miércoles, 15 de junio de 2016

La democracia es un medio

Javier Paz García
El objetivo principal del Estado debe ser salvaguardar la libertad de las personas y procurar la paz en la sociedad. Sin embargo, siendo el mismo Estado una amenaza tanto para la libertad como para la paz (con frecuencia es la mayor amenaza) es que requerimos que se enmarque en ciertos parámetros que eviten o minimicen los abusos del poder. La democracia es una de las herramientas para este fin. Elegir a los gobernantes por voto popular, tener parlamentos, imponer términos a los periodos presidenciales y a las reelecciones son algunas de las características de una democracia. Pero conste que la democracia no la única herramienta para evitar el abuso de poder. La separación e independencia de poderes, la constitución, el predominio del derecho, la libertad de prensa son otras herramientas que deben funcionar en conjunto con la democracia para procurar que el Estado cumpla su rol sin abusar del mismo.
Un error común en nuestros tiempos es tratar la democracia como fin y como fuente de toda legitimidad. Bajo este concepto, mientras haya democracia todo está permitido. No importa si el presidente es violador de niñas, ladrón consumado o contumaz mentiroso, mientras sea elegido democráticamente, no hay nada que reprocharle; no importa que el gobierno mate, robe y viole las leyes porque es un gobierno democrático. Bajo este concepto tenemos gobiernos que actúan peor que en periodos de dictadura pero que tienen el aval y el apoyo de la comunidad internacional. Venezuela es el caso más dramático, pero Bolivia y Ecuador también se encuentran en esa situación. Son países donde sus gobiernos tienen como única fuente de legitimidad la democracia y que más allá de ello son semi-dictaduras, son dictaduras democráticas. Esto no es un oxímoron porque la democracia, si no está acompañada de leyes justas, de la garantía de los derechos civiles y políticos por parte del Estado, puede incluir la opresión de alguna minoría. Estados Unidos era una democracia en el siglo XIX y sin embargo era legal la esclavitud de los negros hasta mediados de siglo. ¿Era la esclavitud moralmente aceptable por tener el aval democrático? ¿Debían los esclavos negros aceptar calladamente su destino de esclavos, solo por el hecho de que tal destino les era impuesto por un Estado democrático? Quienes digan que no, para ser coherentes y consecuentes tienen que aceptar que la situación en Venezuela, Bolivia y Ecuador no es moralmente aceptable y que la gente tiene el derecho a protestar por los abusos que cometen estos gobiernos democráticos.
Santa Cruz de la Sierra, 29/05/16

http://javierpaz01.blogspot.com/

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