viernes, 23 de diciembre de 2011

¿Quién regula a los reguladores?


Javier Paz García
Si por los burócratas fuera, los tentáculos del Estado llegarían a cada rincón de nuestras vidas, regulando, supervisando, controlando todo para alcanzar un mundo mejor. Lo curioso, lo irónico es que el mismo Estado que regula las actividades de otros, cuando es comparado precisamente con aquellos a quienes regula, resulta ser el peor de todos. Me explico mediante ejemplos.
Por regulación estatal, los bancos en Bolivia no deben permitir que una persona espere más de media hora para ser atendida, caso contrario puede presentar una queja. Lo curioso es que no existe institución estatal donde uno haga una cola menor de media hora. Ir a Tránsito, Identificación, Ministerio de Trabajo, Caja de Salud o a Migración requiere sacrificar medio día sin trabajar. Y mientras en los bancos uno espera adentro con aire acondicionado y en cómodas sillas, con el Estado uno espera afuera, parado y no tiene a quien quejarse.
Mientras los colegios y universidades privados producen las mentes más brillantes del país, los empresarios más productivos, innovadores y generadores de fuentes de trabajo, en los colegios fiscales apenas aprenden a leer y escribir y no se puede soñar con que los jóvenes salgan con nociones de cálculo diferencial, idioma inglés o siquiera un nivel de redacción y comprensión aceptables. Y sin embargo es el Estado productor de colegios y universidades mediocres el que impone normas y regula la actividad de la educación privada. En la salud sucede algo similar.
Mientras que al Estado se le ocurre poner un ingenio azucarero donde no hay caña o hacer inmensas fábricas de leche donde no hay vacas, despilfarrando así millones de dólares del dinero de todos, los productores arriesgan sus capitales para producir la leche y el azúcar que alimentan al país, cuando les va mal pierden su propio dinero, y no el dinero ajeno y cuando ganan reinvierten, incrementando la producción y generando más fuentes de empleo. Y sin embargo es el Estado, campeón de la ineficiencia, quien regula y controla a los productores.    
Y el Estado que regula a los demás, resulta ser el más chambón de todos, el que peor servicios brinda, el que más caro cobra por sus productos, el que más tiempo hace perder a sus usuarios, el que más errores comete, el que hace los peores negocios. Y cuando uno ve esto, se da cuenta que el Estado regulador es similar a un pirómano encargado del departamento de bomberos o a un pillo como jefe de policías. Entonces vale preguntarse ¿quién regula a los reguladores?
Santa Cruz de la Sierra, 18/12/11
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Las soluciones del Estado


Javier Paz García
Nada place más a los burócratas que acrecentar su poder. Una forma de hacerlo es creando leyes que regulan todas las áreas de la actividad humana. Por ello el Estado tiene la dañina manía de entrometerse en áreas que no le competen para encontrar “soluciones” a problemas que no existen. Y lo que a menudo sucede es que las “soluciones” del Estado son las que ocasionan los verdaderos problemas. Curiosamente, los burócratas utilizan los nuevos problemas, creados por ellos mismos, para justificar mayores intervenciones y mayores poderes para el Estado. Esto puede parecer cómico, pero no es falso y ni siquiera exagerado.
Veamos ejemplos. El 2011 hubo en Bolivia un incremento en el precio del azúcar. De no haber intervenido el Estado, el incremento hubiera incentivado a los productores a aumentar sus sembradíos y  la sobreproducción en la siguiente temporada hubiera ocasionado una reducción en el precio. Sin embargo el Estado intervino prohibiendo las exportaciones y fijando controles de precios. Estas medidas ocasionaron desabastecimiento y contrabando del azúcar. Al final el mismo Estado se convirtió en acaparador, ahuyentando a los comerciantes, haciendo que la gente tenga que hacer colas eternas en los puestos de venta estatales e incluso subiendo el precio del azúcar (lo cual invalida el propósito de haber intervenido en el mercado). , En el trayecto, el Estado causó un daño tremendo a la cadena de producción y distribución del azúcar. Hoy siguen los cupos y los controles de precio lo que nos permite pronosticar que no serán muchos los nuevos productores que se atrevan a incursionar en el sector, lo que a la larga creará un problema crónico de desabastecimiento y especulación.
En Bolivia circulan muchos autos viejos. La solución del Estado es hacer una inspección técnica anual a todos los vehículos. Lo curioso es que la inspección no saca de circulación a ningún vehículo por más cacharro que sea, pero engrosa los bolsillos de muchos miembros de la policía y de paso ocasiona dolores de cabeza a todo dueño de un vehículo por la pérdida de tiempo que requiere obtener la viñeta. El resultado es que pagamos dinero y perdemos el tiempo para obtener algo que no sirve para nada y que no soluciona nada.
Bolivia exporta el 80% de la soya que produce y no necesita más del 20% para abastecer el mercado interno. Los supermercados están atiborrados de todas las marcas de aceite de soya habidas y por haber, tanto nacionales como extranjeras, por lo tanto el mercado de aceites comestibles es bastante competitivo. Sin embargo al gobierno se le antojó imponer cuotas de exportación en dicho sector, obligando a las empresas a peregrinar y rogar para que los burócratas otorguen los permisos correspondientes, y no debe extrañarnos que los permisos se otorguen según preferencias políticas o coimas económicas, creando costos adicionales e innecesarios en la cadena productiva, creando inseguridad jurídica, imposibilitando la proyección de la industria a largo plazo y perjudicando a miles de trabajadores en el país.    
Y por supuesto ante cada problema que crean, son veloces para  echar a otros la culpa y de paso hacer más leyes incrementándose el poder, para implementar otras soluciones que terminen jodiéndonos cada día más.
Santa Cruz de la Sierra, 18/12/11
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domingo, 18 de diciembre de 2011

Sobre deudas, quiebras y estafas


Javier Paz García

Quiebras como las de Lehman Brothers o estafas como la de Bernie Madoff y Enron demuestran que el sistema de libre mercado no es perfecto. Pero se requiere una miopía monumental para suponer que empoderando al Estado se corrigen sus imperfecciones. Sin lugar a dudas que la quiebra de una empresa es traumática, principalmente para quienes obtienen algún beneficio de ella, ya sea como empleados, accionistas, clientes o proveedores. Pero mucho más traumático es cuando quiebra un Estado. Las consecuencias de la quiebra de Lehman Brothers, con todo lo traumáticas que fueron, no se comparan con las consecuencias de las insolvencias de los gobiernos de Grecia, España o Italia.

