Javier Paz García
La inflación es el aumento generalizado de los precios. Alternativamente y más apropiado es definir la inflación como la pérdida de valor de una moneda. Para entender el mecanismo por el cual sucede un proceso inflacionario vamos presentar un modelo simplificado de una economía. Imaginemos un país cuyos únicos bienes son 4 manzanas y cuyo Banco Central pone 4 pesos en circulación. Entonces en este país cada manzana debería valer un peso. Pero si el Banco Central decide poner 8 pesos en circulación, eso no va a hacer que milagrosamente se produzcan 8 manzanas, sino que va a elevar el precio de las manzanas existentes. Entonces cada manzana pasará a costar 2 pesos. De este sencillo modelo podemos inferir que el valor de una moneda depende de la relación entre los bienes que tiene un país y la cantidad de moneda que el Banco Central emite. Dado que los bienes de un país son bastante rígidos, en realidad el mayor factor para determinar el valor de una moneda es la cantidad de billetes que el Banco Central pone en circulación, por lo que la inflación es causada 100% por el Estado. Como dijo el Nobel de economía Milton Friedman, la inflación es un fenómeno 100% monetario.
Si la inflación depende completamente del Estado, entonces ¿por qué los gobiernos no eligen una política de cero inflación? Porque meter billetes en la economía le da un beneficio al gobierno. Imagine que usted tenga la capacidad de imprimir billetes falsificados. Entonces si en la economía existen 100 pesos y usted mete diez pesos falsificados, inicialmente usted se beneficiará con diez pesos pero con el tiempo, los precios subirán 10% y las personas que tenían los 100 pesos iniciales perderán 10% de su valor. Por sorprendente que parezca, en cuanto a las consecuencias económicas que se generan, no existe ninguna diferencia entre un falsificador que mete billetes falsos en la economía, y un Estado que mete billetes verdaderos a la economía. En ambos casos quien mete los billetes se beneficia y todas las demás personas que tienen billetes, pierden poder adquisitivo, porque al haber más dinero en la economía, cada peso previamente circulando vale menos.
Una familia no puede gastar más de lo que gana de manera sostenida. Digamos que usted es empleado y gana 10.000 pesos de sueldo. Entonces para gastar más que eso, debe utilizar sus ahorros, lo cual tiene un límite, o tiene que prestarse dinero, lo cual también tiene un límite. Ahora imagine que usted gane 10.000 de sueldo, gaste 12.000 y pueda financiar la diferencia con una maquinita que simplemente imprima plata. Ahí la cosa cambia y la fiesta puede continuar por siempre. Para usted, que tiene la maquinita que imprime plata no habría ningún problema, pero para el resto de la población, la plata cada vez valdría menos. En la realidad, ni usted ni yo podemos imprimir plata, pero el Estado sí y por eso puede gastar más de lo que gana de manera sostenida. Cuando un Estado gasta más de lo que gana, esa diferencia entre lo que gana y lo que gasta se llama déficit fiscal. El déficit fiscal debe ser financiado de alguna forma, al igual que en una familia, ya sea comiéndose los ahorros, endeudándose (lo cual debe ser pagado por futuras generaciones) o imprimiendo billetes. Cualquier alternativa tiene un costo y al final todo lo pagan los ciudadanos, por eso los economistas lanzan señales de alerta cuando un país incurre en déficit fiscales de manera crónica.
El déficit fiscal y la emisión monetaria son como la presión alta en una persona. Por muchos años la presión alta es una enfermedad silenciosa que no genera síntomas graves, ni malestares, pero que lentamente va deteriorando el cuerpo hasta que algún día nos puede matar. La inflación es un impuesto silencioso, que va carcomiendo el poder adquisitivo de las familias y que afecta más a las personas de bajos ingresos que tienen un mayor porcentaje de sus ahorros en billetes. Paradójicamente, con mucha frecuencia son los gobiernos populistas que dicen velar y trabajar por los más pobres quienes incurren en mayor grado de déficit fiscales y generan mayor inflación. Si la gente entendiera que un gobierno que incurre en déficit fiscales crónicos y genera inflación, no está velando por los pobres y más bien les está ocasionando un grave daño, los países tendrían mejores gobernantes y menor pobreza.
Santa Cruz de la Sierra, 30/03/25
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