miércoles, 20 de agosto de 2008

Los argumentos del IDH

Javier Paz García

Imagine que usted gana 10 Bs. por las ventas que realiza de un producto x. De pronto el precio del producto se duplica y a usted le corresponde ganar 20 Bs. pero su jefe inmediato decide quedarse con 5 Bs. para su bolsillo y darle a usted solo 15 Bs.

Entonces, usted consciente que le están dando menos de lo que corresponde le reclama a su jefe por esos 5 Bs. adicionales y él le responde “pero de que te quejás, ¡si estás ganando más que antes!” ¿Considera usted correcta esta situación?

Pues el Gobierno Nacional considera que está bien quitarle a las regiones parte de los recursos que les corresponden y cuando éstas hacen los justos reclamos el gobierno les responde: pero de que te quejás, ¡si estás ganando más que antes!

Claro, efectivamente las regiones están recibiendo más recursos que antes, debido al incremento en los precios de los hidrocarburos, pero estos incrementos son temporales, mientras que el Gobierno pretende hacer las retenciones permanentes. Además, el incremento de ingresos no se debe a ninguna dádiva del gobierno ni a su buena gestión, se debe a un factor ajeno como es el incremento internacional de los precios de los hidrocarburos. Por lo tanto el argumento de que las regiones no deberían quejarse porque están recibiendo más es oportunista e irrelevante.

Por otro lado, Evo no deja de declarar que el IDH no es para el presidente, no es para los prefectos, y no es para ser egoístas. Y tiene toda la razón. El IDH no es para Costas, Cuéllar, Cossio, Suárez o Fernández, es para las regiones, es para educación y salud de gente pobre, es para caminos que den progreso y desarrollo. El argumento implícito de Morales de que el IDH es para el bolsillo de los prefectos viene a ser una más de sus tantas idioteces y no merece mayores comentarios. El argumento explícito de que los prefectos son egoístas al reclamar el IDH es otra idiotez que se rebate repitiendo que el IDH es destinado a educación, salud y caminos, lo que beneficia a la población más pobre y los ayuda además a escapar de la pobreza.

Es cierto que el MAS ha logrado simpatías en su causa al apelar a “la solidaridad con nuestros abuelitos” y mostrando a los prefectos y líderes cívicos como personas despiadadas, malvados, fríos, inmisericordes con los ancianos. Pero lo cierto es que el Gobierno si hubiera tenido la voluntad, podría haber dado el Bonosol (ahora Renta Dignidad), sin afectar el IDH. Y también es cierto que las confiscaciones que hace el gobierno significan que muchos niños no van a recibir su desayuno escolar y van a pasar hambre, que no se construirá una escuela o se otorgará un ítem de salud y que un niño que pudo recibir una educación decente que lo saque a él y a su familia de la pobreza, por falta de esa educación que el MAS le denegó, va a seguir siendo pobre nomás.

Pero eso no importa, total, el MAS no está en el poder para beneficiar al pueblo, sino para consolidar su proyecto de poder, y debilitar a todos aquéllos que se le opongan.

La Paz, 20/08/08

viernes, 15 de agosto de 2008

La paradoja alteña

Javier Paz García

La ciudad del Alto presenta una de las paradojas más interesantes de la actual Bolivia. El alteño es altamente capitalista en su accionar económico y altamente socialista en su accionar político.

El Alto es una ciudad de comerciantes y artesanos que ha surgido por esfuerzo propio. A los alteños nadie les regaló nada. Su gente se levanta temprano y empieza su jornada de trabajo en un frío del demonio a cuatro mil metros de altura y con falta de oxígeno en el aire. Sus ferias y mercados son un tributo al libre comercio.

Al alteño le interesa trabajar para ahorrar un capital (de ahí viene el término capitalista), comprarse un camioncito, expandir sus puestos de venta en el mercado, y eventualmente darle un mejor estándar de vida a sus hijos. Juzgando su comportamiento económico el alteño defiende a muerte el libre mercado: la ciudad ha surgido gracias a la iniciativa privada de sus ciudadanos, sin ayuda del Estado, sin subvenciones, sin “planes de desarrollo” diseñados por algún burócrata en La Paz. Y no hay mejor muestra de la fervorosa actitud capitalista del alteño que su alta vocación de comerciante y su reticencia a pagar impuestos. Después de todo ¿por qué tiene el Estado derecho de quitarles parte de lo que han ganado con su propio trabajo? ¿Qué moral tiene un Estado que ha hecho poco o nada por la ciudad para exigir que su gente sacrifique sus ganancias?

Básicamente el capitalismo en su aspecto filosófico sostiene que las personas deben ser libres para elegir su propio destino, que los individuos son las personas más idóneas para decidir sobre asuntos de su propio interés y que la tutela del Estado en la vida de las personas es ineficiente e inmoral. Tal vez los pocos alteños que lean esta nota se sientan ofendidos de ser llamados capitalistas, practicantes y beneficiarios del libre mercado… ¡pero es que lo son! Cuando contrabandean, cuando compran barato y venden más caro, cuando exportan, son capitalistas que se benefician del libre comercio, cuando no pintan sus casas y no emiten facturas para evitar el pago de impuestos, son capitalistas buscando las formas más ingeniosas de darle lo menos posible al Estado.

El alteño no anhela convertirse en burócrata, y más bien siente una alta desconfianza para con el Estado. Y sin embargo en el discurso y en el accionar político los alteños son la antítesis de todo lo anterior. Defienden un socialismo que quiere un Estado grande e intrusivo en la vida de las personas. Claman por un Estado que tome decisiones por ellos, que los cuide, y los trate como a niños incapaces de cuidarse por cuenta propia. Quieren un Estado que prohíba el libre comercio, y les diga a que precio y a quien van a vender sus tomates, sus muebles y sus textiles. Quieren un Estado que cobre impuestos más altos cuando no están dispuestos a pagar las tasas actuales.

Los alteños, con su actitud emprendedora y su apuesta implícita por el libre mercado tienen hoy la posibilidad de salir de la pobreza y de dar un mejor futuro a sus hijos. Es una paradoja y una tristeza que con su apoyo a un modelo socialista que socava las bases mismas que hicieron progresar a la ciudad estén yendo en contrasentido, condenando a sus hijos a perpetuarse en la pobreza.

La Paz, 14/08/08