Bernie Madoff perpetró el mayor fraude financiero en la historia de Estados Unidos ocasionando pérdidas de entre 10 y 20 mil millones de dólares. Los Kirchner confiscaron 30  mil millones de dólares de las pensiones de todos los argentinos y el corralito argentino del 2001 no puede no ser calificado como una estafa estatal. La inflación es uno de los impuestos más regresivos que existen, castigando más a los más pobres. El gobierno de Hugo Chávez, a contracorriente de su retórica, tiene la inflación más alta de las Américas, efectivamente estafando todos los días a sus ciudadanos a través de la política monetaria. Las experiencias de endeudamiento e hiperinflación de América Latina durante la década de los 80 son una interesante lección sobre las incontinencias del Estado. Bernie Madoff, con toda su malicia no causó tanto daño como la hiperinflación boliviana ocasionada por filántropos y bien intencionados burócratas. Madoff hoy cumple una condena en prisión por sus delitos; ni Cristina Fernández, ni Hugo Chávez ni los bienintencionados burócratas bolivianos de los años ochenta lo acompañan, a pesar de que sus estafas son mayores.

Estados Unidos es uno de los países más pujantes e históricamente más responsables en cuanto a la administración de sus finanzas públicas, sin embargo su deuda pública ronda los 15 billones (15 seguido de 12 ceros) de dólares, alrededor de 100% del PIB. Es decir que Estados Unidos viene manejando sus finanzas públicas tan irresponsablemente como cualquier país africano. Y no tenemos que olvidar que la burbuja inmobiliaria que desencadenó la crisis fue auspiciada en gran parte por su gobierno a través de su política monetaria (culpa de la Reserva Federal) y sus agencias hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac.

Y ni hablar de la mayor estafa de todas, la de gobiernos como el de Cuba, China o la Unión Soviética que, a nombre del bienestar social, hacen de sus territorios cárceles gigantes, privando a sus pueblos de libertad para expresarse, para desarrollar iniciativas privadas, para trasladarse libremente, para aprovechar los avances tecnológicos, para generar riqueza al margen del Estado, para buscar la felicidad por cuenta propia.

Sin lugar a dudas que el libre mercado no está libre de potenciales abusos y estafas (problemas que un buen sistema judicial puede atenuar), pero la historia nos demuestra que estos son ínfimos comparados a los abusos y estafas cometidos por los Estados. Y es casi una constante que a mayor poder del Estado, mayores los abusos y estafas cometidos por sus burócratas.

Santa Cruz de la Sierra, 16/12/11

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Las justificaciones teóricas del estatismo


Javier Paz García

Los entusiastas del estatismo en la economía pueden serlo por instinto, por conveniencia o pueden tratar de justificar su posición en base a fundamentos económicos. Quienes lo son por instinto, lo son de la misma manera en que a una persona le gusta el color azul y a otra le gusta el helado de canela: simplemente porque sí y menudo no entienden de razones o argumentos ni les interesa darlos. Personajes como Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales o Cristina Fernández entran en esta categoría. Ellos poco o nada saben de economía y sus justificativos no son más que improperios, eslóganes y frases huecas destinadas a las masas incultas y acríticas. Su estatismo instintivo está alimentado por la conveniencia de ser los mayores beneficiarios del poder y no se puede esperar de ellos un debate responsable, ni sincero en cuanto a los problemas del estatismo.

Por otra parte, entre los economistas serios, la importancia del libre mercado es indiscutible, y a nivel académico el justificativo para que el Estado intervenga en la economía es precisamente para corregir ciertas “fallas” que alejan al mercado de la libre competencia. La teoría económica nos enseña que situaciones como monopolios, externalidades, asimetrías, bienes públicos, etc. hacen que el mercado no utilice los recursos de forma eficiente y es en estas situaciones donde el estado puede intervenir para corregir la deficiencia y mejorar los resultados.

Una presunción implícita del anterior razonamiento es que mientras el mercado tiene imperfecciones, el Estado no las tiene; mientras los actores del mercado buscan su propio interés, tienen modelos equivocados de la realidad y sufren de falta de información, los actores del Estado no buscan su propio interés, tienen modelos verdaderos de la realidad y poseen información adecuada. Esta noción ha sido cuestionada por los teóricos de la opción pública. Por un lado es teóricamente incoherente suponer que los seres humanos actuamos de una forma cuando tomamos decisiones económicas y actuamos de la forma opuesta cuando tomamos decisiones políticas. No es coherente considerar al empresario y al obrero como personas que buscan el propio interés y por el contrario considerar al político como alguien que busca el interés común por sobre su propio interés. Más coherente es suponer que tanto el empresario, el obrero y el político tienen motivaciones similares. La realidad corrobora esta suposición.

Y si esto es así, el aumento del poder del Estado y la mayor discrecionalidad de los gobernantes se traduce en mayores distorsiones del mercado, ineficiencia, mayor corrupción, creación y protección de monopolios que benefician a allegados al régimen y toda una serie de problemas que el Estado termina exacerbando en vez de reducir.

La mayoría de las justificaciones teóricas del estatismo adolecen de la ausencia de consideraciones realistas respecto a los límites, motivaciones y conocimientos que poseen los políticos y burócratas que forman el Estado.

Santa Cruz de la Sierra, 09/12/11

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viernes, 16 de diciembre de 2011

Teoría económica e intervencionismo estatal


Javier Paz García

La teoría económica neoclásica demuestra que los mercados perfectamente competitivos hacen que los recursos sean usados de la manera más eficiente posible, por lo cual, cualquier intervención del Estado ocasiona una pérdida de eficiencia. Paradójicamente esto es utilizado por los entusiastas del estatismo para justificar la intervención estatal bajo el argumento de que pocos son los mercados perfectamente competitivos, y que en el resto, el Estado puede intervenir para mejorar la eficiencia. Un ejemplo de esta línea de pensamiento la podemos ver a menudo en los artículos de prensa de don Alberto Bonadona.

