sábado, 31 de mayo de 2025

¿El declive del excepcionalismo americano?

 Javier Paz García

El crecimiento económico de Estados Unidos en el último siglo ha sido extraordinario y a diferencia de lo que dice Donald Trump, los otros países no se han aprovechado de Estados Unidos, ni han crecido a costa suya. En los últimos 15 años el PIB de Europa ha crecido en 23% vs un 72% de Estados Unidos. China ha crecido mucho más, pero desde una base mucho más baja. El PIB per cápita de China es de apenas $us 12.614 vs los $us 82.769 de Estados Unidos, según datos del Banco Mundial. Como referencia, el PIB per cápita de Bolivia es de $us 3.686. Estados Unidos tenía en promedio aranceles de entre 1 y 2% y esto no ha sido un perjuicio para este país, sino parte de la razón por la que ha crecido más que otros. Trump quiere un arancel mínimo de 10%, ¡Una subida brutal! Que China o la Unión Europea tuvieran aranceles más altos perjudicaba a sus propios ciudadanos. Hoy se escucha con frecuencia la pregunta de ¿quién ganará la guerra comercial? ¿China o Estados Unidos? La respuesta correcta es que ninguno, pero me parece adecuado preguntarse quién perderá más y creo que será Estados Unidos que pasa a ser una de las economías más abiertas del mundo a cerrarse bastante: sus habitantes lo pagarán los próximos años con productos más caros. 

Pero el principal factor en el crecimiento extraordinario de Estados Unidos no es aranceles bajos, sino un régimen de Estado de Derecho (rule of law) y separación real de poderes que da a la gente seguridad jurídica y previsibilidad para invertir. Donald Trump está socavando el Estado de Derecho, atacando a empresas e instituciones de manera dirigida, como a Harvard, a estudios de abogados que llevaron casos contra él o a la Reserva Federal por intentar mantener la independencia. En tal sentido, la presidencia de Trump se asemeja más a la de países bananeros donde el presidente hace lo que quiere. 

¿Por qué en este país aparecen empresas como Microsoft, Apple, Tesla, Facebook, etc y no en Europa, por ejemplo? ¿Por qué las valoraciones de las empresas son más altas en Estados Unidos que en el resto del mundo? La razón es que Estados Unidos ha creado un marco jurídico que incentiva la innovación y la generación de riqueza y muchos analistas han llamado a este fenómeno el “excepcionalismo americano”. 

Antonio Escohotado, en su monumental obra Los Enemigos del Comercio, analiza la historia del mundo occidental desde los presocráticos hasta el siglo XX. En este fascinante análisis de los hechos históricos y las filosofías imperantes, nota que las civilizaciones prosperan cuando las ideas imperantes son de respeto a la libertad individual, fronteras abiertas, Estado de derecho; donde sucede lo contrario, las civilizaciones decaen. El Imperio Romano llegó a su apoteosis precisamente porque desarrolló el derecho romano, que protegía al individuo del poder absoluto del Estado; porque cuando conquistaba un territorio, tomaba sin complejos los mejores aspectos de la cultura de los conquistados, como sucedió con los griegos, y les daba ciudadanía; porque permitía la libre discusión de ideas y religiones. La decadencia del Imperio sobreviene a medida que va renunciando a estas ideas y se empieza a cerrar, en fronteras, en ciudadanía, en debate de ideas y en comercio. 

La administración Trump está limitando a Estados Unidos del comercio y la competencia global, ignorando órdenes de jueces, expulsando inmigrantes sin el debido proceso, quitando financiamiento a universidades, dificultando que las mentes más brillantes de otros países puedan estudiar en Estados Unidos, mientras que por el lado del déficit fiscal, sus promesas son vacías, como muestra el presupuesto que quiere aprobar, que sigue incrementando dicho déficit. Donald Trump ha prometido hacer a Estados Unidos grande de nuevo (make America great again), me parece que lo que va a conseguir es socavar los fundamentos que hacen de esta nación un lugar excepcional para prosperar. 

Santa Cruz de la Sierra, 31/05/25

http://javierpaz01.blogspot.com/

sábado, 10 de mayo de 2025

Los aumentos salariales no generan inflación

 

Javier Paz García

Cada año, en la antesala del anuncio del incremento salarial del gobierno, salen analistas y empresarios a advertir que el incremento salarial generará inflación. Veamos los datos de aumentos salariales e inflación entre el 2006 y el 2023.

Año

Salario Mínimo Nacional (SMN) (Bs.)

