viernes, 12 de septiembre de 2008

Evo el pacifista

Javier Paz García
Evo no es ningún pacifista, y eso no es necesariamente malo, yo tampoco lo soy. Pero pretende serlo y eso lo hace hipócrita. Tampoco es un dialogador sincero, pero mientras escribo estas palabras lo escucho por la radio repetir la palabra “diálogo” innumerables veces. Cree que la libertad de prensa consiste en que la prensa calle sus errores y glorifique sus virtudes; aquéllos que no siguen esta receta son declarados enemigos, apaleados y apedreados… literalmente. Y como Mao, Lenin o Hitler, cree verdaderamente encarnar la consciencia del pueblo.
Pero a pesar que Evo ha pulido su discurso muchísimo y ha aprendido el arte de la política hasta convertirse en un verdadero príncipe maquiavélico, su trayectoria no lo abandona. Evo es probablemente el más exitoso bloqueador en la historia de Bolivia, merece de sobra el título de maestro del bloqueo. No se le puede probar legalmente su vínculo con el narcotráfico, pero que nadie me venga a decir que el más poderoso líder que hayan tenido las federaciones de cocaleros del Chapare, no sabía nada sobre el destino de su producción de coca. Y nadie en su sano juicio podría decir que los matabobos que han cercenado extremidades y matado gente en el Chapare no tenían su aprobación o al menos su conocimiento.
Evo, como buen socialista, cree en la lucha armada, en esa lucha que llevaron a cabo su vicepresidente, en esa lucha que llevaron los hermanos Peredo quienes hoy son Senador y concejal por el MAS. En esa lucha que él mismo llevó a cabo hasta que se dio cuenta que la democracia podría serle útil. Y cuando descubrió la democracia, también descubrió a la Unión Europea y las ONGs. Y descubrió que para conseguir dinero y apoyo de estas buenas gentes era mejor dar una fachada de “defensa de los pueblos indígenas” que suena mucho mejor a “defensa de la coca y la cocaína”. Y con ese truco, un trabajo arduo y una serie de eventos infortunados llegó a la presidencia y hasta fue nominado a Nobel de la Paz.
Pero Evo no es ningún pacifista y no le molesta usar “al pueblo” como carne de cañón (sí le molesta usar al Ejército y la Policía, porque eso tiene implicaciones legales y es perjudicial para su imagen pública). Y estoy seguro que los muertos que carga su gobierno y su carrera sindical no le quitan el sueño. Lo que le debe quitar el sueño es la posibilidad de no conseguir la reelección, y consolidar el poder “político, económico y cultural”.
En fútbol no es inusual que cuando un equipo va ganando un partido, los jugadores empiezan a lesionarse más seguido, se revuelcan más tiempo en cada caída, tardan en salir de la cancha cuando son reemplazados, en fin, empiezan a dilatar las acciones lo más posible para que pase el tiempo. Evo, hasta ahora practicó esa estrategia con las regiones, porque no le quedaba mal hacerse el dialogador y pacifista, convocar humildemente al diálogo, sacarse una foto, y dilatar el tiempo, mientras tanto el IDH seguía siendo confiscado, sus leyes pasaban, sea con cercos, sesiones truchas, senadores suplentes inhabilitados y él avanzaba en su proyecto. Es decir, quedaba de dialogador y no cedía en nada: un golazo político.
Ahora Evo no tiene pisada en la mitad del país, instalaciones de impuestos, aduanas, aeropuertos, pozos petroleros están en manos de autonomistas y por lo menos por ahora, las arcas del centralismo no van a recibir los jugosos ingresos que llegan del oriente, volviendo a la analogía el partido está parejo. Evo no es ningún dialogador, pero esta vez puede que esté dispuesto a dialogar. Habrá que ver.
La Paz, 12/09/08

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