domingo, 22 de diciembre de 2024

Las consecuencias de prohibir exportar

 

Javier Paz García

El gobierno recientemente prohibió las exportaciones de aceite de soya para luego revertir la medida una semana después. El motivo aducido es que los precios del aceite en el mercado interno estaban subiendo. ¿Realmente estaba subiendo el precio del aceite? Para entender el sentido de la pregunta tenemos que tener un punto de comparación, si lo comparamos con la moneda local, el boliviano, podríamos concluir que está subiendo; pero si lo comparamos con otra moneda, digamos dólares o soles, el precio no ha subido y si lo comparamos con otros bienes, digamos, papas, automóviles, pastas dentales, tampoco ha subido. Entonces, no es que el aceite esté más caro en términos de otros bienes y servicios, sino que la moneda de referencia, el boliviano, viene perdiendo valor. Y si el boliviano pierde valor con respecto a todas las monedas, bienes y servicios, entonces tenemos un fenómeno monetario cuyos únicos responsables son el Estado y el Banco Central, por su incontinencia fiscal y su nivel de emisión monetaria.

Fruto de la devaluación del boliviano, cuyo único responsable es el Estado, los habitantes de este país, perdemos poder adquisitivo, nuestros ingresos nos alcanzan para menos cosas y nos empobrecemos. Al mismo tiempo, Bolivia se torna un país barato para el resto del mundo y producto de ello, aumentan las exportaciones, tanto legales, como también el contrabando. Entonces lo que está sucediendo es que el boliviano pierde valor, lo que hace más atractivo para nuestros vecinos comprar productos bolivianos, con lo cual aumenta el contrabando de muchos bienes, entre ellos el aceite, lo que puede ocasionar desabastecimiento. Nuevamente, el responsable de frenar el contrabando es el Estado, quien falla en su función y luego busca a quienes culpar.

¿Es efectiva la medida de prohibir exportar para bajar precios? En el caso del aceite y en el corto plazo, sí, porque Bolivia produce una gran cantidad de aceite destinado a la exportación y con solo el 20% de la soya que se cosecha, se cubre el mercado interno. Entonces prohibir las exportaciones inunda al mercado de aceite, que incluso difícilmente puede ser desviado por el contrabando. En cambio, si fuera un producto con una proporción menor de exportación, prohibirlas no evitaría que el producto salga de contrabando e igualmente suban los precios y haya desabastecimiento. En el largo plazo, la historia es diferente. Si el gobierno lograra implementar esta medida, en cuestión de un par de años acabaría con la agroindustria, los agricultores reducirían sustancialmente su área de soya y el resultado sería menos producción, menos exportación, menos productos para el mercado local e igualmente desabastecimiento y precios altos, con el agravante de una industria destruida gratuitamente. Este no es un resultado teórico, es exactamente lo que le pasó a la industria petrolera en este país. El MAS heredó un sector pujante, con reservas crecientes, con muchas inversiones extranjeras y lo estranguló hasta secarlo. El sector petrolero tiene horizontes de inversión de muy largo plazo, y por eso recién vemos las consecuencias del desastre que el MAS ocasionó desde el minuto que asumió el poder en el 2006. En el caso de la soya, los horizontes son más cortos y una efectiva prohibición de exportaciones podría acabar con el complejo agroindustrial soyero en un par de años.  

Afortunadamente, el gobierno decidió levantar la prohibición, pero eso no significa que no existan perjuicios. Al haber prohibido la exportación de aceite, aunque sea una semana, el gobierno muestra que no hay seguridad jurídica en este país, que estamos a expensas de los caprichos de idiotas que no entienden nada de economía, y no les interesa el bienestar de los productores y trabajadores bolivianos. Es paradójico que el gobierno nacional hace apenas unas semanas se quejaba del perjuicio que Evo Morales ocasionaba con los bloqueos y luego prohíba las exportaciones. Las dos medidas son análogas: son actos de fuerza que violan el derecho a la propiedad privada, al libre tránsito, socaban la seguridad jurídica y perjudican a los productores del país. La medida del gobierno es incluso peor, precisamente porque utiliza el monopolio de la fuerza que los ciudadanos cedemos al Estado para administrar justicia, para cometer un acto de injusticia. El precedente que deja esta medida ya revertida, es nefasto y duradero.

Ante esta situación y un sinnúmero de abusos que comete el gobierno, la reacción de los sectores productivos es a menudo mojigata. Por ejemplo, tratando de llevar una línea argumentativa en torno a que ellos no han subido precios o no han reducido sus cuotas en el mercado interno, con lo cual admiten tácitamente que prohibir exportaciones es una medida válida y justa si es que hay desabastecimiento o suben los precios en el mercado local. Los sectores productivos adolecen de una falta de argumentos claros y coherentes en defensa de la propiedad privada, el estado de derecho y el libre mercado, y al no tenerla, deben entrar al juego discursivo del gobierno, que los hace ver como los malos de la película y mantenerse a la defensiva. Mientras tanto, el país cada vez peor.

Santa Cruz de la Sierra, 22/12/2024

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