengo dudas de que un aumento sustancial de los salarios le saldría más barato al país que la situación actual. Ningún presidente del país se preocupa por subirse su salario, porque gana más por otro lado. Entonces yo soy de la idea de que el que se baja el salario es más corrupto del que se lo sube. Los jueces deberían ser personas respetadas y respetables, y por la importante labor que desempeñan, deberían vivir bien. Un juez debería ganar lo suficiente para tener una buena casa, un bonito auto e incluso poder darse unas vacaciones en el exterior ocasionalmente sin recurrir a coimas. Hoy, si vemos un juez o un fiscal en un buen vehículo, podemos decir, casi sin posibilidad de error, que es corrupto, porque los salarios oficiales no alcanzan para tener un buen auto, cuando no debería ser así. El subir los salarios hace dos cosas, mejora la calidad de la gente que se mete a la función pública, atrayendo a gente mejor preparada y más honesta. Esto puede tomar tiempo, pero junto con las medidas anteriores va reduciendo la corrupción. También eleva el costo de la corrupción, porque si alguien gana más, el costo de ser corrupto será más alto. ¿Por qué es de fama que no se puede sobornar a un carabinero en Chile? En parte porque gana más que uno en Bolivia. 

Hay muchas cosas por hacer para reducir la corrupción y por supuesto esta lista no es exhaustiva. Hay mucho que trabajar en cuanto a reformar el sistema de justicia, e incluso reformas constitucionales. También hay mucho por desarrollar en cada uno de los puntos propuestos, pero eso va más allá del alcance de una nota de opinión. Sin embargo, es importante plantear que reducir la corrupción requiere acciones concretas y no solo esperanzarse en que desaparezca por arte de magia, simplemente con un cambio de gobernantes. 

Santa Cruz de la Sierra, 22/06/25

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lunes, 2 de junio de 2025

La devaluación y los precios

 Javier Paz García

Conversando hace unos días, un amigo creía que si el gobierno ajustaba el tipo de cambio oficial, digamos a 10, los precios de las casas iban a subir, porque se cotizan en dólares y si una casa vale $us 100.000, a 7 equivale a Bs. 700.000 y a 10 equivale a Bs. 1 millón. Hay mucha confusión sobre precios en periodos de devaluación e inflación, por lo que voy a tratar de aclarar algunos conceptos. 

Primero que nada, no todos los precios van a evolucionar de la misma manera. Una clasificación que puede ayudar es la de bienes transables vs no transables. Los bienes transables son los que se pueden exportar o importar, como por ejemplo vehículos o alimentos. Los bienes transables en general van a acompañar los precios internacionales. Por ejemplo, un vehículo que antes costaba $us 10.000, seguirá costando más o menos lo mismo, en dólares reales, es decir al paralelo. Si el tipo de cambio real es de 16, entonces ese vehículo costará aproximadamente Bs 160.000 que al tipo de cambio oficial sería cercano a los $us 23 mil. Los bienes transables van a acompañar a los precios internacionales porque si son importados, y se intenta mantener precios artificialmente bajos, no se van a importar. Los bienes transables, incluso si son producidos localmente, van a aumentar de precio porque son demandados en otros países. Por ejemplo, la soya que se produce en Bolivia mantiene el precio internacional que se paga en Brasil, Argentina o Perú, por lo que, en términos de moneda local, actualmente cuesta aproximadamente el doble. Con la devaluación, los productos nacionales se vuelven baratos para los extranjeros que empiezan a demandar más de ellos; está demanda adicional empuja los precios hacía arriba en el mercado local. En muchos casos la reacción de los gobernantes es establecer controles de precio o prohibir las exportaciones. Prohibir las exportaciones perjudica a la industria formal, pero no soluciona el problema, porque igualmente los productos terminan saliendo por contrabando. Los controles de precios, tampoco solucionan el problema, porque ocasionan desabastecimiento en los mercados formales y la aparición de mercados paralelos. Un ejemplo cabal de control de precios es el mismo dólar, cuyo precio el Estado pretende mantener en Bs 6,96 por la fuerza, lo que genera desabastecimiento en los mercados formales (ningún banco vende dólares a 6,96) y genera mercados paralelos no regulados por el Estado (usted puede encontrar todos los dólares que quiera a precio de mercado), por lo que en realidad es un error hablar de falta o desabastecimiento de dólares, que los hay en abundancia, sino de la imposibilidad de encontrar quien esté dispuesto a venderlos a Bs 6,96. Entonces lo que vamos a ver con productos transables producidos localmente como la carne, la soya, el oro, etc. es una mayor demanda extranjera, un aumento de las exportaciones ya sean formales o por contrabando y un aumento de los precios en moneda local. En la medida en que el Estado intente regular los precios, veremos desabastecimiento de productos, por lo menos en los mercados formales y la aparición de mercados paralelos no regulados por el Estado.   

