miércoles, 22 de julio de 2009

Trabajo y dignidad

Javier Paz García
Para la mayoría de las personas, tener un trabajo que les permita mantener a su familia es una fuente de autoestima, de valoración propia y de sentimiento de dignidad. Al contrario estar desempleado por prolongados periodos de tiempo puede causar la pérdida de autoestima e incluso traumas en la familia.
En ese sentido, creo que podemos hablar de un país con dignidad, cuando sus habitantes tienen trabajo, cuando los padres tienen la posibilidad de dar cada vez mejores condiciones de vida a sus hijos, cuando las personas tienen la satisfacción de haber conseguido lo que tienen por esfuerzo propio, sin que nadie se los haya regalado.
Más allá de las intenciones políticas y electorales de Evo Morales, los bonos Juancito Pinto y Juana Azurduy creados por este gobierno tienen el propósito de combatir la pobreza (no incluyo la Renta Dignidad, ya que ésta fue creada por otro gobierno bajo el nombre de Bonosol). Sin embargo por otro lado el gobierno lleva a cabo otras políticas que exacerban el desempleo y la pobreza.
Por ejemplo es lamentable lo que hace el gobierno actual para cerrar mercados, trabar negociaciones, prohibir exportaciones, rechazar tratados de libre comercio y agriar las relaciones con otros países. Todas estas medidas, tienen como resultado la pérdida de puestos de empleo en el país, ya sea porque las empresas cierran o se achican, ya sea porque se trasladan al Perú, ya sea porque los inversionistas deciden no invertir en el país. Es inconcebible que un gobierno boicotee Tratados de Libre Comercio con mercados tan importantes como lo son Estados Unidos y la Unión Europea y que pretenda reemplazar esos mercados con Cuba y Venezuela ¡todo en nombre de la dignidad! Y no es que esté en contra de comerciar con Cuba o Venezuela, de hecho estoy de acuerdo, pero estaríamos mejor si tuviésemos tratados de comercio con Cuba, Venezuela, Estados Unidos, y la Unión Europea.
De la misma manera, no necesariamente me opongo a la política asistencialista, la cual puede ayudar a reducir la pobreza en el corto plazo, pero sería mejor tener un plan integral de desarrollo que haga estos planes innecesarios en el largo plazo y permita a los bolivianos la dignidad de ganarse el pan de cada día, sin limosnas. No hay nada que impida tener una política social asistencialista y a la vez crear condiciones que hagan que la empresa privada crezca y se fortalezca, absorbiendo así las necesidades de empleo de la población. Desafortunadamente, el actual gobierno pone lo político por sobre lo económico, mira a los mercados más grandes del mundo como imperialistas y al sector privado nacional como enemigo número dos. Así es difícil que haya más trabajo y dignidad.
La Paz, 02/07/09

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