viernes, 13 de abril de 2012

Jugando con lo ajeno


Javier Paz García
El presidente Evo Morales dijo recientemente que “el sector privado no sirvió para administrar”, refiriéndose a los problemas financieros y la posible quiebra de la empresa Aerosur. Morales usa el ejemplo de una empresa en particular para afirmar que el Estado es mejor administrador que los privados. Lo que Morales hace es utilizar un ejemplo anecdótico y sacar conclusiones generales del mismo. Lo cierto es que todos los días en todas partes del mundo, empresas privadas cierran o quiebran. Sin embargo esto no invalida el hecho de que en general el sector privado es más eficiente que el sector público en la administración de empresas. No invalida el hecho de que el crecimiento económico y la reducción de la pobreza ocurren en los países donde el Estado respeta y protege la iniciativa privada y que los países más pobres son precisamente los que siguen recetas socialistas y estatistas.  
Pero, más allá de los resultados (que apabullantemente hablan a favor del sector privado y en contra del capitalismo de estado), existe otra razón de carácter ético para desaprobar las declaraciones de Morales. El empresario que invierte en una empresa, lo hace con su dinero. Si esa empresa quiebra, el empresario pierde su propio dinero. El empresario asume riesgos y a veces gana, otras pierde y otras veces lo pierde todo. En cambio los gobernantes cuando invierten, lo hacen con plata ajena y si esas inversiones fracasan, “los inversionistas” no pierden un solo centavo.
El presidente Morales puede despertar con deseos de comprarse un avioncito o crear una empresa de aviación, puede poner a cargo de los hospitales a una persona que tardó casi tres décadas en graduarse de médico o en la empresa de hidrocarburos a un individuo cuyo acto más notorio fue ponerse a repartir garrafas en persona y puede mandar construir ingenios azucareros donde no se siembra caña a sabiendas de que aunque estas empresas lo hagan bien o mal, él no va a perder un solo peso. El presidente toma decisiones con plata ajena (de hecho con mi plata y la de todos los bolivianos) y por ello no pierde el sueño si una empresa no funciona o se va al descalabro. El presidente no hipoteca su propia casa, ni saca el dinero de su bolsillo para crear una empresa y puede decidirse por inversiones millonarias con la misma facilidad con la que un niño compra hoteles cuando juega Monopolio.
Cada quien tiene el derecho de hacer con lo suyo lo que le plazca y si un empresario privado pierde su dinero, ya sea por mala suerte, o porque el tipo enloqueció y decidió echarle fuego, no tenemos nada que reprocharle; es su dinero y su problema. El presidente Morales y los políticos no tienen ninguna autoridad moral para juzgar las malas decisiones que otros hacen con sus propios recursos cuando él y la mayoría de los políticos toman a menudo malas decisiones con recursos ajenos, sin que les cueste un solo centavo.
Santa Cruz de la Sierra, 13/04/12
http://javierpaz01.blogspot.com

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