Incremento SMN (%)

Incremento al Haber Básico (%)

Inflación Anual (%)

2006

            500

13.63%

7.00%

4.95%

2007

            525

5.00%

5.00%

11.73%

2008

            578

10.00%

10.00%

11.47%

2009

            647

12.03%

12.00%

0.26%

2010

            680

5.02%

5.00%

7.18%

2011

            815

20.00%

10.00%

6.90%

2012

         1,000

22.64%

8.00%

4.54%

2013

         1,200

20.00%

8.00%

6.48%

2014

         1,440

20.00%

10.00%

5.19%

2015

         1,656

15.00%

8.50%

2.95%

2016

         1,805

9.00%

6.00%

4.00%

2017

         2,000

10.80%

7.00%

2.71%

2018

         2,060

3.00%

5.50%

1.51%

2019

         2,122

3.01%

4.00%

1.47%

2020

         2,122

0.00%

0.00%

0.67%

2021

         2,164

1.98%

0.00%

0.90%

2022

         2,250

3.97%

3.00%

3.12%

2023

         2,362

4.98%

3.00%

2.12%

 

Si los aumentos salariales generan inflación, entonces ¿por qué la inflación entre el 2006 y el 2023 ha sido sustancialmente menor que los incrementos del salario mínimo nacional y el haber básico? Entre el 2006 y el 2023 el salario mínimo nacional se multiplicó por 4,4 (de Bs. 440 a Bs. 2362) y el haber básico se triplicó mientras que la inflación acumulada aumentó en un poco más del doble. En este periodo, la inflación estuvo muy por debajo de los incrementos salariales y tenemos años como el 2011 o 2014 donde el incremento al salario mínimo nacional fue de 20%, el incremento al haber básico fue de 10% y la inflación fue de 6,9% y 5,19% respectivamente. En cambio, el 2024 el aumento al salario mínimo nacional fue de 5,85%, al haber básico fue de 3% y sin embargo la inflación según el INE fue de 9,97%. El 2025 la inflación viene subiendo y apunta a pasar los dos dígitos y convertirse en la mayor inflación de los últimos 20 años a pesar de que el salario mínimo nacional y el haber básico se han incrementado en 10% y 5%, valores cercanos al promedio de lo que venía decretando el gobierno del MAS.

¿Qué cambió el 2024 para disparar la inflación? Primero demos un poco de antecedentes. El presupuesto consolidado del Estado boliviano el año 2005 era de aproximadamente Bs. 40 mil millones, mientras que para el 2024 pasó a ser de Bs. 265 mil millones, es decir el gobierno actual gasta más de 6 veces de lo que gastaba el 2005. Este aumento desmedido del gasto pudo sostenerse por un tiempo gracias principalmente a los ingresos extraordinarios del gas. A medida que los ingresos del Estado fueron cayendo, el déficit fiscal fue aumentando, es decir los gastos del gobierno eran cada vez mayores que sus ingresos. Por muchos años, el gobierno pudo financiar ese déficit con las reservas internacionales y con endeudamiento externo. Sin embargo, las reservas, que en su pico el 2014 llegaron a 15 mil millones de dólares, para el 2023 estaban en 1,7 mil millones. Bolivia que el 2007 tenía una deuda externa de aproximadamente 2,2 mil millones de dólares para el 2023 pasaba los 13 mil millones y veía reducida sus fuentes de financiamiento externo. A partir del 2023 por la falta de acceso a dólares, no pudo sostener el tipo de cambio oficial y apareció un tipo de cambio paralelo, esto hace que todos los productos importados suban de precio en términos de la moneda local. A su vez, el gobierno ha financiado el déficit con emisión del Banco Central. Aumentar la cantidad de bolivianos en el mercado hace que la moneda boliviana valga menos o lo que es equivalente, que veamos un incremento generalizado de los precios, es decir, inflación. Si el gobierno quiere controlar la inflación, debe dejar de financiarse con emisión del Banco Central. Para dejar de financiarse con el Banco Central, del gobierno debe gastar menos de lo que le ingresa. Cómo decía el Nobel de economía Milton Friedman, la inflación es siempre un fenómeno monetario.

Santa Cruz de la Sierra, 10/05/25

jueves, 1 de mayo de 2025

Bolivia repite su historia sin aprender la lección

Javier Paz García

La década de los 70 el mundo vivió un auge de precios de materias primas. En Bolivia tuvimos uno de los gobiernos más estables de nuestra historia contemporánea, el del General Hugo Banzer del 71 al 78, sustentado principalmente en las exportaciones de estaño y gas y el endeudamiento externo. El gobierno de Banzer es considerado por los historiadores como de derecha, pero de ninguna manera puede ser considerado un gobierno liberal: en lo político fue un gobierno militar, no democrático y autoritario y en lo económico fue un promotor del rol del Estado en la economía, del fortalecimiento y preponderancia de empresas estatales que además se financió en gran parte con endeudamiento externo (la deuda externa del país que en 1970 estaba en 481.7 millones de dólares llegó a 2.228,6 para 1980, un aumento de 4,6 veces).

A principios de la década de 1980 los precios mundiales de materias primas se desplomaron, lo que para Bolivia significó la caída de los ingresos por exportación de gas y estaño. Adicionalmente el crédito internacional se cortó y el país empezó a financiar los déficit fiscales (que ya eran crónicos) mediante impresión monetaria. La primera mitad de los años 80 se caracterizó por una inflación alta que terminó con la hiperinflación de 1985, hasta ese momento, la más alta en el mundo que no haya sido causada por una guerra externa o civil.

