viernes, 14 de agosto de 2009

El mito de la redistribución

Javier Paz García
Un discurso muy común de los políticos en casi cualquier país del mundo se basa en la redistribución de los ingresos para mejorar las condiciones de vida de los más pobres. No existe político populista que no recurra a ese discurso. El razonamiento es simple: existen ricos que viven muy bien y pobres que viven muy mal. Si le quitamos a los ricos y le damos a los pobres, todos vamos a vivir bien.
El razonamiento también es falaz. Verbigracia Bolivia, un país con 10 millones de habitantes que en el 2008 tuvo un producto interno bruto de aproximadamente Bs. 120 mil millones. Por lo tanto si existiera una distribución absolutamente igualitaria cada habitante recibiría Bs. 12 mil por año. Es decir, logrando la máxima igualdad distributiva, cada habitante de este país podría recibir Bs. 1.000 por mes o Bs. 33 por día, lo cual no acaba con la pobreza.
Éste es un motivo por el cual cualquier política de redistribución de ingresos está destinada a fracasar, simplemente no hay suficiente para redistribuir. Las medidas distributivas sirven de parche, abriendo un hueco en un lugar para tapar otro, y funcionan muy bien como propaganda política. Pero además, las medidas de redistribución, cuando implican una violación de los derechos de propiedad, una alteración del Estado de Derecho y son llevadas a cabo con violencia, conducen a la salida de capitales, la disminución de iniciativas productivas, y una disminución en el crecimiento económico de largo plazo.
En un país pobre, la única forma de sacar a más personas de la pobreza de forma permanente y sostenible es sustentando altos índices de crecimiento económico y para ello es necesario entre otras cosas, garantizar los derechos de propiedad, atraer inversiones, facilitar la creación de empresas y tener un mercado laboral flexible.
Y como en Bolivia se toman medidas que más bien tienden a ahuyentar capitales, dificultar la creación de empresas, socavar el derecho propietario, no se necesita un genio para pronosticar que el crecimiento económico de largo plazo será perjudicado, el país seguirá siendo uno de los más pobres de Latinoamérica, y su economía seguirá basada en la extracción y exportación de recursos naturales sin valor agregado. Y probablemente seguirá siendo parte del imaginario popular y del discurso político la idea de que es un país rico por sus recursos naturales (con todas las variantes sobre que la culpa de la pobreza radica en el imperio, en los oligarcas o los chilenos).
Los perdedores y fracasados siempre tienen excusas y explicaciones. Bolivia tiene todas las excusas y explicaciones que necesita para seguir pobre y fracasada, y está tomando las medidas adecuadas para mantenerse en ese estado.
Santa Cruz de la Sierra, 14/08/09

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Javier, nos hemos ido dando la libertad de colgar tus artículos en nuestra web. Esperamos tus comentarios.

Un cordial saludo, Mauricio.

contacto@institutoilde.org

http://www.institutoilde.org/areas-de-accion/3-prensa/115-el-mito-de-la-redisribucion

E dijo...

Javier concuerdo plenamento contigo. La única manera de sacar al país es con trabajo, seguridad juridica, laboral y obviamente atrayendo capital inversor. Lamentablemente el gobierno recurre al estatismo como una solución final a los problemas, cuando sabemos que el estatismo crea burocracia, corrupción, nepotismo y lo peor aún despilfarra el presupuesto del TGN para cubrir su deficiencia.
Las practicas populistas de subsidio solo tienden a agravar el problema. Saludos.