domingo, 23 de junio de 2024

Tres motivos para ser socialista

 Javier Paz García

Existen tres y solo tres motivos para ser socialista. El primero es ignorancia. Aclaro que no pretendo dar una connotación peyorativa a la palabra. Creo que todos podemos estar de acuerdo que una persona al nacer es completamente ignorante y apenas tiene algunos reflejos instintivos. A lo largo de los años los seres humanos vamos adquiriendo conocimientos y habilidades, sin embargo, lo conocible es tan amplio como el universo mismo, que el conocimiento de una persona específica, en relación a todo lo que se conoce o se puede conocer es computable en cero. La persona más inteligente y sabia que pueda existir no conoce ni el 0,01% de lo conocible, es decir que es ignorante en un 99,99% y probablemente estamos siendo generosos en el cálculo. El mejor neurólogo no sabe cómo funciona un motor de combustión y un excelente físico nuclear puede no saber cómo cocinar arroz. Apenas sabemos una ínfima parte de lo conocible, hablamos uno o dos idiomas de cientos posibles, nos especializamos en un par de actividades de miles posibles y a lo largo de la vida aprendemos algunos millares de cosas de trillones posibles, entonces sin temor a equivocarnos y sin ningún ánimo de ofender podemos afirmar que todos tenemos grandes vacíos de conocimiento, todos somos ignorantes. Ni traumatólogo no sabe todo lo que puede saberse sobre los huesos, ni un biólogo sabe todo sobre la vida, yo sé algo de economía, mujeres y canciones y no mucho más. 

El socialismo enamora porque lanza postulados altruistas: la justicia social, la hermandad universal, el fin de la pobreza, etc. Muchos socialistas lo son por su ignorancia de lo que es el socialismo, porque se quedan con el slogan y no profundizan en las consecuencias. No son estudiantes de economía y no saben por ejemplo, que el concepto de plusvalía de Marx se deriva de la teoría de valor del trabajo de Adam Smith y que dicha teoría era equivocada como lo demostró la escuela marginalista. No saben que el cálculo económico se hace imposible en una economía centralizada como lo demostró Ludwig von Mises y la verdad es que no hay nada de malo en que no lo sepan: yo no quisiera a mi dentista dañando mis dientes porque se dedicó a leer a David Ricardo en vez de estudiar odontología o a mi mecánico errando en el aceite de motor porque prefirió estudiar a Menger. Muchos economistas son ignorantes de economía y eso es más grave. Pero la ignorancia se puede disminuir con estudio y reflexión. Un fenómeno que vemos con alguna regularidad es la del socialista, incluso acérrimo y militante que se vuelve liberal. Ejemplos notables son el del Nobel de literatura Mario Vargas Llosa y el de Antonio Escohotado, quien en su afán de conocimiento quiso explorar los orígenes del socialismo y lo plasmó en una obra monumental “Los enemigos del comercio”, que llega hasta tiempos presocráticos. Lo que no vemos son liberales que se vuelvan socialistas, así como no vemos gringos lanzándose a los tiburones para llegar a Cuba, porque quien adquiere cierto conocimiento, ya no lo pierde. El socialismo es un fenómeno propio del ímpetu y la inmadurez juvenil y de personas de buena fe, que desean un mundo mejor y que poco saben de economía e historia. Hay en este grupo personas brillantes, premios nobel, literatos, profesionales destacados en sus ámbitos, arquitectos, abogados, amas de casa, albañiles, comerciantes, obreros y gente que se gana la vida honestamente y busca una sociedad más justa. Pensando en estas personas fue que el Nobel de economía Friedriech Hayek escribió “Camino a la servidumbre”, un libro que advierte sobre los peligros que una economía centralizada significa para la libertad de las personas. 

