domingo, 23 de mayo de 2010

La demagogia del populismo y sus costos

Javier Paz García
El manejo de las finanzas de un país debe seguir los mismos principios económicos que rigen a una empresa o familia. Los gastos no deben superar a los ingresos, y si esto ocurre, no debe ser por periodos prolongados de tiempo. Lo contrario es conducir al país a una crisis fiscal que puede desencadenar en hechos como la hiperinflación que vivió Bolivia durante la primera mitad de los 80 o la crisis de deuda que vive Grecia actualmente.
Tanto en el caso de Bolivia como de Grecia la crisis se dio porque sus respectivos gobiernos estuvieron años y décadas gastando por encima de sus ingresos y endeudándose por encima de sus capacidades de pago. En ambos casos, cuando los prestamistas dejaron de prestar, la crisis explotó.
La génesis de este tipo de crisis no se la puede asignar al gobierno del momento. Por ejemplo, el gobierno dictatorial de Hugo Banzer es tan responsable como el de Siles Suazo por la hiperinflación boliviana, porque fue durante los setenta que Bolivia adquirió la deuda que no pudo pagar en los ochenta.
Por supuesto, desde un punto de vista político, existen muchos incentivos para que el gobierno de turno incremente el gasto público. Si quien gobierna, puede endeudarse y gastar a gusto, mejorando temporalmente los niveles de vida de la población, y sabe que ni él ni su partido político estarán en el poder cuando toque pagar las cuentas, pues probablemente termine adquiriendo deuda.
Este tipo de política populista, a pesar de ser irresponsable, raramente es entendida así por el electorado. En Bolivia solo en los círculos académicos se discute la responsabilidad del gobierno de los setenta por el descalabro de los ochenta. Para la mayoría de la población, este tipo de análisis de causa y efecto es demasiado abstracto ya que la causa y el efecto están demasiado separados en el tiempo. Los mineros relocalizados durante los ochenta en Bolivia, culpan de su suerte a la llegada del neoliberalismo o al decreto 21060; no entienden que su relocalización fue causada por décadas de irresponsabilidad fiscal.
Quien gasta lo que no tiene, puede por un tiempo mejorar su nivel de vida, pero cuando le toca pagar lo adeudado se las ve negras. Este gobierno sigue ese camino, creando bonos, creando empresas que pierden plata, comprando armas y satélites o incrementando el número de funcionarios del Estado. Y aunque la buena coyuntura económica (de la cual el gobierno no tiene ningún mérito) le ha permitido incrementar los gastos sin incurrir en déficit fiscales, una vez pase la bonanza, el Estado se las verá negras. Y se tendrán que quitar los bonos, y se tendrá que reducir el número de funcionarios públicos, y podríamos tener una crisis social, como la de Grecia hoy o como la de nosotros mismos en los ochentas. Y si esto llega a suceder, será dentro de varios años, por lo que nadie o casi nadie culpará al actual gobierno por el descalabro.
Santa Cruz de la Sierra, 14/05/10

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