sábado, 9 de abril de 2011

Racismo y libertad de expresión

Javier Paz García
Construir sociedades abiertas (siguiendo a Karl Popper), requiere de un alto grado de tolerancia. Requiere especialmente de una defensa abrumadora de la libertad de expresión. Requiere defender el derecho de otros a expresar sus ideas, no importa cuán idiotas o retorcidas creamos que sean. Es precisamente cuando surgen discursos que la mayoría reprocha, donde se pone a prueba la tolerancia y la libertad de expresión en una sociedad.
El racismo es un tema que puede poner a prueba el nivel de civilidad y tolerancia de una sociedad. Y es encomiable que la sociedad y el Estado luchen contra el racismo, pero esa lucha no se debe sobreponer a la defensa intransigente del derecho de cada ciudadano a expresar libremente sus ideas. Pocas cosas pueden ser tan importantes como la libertad de expresión para preservar una sociedad de ciudadanos libres, es por ello que una de las primeras cosas que los regímenes autoritarios hacen es limitarla. Permitirle al Estado que cercene la libertad de expresión, incluso cuando se utiliza para expresar ideas que la mayoría desaprueba, puede abrir las puertas a mayores limitaciones… y a la tiranía.
Para preservar una sociedad abierta, la libertad de expresión debe ser protegida, incluso cuando es utilizada para promover ideas que la mayoría desaprueba, como son las ideas racistas, de la misma manera que protegemos el derecho de cada uno a profesar su religión, aunque no sea la nuestra.
Esto no quiere decir que el racismo no deba ser rechazado y combatido. Pero como dije antes, se lo debe combatir con ideas, con educación y con el rechazo de la gente hacia quienes expresan opiniones racistas. Por ejemplo quienes rechazan el racismo tienen todo el derecho de no entablar amistad ni hacer negocios con personas o instituciones que promuevan el racismo. Un medio de prensa privado tiene todo el derecho de no dar cobertura a personas racistas. Y por supuesto, el Estado debe aplicar la ley contra quienes van más allá del discurso y cometen actos de violencia contra otras personas.
El rechazo generalizado de la sociedad, la educación y la concienciación son las mejores armas contra el racismo. Un buen ejemplo de esto es el grupo de supremacía blanca Ku Klux Klan en Estados Unidos. Son gente que declara abiertamente su odio por quienes no son blancos descendientes de anglosajones. Son en su mayoría lo que los americanos llaman basura blanca (white trash): gente pobre, con poca educación, resentida con la sociedad que se junta a beber cerveza y a lamentarse de su situación. Viven en una sociedad que mayoritariamente los rechaza, los ignora, y los mira como una curiosidad anacrónica. Son irrelevantes e inofensivos. Y tienen el derecho de decir todas las estupideces que deseen, pero no tienen quien los escuche.
Santa Cruz de la Sierra, 07/04/11
http://javierpaz01.blogspot.com/

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