El segundo motivo es necedad. En este grupo están los envidiosos; los que desean el mal al prójimo; los que les duele menos que haya pobres, sino que haya ricos; los que exaltan la pobreza material y quieren imponer a la fuerza su visión de sufrimiento y sacrificio a todos sus congéneres; los que encuentran mérito en un Vladimir Lenin cuya maestría consistía en lanzar diatribas y exacerbar odios; los que creen que la forma de ayudar a la humanidad es exterminar a la mitad de la humanidad y someter a la otra mitad; los que a pesar de la demostración teórica de la imposibilidad del socialismo y su fracaso histórico, con más de 100 millones de muertos de por medio, siguen diciendo que aun creen; los que entienden que donde ha sido probado, el socialismo ha traído miseria, pobreza y opresión, pero que dicen que el problema es que no ha sido un verdadero socialismo. ¿Qué se puede hacer con este grupo? Goethe dijo que “contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano”, porque, como indica Albert Camus, “la estupidez insiste siempre” y tal vez por eso es que Albert Einstein aseveraba que “hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana.” 

El tercer motivo es egoísmo y propio interés. Estas motivaciones no son intrínsecamente malas, y más bien sin ellas, sería imposible la preservación de la especie humana y el desarrollo de las ciencias. Insignes liberales las destacan, por ejemplo, Adam Smith notaba el rol benigno que juega el propio interés en una sociedad libre ya que “no es por la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero que conseguimos nuestra cena, sino por la búsqueda de su propio interés”. La obra de Ayn Rand, una filósofa rusa que escapó de la revolución bolchevique, es en gran manera, una vindicación del egoísmo. Los socialistas por su parte, condenan el egoísmo y el propio interés como calamidades humanas. Un socialista es un ser inmaculado, ajeno a las pasiones humanas, benévolo hasta el tuétano, sin otro interés que el bien común y sin otro deseo que sacrificarse desinteresadamente por el bien común. En la realidad, los políticos socialistas buscan más poder para sí mismos, a costa del resto de la población y con frecuencia terminan con pingües riquezas. El discurso socialista, embauca a grandes masas y sirve a sus intereses de riqueza y poder: está en su propio interés declararse socialistas. Y tal vez el problema no es el propio interés el problema, después de todo, es el propio interés el que hace que un carnicero se levante en la mañana a vendernos la carne con la que nos alimentaremos; fue el propio interés lo que llevó a Thomas Edison a perfeccionar la bombilla eléctrica que iluminó al mundo. Pero el carnicero realiza un trabajo honesto, motivado por su propio interés y se gana el pan de cada día, dando un servicio que beneficia a otros. El político socialista por su parte, dice que lucha contra los que roban, mientras él mismo roba; dice que lucha contra los ricos (sin importar si su fortuna es bien habida), mientras él mismo se enriquece; dice que lucha contra los poderosos, mientras él mismo acumula poder. El problema no es entonces el propio interés, sino el egoísmo combinado con hipocresía. Cuando el Estado gana poder, el pueblo lo pierde. Los liberales creemos que en una sociedad de hombre libres, el Estado debe tener un poder limitado. Esto no es buen negocio para un político, porque mientras más poder tiene el Estado, más funcionarios y más presupuesto y más poder comandan los políticos de turno. Para un político es mejor negocio ser socialista.

Estos son los tres motivos por los que una persona es socialista: ignorancia, necedad o egoísmo con hipocresía. Estás categorías no son mutuamente exclusivas, ni son únicas de los socialistas. En realidad, todos tenemos algo de ignorantes, de necios y de egoístas. 

Santa Cruz de la Sierra, 23/06/24

http://javierpaz01.blogspot.com/

lunes, 17 de junio de 2024

La naturaleza de la crisis boliviana


Introducción

Un naranjo toma entre 5 a 7 años para dar frutos. Los primeros años la producción es pobre, es decir que un productor tiene que invertir alrededor de 7 años antes de empezar a recibir un retorno adecuado. Pero para que el naranjo dé frutos en abundancia, la siembra tiene que ser hecha en el ambiente adecuado; así como en la parábola del sembrador (Mateo 13, 3-8), si largamos la semilla en el camino, entre piedras o entre espinos, no vamos a tener frutos. E incluso cuando el naranjo está dando frutos, el agricultor debe seguir cuidando las plantas, protegiéndola de plagas y malezas, fertilizando el suelo, regando.

