miércoles, 30 de abril de 2014

La magia de García Márquez


Javier Paz García
Las letras de Gabriel García Márquez nos enseñan de que no solo importa lo que se dice, sino también cómo se lo dice. Gabo, podía tomar cualquier tema, incluso el más banal y cotidiano y escribir un párrafo hermoso o al menos cautivador e interesante. Un ejemplo de ello son sus artículos periodísticos donde desarrolla temas de una amplia diversidad, que van desde noticias de la búsqueda de sobrevivientes en una accidente aéreo hasta el amplio uso de la letra X por parte de los escritores de máquina de escribir (para, por sobre todo, tachar palabras o párrafos que se quieren eliminar). En otra nota se quejaba de la fama internacional que había alcanzado la canción colombiana con el estribillo “se va el caimán / se va el caimán / se va para Barranquilla / comiendo pan / comiendo pan / y arepa con mantequilla”, siendo que en su país habían canciones mucho mejores que no sobrepasaban las fronteras.
En fin, su obra periodística no solo informaba, sino que también divertía. Sus artículos eran entretenidos, y a menudo enfocaba las cosas desde un punto de vista que nadie había visto antes.
Su obra literaria es, por supuesto, merecedora de un Nobel. En Cien años de soledad, nos mete en un laberinto de nombres y hechos que nos mantienen deslumbrados; en El otoño del patriarca entramos en la cabeza de un dictador y pasamos hojas de hojas sin ver una coma o un punto en el texto; en El amor en los tiempos del cólera, sufrimos los desamores de los personajes y nos emocionamos cuando, a pesar del tiempo, se logran encontrar; en el cuento La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y su abuela desalmada vemos nuevamente como el amor triunfa a pesar de todo.
Es difícil para un latinoamericano leer a García Márquez y no sentir cierta familiaridad con sus temas, sus descripciones, el ambiente en que transcurren sus tramas y por supuesto, sus personajes. A menudo me he preguntado, si su prosa puede ser entendida en otras regiones del mundo, o más propiamente, cómo la entienden fuera del subcontinente americano. Sin embargo, la fama mundial de Gabo atestigua sobre la universalidad de sus temas, a pesar del sabor local con el que están impregnados. Y es que todos, sin importar la raza, el idioma o el país de origen hemos experimentado el amor y la soledad, sentimientos tan universales como sus libros.
Gabriel García Márquez falleció este 17 de abril en México DF. Su obra perdura y lo inmortaliza.
Santa Cruz de la Sierra, 20/04/14
http://javierpaz01.blogspot.com/

lunes, 28 de abril de 2014

Los liberales sobre el empresariado


Javier Paz García
Es cierto que el pensamiento liberal reconoce el profundo valor que tienen los empresarios y emprendedores para el desarrollo económico. Esto de ninguna manera quiere decir que los liberales idealicemos al sector empresarial. Como ejemplo, cito a Adam Smith, quien en La Riqueza de las Naciones (libro I cap. XI, conclusiones) escribió lo siguiente: “Ampliar el mercado y limitar la competencia está en el interés de los comerciantes. Ampliar el mercado es frecuentemente conveniente al interés público; pero limitar la competencia siempre va en contra, y solo sirve para permitir a los comerciantes incrementar sus ganancias por encima de lo que naturalmente serían, a costa del resto de sus conciudadanos. La propuesta de cualquier ley o regulación comercial que venga de esta casta, siempre debe ser escuchada con la mayor precaución, y nunca ser adoptada hasta que se haya examinado largamente y con el mayor escrúpulo y cuidado. Esta proviene de una clase de personas cuyo interés nunca es exactamente igual al del público y que en general tiene un interés de engañar y oprimir al público”.
Ludwig von Mises, otro renombrado liberal en su libro Liberalismo escribió: “La argumentación con la que la demagogia antiliberal llega a adosar todas las distorsiones y las consecuencias negativas típicas de la política antiliberal precisamente al liberalismo y al capitalismo, es la siguiente: empieza afirmando que los principios liberales tienen como objetivo favorecer los intereses capitalistas y de los empresarios contra los intereses de los demás estratos sociales, de suerte que el liberalismo estaría a favor de los ricos contra los pobres; luego observa que muchos empresarios y capitalistas, sobre la base de ciertas premisas, se baten a favor de los aranceles protectores y otros a su vez incluso a favor de los armamentos – y ahí los tenemos, listos para declarar que todo esto es política capitalista-. La realidad es totalmente diferente. El liberalismo no es una política que fomente los intereses de esta o aquella clase social, sino una política a favor de los intereses de la colectividad. No es pues, que los empresarios y capitalistas tengan particular interés en preferir el liberalismo. Su interés en preferir el liberalismo es idéntico al de cualquier otro individuo. Es posible que el interés particular de algunos empresarios o capitalistas coincida con el programa del liberalismo en algún caso particular, pero los intereses particulares de otros empresarios o capitalistas se le oponen siempre.”
Santa Cruz de la Sierra, 06/04/14
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martes, 22 de abril de 2014