Quienes sostienen esta línea de pensamiento se equivocan cuando afirman que existen pocos mercados perfectamente competitivos… lo cierto es que no existe un solo mercado perfectamente competitivo en todo el mundo. El modelo de competencia perfecta es una abstracción como lo es el punto o el plano en geometría y no existen más allá de nuestras mentes. Si la competencia perfecta es el prerrequisito para que el Estado no intervenga en el mercado, entonces lógicamente debemos concluir que el Estado debe intervenir en todos los mercados.

Los entusiastas del Estado, aun cuando reconocen parcialmente la importancia de los mercados en el desarrollo económico, tienden a exagerar la necesidad del Estado fundamentalmente por dos razones:

La primera es una incoherencia teórica. Mientras que consideran (correctamente) a los actores privados como personas que buscan su propio interés, creen (incorrectamente) que los funcionarios públicos son ángeles desprovistos de intereses propios cuyo fin en su vida es buscar el “bien común”. Los teóricos de la opción pública han puesto en evidencia este error, y han notado que de hecho, el Estado es el mayor creador de externalidades, monopolios, asimetrías, privilegios, y una serie de males que supuestamente el Estado va a subsanar. Por ello la existencia de externalidades en el mercado no justifica por sí mismo la intervención estatal, sino que la externalidad debe ser mayor que la que generaría la intervención del Estado.

La segunda incoherencia es de índole empírica. El Nobel en economía, Paul Samuelson explica en sus textos que un bien público es aquél que una vez ha sido creado puede ser aprovechado por todos, sin que el dueño pueda cobrar por sus servicios, por tal motivo el sector privado no tiene incentivos a proveerlo y debe ser provisto por el Estado. Samuelson da el ejemplo de los faros. El también Nobel en economía, Ronald Coase, en un famoso ensayo titulado “El faro y la economía” puntualizó que en Inglaterra los faros privados eran comunes durante buena parte de su historia. Coase criticaba la frecuente falta de coherencia entre las teorías de los economistas y la realidad. Las teorías deben ser herramientas para explicar la realidad y lo cierto es que la correlación entre mercados libres y desarrollo económico es irrefutable. Quienes defienden el intervencionismo estatal en la economía y pretenden ser serios, deben explicar esta correlación.

Santa Cruz de la Sierra, 01/12/11

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jueves, 1 de diciembre de 2011

Sobre la regulación a las ONGs


Javier Paz García
Nadie puede negar la tremenda influencia, para bien o para mal, que han tenido las organizaciones no gubernamentales (ONGs) en Bolivia. Las hay de todo tipo y con diversos fines, ambientalistas, indigenistas, anticapitalistas, pro-capitalistas, anti-estadounidenses, pro-estadounidenses, etc.
Existe mucho malestar en amplios sectores de la sociedad boliviana por el trabajo de las ONGs en el país. El malestar no se circunscribe a ninguna tendencia política: tanto en la izquierda como en la derecha existen sectores que quisieran regular e incluso prohibir las ONGs. No existe mejor ejemplo que el mismo gobierno del MAS, que es producto de ONGs, sea el mayor interesado en regularlas y controlarlas. Por supuesto el propósito es asfixiar a aquellas contrarias al gobierno y premiar a aquellas favorables. Entre la oposición (con la distancia que hay que salvar entre una oposición con intenciones democráticas y un gobierno autoritario) la situación es similar. Quienes piden regular las ONGs pretenden a fin de cuentas eliminar a aquellas ONGs cuyos objetivos son contrarios a sus intereses o ideologías.
 ¿Cuáles deben, entonces, ser los parámetros para regular a las ONGs? Tratar de definir cuáles son las ONGs buenas y malas es tan baladí como hablar de precio justo: es un debate medieval e improductivo. Lo bueno y lo malo depende de la óptica de cada uno. Definirlo por mayoría tampoco es posible. Cualquier definición de este tipo, es solamente una imposición de una mayoría circunstancial sobre una minoría no menos circunstancial. En el ámbito de las ideas y de la razón, estar del lado de la mayoría no es un argumento válido, aunque a menudo la brutalidad y la fuerza se imponen bajo el pretexto de ser democráticas. Entonces vuelve la pregunta ¿Cuáles deben ser los parámetros para regular las ONGs?
Para responder esta pregunta debemos guiarnos por nuestros principios. Para aquéllos que defendemos principios liberales, que valoramos la libertad de expresión, que creemos que las ideas deben combatirse con otras ideas y no con palos, persecuciones o censura y que creemos que la única forma de garantizar una sociedad de hombres libres es garantizar el derecho de cada uno a emitir libremente su opinión sin miedo a ser perseguido por el Estado, debemos defender el derecho de las ONGs a existir, nos gusten o no y repudiar la regulación estatal destinada a limitar o coartar la libertad de expresión y de asociación de las personas.
Esa es la única postura consecuente de un liberal. Por supuesto, no todos (en realidad muy pocos) son liberales. Para un socialista la libertad de expresión no es más que un invento burgués que se debe defender cuando conviene y prohibir cuando se torna inconveniente, y quienes dicen ser liberales, demócratas o defensores del Estado de derecho, a menudo flaquean cuando los principios que deberían defender van en contra de sus intereses circunstanciales. Queda en manos de unos pocos la defensa inclaudicable de la libertad.
Santa Cruz de la Sierra, 24/11/11
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Breve crítica a la política exterior norteamericana


