viernes, 20 de octubre de 2006

Theodore Roosevelt, el hombre en la arena

Javier Paz García

Nacido en Nueva York el 27 de octubre de 1858, graduado con honores de la universidad de Harvard, político, escritor, naturalista aficionado, ambientalista, ganadero fracasado, subsecretario de la naval, teniente coronel en la guerra hispano-americana, explorador, y el hombre más joven en llegar a la presidencia de los Estados Unidos, luchador incansable por su país y por aquello que creía justo. La revista Time en su edición del 3 de Julio del 2006, cuenta su vida y le rinde homenaje, y yo, con la ayuda de esta revista, aprovecho esta oportunidad para rendirle el mío.
Asmático y débil en niño, se convirtió en un infatigable y tenaz hombre mediante lo que él mismo llamó la “vida extenuante” forzándose él mismo a ir por el camino difícil y peligroso, haciendo bastante ejercicio físico y pasando tiempo al aire libre. Pruebas de su carácter son el hecho de que en mayo de 1898 renunció a su cargo en la burocracia gubernamental para enlistarse voluntariamente en la guerra hispano-americana, en la cual lideró dos batallas; él decía que un hombre debería estar dispuesto a pagar con su cuerpo por sus convicciones, y estaba decidido a demostrarlo. En otra oportunidad, durante su última campaña por la presidencia alguien le disparó en el pecho, “él metió sus dedos en sus labios, vio que no estaba sangrando por la boca y concluyó que la bala no había perforado el pulmón”, a pesar de la herida, dio un discurso de 90 minutos antes de dejarse llevar al hospital. Fortaleció la naval de su país y convirtió a los Estados Unidos en una potencia mundial, se enfrentó contra los monopolios de su época, promovió la separación de Panamá para construir el canal, recibió el Premio Nobel de la Paz por su intervención en el conflicto Ruso-Japonés, creó 150 reservas forestales, 51 refugios de vida silvestre y 5 parques nacionales e influenció a la nación americana profundamente y hasta nuestros días. Fue un amante de la naturaleza, cazó en las sabanas africanas para recolectar especimenes que el museo Smithsonian todavía tiene en exhibición y casi perdió la vida explorando el río brasileño que hoy lleva su nombre. Fue un pensante hombre de acción cuyo lema fue “hacé lo que podás, con lo que tengás, donde estés”.
Un colega de mi trabajo tiene en su pared el fragmento de un discurso titulado “El hombre en la arena” que Theodore Roosevelt pronunció en la Sorbonne de París en 1910. Es este discurso que inspiró esta nota, y por ello ahora lo traduzco y lo transcribo:
“No es el crítico quien cuenta; no es aquél que muestra como el fuerte se tambaleó o donde el bienhechor pudo haberlo hecho mejor. El crédito le pertenece al hombre que está en la arena; cuyo rostro esta pringado de polvo, sudor y sangre; que lucha valientemente; que yerra y queda corto una y otra vez; que conoce los grandes entusiasmos, las grandes devociones, y gasta su vida por una causa justa; aquél que, en la cúspide, conoce el triunfo de los grandes logros, y que en el peor de los casos, si es que falla, por lo menos falla atreviéndose a mucho, para que su lugar nunca esté entre aquellas frías y tímidas almas que no conocen ni la victoria ni la derrota”.
Fayetteville, 04/08/06.
El Deber, 28/09/06.

1 comentario:

Anónimo dijo...

You made my day with this quote.

Congratulations.

Will.