lunes, 16 de marzo de 2015

Sobre nuestra mala ortografía

Javier Paz García
La mala ortografía en nuestro país es un asunto de Estado. Desde que llegamos al mundo, el Estado registra nuestro nombre obviando tildes en los certificados de nacimiento y carnets de identidad. Yo, por ejemplo, según los documentos oficiales del Estado boliviano soy Garcia, y no García. Y de igual forma los Rodríguez, Fernández, y compañía tienen sus apellidos mal escritos. Igual destino sufren los Matías y Sebastián y seguramente un Argüello en realidad se llama Arguello.
Las antiguas máquinas de escribir con frecuencia no podían poner tilde a una letra mayúscula, porque ésta al ser de mayor altura, abarcaba el espacio que le correspondía al tilde. Por tal motivo se permitía la omisión del tilde en palabras mecanografiadas en mayúsculas. La computadora superó ese problema y por ello las MAYÚSCULAS se deben tildar; el no hacerlo es incurrir en mala ortografía.
En Bolivia, hace mucho, mucho tiempo, alguien decidió que los nombres propios deberían escribirse completamente en mayúsculas. Sería interesante investigar quienes tomaron esta decisión y por qué motivos. Tal vez hubo una consideración práctica, como por ejemplo, que poner tilde implica una digitación adicional y por ende una pérdida de tiempo; quizá pensaron que obviar el tilde evitaría complicaciones legales como ser el llamarse Pérez en el certificado de nacimiento y Perez en el carnet de identidad. O tal vez razonaron que, siendo Bolivia un país donde predominan los ignorantes y analfabetos, no sería infrecuente que tanto el interesado, como el policía responsable de mecanografiar el nombre en el carnet de identidad, no sepan que el susodicho nombre lleva tilde. Cualesquiera que fueran las causas que llevaron a escribir los nombres con mayúsculas y sin acentos, hoy las computadoras permiten la acentuación de las mayúsculas y no existe justificativo para que las palabras mayúsculas estén exentas de ser acentuadas. Lo único que nos impide escribir nuestros nombres propiamente es la inercia de las leyes y la incultura de nuestros funcionarios públicos.
Pero nuestros nombres no son las únicas víctimas de la incultura gubernamental: las calles de la ciudad de Santa Cruz tampoco tienen tilde y con seguridad que no es el único caso.
Santa Cruz de la Sierra, 01/03/15

http://javierpaz01.blogspot.com/

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