Javier Paz García
Estados Unidos es un ejemplo a seguir en lo que referente a la protección de las libertades individuales, los derechos civiles y políticos y el imperio de la ley dentro de sus fronteras… su política exterior es otra cosa.
La política exterior se basa en intereses nacionales; Estados Unidos no es la excepción. Y aunque no es del todo correcto catalogarlo como un país colonialista o imperialista, su política exterior es sin dudas intervencionista.
La guerra fría hizo del mundo entero un campo de batalla entre dos superpotencias, Estados Unidos y la URSS, así como dos ideologías, individualismo y colectivismo. El intervencionismo norteamericano tiene su mejor justificación precisamente en la lucha por impedir que las dictaduras socialistas apoyadas por la URSS se propaguen por el mundo. El problema radica en que dicha lucha no siempre reflejó los ideales de la libertad que Estados Unidos decía defender; por ejemplo, derrocar a dictadores de izquierda para encumbrar a dictadores de derecha. La invasión a Irak con falsos justificativos (la amenaza nuclear) es otro episodio reprochable.
Luego del fin de la guerra fría el intervencionismo norteamericano no ha cesado y en algunos casos su gobierno actúa con ciertas libertades en el exterior que no le son permitidas dentro de sus fronteras; verbigracia el uso de la tortura en interrogatorios a sospechosos de terrorismo.
En países pobres como Bolivia, que dependen mucho de la limosna internacional, la ayuda norteamericana es percibida por buena parte de la población como una forma de chantaje o de compra de lealtades entre la clase política local. Por ejemplo, hace unos años la nación del norte intentó que a cambio de ayuda económica sus efectivos antinarcóticos tengan inmunidad dentro de Bolivia; lo más vergonzoso es que muchos políticos bolivianos apoyaban la idea.
Considero que Estados Unidos no haría mal en reducir su intervencionismo, aunque sea para reducir la antipatía generalizada hacia este país. De todas maneras hoy con la Unión Europea cohesionada política y económicamente, el auge de China, India y Brasil y el resurgimiento de Rusia, la influencia norteamericana en el mundo está en declive.
Santa Cruz de la Sierra, 16/11/11
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viernes, 11 de noviembre de 2011

Sobre la libre afiliación a la salud


Javier Paz García
La noción de que el Estado debe obligar al individuo a hacer cosas tales como afiliarse a un seguro de salud proviene de la creencia generalizada que el Estado debe comportarse como un padre cuidando a sus hijos, de que los ciudadanos somos un rebaño de ovejas (o  de borregos) incapaces de tomar decisiones responsables por nuestra cuenta y que estaríamos perdidos sin el papá Estado. Revertir esta creencia es una tarea titánica, por lo tanto, lograr una verdadera libertad de afiliación a la salud, donde las personas y las empresas puedan decidir a qué seguro afiliarse e incluso decidir no afiliarse a ningún seguro o caja de salud si así lo desean, es casi imposible en el corto plazo.
Sin embargo es posible avanzar hacia una libertad parcial de afiliación a seguros y cajas de salud. Hoy el Estado obliga a los empleadores a estar afiliados a cajas de salud que son manejadas por el mismo Estado. En general el servicio que prestan es malo pero el Estado les otorga un monopolio que, al protegerlos de la competencia, no les da ningún incentivo para mejorar su calidad.
Alguien dirá que es el empleador el que paga y no el empleado, lo cual es incorrecto, porque a la hora de contratar personal y definir sueldos el empleador calcula los costos totales; en efecto, es el empleado quien paga su afiliación y de no existir esa obligación podría conseguir salarios más altos de su empleador. Dada la deficiente calidad del servicio prestado en las cajas de salud, muchas personas optan por tener un seguro privado de salud, a pesar de que siguen aportando obligatoriamente a una caja de salud. Es decir que existen personas que a pesar de tener seguros privados de salud, son obligadas a afiliarse al sistema de salud estatal, pagando obligatoriamente por un servicio que no usan. No encuentro mejor manera de definir esta situación como una forma de robo legalizado por el Estado.
Permitir una libre afiliación donde quienes tengan seguros privados no sean obligados a aportar a seguros públicos permitiría que los empleados tengan más opciones a la hora de asegurarse y obligaría a las cajas estatales a competir y a mejorar sus servicios, reduciría el número de afiliados en las cajas estatales lo cual también repercutiría en un mejor servicio para quienes sigan afiliados, eliminaría el doble aporte de quienes actualmente tienen un seguro de salud privado y son obligados a aportar a una caja que nunca usan. Esta es una reforma que no le cuesta nada al Estado y que solo beneficia al ciudadano o que en el peor de los casos, no le perjudica. La única razón para no adoptarla es la protección monopólica que dejarían de tener los gremios estatales de salud, protección monopólica creada por el mismo Estado en detrimento de los ciudadanos y en beneficio de gremios ineficientes y corruptos. Por supuesto, los políticos no tienen incentivo para combatir esos gremios, porque hacer tal cosa tiene como consecuencia recibir mala propaganda, ser llamado enemigo del pueblo, ser víctima de chantajes y huelgas, y también perder un botín político. Ante tal situación tenemos cajas ineficientes para rato, financiadas por un Estado que expolia al ciudadano del fruto de su trabajo.
Santa Cruz de la Sierra, 10/11/11
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miércoles, 2 de noviembre de 2011

Me reservo el derecho de admisión


Javier Paz García

Como dije antes, el populismo, la demagogia y la estupidez no son exclusivos de ninguna tendencia política. Hace poco el municipio cruceño prohibió a bares y restaurantes que pongan el letreros advirtiendo que se reservan el derecho de admisión.

En primer lugar, desde un punto de vista principista, la medida es una violación de la propiedad privada. Los bares y restaurantes son propiedad privada y los dueños deberían tener la potestad de decidir quiénes pueden entrar o no a su propiedad, de la misma manera que cada persona decide a quién invita a su propia casa.

En segundo lugar la medida es innecesaria. No se cuan generalizado es que los boliches discriminen a su clientela en base a raza o color de piel, pero sospecho que no es algo frecuente. El dueño de un negocio está para hacer dinero y su mayor discriminante es quién puede pagar su producto y quién no. No es una buena estrategia comercial discriminar sobre otra cosa que no sea la capacidad económica del potencial cliente, y supongo que la mayoría de los comerciantes evitan acciones que van en detrimento propio. Pero incluso si existieran restaurantes que discriminan a su clientela en base a, digamos la raza, existe una oferta tan amplia de restaurantes y boliches en la ciudad, que sería irrelevante. Hay tanto para elegir, que no veo por qué una persona vaya elegir un lugar donde no es bienvenido y darle su dinero a personas que lo discriminan.

En tercer lugar la medida es contraproducente, porque evita que el restaurante niegue el servicio a borrachos, drogadictos o pendencieros. Y si alguien entra desnudo, ¿el restaurante no se puede reservar el derecho de admisión? ¡Qué estupidez!