Si tenemos una poza con peces y no les damos de comer, los peces eventualmente morirán. Si les damos de comer, pero pescamos una cantidad mayor a su tasa de reproducción, eventualmente se acabarán. Si les damos de comer y pescamos una cantidad menor o igual a su tasa de reproducción, entonces podremos tener pescado por siempre e incluso aumentar la cantidad.  

La economía de un país funciona en muchos sentidos como los ejemplos de la siembra de naranjos o la cría de pescados: necesitamos preparar el terreno para que la semilla que caiga tenga las condiciones para desarrollar todo su potencial, necesitamos invertir por varios años antes de empezar a ver los frutos y necesitamos seguir cuidando las plantas y alimentando los peces para que la producción no caiga. Luego de que se ha sembrado y se ha cuidado el cultivo, es posible cosechar los frutos, sin invertir, y a corto plazo veremos un aparente beneficio porque ganamos mucho invirtiendo poco, pero la consecuencia de largo plazo será quedarnos sin nada.

La tesis que quiero presentar es la de un país que desde mediados de los años 80 hizo reformas estructurales que atrajeron inversión y trajeron prosperidad. A mediados de la década del 2000, en el momento en que el país empezaba a disfrutar los frutos de cosas que se habían iniciado incluso 20 años atrás, empezamos a girar hacía una dirección de solo cosechar sin sembrar y sin invertir, y seguimos esa ruta de desinversión y desinstitucionalización por 20 años. Entonces, mientras que en la primera década del siglo XXI, Bolivia era tierra fértil, con condiciones propicias para crecer y mejorar la calidad de vida de sus habitantes, hoy se parece más a un terreno de espinos como el de la parábola, donde los emprendimientos son ahogados apenas nacen y cuesta mucho que desarrollen su potencial.

La importancia de la libertad económica para el desarrollo

El nobel de economía Friedrich Hayek decía que “ser controlados en nuestra actividad económica significa ser controlados en todo”. Un Estado que posea todos los medios de producción (la utopía comunista), es un lugar donde el individuo no tiene libertad. La propiedad privada es un requisito indispensable para que exista una sociedad de personas libres e iguales ante la ley. Este es el argumento moral y por ende el más importante para defender la propiedad privada. Es decir, aunque un régimen de propiedad privada no fuera el más propicio para el crecimiento económico, sería moralmente justificable. Afortunadamente no existe una disyuntiva entre lo moral y lo práctico ya que un régimen de respeto irrestricto a la propiedad privada es también el más propicio para el crecimiento de un país y la reducción de la pobreza. Existe un sólido respaldo teórico y abundante evidencia estadística relacionando la libertad en general, con el crecimiento de un país y la prosperidad de sus habitantes. Voy a recurrir a La Heritage Foundation, que cada año publica su Índice de Libertad Económica. Su edición 2024 muestra una correlación de 0,73 entre libertad económica y nivel de vida.

En el caso de Bolivia, libertad económica que hasta mediados de la década del 2000 se encontraba en un rango de moderadamente libre, fue cayendo hasta niveles de ser un país reprimido y en la edición 2024 tiene el puesto 165 de 184 países medidos.

Quienes quieran profundizar en el tema pueden ir a https://www.heritage.org/index/

La facilidad de hacer negocios

Debería ser evidente que mientras más fácil sea algo, más de ese algo se desarrollará y viceversa. En tierra fértil las plantas crecerán en mayor cantidad, tamaño y fuerza que en tierra árida. En países donde es fácil abrir un negocio, habrá más empresas, de mayor tamaño y fortaleza que en países donde hay trabas y costos en cada etapa. Otro reporte interesante que mide un aspecto concreto de la libertad económica es el Doing Business elaborado por el Banco Mundial. En su edición del 2020 Bolivia ocupa el puesto 150 de 190 países evaluados en general y 175 en la categoría de abrir una empresa.