Los bienes no transables son aquellos que no se pueden importar o exportar, por ejemplo, una casa o un corte de pelo. Los bienes raíces no se pueden mover de lugar, por lo cual la cantidad existente es más o menos fija y de igual manera, no se pueden exportar o importar cortes de pelo, por lo que los precios de los bienes raíces y las peluquerías responden a las condiciones económicas locales. Ante una oferta de bienes no transables más o menos fija y una situación económica en deterioro que hace que las personas deban gastar menos, lo cual deprime la demanda, los bienes no transables incluso pueden bajar de precio en términos de la moneda local. Actualmente vemos ese fenómeno en bienes raíces, donde casas que hace dos años se vendían por Bs. 700.000 hoy se siguen vendiendo por el mismo monto, lo que en términos de dólares (reales) significa una caída de más de la mitad, o tienen un leve incremento en bolivianos, lo que en dólares puede significar un 30% menos. Aunque el cambio oficial subiera a Bs. 10 o incluso se dejara fluctuar a valor de mercado, no haría que las casas valgan más. Los sueldos son otro ejemplo de un bien no transable, que por lo tanto no se ajusta a la devaluación.

En el corto plazo y mientras vivamos una crisis económica, los precios de los bienes no transables no se ajustarán a la devaluación. En el largo plazo todo termina ajustándose en alguna proporción. Por ejemplo, con la caída de los precios de los bienes raíces, el sector de la construcción se contraerá, lo que ocasionará una contracción de la oferta de viviendas y oficinas, lo que eventualmente hará que los precios suban; con la crisis y la caída de salarios reales, los peluqueros y muchos trabajadores decidirán emigrar del país, reduciendo su oferta lo que hará que los salarios suban.

La crisis económica que estamos viviendo tiene como único responsable al Estado que quiso regular la economía, cuando no fue siquiera capaz de regularse a sí mismo y despilfarró a manos llenas. El Estado intenta ocultar la crisis con más medidas para regular la economía, como los controles de precios y la prohibición de exportaciones. Esto genera más distorsiones y profundiza aún más la crisis. La forma más rápida de salir de la crisis es sacar al Estado de la economía y limitar su gasto.

Santa Cruz de la Sierra, 02/06/25

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sábado, 31 de mayo de 2025

¿El declive del excepcionalismo americano?

 Javier Paz García

El crecimiento económico de Estados Unidos en el último siglo ha sido extraordinario y a diferencia de lo que dice Donald Trump, los otros países no se han aprovechado de Estados Unidos, ni han crecido a costa suya. En los últimos 15 años el PIB de Europa ha crecido en 23% vs un 72% de Estados Unidos. China ha crecido mucho más, pero desde una base mucho más baja. El PIB per cápita de China es de apenas $us 12.614 vs los $us 82.769 de Estados Unidos, según datos del Banco Mundial. Como referencia, el PIB per cápita de Bolivia es de $us 3.686. Estados Unidos tenía en promedio aranceles de entre 1 y 2% y esto no ha sido un perjuicio para este país, sino parte de la razón por la que ha crecido más que otros. Trump quiere un arancel mínimo de 10%, ¡Una subida brutal! Que China o la Unión Europea tuvieran aranceles más altos perjudicaba a sus propios ciudadanos. Hoy se escucha con frecuencia la pregunta de ¿quién ganará la guerra comercial? ¿China o Estados Unidos? La respuesta correcta es que ninguno, pero me parece adecuado preguntarse quién perderá más y creo que será Estados Unidos que pasa a ser una de las economías más abiertas del mundo a cerrarse bastante: sus habitantes lo pagarán los próximos años con productos más caros. 

