jueves, 19 de julio de 2007

Impresiones de Chile

Javier Paz García
Chile debe ser el menos latino de los países Latinoamericanos. Lo digo en el buen y en el mal sentido. Es el menos latino porque a diferencia del resto de Latinoamérica, Chile no está jodido. Lo confirma el hecho de que durante mi estadía en ese país los dos temas de mayor importancia a nivel nacional fueron 1) el despelote que había causado el reordenamiento del servicio de transporte público en Santiago y 2) el ‘boloccaso’. Un país que le dedica por lo menos 2 semanas de cobertura casi exclusiva a estos 2 temas no puede estar pasando una crisis existencial.
Es que Chile goza de carreteras anchas y bien hechas, sin baches, señalizadas, con pasos a desnivel, que no tienen nada que envidiarle a las de Estados Unidos. Tiene los mejores estándares de vida de la región, universidades de nivel mundial, infraestructura de primera, en fin, en Chile todo es de primera. Los carabineros son proverbiales por su incorruptibilidad y su vocación de servicio, lo que contrasta con nuestros policías que solo funcionan a punta de coimas. Y en general se puede esperar del servidor público chileno un servicio relativamente eficiente y libre de corrupción.
La presidenta Michelle Bachelet durante su discurso anual al Congreso y a la Nación habló sobre invertir en educación y salud, tener buenas relaciones con los países vecinos, captar inversiones internas y externas, potenciar la industria chilena, es decir dedicarse a mejorar el nivel de vida de todos los chilenos. No escuché una sola diatriba en su discurso, ni contra la oposición o las transnacionales. Bachelet es socialista pero a diferencia de su homólogo boliviano, no persigue proyectos demagógicos, revanchistas, racistas y totalitarios. Como su homólogo peruano, también socialista, es consciente que el desarrollo de un país se logra con trabajo e inversión. Bachelet ni siquiera tuvo que mencionar el tema de la seguridad jurídica, porque está asegurada, a diferencia de Morales que a cada rato se ve obligado a jurar (con una mano escondida para poder cruzar los dedos) que en Bolivia hay seguridad jurídica, aunque los hechos claramente indiquen lo contrario.
El tema Pinochet todavía divide al país, pero cada vez menos. Pero Chile está bien; es un país que sin renegar de su historia, mira hacia delante, busca progreso y desarrollo económico, busca insertarse e integrarse al mundo actual.
Sin embargo el progreso que admiro viene acompañado de una homogenización y estandarización que aprisionan. Estar en Santiago es similar a estar en cualquier ciudad de Estados Unidos; repleta de las mismas cadenas de comida rápida que invaden el mundo, con cada vez menos identidad. La ciudad abunda de personas frenéticas y continuamente estresadas que dejaron de trabajar para vivir y solo viven para trabajar. Y eso es lo malo de Chile.
Esto me lleva a preguntar si es que el progreso de una nación y su inserción al mundo globalizado tienen como costo el reemplazo de sus costumbres por una forma de vida estandarizada o es posible ser una nación moderna y costumbrista al mismo tiempo. Ojala sea lo segundo.
Santa Cruz de la Sierra, 12/07/07.
El Deber, 17/07/07.

2 comentarios:

E dijo...

Estuve en Chile hace un par de años y no senti ningun trato discordial por ser boliviano, me pregunto si pasaria lo mismo en Boliiva con un chileno.
Lo que decis es cierto en Chile se puede palpar un progreso socio economico envidiable, pero humanamente ocurre lo mismo que en B.S o Lima todo el mundo anda enmismado buscando la manera de ser mas eficientes y exitosos. Supongo que ese es el precio a pagar por el desarrollo. Concuerdo plenamente que en Bolivia deberiamos dejar atras las diferencias y buscar soluciones practicas que nos permitan progresar.
Saludos.

Anónimo dijo...

Si comparamos con Bolivia están mejor pero se nota mucho que la mayoría del progreso se encuentra en Santiago y no en otras ciudades donde el atraso es similar al que podemos tener en ciudades pequeñas de Bolivia.