Según este reporte, abrir una empresa de responsabilidad limitada (SRL) en Bolivia requiere 12 procedimientos, 39,5 días y un costo astronómico equivalente al 37,3% del PIB per cápita. Como referencia en Nueva Zelanda abrir una SRL requiere un procedimiento que toma medio día y cuesta el equivalente al 0,2% del PIB per cápita. La versión 2016 de este informe indica que alrededor de la mitad de los países del mundo no requieren ni notario ni abogado para abrir una SRL; alrededor de la mitad requiere o un abogado o un notario; Cinco países en el mundo requieren ambos, un abogado y un notario para abrir una empresa, Bolivia es uno de ellos. Pareciera que la consigna fuera “¿por qué hacer algo sencillo, si podemos complicarlo?”. Para más información pueden ir a https://archive.doingbusiness.org/es/doingbusiness

Bolivia tiene una tasa de alrededor de 80% de empleo en el sector informal, una de las más altas del mundo. Tan alta tasa informalidad es testimonio del fracaso del Estado para facilitar la creación de empresas formales. En tal sentido, la informalidad no es un problema, es una solución y un escape a la vorágine burocrática y extorsiva del Estado.

Libertad de prensa

Es imposible que exista una democracia plena sin una prensa libre e independiente. La prensa es el mejor fiscalizador de los gobiernos. Reporteros Sin Fronteras en su informe del 2005 clasificaba a Bolivia en el puesto 45 de 167 países. Para el 2024 la coloca en el puesto 117 e indica que “ataques, amenazas, censura y acoso por parte del gobierno y de movimientos pro gubernamentales violan constantemente la libertad de prensa.” Con una prensa acosada y perseguida y una autocensura cada vez mayor podemos esperar más impunidad para los políticos, más corrupción y menos transparencia por parte del gobierno. Para más información pueden ir a https://rsf.org/es/clasificacion

Corrupción

Dada la caída de la libertad de prensa en el país, no nos debería sorprender que haya aumentado la corrupción y la población lo siente así según el Índice de Percepción de Corrupción elaborado por Transparencia Internacional que coloca a Bolivia en puesto 133 de 180 países. Según este informe Bolivia ha venido cayendo en este ranking, es decir que la población cada vez percibe al gobierno como más corrupto.

Para más información ir a https://www.transparency.org/en/cpi/2023/

Estado de Derecho y Justicia

La razón de ser de un Estado republicano es administrar justicia y velar por la prevalencia del Estado de Derecho: no existe una responsabilidad mayor para el Estado. En tal sentido, un criterio fundamental para evaluar un gobierno debe ser si mejora el sistema de justicia. El World Justice Project en su evaluación del 2023 sitúa a Bolivia en el puesto 131 de 142 países evaluados. Uno de los componentes de esta evaluación es el sistema de justicia criminal donde tenemos el puesto 141 de 142 países y en justicia civil somos antepenúltimos con el puesto 140, es decir ¡tenemos casi la peor justicia del mundo! El informe también muestra una caída sostenida de la puntuación del país.

El informe también evalúa el poder del gobierno, la ausencia de corrupción, la apertura del gobierno, derechos fundamentales, el orden y la seguridad, cumplimiento regulatorio. En todos ellos estamos por debajo de 100 en el ranking. Es decir que las promesas de una mejor justicia, con una nueva Constitución Política incluida, fueron falsas, fueron un pretexto para darle más poder al gobierno a costa de la libertad y de los derechos fundamentales de los ciudadanos.