Pero el principal factor en el crecimiento extraordinario de Estados Unidos no es aranceles bajos, sino un régimen de Estado de Derecho (rule of law) y separación real de poderes que da a la gente seguridad jurídica y previsibilidad para invertir. Donald Trump está socavando el Estado de Derecho, atacando a empresas e instituciones de manera dirigida, como a Harvard, a estudios de abogados que llevaron casos contra él o a la Reserva Federal por intentar mantener la independencia. En tal sentido, la presidencia de Trump se asemeja más a la de países bananeros donde el presidente hace lo que quiere. 

¿Por qué en este país aparecen empresas como Microsoft, Apple, Tesla, Facebook, etc y no en Europa, por ejemplo? ¿Por qué las valoraciones de las empresas son más altas en Estados Unidos que en el resto del mundo? La razón es que Estados Unidos ha creado un marco jurídico que incentiva la innovación y la generación de riqueza y muchos analistas han llamado a este fenómeno el “excepcionalismo americano”. 

Antonio Escohotado, en su monumental obra Los Enemigos del Comercio, analiza la historia del mundo occidental desde los presocráticos hasta el siglo XX. En este fascinante análisis de los hechos históricos y las filosofías imperantes, nota que las civilizaciones prosperan cuando las ideas imperantes son de respeto a la libertad individual, fronteras abiertas, Estado de derecho; donde sucede lo contrario, las civilizaciones decaen. El Imperio Romano llegó a su apoteosis precisamente porque desarrolló el derecho romano, que protegía al individuo del poder absoluto del Estado; porque cuando conquistaba un territorio, tomaba sin complejos los mejores aspectos de la cultura de los conquistados, como sucedió con los griegos, y les daba ciudadanía; porque permitía la libre discusión de ideas y religiones. La decadencia del Imperio sobreviene a medida que va renunciando a estas ideas y se empieza a cerrar, en fronteras, en ciudadanía, en debate de ideas y en comercio. 

La administración Trump está limitando a Estados Unidos del comercio y la competencia global, ignorando órdenes de jueces, expulsando inmigrantes sin el debido proceso, quitando financiamiento a universidades, dificultando que las mentes más brillantes de otros países puedan estudiar en Estados Unidos, mientras que por el lado del déficit fiscal, sus promesas son vacías, como muestra el presupuesto que quiere aprobar, que sigue incrementando dicho déficit. Donald Trump ha prometido hacer a Estados Unidos grande de nuevo (make America great again), me parece que lo que va a conseguir es socavar los fundamentos que hacen de esta nación un lugar excepcional para prosperar. 

Santa Cruz de la Sierra, 31/05/25

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sábado, 10 de mayo de 2025

Los aumentos salariales no generan inflación

 

Javier Paz García

Cada año, en la antesala del anuncio del incremento salarial del gobierno, salen analistas y empresarios a advertir que el incremento salarial generará inflación. Veamos los datos de aumentos salariales e inflación entre el 2006 y el 2023.

Año

Salario Mínimo Nacional (SMN) (Bs.)

Incremento SMN (%)

Incremento al Haber Básico (%)

Inflación Anual (%)

2006

            500

13.63%

7.00%

4.95%

2007

            525

5.00%

5.00%

11.73%

2008

            578

10.00%

10.00%

11.47%

2009

            647

12.03%

12.00%

0.26%

2010

            680

5.02%

5.00%

7.18%

2011

            815

20.00%

10.00%

6.90%

2012

         1,000

22.64%

8.00%

4.54%

2013

         1,200

20.00%

8.00%

6.48%

2014

         1,440

20.00%

10.00%

5.19%

2015

         1,656

15.00%

8.50%

2.95%

2016

         1,805

9.00%

6.00%

4.00%

2017

         2,000

10.80%

7.00%

2.71%

2018

         2,060

3.00%

5.50%

1.51%

2019

         2,122

3.01%

4.00%

1.47%

2020

         2,122

0.00%

0.00%

0.67%

2021

         2,164

1.98%

0.00%

0.90%

2022

         2,250

3.97%

3.00%

3.12%

2023

         2,362

4.98%

3.00%

2.12%

 