En cuarto lugar la medida evidencia mediocridad en el conocimiento del derecho. Se obliga a los locales a poner el letrero “Todos son iguales ante la ley”. Y estamos de acuerdo que todos deberían ser iguales ante la ley, ¡pero los restaurantes no son la ley! ¡O es que los meseros se van a convertir en jueces! Extrapolar el principio de la imparcialidad de la justicia (todos son iguales ante la ley) y pretender aplicar ese principio a la venta de pollos y hamburguesas solo demuestra lo mediocre de sus impulsores. Un estudiante de derecho sabe (y conste que yo no estudie derecho) que la ley debe tratar a todos por igual, pero que los individuos en sus actividades privadas tienen el derecho a no tratar a todos por igual.

Por último, deseo hacer notar lo siguiente: a menudo una norma que restringe las libertades individuales es justificada en base a un objetivo encomiable. En este caso se impone una restricción a la libertad de los dueños de restaurantes con el pretexto de luchar contra la discriminación. De esa manera, quien proteste es tildado de discriminador y racista. Y por supuesto, pocos se atreven a ser malinterpretados y ser víctimas del escarnio público promovido por las autoridades. Es exactamente el mismo mecanismo que usó el gobierno central (salvando las diferencias de grado) cuando aprobó una ley que restringe la libertad de prensa y expresión y la llamó “ley contra el racismo”. Rechazar este tipo de medidas es indispensable para legar una sociedad libre y abierta a las futuras generaciones.

Santa Cruz de la Sierra, 02/11/11

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sábado, 29 de octubre de 2011

Los límites del Estado y la libertad


Javier Paz García
Como escribió Jorge Luis Borges, “El más urgente de los problemas de nuestra época (ya denunciado con profética lucidez por el casi olvidado Spencer) es la gradual intromisión del Estado en los actos del individuo”. Hoy el Estado nos dice que sustancias no podemos consumir, qué materias debemos estudiar en el colegio, cuanto debemos ahorrar para nuestra vejez, a qué precio debemos vender el fruto de nuestro trabajo, si podemos o no exportar nuestros productos y la lista puede continuar con una serie interminable de cosas que deberían corresponder al ámbito privativo de cada individuo, pero que  son determinados por el Estado.
Por supuesto, quienes manejan el Estado nunca nos dicen que quieren reducir nuestra libertad y capacidad de elegir, como tampoco ningún político hace una campaña diciendo que va a hipotecar el país, incrementar la deuda, apalear a opositores o censurar a la prensa, aunque tengan todas las intenciones de hacerlo. Los políticos buscan poder, buscan ampliar su poder, y una forma de lograrlo es ampliando el poder del Estado que ellos manejan. Vale aclarar que los deseo de poder y la noción antiliberal de que el Estado debe legislarlo y controlarlo todo no es exclusiva de izquierdas o derechas. El populismo y la demagogia no son exclusivos de la izquierda, como tampoco lo es la estupidez, la impostura y la pillería.
En los últimos siglos, las mayores tiranías, abusos y fechorías han sido cometidos por los Estados contra sus propios ciudadanos. Para evitar esto, las sociedades democráticas modernas han impuesto límites al poder del Estado y han tratado de resguardar ciertos derechos inviolables para sus ciudadanos. A menudo los políticos que controlan el Estado tratan de ampliar los límites del Estado y limitar los derechos ciudadanos, no siempre con malas intenciones, pero siempre con malas consecuencias. Es el deber de la ciudadanía impedírselos y es el deber de las élites ilustradas denunciar los abusos y la intromisión del Estado en áreas que no le competen.
Como dijo Thomas Jefferson, “el precio de la libertad es la eterna vigilancia”.
Santa Cruz de la Sierra, 28/10/11
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jueves, 27 de octubre de 2011

¿Qué esperar de los pactos gobierno – empresarios?


Javier Paz García
En Bolivia tenemos la mala costumbre de creer que cualquier problema se puede solucionar con una ley o con una cumbre de alto nivel.  Para solucionar el problema del medio ambiente, no tenemos mejor idea que proponer una ley del medio ambiente, para solucionar el problema de la criminalidad, no tenemos mejor idea que proponer una reunión de autoridades para que charlen mientras toman tecito para que luego elaboren una ley que “solucione” el problema de inseguridad ciudadana.
Ahora el gobierno llamó a los sectores empresariales a elaborar una agenda para priorizar la economía. No auguro buenos resultados para tal iniciativa porque, para que la economía vaya por un camino de crecimiento sostenible es necesario que el gobierno del MAS haga cosas que van contra su propia naturaleza. Entre ellas está el dar seguridad jurídica, sobre todo en el tema de la tierra, flexibilizar la legislación laboral para dinamizar el empleo, reducir la burocracia, reducir los impuestos, defender en los discursos y en los hechos la propiedad privada.
Creo que muchos líderes empresariales son conscientes de los problemas estructurales del país y no estarían insatisfechos si se planteara una agenda como la que planteo en el párrafo anterior. El problema es que por un lado, el gobierno no tiene la predisposición de resolver problemas estructurales cuya solución va en contra de su paradigma ideológico y por otro lado, los gremios empresariales tampoco están tan interesados en resolver problemas estructurales del país, sino en resolver problemas de su sector y sacarle al gobierno algunas dádivas.
Por ello, no creo que la agenda económica sea muy beneficiosa para la economía, pero sí creo que puede ser un éxito… aunque sea en el plano político. Por ejemplo, el sector agropecuario podría conseguir del Estado subsidios y seguros contra desastres naturales que le permitan efectivamente socializar las pérdidas y privatizar las ganancias y un Evo sonriente podría salir en portadas de periódicos estrechando la mano al presidente de, digamos ANAPO o la CAO, bajo el título: “El gobierno y los privados garantizan la soberanía alimentaria”; el sector de la construcción podría sacarle al gobierno multimillonarios créditos de vivienda para ser administrados por constructoras bolivianas y de nuevo un Evo extasiado de alegría podría salir en portadas junto a los representantes del gremio anunciando que “el pacto gobierno-empresarios garantiza la vivienda y genera empleos para los bolivianos”. Así, cada gremio de empresarios podría recibir regalitos del gobierno para que Evo pueda sacarse una foto con ellos, sonrientes todos, declarando su convencimiento sobre el nuevo rumbo de la economía.
No me sorprendería si mi pronóstico se cumpliera.
Santa Cruz de la Sierra, 22/10/11

viernes, 14 de octubre de 2011

Los cómplices del autoritarismo


Javier Paz García

Hace mucho tiempo que este gobierno ha mostrado sus tendencias autoritarias, sus tácticas fascistas y sus intenciones hegemónicas, sin ningún disimulo ni vergüenza. ¿Acaso no dijo Evo que él no se hacía problema en quebrantar las leyes y García Linera que la revolución había que defenderla con fusiles bajo el poncho?

