domingo, 20 de noviembre de 2016

¿Qué hace bien el Estado?

Javier Paz García
Milton Friedman alguna vez bromeó que si al gobierno federal le encargaran el cuidado del desierto del Sahara, pronto habría escasez de arena. Está bastante probado que los gobiernos son malos administradores en general y que donde se meten ocasionan distorsiones que en muchos casos terminan siendo contraproducentes contra los objetivos que supuestamente quieren lograr. Este dato no es una cuestión de preferencia ideológica, sino algo estadísticamente comprobable en diferentes culturas, épocas, niveles de educación, idiomas, climas o religiones. No importa si es en Estados Unidos o en la Unión Soviética, si Venezuela o Uruguay, si Irlanda o Inglaterra, las actividades del Estado tienen grandes deficiencias, y cuando se mete a la economía, las consecuencias son malas casi sin excepción.
Viendo el caso de Bolivia y yendo por orden de prioridades existen dos áreas donde la intervención del Estado es prácticamente insustituible y hacen a su esencia: defensa y justicia. La historia de Bolivia no es muy halagüeña en cuanto a sus logros en defensa. En cuanto a justicia, debe ser una de las más corruptas, morosas e ineficientes del mundo, en general en este país no hay mucha diferencia entre caer en manos de atracadores, policías o jueces; en cualquier caso quien caiga en sus manos terminará siendo asaltado.
En un segundo orden, podemos considerar a la educación y la salud como funciones importantes del Estado. Nuevamente el nivel de calidad de la educación y la salud en Bolivia no es algo que muchos defiendan.
Uno de los principios de la buena gestión es que las empresas se deben enfocar en las áreas estratégicas y buscar la excelencia en tales áreas y “tercerizar” las áreas no vitales. Uno pensaría que por sentido común, un gobierno con tantos problemas de corrupción, de justicia, de calidad en los sistemas de salud y educación priorizaría solucionar tales problemas y realmente tener justicia, educación de calidad y salud de calidad antes de meterse a fabricar papel o cartón. Quienes están en función de gobierno no piensan así:  hacer mal las funciones principales del Estado no es razón suficiente para no meterse a hacer otras cosas menos importantes. Y con esta mentalidad llegamos a ver a ineptos construyendo ingenios azucareros donde no hay caña, aeropuertos internacionales donde no llegan los extranjeros y un sinnúmero de inversiones inviables. El costo lo van a pagar futuras generaciones. Quienes quieren ver a un Estado más poderoso y más grandes, ampliando sus potestades para solucionar más problemas deberían preguntarse primero ¿qué hace bien el Estado?
Santa Cruz de la Sierra, 13/11/16

http://javierpaz01.blogspot.com/

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