miércoles, 20 de octubre de 2010

Liberalismo y solidaridad

Javier Paz García
La conclusión lógica de un régimen liberal es el establecimiento de un sistema capitalista. Y una crítica frecuente contra el capitalismo es que empobrece a los más pobres y destruye la solidaridad. No es infrecuente escuchar hablar del “capitalismo salvaje” peyorativamente. Analicemos entonces el mito del capitalismo salvaje.
En el plano de las ideas, el sistema capitalista se basa en el respeto a la propiedad privada, y en el libre uso de lo propio. Es decir, cada quien puede hacer con lo suyo lo que le plazca, pero debe respetar lo ajeno (dentro de lo ajeno se incluye la vida, la libertad y la propiedad). El capitalismo no impide la solidaridad ni la inhibe, simplemente deja en libertad a cada individuo para que haga el uso que desee de sus recursos. Entonces, si en una sociedad capitalista no existe solidaridad, no es por culpa del capitalismo, es por decisión personal y libre de cada uno de los individuos que la componen.
En la práctica las sociedades con tendencias liberales – aquellas donde el capitalismo se ha podido desarrollar mejor – han sido las más exitosas en reducir la pobreza (objeto primordial de la solidaridad) y también han sido las más proclives a generar instituciones que presten ayuda solidaria a los necesitados. Ejemplos son la Cruz Roja Internacional, los Rotary Clubs, Amnistía Internacional, la Fundación Bill & Melinda Gates, Greenpeace, Human Rights Watch. Recalco que estas instituciones son privadas y se crearon en países capitalistas. Y la lista continua con fundaciones de beneficencia, ONG, centros de investigación dedicados a los más diversos temas como ser el alivio de la pobreza, la cura para el cáncer, la protección de las mujeres, la alfabetización, la promoción de los derechos humanos, el desarrollo sostenible, la promoción del socialismo, ayuda a los alcohólicos y drogadictos, la construcción de viviendas de bajo costo, la protección de animales, etc.
Me permito una digresión. La promoción del socialismo no implica que quien lo promueve provenga de una sociedad socialista. Las sociedades socialistas prohíben libros, restringen los medios de comunicación y encarcelan a quienes propagan las ideas liberales, en cambio es impresionante la cantidad de voluntarios y misioneros provenientes de países capitalistas que viajan por el mundo promoviendo el socialismo; muchos de ellos son gente admirable y bien intencionada. Es curiosa la ausencia de cubanos, rusos, norcoreanos o chinos haciendo lo mismo y es evidente la ausencia de ONG provenientes de este tipo de países.
A la lista de ONG que practican la solidaridad hay que agregar iglesias, empresas privadas con fines de lucro y personas particulares. Además hay que incluir las telemaratones, los bingos benéficos que ser organizan cuando un amigo cae en desgracia, las donaciones anónimas, el tiempo invertido en voluntariados, etc.
La evidencia muestra que un régimen liberal, donde se practica un “capitalismo salvaje” no acaba con la solidaridad, y más bien la incrementa.
Santa Cruz de la Sierra, 17/10/10
http://javierpaz01.blogspot.com/

3 comentarios:

Unknown dijo...

Estimado Javier:

Partes de una hipótesis errónea; “un régimen liberal es el establecimiento de un sistema capitalista” y eso no es riguroso, la realidad es que cierto sistema capitalista desemboca en un sistema liberal: Como bien sabrás un sistema capitalista puede ser: de Estado, sin regulación- de laissez-fair – o mixto.

Cuando el capitalismo no quiere regulación es cuando se denomina liberalismo. La pregunta es ¿por qué un sistema capitalista no quiere regulación?.

La respuesta la tienes en el siglo XVIII en las economías europeas boyantes como eran las de Inglaterra, Francia y España: El crecimiento económico de estos países fue debido a la agricultura, el poderío marítimo y a la posesión de colonias por la posibilidad de potenciar el comercio y traer nuevos productos.

El poderío marítimo no olvidemos que fue gracias a la intervención de los Estados, potenciaron a la marina mercante, la protegieron e incluso la utilizaron como patente de corso para poner zancadillas comerciales a los otros países, vg: Inglaterra VS España.

Las colonias no eran fruto de la iniciativa privada, las colonias eran fruto de las inversiones de las Coronas europeas, esto es del Estado.

Sólo la agricultura, que en el siglo XVII y principios del XVIII eran la verdadera fuente de riqueza, era de iniciativa privada o concesiones de la Corona para la explotación privada por los pequeños campesinos. La suma de muchos era el crecimiento.

Gracias al crecimiento de las economías fundamentalmente, por la agricultura, por el comercio marítimo y las posesiones de fuera de las fronteras (colonias), los excedentes dinerarios de los comerciantes y de los agricultores permitieron a, la incipiente, banca acumular capitales que sirvieron para financiar la nueva industria. A partir de ese momento se transformó el capitalismo en un liberalismo que derivó en el control de los Estados por parte de la banca.