Si los aumentos salariales generan inflación, entonces ¿por qué la inflación entre el 2006 y el 2023 ha sido sustancialmente menor que los incrementos del salario mínimo nacional y el haber básico? Entre el 2006 y el 2023 el salario mínimo nacional se multiplicó por 4,4 (de Bs. 440 a Bs. 2362) y el haber básico se triplicó mientras que la inflación acumulada aumentó en un poco más del doble. En este periodo, la inflación estuvo muy por debajo de los incrementos salariales y tenemos años como el 2011 o 2014 donde el incremento al salario mínimo nacional fue de 20%, el incremento al haber básico fue de 10% y la inflación fue de 6,9% y 5,19% respectivamente. En cambio, el 2024 el aumento al salario mínimo nacional fue de 5,85%, al haber básico fue de 3% y sin embargo la inflación según el INE fue de 9,97%. El 2025 la inflación viene subiendo y apunta a pasar los dos dígitos y convertirse en la mayor inflación de los últimos 20 años a pesar de que el salario mínimo nacional y el haber básico se han incrementado en 10% y 5%, valores cercanos al promedio de lo que venía decretando el gobierno del MAS.

¿Qué cambió el 2024 para disparar la inflación? Primero demos un poco de antecedentes. El presupuesto consolidado del Estado boliviano el año 2005 era de aproximadamente Bs. 40 mil millones, mientras que para el 2024 pasó a ser de Bs. 265 mil millones, es decir el gobierno actual gasta más de 6 veces de lo que gastaba el 2005. Este aumento desmedido del gasto pudo sostenerse por un tiempo gracias principalmente a los ingresos extraordinarios del gas. A medida que los ingresos del Estado fueron cayendo, el déficit fiscal fue aumentando, es decir los gastos del gobierno eran cada vez mayores que sus ingresos. Por muchos años, el gobierno pudo financiar ese déficit con las reservas internacionales y con endeudamiento externo. Sin embargo, las reservas, que en su pico el 2014 llegaron a 15 mil millones de dólares, para el 2023 estaban en 1,7 mil millones. Bolivia que el 2007 tenía una deuda externa de aproximadamente 2,2 mil millones de dólares para el 2023 pasaba los 13 mil millones y veía reducida sus fuentes de financiamiento externo. A partir del 2023 por la falta de acceso a dólares, no pudo sostener el tipo de cambio oficial y apareció un tipo de cambio paralelo, esto hace que todos los productos importados suban de precio en términos de la moneda local. A su vez, el gobierno ha financiado el déficit con emisión del Banco Central. Aumentar la cantidad de bolivianos en el mercado hace que la moneda boliviana valga menos o lo que es equivalente, que veamos un incremento generalizado de los precios, es decir, inflación. Si el gobierno quiere controlar la inflación, debe dejar de financiarse con emisión del Banco Central. Para dejar de financiarse con el Banco Central, del gobierno debe gastar menos de lo que le ingresa. Cómo decía el Nobel de economía Milton Friedman, la inflación es siempre un fenómeno monetario.

Santa Cruz de la Sierra, 10/05/25

jueves, 1 de mayo de 2025

Bolivia repite su historia sin aprender la lección

Javier Paz García

La década de los 70 el mundo vivió un auge de precios de materias primas. En Bolivia tuvimos uno de los gobiernos más estables de nuestra historia contemporánea, el del General Hugo Banzer del 71 al 78, sustentado principalmente en las exportaciones de estaño y gas y el endeudamiento externo. El gobierno de Banzer es considerado por los historiadores como de derecha, pero de ninguna manera puede ser considerado un gobierno liberal: en lo político fue un gobierno militar, no democrático y autoritario y en lo económico fue un promotor del rol del Estado en la economía, del fortalecimiento y preponderancia de empresas estatales que además se financió en gran parte con endeudamiento externo (la deuda externa del país que en 1970 estaba en 481.7 millones de dólares llegó a 2.228,6 para 1980, un aumento de 4,6 veces).

A principios de la década de 1980 los precios mundiales de materias primas se desplomaron, lo que para Bolivia significó la caída de los ingresos por exportación de gas y estaño. Adicionalmente el crédito internacional se cortó y el país empezó a financiar los déficit fiscales (que ya eran crónicos) mediante impresión monetaria. La primera mitad de los años 80 se caracterizó por una inflación alta que terminó con la hiperinflación de 1985, hasta ese momento, la más alta en el mundo que no haya sido causada por una guerra externa o civil.