El informe está disponible en https://worldjusticeproject.org/rule-of-law-index/

Educación

Siguiendo la analogía de la parábola del sembrador, si el terreno son las instituciones del país, las semillas son las personas, entonces la calidad de la educación será determinante para definir el potencial de las semillas. La Unesco publicó el 2020 un estudio que pone al país por debajo del promedio regional e indica por ejemplo que “en Matemática en sexto grado, el nivel I concentra un mayor porcentaje de estudiantes (62%) quienes sólo pueden realizar tareas sencillas”. En ciencias naturales “el 90% de los estudiantes se ubica en la mitad inferior de los niveles de desempeño.” https://www.unesco.org/es/articles/la-unesco-publica-diagnostico-de-aprendizajes-de-estudiantes-bolivianos-y-llama-abordar-las

En general, el Estado ha priorizado la ideología en la educación, introduciendo una versión sesgada de la historia y ha relegado las materias de matemáticas, ciencias y tecnología prefiriendo invertir en idiomas nativos.

Bonanza: inicio y fin

Durante los 80 y 90 el Estado boliviano hizo una serie de reformas que atrajeron inversión extranjera y el interés de empresas petroleras para explorar gas natural. Fruto de esas inversiones se hicieron descubrimientos importantes de reservas de gas que prometían hacer de Bolivia una potencia energética. Las inversiones hechas en las décadas del 90 y 2000 dieron frutos y el 2014 llegamos al pico de producción de gas. Adicionalmente el mundo experimentó precios altos de petróleo y gas durante la mayor parte de las primeras dos décadas del siglo XXI por lo cual el Estado boliviano tuvo una fuente extraordinaria de ingresos. A partir del 2006 el Estado boliviano cambió sustancialmente las reglas de juego en el sector de hidrocarburos, lo que desincentivó la inversión privada en exploración de gas y, así como tardamos alrededor de una década en empezar a ver los frutos de las cosas buenas que se habían hecho en los 80 y 90, también tardamos casi una década en ver los perjuicios de las malas políticas de mediados de los 2000, y el 2015 empezó el declive de la producción de gas. Este declive continúa y es una de las grandes causas del déficit fiscal.

Despilfarro y déficit

Con el dinero fácil, fruto del trabajo ajeno, vino el despilfarro y el gobierno creo un gran número de empresas públicas, la mayoría deficitarias y de contabilidad oscura, construyó elefantes blancos como un museo en Oruro y obras faraónicas mal planteadas como un ingenio azucarero donde no hay caña o una planta de urea lejos de la materia prima o de los clientes potenciales, la subvención a los combustibles continuó y el Estado creció y absorbió alrededor de 600.000 empleados públicos. Mientras que los ingresos por gas empezaron a caer, el despilfarro del gasto nunca paró y a partir del 2014 empezamos a tener déficit fiscales, es decir, un Estado que gastaba más de lo que le ingresaba.

Fuente: www.datosmacro.com

Imaginemos un hogar que cada mes gana Bs. 7.000 y gasta 10.000. La diferencia entre sus ingresos y sus gastos debe ser financiada de alguna forma y una alternativa es consumir sus ahorros. Las reservas internacionales son de cierta manera, un ahorro del país y no es coincidencia que hayan llegado a su pico el 2014 para luego empezar a caer. El Estado boliviano utilizó las reservas internacionales para financiar su déficit fiscal y especialmente importar hidrocarburos.

Fuente: Banco Central de Bolivia

Otra forma de gastar más de lo que se gana es recurrir a préstamos y el Estado también ha utilizado esta estrategia.

Fuente: www.datosmacro.com

Por muchos años el Estado gastó más de lo que ganaba, se comió los ahorros y se endeudó. En el corto plazo, las consecuencias de esto son un crecimiento mayor del país y una aparente prosperidad. El problema es que esa prosperidad no es permanente ni es sostenible y más bien se consigue a costa de un deterioro futuro, es como comerse todos los peces de la poza, hoy la pasamos muy bien y mañana vamos a pasar hambre. Ahora la situación fiscal del Estado boliviano es crítica: alto déficit, alto endeudamiento, no tiene reservas internacionales y no tiene un plan serio de reformas estructurales para corregir el curso. Por ello calificadoras de riesgo como Fitch dan al país una calificación CCC. Hoy los bolivianos empezamos a pagar las consecuencias de la fiesta y el despilfarro y la crisis recién comienza a sentirse.

