Javier Paz García
Los títulos universitarios obtenidos en el extranjero deben seguir una serie de trámites para tener validez en Bolivia. Uno de los trámites necesarios es la legalización en un consulado del país donde se obtuvo el título. Con la intención de informarme sobre que necesitaba para cumplir con este requisito es que decidí llamar por teléfono al consulado de Bolivia en Houston, Estados Unidos. Llamé un viernes a las 9:10 a.m. – hora prudente para encontrar ya gente trabajando – sin embargo nadie contestó el teléfono. Decidí entonces llamar al consulado en Oklahoma. Me atendió una mujer y cuando le expliqué lo que necesitaba, me dijo que me iba a transferir con otra persona. Efectivamente me transfirió a otra línea, pero nadie contestó. Aproximadamente a las 9:30 a.m. llamé de nuevo al consulado en Houston, esta vez con suerte ya que una mujer atendió el teléfono. A continuación transcribo el diálogo que tuvimos tan fielmente como mi memoria me lo permite:
- Buenos días, soy un graduado de la Universidad de Arkansas y quisiera saber que necesito para convalidar mi título.
- Bueno, tiene que hacer ‘notariar’ los documentos que sean necesarios, hacerlos firmar por el secretario del estado de Arkansas y luego enviarlos aquí para que nosotros los legalicemos y le digamos cuanto cuesta, y ya en Bolivia no sabría decirle que más hay que hacer.
- ¿Y cuales son los documentos que necesito enviar?
- La verdad es que no sé, lo que generalmente nos llega son el título original, la lista de sus notas y la descripción de las materias que ha llevado, pero no sé y para estar seguro, tendría usted que pedirle a algún familiar en Bolivia que averigüe bien allá.
- ¡Ah, OK! Otra consulta más, yo no voy a retornar a Bolivia inmediatamente, entonces, si hago este trámite ahora, ¿existe un límite de tiempo en el cual deja de ser válido?
- Tampoco sabría decirle, lo mejor es que consulte en Bolivia.
- Bueno, muchas gracias y hasta luego.
- Hasta luego.
Esta es una transcripción bastante fiel de la charla que tuve con la funcionaria del consulado. La mujer no me dio una sola respuesta concreta sobre un trámite que probablemente hacen decenas de veces al año. Pero no solo no me dio la información que yo requería, sino que tampoco se ofreció a averiguarla – lo cual es su trabajo – mas bien me dijo que me busque un pariente en Bolivia para hacerlo.
Acostumbrado a vivir en un país donde el cliente es el rey y donde las cosas funcionan como deben ser, colgué el teléfono bastante molesto. Es evidente que los funcionarios de nuestras embajadas y consulados no tienen el adecuado entrenamiento y orientación de servicio al cliente; es imperativo que la cancillería trabaje en ello. Los trámites que realiza una embajada o consulado tienen que estar escritos en formularios que estén a la mano de todos los que trabajan allí, en especial si interactúan con clientes externos (sean bolivianos o extranjeros). Los trámites y procedimientos deben ser del conocimiento de todos los funcionarios ¡para eso se les paga, para informar y orientar a la gente, no para decirle que busque algún pariente que averigüe en Bolivia!
Ahora que esta nota ha sido publicada no me queda más que rogar que quienes van a hacer mis trámites en el consulado no la lean (hubiera sido prudente usar un pseudónimo), rogar que mis documentos no se extravíen misteriosamente, y rogar que la próxima vez que necesite llamar a un consulado, la persona que me atienda haga su trabajo como debe ser.
Fayetteville, 06/08/2006.
El Deber, 13/08/06.
miércoles, 18 de octubre de 2006
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