Recriminarle al gobierno sus abusos y exigirle el respeto a la ley es perder el tiempo. Más productivo es meditar cómo llegamos a permitir que un gobierno sea tan abusivo y autoritario. Podemos comenzar apuntando a los cómplices. El 2005 Evo era una esperanza para muchos. Encarnaba esa imagen romántica del indio pobre, abusado y sometido por los poderosos que había roto sus cadenas (no pretendo cuestionar la veracidad de tal imagen). Representaba el nuevo hombre, incorruptible que traería un cambio con respecto a las roscas políticas que transpiraban corrupción e impunidad. Quien voto por Evo el 2005 podía justificar su voto basado en la esperanza.

Lo acontecido hasta ahora nos da amplios motivos para desechar tal esperanza. La Asamblea Constituyente estuvo plagada de irregularidades y atropellos. La quema de la prefectura de Cochabamba, los ataques constantes a la libertad de prensa, la persecución política, el atentado terrorista a un canal de televisión en Yacuiba, el cerco a Santa Cruz, los cercos al Congreso, el golpe de Estado en Pando, son hechos concretos y ampliamente conocidos que atestiguan sobre el carácter fascista del MAS. Y todo esto acompañado de corrupción, impunidad, venta de cargos públicos y otros actos repudiables que nada tienen que envidiarle al “periodo neoliberal”.

Son cómplices de este proyecto sus aliados políticos como Juan del Granado y el MSM que apoyaron al MAS a lo largo de todas sus tropelías. Si hoy son opositores se debe a que el MAS los echó de lado: sus llamados actuales a defender la democracia son puro oportunismo político.

Son cómplices los intelectuales que creen que una izquierda autoritaria y antidemocrática es mejor a cualquier derecha y se la pasan justificando lo injustificable a menudo haciendo referencia al periodo neoliberal (como les encanta esto) o callando cobardemente ante lo que ni ellos se atreven a justificar.

Son cómplices quienes votaron por el MAS el 2009 porque para esa fecha era claro que el proyecto masista era totalitario, centralista y antidemocrático y ya no podían aducir ignorancia sobre los objetivos y los métodos del MAS. Quienes votaron por el MAS el 2009 avalaron y justificaron los abusos cometidos hasta entonces y envalentonaron al gobierno para que sigua atropellando. Y es que ¿por qué Evo iba a cambiar de actitud y volverse un demócrata si actuando como un tirano había mejorado su votación con respecto al 2005?

Me parece hipócrita y ridículo que a estas alturas nos rasguemos las vestiduras y pretendamos estar sorprendidos por los abusos del MAS (como lo hacen por ejemplo Juan del Granado y algunos indígenas del oriente). Me parecería más honesto y laudable que empezaran por reconocer sus propias culpas y contribuciones en la construcción de este proyecto totalitario. Un mea culpa no estaría mal.

Santa Cruz de la Sierra, 14/10/11

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sábado, 8 de octubre de 2011

Reevaluando el periodo neoliberal


Javier Paz García

La represión del TIPNIS ha calado entre los indígenas del oriente hasta el punto que han reclamado que “ni siquiera los gobiernos neoliberales los trataban así”. La comparación me parece injusta. Veamos:

La marcha indígena de 1990 sucedió en el Gobierno de Jaime Paz Zamora, que con seguridad no la vio con buenos ojos, pero hasta donde sé, no organizó bloqueos, no les propinó una pateadura ni les negó el acceso al agua.

El siguiente gobierno, con Sánchez de Lozada como presidente, promulgó la Ley de Participación Popular. Probablemente ninguna ley desde el voto universal dio un paso tan grande en el proceso de inclusión indígena. Su artículo primero dice: “La presente Ley reconoce, promueve y consolida el proceso de Participación Popular, articulando a las Comunidades Indígenas, Pueblos Indígenas, Comunidades Campesinas, y Juntas Vecinales, respectivamente, en la vida jurídica, política, y económica del país…”

El siguiente gobierno, de Bánzer-Quiroga, promulgó la Ley del Diálogo Nacional, con el objetivo de promover la inclusión y la participación de los grupos minoritarios en la lucha contra la pobreza y la Ley de Agrupaciones Ciudadanas y Pueblos Indígenas que permite la postulación de candidatos a cargos electos a los pueblos indígenas sin la necesidad de pertenecer a partidos políticos. Hay que destacar este hecho: un partido tradicional promulga una ley que le quita poder a los partidos tradicionales incluido a sí mismo.

Estas leyes, y por sobre todo la Participación Popular, fueron fundamentales en el proceso de inclusión indígena. Ninguna acción del actual gobierno ha tenido la trascendencia de la Ley de Participación Popular, ni siquiera la aprobación de la nueva Constitución que por cierto el MAS ignora cuando le conviene.

Entonces, más allá de las consignas repetidas como loros, siendo objetivos ¿pueden los indígenas afirmar que el periodo neoliberal fue peor que el actual gobierno?

Y si fuera del tema indígena, la Renta Dignidad de Evo es el Bonosol de Goni, con un poco más de plata. Los gobiernos neoliberales mantenían una sumisión indignante hacia los Estados Unidos, el MAS mantiene una sumisión indignante ante Venezuela y Cuba. Antes había mucha corrupción, ahora hay muchísima corrupción. El cuoteo político neoliberal exigía un mínimo de capacidad, lo que producía funcionarios pícaros pero mínimamente capaces; la ausencia de cuoteo actual nos ha conducido a la imposición de pícaros incapaces en los cargos públicos. Antes los presidentes neoliberales viajaban en un avión carcacha y usaban vuelos comerciales para ir al exterior, ahora el presidente socialista viaja en un avión de lujo comprado cero kilómetros. Los derrochadores gobiernos neoliberales nunca llegaron a gastar ni la mitad del dinero que gasta el actual gobierno de austeridad. El periodo neoliberal estuvo prácticamente libre de desabastecimiento de alimentos y combustibles, de cortes no programados de energía, de fraudes electorales.