Como consecuencia desaparecieron los pequeños campesinos y se crearon los grandes latifundios, y el dinero cayó en manos privadas de la banca, de las grandes empresas industriales que mecanizaron la industria textil, la metalúrgica y la minera que apoyaba a la metalúrgica y como consecuencia se abrió una gran brecha entre las clases sociales porque como dijo Jaques Pirenne, Profesor de la Universidad de Bruselas Doctor Honoris Causa de la Universidad de Ginebra y Miembro de la Real Academia de Bélgica, cuando trata la economía de Inglaterra:

“Como en todos los periodos de gran prosperidad económica – cual la época helénica, a la que tan curiosamente tan curiosamente se asemejan los siglos XVIII y XIX de nuestra era- el capitalismo va acompañado de pauperismo”.

Fue la privatización del dinero la que condujo al empobrecimiento de las naciones y la que permitió que el dinero lo acumularan unos pocos empresarios industriales, los terratenientes latifundistas y la banca.

Porque no olvidemos que el dinero es una herramienta de intercambio, una unidad de medida de los factores productivos y de los bienes y una herramienta de transporte del valor en el tiempo y su gestión no puede estar en manos privadas directa o indirectamente. .

Prueba de esa privatización del dinero es que existe una relación de uno a cinco entre la capacidad de impresión del dinero físico por parte de los Estados (hoy Banco Central Europeo, antaño la Banca Nacional) y el dinero bancario. Que ya sabes que el efecto multiplicador bancario permite crear 4 euros cada 1 impreso.

Como conclusión: El dinero no es solidario y el hombre que es un ser ambicioso e injusto por naturaleza provoca conscientemente fallos en el libre mercado, por lo que deben existir instituciones que regulen la economía cuyo objetivo es la redistribución de los bienes escasos entre los miembros de la sociedad.

El capitalismo salvaje provoca fluctuaciones en la oferta para que los recursos, que a menudo abundan en la naturaleza escaseen y aumenten su valor. Esto se hace desde los lobbies de los sectores que tienen la capacidad de regular a su antojo la economía.

Unknown dijo...

Por tanto hemos suprimido la regulación de los Estados Nacionales, como paradigma liberal, y hemos dado paso a la regulación de la economía por parte de la banca y ciertos sectores empresariales, esto es el ultraliberalismo que se está produciendo en la Eurozona.

Hemos llegado a la paradoja de una Planificación Central supranacional que controla Alemania y algún país más y como bien sabes la Planificación Central es típica de las políticas marxistas.

Europa en el siglo XVIII , tras la implantación del capitalismo liberal se hundió en crisis, en revoluciones y guerras hasta el siglo XX, situación que llevó a crear en Europa dos bloques. Y solo a partir de la II Guerra Mundial, que en el mundo occidental se implantó el Estado de Bienestar hubo una estabilidad social clave para el crecimiento y la prosperidad.

El siglo XXI es un retroceso hacia los desajustes sociales del siglo XVIII derivados del liberalismo.

Javier Paz dijo...

No hay ninguna hipótesis errónea en mi planteamiento. Un sistema liberal necesariamente tiene que ser capitalista. Usted está tratando de decir que yo dije que un régimen capitalista necesariamente tiene que ser liberal, lo cual no es cierto. Por otro lado su pregunta ¿por qué un sistema capitalista no quiere regulación? No tiene sentido. En primer lugar, el capitalismo en un sistema de organización social. Como tal no tiene volición. Es absurdo preguntarse si el capitalismo quiere esto o no quiere aquello. Lo que sí es cierto es que dentro de un sistema capitalista habrá personas que quieren más regulaciones y otras que quieren menos. Algunos quieren regular ciertos sectores y dejar otros sin regulación, y otras personas querrán regular otros sectores. En realidad, esta situación no es exclusiva del capitalismo, sino de cualquier sistema político y económico, incluido el comunismo. Siendo la pregunta absurda, no voy a elaborar sobre su respuesta, que evidentemente no responde a la pregunta.
Aunque todo su discurso tiene poco o nada que ver con el tema de mi artículo titulado “Liberalismo y solidaridad” voy a notar algunos errores. Sus afirmaciones tienen más de teorías de conspiración que de verdad. Usted dice que el dinero ha sufrido un proceso de privatización. Sin embargo ha ocurrido lo contrario; en el pasado el oro y la plata eran usados como moneda y por lo tanto los Estados no tenían control sobre su producción. Hoy solo los Estados manejan el oro y solo ellos controlan la impresión de papel moneda. La banca solo puede crear crédito en proporción al papel moneda que crean los Estados, por lo tanto no es correcto afirmar que la banca controla el sistema monetario.
Usted habla de una pauperización producida por culpa del capitalismo. Pues entonces explíqueme por qué el obrero inglés vive mejor que el obrero de Mozambique o el obrero americano mejor que el mejicano. La crisis de la Eurozona es producto de implementar Estados de Bienestar insostenibles y de políticas fiscales irresponsables. También es fruto de esa perversa colusión entre los intereses de los políticos con algunos sectores empresariales como la banca, para obtener beneficios y privilegios ajenos a los que otorga un verdadero régimen capitalista y liberal donde reina la competencia.