No había sido novela


Javier Paz García
Reymi Ferreira reconoce en su último artículo (Venezuela, ED 04/04/14), aunque sea tácitamente, que lo de Venezuela no es una telenovela. Sin embargo culpa de la violencia a los sectores de oposición. Por supuesto, nada dice de la violencia constante durante los tres lustros de la revolución chavista. Violencia verbal, con Chávez, Maduro y sus acólitos hablando de pacifismo pero refiriéndose sus opositores como gusanos, traidores, basura, etc.; en lo judicial, utilizando el sistema de justicia para perseguirlos; en lo político, politizando todos los cargos públicos, quitando recursos y potestades a los municipios opositores, realizando probados fraudes electorales; en lo económico, confiscando la propiedad privada, enriqueciéndose entre chavistas y empobreciendo al país; cercenando la libertad de expresión, cerrando medios de prensa, obligándolos a transmitir los insufribles discursos de los líderes chavistas, dejando a los periódicos sin papel para imprimir; en lo militar, armando grupos paramilitares llamados colectivos y dotándolos de armas de guerra, politizando a la policía y al ejército. Caracas es tal vez la ciudad más violenta del mundo, producto parcial de la complicidad del gobierno y de las armas que el régimen reparte a sus organizaciones criminales, llamadas colectivos y que han matado a miles de personas en asaltos comunes. 
Por lo tanto, querer defender al régimen chavista, bajo el argumento de que ganaron elecciones y que los violentos son opositores, no hace aguas. Los videos documentando los abusos de los colectivos chavistas y las fuerzas de seguridad son abundantes y contundentes. Decir que el régimen no reprime la libertad de prensa argumentando, como lo hace Ferreira, que existen medios privados es tan risible como decir que la libertad de prensa en los regímenes de Videla, Pinochet y Bánzer era respetada, porque también habían medios privados.
Finalmente Ferreira descalifica a líderes de la oposición como golpistas, pero ensalza a Hugo Chávez  quien fue un golpista, que además celebraba orgulloso su fallido golpe y por otro lado, tiene como empleador y jefe a Evo Morales, un golpista confeso seguido de García Linera, un terrorista y separatista confeso. Un poco de coherencia lo obligarían a renunciar a su cargo de embajador. Ferreira no miente cuando afirma que (no todas) las manifestaciones de la oposición han sido pacíficas. Pero usar esa media verdad para defender al régimen de Maduro equivale a una mentira.
Santa Cruz de la Sierra, 06/04/14
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domingo, 6 de abril de 2014

Sobre la telenovela venezolana


Javier Paz García
Hace algunas semanas el embajador adjunto de Bolivia, Reymi Ferreira, calificó la situación venezolana como una telenovela. Para entonces, la situación ya era crítica y existían varías personas fallecidas producto de la violencia. Ahora que los muertos llegan casi a 40, habría que preguntarle a Ferreira si lo de Venezuela sigue siendo una novela. Habría que preguntarle si los abundantes videos que circulan por las redes sociales mostrando la brutal represión de los organismos de seguridad del Estado contra hombres, mujeres y ancianos son ficciones novelescas o son parte de la realidad. Habría preguntarle si las ordenes de arresto contra varios opositores y no solo Leopoldo López, más la destitución inconstitucional de la diputada María Corina Machado son o no son violaciones a los derechos políticos propias de un régimen totalitario.
Por supuesto, las protestas no comenzaron de la nada, sino que son la consecuencia de una debacle económica y social producida por el régimen. Pero la situación venezolana no se limita a un problema de economía, sino también a una continua violación de los derechos civiles y políticos.
Ferreira sostiene que en Venezuela hay democracia porque hay elecciones. Pero la democracia no es solo eso. Cuando el presidente Chávez, suelto de cuerpo, se pasea por una plaza, apunta el dedo aleatoriamente y grita ¡exprópiese!; cuando la jueza María Lourdes Afiuni es encarcelada por orden expresa de Chávez y es violada en su prisión; cuando el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, se niega a dar la palabra a parlamentarios democráticamente electos y el oficialismo propina una golpiza a varios de ellos; cuando las leyes se hacen para perseguir a los opositores pero no se aplican para los oficialistas; cuando el Estado arma grupos paramilitares como los camisas pardas nazis para amedrentar y matar a los que protesten; cuando la policía no protege a los ciudadanos por igual, sino que se convierte en un grupo de control y terror hacia la disidencia; cuando el gobierno limita o prohíbe el periodismo independiente, entonces no se puede hablar de un Estado de derecho democrático.
Calificar de telenovela la situación venezolana, solo porque un político en particular se entregó de forma dramática (al estilo de la socialista Indira Ghandi, entre otros), es negar una realidad mucho mayor, es brindar apoyo a un régimen para que siga reprimiendo y violando los derechos humanos, es develar la doble moral de quienes piensan que cometer abusos es malo, a menos que sea un gobierno de izquierda quien los cometa.
Santa Cruz de la Sierra, 30/03/14
http://javierpaz01.blogspot.com/