Los indígenas y la sociedad boliviana deberían empezar a evaluar qué ha hecho bien este gobierno aparte de vender esperanzas. Sin lugar a dudas que la llegada de Evo al poder produjo cambios profundos. Lo que no se puede afirmar es que haya producido mejoras.

Santa Cruz de la Sierra, 07/10/11

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martes, 27 de septiembre de 2011

Los indígenas apoyaron su propia represión

Javier Paz García
Hay un famoso escrito sobre un cura que no hizo nada cuando los nazis se llevaron a los judíos, a los homosexuales, a los gitanos, etc. porque él no era ni judío, ni homosexual, ni gitano… Y cuando vinieron por él no hubo quien lo defienda.
Los indígenas que ahora son reprimidos a palos, apoyaron la imposición también a palos y con muertos de la constitución actual. Participaron de los cobardes cercos al congreso y al menos no se opusieron al cerco a Santa Cruz. Apoyaron o callaron ante la persecución canalla que este gobierno ha realizado y sigue realizando contra la dirigencia cívica, política y empresarial de todo el oriente del país. Entraron entusiastas al juego del MAS de llamar racista y discriminador a todo aquel que no compartía sus opiniones. Participaron o fueron cómplices del golpe de Estado en Pando en septiembre del 2008. Los indígenas reclaman ahora que el gobierno no cumple la constitución, pero ¿es que alguna vez la cumplió? Denuncian indignados las violaciones a sus derechos humanos pero, ¿acaso no había violado con anterioridad los derechos de cientos o miles de bolivianos? Reclaman sus muertos y heridos, ¿y qué es de Christian Urresti, Edson Ruiz y los muertos y heridos de la Calancha, Caranavi o Porvenir? Los indígenas, con su voto le dieron carta blanca una y otra vez al gobierno para que reprima, abuse del poder, mienta, calumnie, persiga y denigre a todo aquel que se oponga al MAS y hoy les tocó a ellos ser víctimas de métodos usados muchas veces por el MAS, con su pleno conocimiento. Aquí no hay nada de qué extrañarnos. Lo novedoso y sorprendente hubiera sido que el gobierno los haya dejado marchar pacíficamente, eso sí hubiera sido raro. No hay un reclamo principista de parte de los indígenas, porque lo que el gobierno hoy hizo con ellos, lo ha hecho muchas veces contra otros, sin que los indígenas digan nada o dejen de apoyar al MAS.
Esta nota no es de regocijo por la suerte de los marchistas del TIPNIS (siento profunda pena e indignación por lo sucedido), es un reclamo y una advertencia a ellos y a todos sobre lo que acontece en Bolivia. Es un llamado a defender los derechos de todos cuando éste o cualquier gobierno los violenta, y no solo los derechos de nuestros aliados y amigos. Es un llamado a los cruceños de defender los derechos de gente como Carlos Mesa o Juan del Granado por más anticruceños que creamos que sean y de los paceños a defender los derechos de los líderes cruceños; es un llamado a defender los derechos de los cocaleros y la libre expresión de las Amalias Pando y los Arturos Mendívil por más odio que sus discursos generen. Y si existe justicia y el día de mañana a Morales y sus secuaces les toca sentarse en el banquillo de los acusados, también exigir que se respeten sus derechos. Solo así tendremos la autoridad moral para exigir que respeten los nuestros y podremos comenzar a construir una sociedad pacífica, tolerante y solidaria. Creo que esa es la más valiosa lección que podemos sacar del TIPNIS.
Santa Cruz de la Sierra, 27/09/11
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jueves, 22 de septiembre de 2011

The dead of common sense

Found on the internet... Today we mourn the passing of a beloved old friend, Common Sense, who has been with us for many years. No one knows for sure how old he was, since his birth records were long ago lost in bureaucratic red tape. He will be remembered as having cultivated such valuable lessons as:-Knowing when to come in out of the rain; - Why the early bird gets the worm;- Life isn't always fair; - And maybe it was my fault. Common Sense lived by simple, sound financial policies, don't spend more than you can earn and adults, not children, are in charge. His health began to deteriorate rapidly when well-intentioned but overbearing regulations were set in place. Reports of a 6-year-old boy charged with sexual harassment for kissing a classmate; teens suspended from school for using mouthwash after lunch; and a teacher fired for reprimanding an unruly student, only worsened his condition. Common Sense lost ground when parents attacked teachers for doing the job that they themselves had failed to do in disciplining their unruly children. It declined even further when schools were required to get parental consent to administer sun lotion or an aspirin to a student; but could not inform parents when a student became pregnant and wanted to have an abortion. Common Sense lost the will to live as the churches became businesses; and criminals received better treatment than their victims. Common Sense took a beating when you couldn't defend yourself from a burglar in your own home and the burglar could sue you for assault. Common Sense finally gave up the will to live, after a woman failed to realize that a steaming cup of coffee was hot. She spilled a little in her lap, and was promptly awarded a huge settlement. Common Sense was preceded in death, by his parents, Truth and Trust, by his wife Discretion, his daughter Responsibility, and his son, Reason. He is survived by his 4 stepbrothers; I Know My Rights,I Want It Now,Someone Else Is To Blame,I'm A Victim.Not many attended his funeral because so few realized he was gone. If you still remember him, pass this on. If not, do nothing.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Socialismo, ética y poder