La naturaleza de la crisis boliviana

El actual gobierno insiste en que Bolivia pasa por una crisis temporal. Siempre según el gobierno, los culpables de la misma son, dependiendo de la semana, los bancos, los malos exportadores (curiosa categoría), los cambistas, los especuladores, los opinadores, los empresarios, el cambio climático, la guerra en Ucrania, Estados Unidos y la crisis mundial del capitalismo. Yo sostengo que no vivimos una crisis temporal, sino estructural que se empezó a gestar hace alrededor de 20 años. Las últimas dos décadas hemos experimentado un deterioro de la calidad de las instituciones del país con un sistema de justicia en decadencia, mayor corrupción, más trámites y burocracia, menor libertad económica, normas laborales inviables, disminución de la seguridad jurídica y el respeto a los derechos de propiedad, una prensa perseguida y amedrentada, un Estado con un apetito fiscal insaciable, un país sin independencia de poderes, un Banco Central sometido al gobierno de turno, avasallamiento de tierras, falta de transparencia de las instituciones públicas, un sistema educativo paupérrimo y un sinfín de cosas más. Esta tesis no se basa en la simple opinión de un opinador, sino que está respalda en estadísticas de diversos organismos como el Banco Mundial, la Fundación Heritage, Transparencia Internacional, Unesco, Reporteros sin Fronteras y los mismos datos oficiales del país. Alguien podría argumentar que un dato en particular, no refleja la realidad del país o que algunas de estas fuentes adolecen de parcialidad. Sin embargo, cuando vemos que el conjunto de fuentes, independientes de sí, internacionales y de diversas líneas políticas coinciden en mostrar un deterioro sistemático de los indicadores de Bolivia, es imposible pretender ignorar la tendencia. No estamos viviendo una crisis por falta de dólares, la falta de dólares es una consecuencia de una crisis de destrucción de institucionalidad y Estado de Derecho que se empezó a gestar hace 20 años. Esta no es solo una crisis económica, sino institucional y moral. Como dijo Jorge Luis Borges, “el más urgente de los problemas de nuestra época es la gradual intromisión del Estado en los actos del individuo”. Hoy nuestra libertad está amenazada precisamente por la entidad que está creada para resguardarla; defender nuestras libertades contra el Estado invasivo es un acto moral.

Volviendo a nuestras analogías, los últimos 20 años hemos convertido el terreno fértil en infértil, hemos sembrado espinas en vez de naranjos y nos hemos comido a casi todos los peces de la poza, por lo que apenas quedan unos cuantos. Hoy nuestros niños y jóvenes reciben una educación inferior a la de nuestros países vecinos y las condiciones laborales que van a enfrentar son peores que las que tuvieron los jóvenes hace 20 años cuando el país nadaba en gas y la economía crecía satisfactoriamente. Lo permanente y estructural es la crisis, lo temporal y circunstancial es que el gobierno consiga algún crédito que le dé oxígeno por unos meses o que consiga pignorar el litio para seguir la fiesta unos años más. Nadie puede decir cómo estará el dólar en una semana o en un mes, pero la tendencia será a subir los próximos años y no hay nada estructural para revertir esto con excepción de algo como el litio, lo cual es improbable, ya que ni la China comunista quiere invertir en Bolivia con el actual marco regulatorio. Con el rumbo que llevamos, el país seguirá deteriorándose a un ritmo cada vez mayor. Incluso si tomamos las acciones adecuadas, el país seguirá una ruta de deterioro menos agudo y tomará algunos años de sacrificios antes de retomar la ruta del crecimiento sostenible. Se vienen años difíciles y no son 2 o 3, son 5 a 10 y si no corregimos y empezamos a sembrar ahora, pueden ser 20 años de decadencia y estancamiento.

Santa Cruz de la Sierra, 17/06/24