Las medidas que se adoptaron para estabilizar al país fueron en general de corte liberal: eliminación de controles de precios, incluidos en el tipo de cambio, tasas de interés; reducción del gasto fiscal; reducción y eliminación de empresas públicas; reforma impositiva. En los 90 continuamos con importantes reformas como la participación popular y la capitalización de empresas públicas para que sean manejadas bajo criterios empresariales. Estas reformas dieron mayor seguridad jurídica y trajeron inversiones al país que fueron fundamentales para el crecimiento económico. Fruto de estas inversiones, principalmente de empresas extranjeras, se descubrieron importantes campos de gas.

Desde mediados de la década del 2000 el mundo experimentó otra bonanza de precios de materias primas y Bolivia se benefició de la venta de gas. Coincidentemente el MAS empezó a gobernar y a revertir las reformas liberales, por otras de corte estatista, similares a las del gobierno de Banzer. El auge del gas dio al país estabilidad económica y política, mientras el gobierno poco a poco iba revirtiendo las políticas que habían traído prosperidad al país: implementando controles de precios, poniendo trabas al emprendimiento privado, aumentando impuestos, creando empresas estatales, aumentando el tamaño del Estado, reduciendo la independencia del poder judicial y del banco central, socavando la seguridad jurídica, torpedeando la confianza en el país y espantando la inversión extranjera. Al igual que Banzer, el periodo del MAS, tanto con Evo Morales como con Luis Arce Catacora, se beneficiaron del endeudamiento externo. El 2007 la deuda externa del país era de 2,2 mil millones de dólares, para el 2024 estaba en 13,4 millones, ¡un aumento de 6 veces!

En lo esencial, en las políticas de gobierno y sus consecuencias, los gobiernos del MAS y el gobierno militar de Banzer son muy parecidos: ambos son estatistas, autoritarios, clientelistas, caracterizados por alta corrupción, baja independencia del poder judicial, baja seguridad jurídica, ambos se sostuvieron en un auge de materias primas y crédito externo. Ambos, a pesar de vivir un auge económico, gastaron más de lo que ganaban y endeudaron al país. Es irónico entonces que el MAS tenga a Hugo Banzer como un ejemplo de lo que no hay que ser, cuando en lo esencial, han sido muy similares. Es irónico que muchas personas que hoy se oponen al MAS, miren con nostalgia el régimen militar de Hugo Banzer en los 70. Y es que en muchos casos la gente se guía por etiquetas: el gobierno de Banzer era amigo de Estados Unidos y por tanto era de derecha; Evo Morales, Luis Arce Catacora y el MAS son amigos de Cuba y Venezuela y por ende son de izquierda. Por eso no me agrada la caracterización de izquierdas y derechas, porque puede enfocarse en superficialidades y mostrar aparentes antagonismos y disfrazar lo esencial.

Para poner mayor contexto a lo anterior, el gobierno de Banzer significó la continuidad de gobiernos militares y de políticas estatistas; en tal sentido no fue un retroceso, ni en lo económico, ni en términos de democracia, sino una continuidad o en todo caso un estancamiento. El gobierno militar de Banzer fue una alternativa moderada a otros posibles gobiernos también militares y mucho más estatistas. En cambio, luego de la traumática experiencia de los 80 y las reformas liberales que trajeron prosperidad al país, el gobierno del MAS significó un retroceso, significó volver a las políticas empobrecedoras de los 70 con empresas estatales deficitarias, con mayor burocracia y trámites para el ciudadano común, significó un retroceso de la democracia, volver a tener perseguidos políticos, destrozar la independencia del Banco Central y retroceder en términos de seguridad jurídica y el sistema de justicia. En tal sentido, aunque ambos gobiernos son muy similares en sus políticas y consecuencias, el gobierno del MAS significó un retroceso para el país y por ende es mucho peor que el de Banzer. Karl Marx dijo que la historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa. El gobierno del MAS es la parodia del gobierno de Banzer en los 70.

Hoy el país está viviendo una crisis económica profunda, tenemos tipos de cambios paralelos, en dos años la moneda boliviana se ha devaluado en más de 100% con relación al dólar, la inflación se dispara y pasa a ser una de las más altas de la región, la actividad económica se estanca y la conflictividad social aumenta. La solución requiere en gran parte volver a las reformas que nos sacaron de la crisis del 85: reducir drásticamente el tamaño del Estado, acabar con los controles de precios, reducir la burocracia y las trabas al emprendimiento privado, generar confianza y dar seguridad jurídica. Los actores políticos que tenemos, tanto del oficialismo como de oposición, no parecen entender la magnitud del problema, todos prometen soluciones rápidas y en muchos casos equivocadas. Este panorama augura que seguiremos con medidas populistas y que la crisis seguirá profundizándose. No se vislumbra alguien con la madurez política de Víctor Paz Estenssoro en el 86 o la claridad ideológica y la valentía de Javier Milei en la Argentina de hoy. Bolivia repite su historia sin aprender la lección.

Santa Cruz de la Sierra, 01/05/2025