Las medidas que se adoptaron para estabilizar al país fueron en general de corte liberal: eliminación de controles de precios, incluidos en el tipo de cambio, tasas de interés; reducción del gasto fiscal; reducción y eliminación de empresas públicas; reforma impositiva. En los 90 continuamos con importantes reformas como la participación popular y la capitalización de empresas públicas para que sean manejadas bajo criterios empresariales. Estas reformas dieron mayor seguridad jurídica y trajeron inversiones al país que fueron fundamentales para el crecimiento económico. Fruto de estas inversiones, principalmente de empresas extranjeras, se descubrieron importantes campos de gas.

Desde mediados de la década del 2000 el mundo experimentó otra bonanza de precios de materias primas y Bolivia se benefició de la venta de gas. Coincidentemente el MAS empezó a gobernar y a revertir las reformas liberales, por otras de corte estatista, similares a las del gobierno de Banzer. El auge del gas dio al país estabilidad económica y política, mientras el gobierno poco a poco iba revirtiendo las políticas que habían traído prosperidad al país: implementando controles de precios, poniendo trabas al emprendimiento privado, aumentando impuestos, creando empresas estatales, aumentando el tamaño del Estado, reduciendo la independencia del poder judicial y del banco central, socavando la seguridad jurídica, torpedeando la confianza en el país y espantando la inversión extranjera. Al igual que Banzer, el periodo del MAS, tanto con Evo Morales como con Luis Arce Catacora, se beneficiaron del endeudamiento externo. El 2007 la deuda externa del país era de 2,2 mil millones de dólares, para el 2024 estaba en 13,4 millones, ¡un aumento de 6 veces!

En lo esencial, en las políticas de gobierno y sus consecuencias, los gobiernos del MAS y el gobierno militar de Banzer son muy parecidos: ambos son estatistas, autoritarios, clientelistas, caracterizados por alta corrupción, baja independencia del poder judicial, baja seguridad jurídica, ambos se sostuvieron en un auge de materias primas y crédito externo. Ambos, a pesar de vivir un auge económico, gastaron más de lo que ganaban y endeudaron al país. Es irónico entonces que el MAS tenga a Hugo Banzer como un ejemplo de lo que no hay que ser, cuando en lo esencial, han sido muy similares. Es irónico que muchas personas que hoy se oponen al MAS, miren con nostalgia el régimen militar de Hugo Banzer en los 70. Y es que en muchos casos la gente se guía por etiquetas: el gobierno de Banzer era amigo de Estados Unidos y por tanto era de derecha; Evo Morales, Luis Arce Catacora y el MAS son amigos de Cuba y Venezuela y por ende son de izquierda. Por eso no me agrada la caracterización de izquierdas y derechas, porque puede enfocarse en superficialidades y mostrar aparentes antagonismos y disfrazar lo esencial.

Para poner mayor contexto a lo anterior, el gobierno de Banzer significó la continuidad de gobiernos militares y de políticas estatistas; en tal sentido no fue un retroceso, ni en lo económico, ni en términos de democracia, sino una continuidad o en todo caso un estancamiento. El gobierno militar de Banzer fue una alternativa moderada a otros posibles gobiernos también militares y mucho más estatistas. En cambio, luego de la traumática experiencia de los 80 y las reformas liberales que trajeron prosperidad al país, el gobierno del MAS significó un retroceso, significó volver a las políticas empobrecedoras de los 70 con empresas estatales deficitarias, con mayor burocracia y trámites para el ciudadano común, significó un retroceso de la democracia, volver a tener perseguidos políticos, destrozar la independencia del Banco Central y retroceder en términos de seguridad jurídica y el sistema de justicia. En tal sentido, aunque ambos gobiernos son muy similares en sus políticas y consecuencias, el gobierno del MAS significó un retroceso para el país y por ende es mucho peor que el de Banzer. Karl Marx dijo que la historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa. El gobierno del MAS es la parodia del gobierno de Banzer en los 70.

Hoy el país está viviendo una crisis económica profunda, tenemos tipos de cambios paralelos, en dos años la moneda boliviana se ha devaluado en más de 100% con relación al dólar, la inflación se dispara y pasa a ser una de las más altas de la región, la actividad económica se estanca y la conflictividad social aumenta. La solución requiere en gran parte volver a las reformas que nos sacaron de la crisis del 85: reducir drásticamente el tamaño del Estado, acabar con los controles de precios, reducir la burocracia y las trabas al emprendimiento privado, generar confianza y dar seguridad jurídica. Los actores políticos que tenemos, tanto del oficialismo como de oposición, no parecen entender la magnitud del problema, todos prometen soluciones rápidas y en muchos casos equivocadas. Este panorama augura que seguiremos con medidas populistas y que la crisis seguirá profundizándose. No se vislumbra alguien con la madurez política de Víctor Paz Estenssoro en el 86 o la claridad ideológica y la valentía de Javier Milei en la Argentina de hoy. Bolivia repite su historia sin aprender la lección.

Santa Cruz de la Sierra, 01/05/2025

martes, 22 de abril de 2025

¿Los aumentos salariales generan inflación?

 

Javier Paz García

Los aumentos salariales impuestos por el gobierno no generan inflación. La inflación es siempre un fenómeno monetario, cómo explica el Nobel de economía Milton Friedman y su causa es la excesiva impresión de papel moneda. Lamentablemente no es infrecuente ver opinadores, incluso economistas confundidos que dicen, equivocadamente, que los aumentos salariales generan inflación porque hace que aumente el costo de producción. En realidad, los precios son determinados por el mercado. El gerente de una empresa puede creer que define el precio de su producto, pero lo que hace es un proceso de descubrimiento del precio: si pone un precio muy alto, vende poco y si pone un precio muy bajo, quiebra su inventario y deja una demanda insatisfecha, por lo que continuamente tiene que estar en un proceso de prueba y error. Si una empresa subiera sus precios, luego de ser obligada a dar un aumento salarial y siguiera vendiendo lo mismo, entonces, ¿por qué tendría que esperar el aumento salarial para subir precios? Si el aumento de precios no castigara su volumen de ventas, entonces podría subir precios y ganar más, independientemente de que haya o no un aumento salarial. Por otro lado, los aumentos salariales no generan un aumento generalizado de los precios, sino cambios relativos; es decir, algunos sectores ganan más a costa de otros. En cambio, la impresión excesiva de papel moneda genera precisamente que todos los precios suban y lo hagan de manera sostenida en el tiempo.

Lo anteriormente expuesto no es de ninguna manera una vindicación de los incrementos salariales impuestos al sector privado por el gobierno. Los incrementos salariales por decreto son una violación de la libertad contractual entre personas; son también una violación de la propiedad privada, porque consisten en que una entidad (el Estado) toma algo ajeno contra la voluntad de los legítimos dueños (parte del patrimonio de las empresas) y se lo da a otros (los empleados), algo no muy diferente del robo o hurto. Es decir que los aumentos salariales por decreto son inmorales y deberían ser rechazados por principio. Pero incluso dejando la justicia y la moral de lado, las consecuencias de los incrementos salariales son contraproducentes. Al generar inseguridad jurídica, reducen el incentivo a crecer y contratar personas, lo que genera menos crecimiento económico para el país y menos empleo; al imponer incrementos generalizados, hace más difícil que las empresas premien a los mejores empleados, lo que promueve la mediocridad y repercute en menor crecimiento económico; puede hacer inviables ciertas empresas, que se ven obligadas a reducir personal o cerrar, generando desempleo y mayor informalidad. En definitiva, los incrementos salariales forzosos frenan el crecimiento económico de un país, reducen el empleo, reducen la meritocracia y aumentan la informalidad.

El Estado, como empleador, tiene la potestad de negociar y otorgar aumentos salariales a los funcionarios públicos; pero imponer aumentos salariales al sector privado, es cometer un robo, una injusticia, una inmoralidad, y además los efectos de largo plazo son perjudiciales para la economía y para los trabajadores. La única política consecuente con la justicia, con el respeto a la libertad individual y la propiedad privada y conducente a mayor crecimiento económico y bienestar de los trabajadores es el respeto irrestricto por parte del Estado a la libertad contractual expresada en los contratos libremente convenidos entre empleadores y empleados. El Estado nunca debería imponer ningún incremento salarial en el sector privado.

Santa Cruz de la Sierra, 22/04/25