Javier Paz García Las bases teóricas del socialismo han sido contundentemente refutadas hace mucho tiempo. Ludwig von Mises ya a principios del siglo XX demostró la inaplicabilidad técnica del socialismo debido a lo que él denominó el problema del cálculo económico. Este problema básicamente consiste en que sin una economía de mercado, el burócrata no puede saber que productos deben producirse y en qué cantidad. Economistas socialistas como Oskar Lange propusieron que los burócratas tomen los precios de mercados paralelos como parámetros para definir los precios y luego hagan un trabajo de prueba y error. ¡Es decir que básicamente propuso que se contrate a un ejército de burócratas bien pagados para que hagan un trabajo que el mercado puede hacer en su ausencia y mejor que ellos! El tiempo de dio la razón a Mises y hoy hasta en Cuba y China el socialismo retrocede, aunque a regañadientes. Otro elemento fundamental del socialismo es que requiere de hombres éticamente intachables y moralmente superiores que lo pongan en práctica. Requiere de hombres desprovistos de toda ambición personal. Tales hombres no existen, pero los teóricos socialistas nunca repararon en este “pequeño” detalle. Marx profetizaba que el socialismo era el paso intermedio donde el Estado tomaba control de los medios de producción (es decir se apoderaba de la libertad de la población) para que, luego de la dictadura del proletariado, el Estado desapareciera. En la realidad el socialismo nunca avanzó más allá de una dictadura del proletariado que no incluía al proletariado. Y es que ¿quiénes teniendo tanto poder son capaces de devolverlo al pueblo? Ciertamente ni Stalin, ni Mao, ni Castro lo hicieron, sus revoluciones se convirtieron en eternas dictaduras, mientras ellos gobernaron décadas disfrutando de lujos que sus proletarios no conocían. El socialismo requiere de hombres éticamente e intelectualmente superdotados, como condición necesaria aunque no suficiente. Propugna una desigualdad entre los llamados a dirigir la revolución que gozan de libertades y privilegios que son negados al resto de la población. Si no existen tales hombres, el socialismo es inviable, imposible, y su puesta en práctica tendrá como consecuencias el abuso de poder de los gobernantes y la conculcación de libertades. Por eso no es infrecuentes que socialistas “revolucionarios” terminen sus días como dictadores que se mueren de viejos aferrados al poder, proclamando una revolución que ni ellos creen mientras sus pueblos se mueren de hambre. Vemos a sátrapas matando y encarcelando al pueblo en nombre del pueblo. Vemos a socialistas que viven en la mayor opulencia, mientras predican la austeridad y la frugalidad. El socialismo asume la existencia de superhombres que no existen y reclama el poder con la promesa de devolverlo a sus legítimos dueños. En la realidad quienes toman el poder bajo la bandera socialista son tan humanos y tan falibles como cualquiera, con la diferencia que tanto poder los vuelve déspotas y canallas. Santa Cruz de la Sierra, 11/09/11 http://javierpaz01.blogspot.com/

Liberalismo, ética y poder

Javier Paz García El liberalismo se sustenta sobre la ética de la libertad y la responsabilidad individual. Por ello para el liberal la principal función del Estado es proteger la libertad la las personas. El liberal también cree que el monopolio del poder y la fuerza inherente al Estado puede tener como consecuencia el abuso de poder a favor de los gobernantes y limitaciones a la libertad de los gobernados. Por ello los liberales propugnan un Estado con funciones limitadas y bien delimitadas, con separación de poderes, pluripartidista y con alternancia en el poder como la mejor manera para reducir el riesgo de que se abuse del poder. El liberal comparte con el anarquista la desconfianza hacia el Estado, pero considera que la ausencia de Estado puede conllevar al caos, al abuso de los fuertes hacia los débiles y la ausencia de protección de las libertades individuales. Por ello el liberal defiende la creación de un Estado de Derecho, donde las leyes protejan las libertades individuales y nadie esté por encima de la ley. Un factor fundamental en el edificio teórico del liberalismo es que esta doctrina considera al hombre como es, con sus virtudes y sus vicios. A diferencia del socialismo que propugna unos hombres éticamente intachables, desprovistos de todo egoísmo, y portadores de una sabiduría divina, que son capaces de dirigir a una nación, determinar cuánto y qué se debe producir, determinar lo que la gente puede o no decir y pensar, el liberal es escéptico de la existencia de tales hombres como para permitirles asumir todo el poder y la soberanía de la población y más bien asume una posición modesta, crítica y realista sobre las capacidades y limitaciones del ser humano. Adicionalmente para los liberales, todo ser humano tiene un valor intrínseco que le otorga el derecho a ser libre y buscar su felicidad. Por ello la postura socialista de concentrar el poder en unos pocos es inaceptable para el liberal, porque dicha postura implica una superioridad moral de esos pocos. Es en este sentido que el liberal defiende la igualdad entre los hombres. Y si por un lado concordamos que cada ser humano es intrínsecamente valioso y que nadie tiene el derecho de conculcar la libertad de otros y por otro lado concordamos en que, como dijo Lord Acton, “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”, entonces llegamos a la conclusión de que es peligroso otorgar mucho poder a los políticos y gobernantes. El liberalismo propone un Estado pequeño. Pero esto no se debe confundir con un Estado débil. El Estado debe ser fuerte para ser capaz de garantizar la protección de los derechos de sus habitantes por encima de los intereses sectoriales y los grupos de presión. Pero debe ser pequeño en el sentido de concentrar sus esfuerzos en su objetivo principal, como ser la administración de justicia y no entrometerse en áreas que no le competen como la fabricación de cartones, la programación televisiva o los concursos de belleza. Santa Cruz de la Sierra, 11/09/11 http://javierpaz01.blogspot.com/

viernes, 9 de septiembre de 2011

El socialismo en palabras de Gabriel García Márquez

Javier Paz García En 1957 Gabriel García Márquez viajó por algunos países socialistas de Europa oriental. De aquella experiencia nació su libro De viaje por los países socialistas. Considero especialmente valiosas estas apreciaciones precisamente porque quien las escribe no puede ser endilgado de defensor del capitalismo y “diatribas” similares. En Berlín occidental “[l]os obreros están bien pero carecen de conciencia política. Hacen consideraciones absolutas y no entienden por qué el gobierno les dice que el proletariado está en el poder y tienen que trabajar como burros para comprar un vestido que les cuesta el sueldo de un mes. En cambio los obreros de la Alemania Occidental, que son explotados, tienen más confort, mejor ropa y derecho de huelga. El pueblo no se resigna a llevar la carga para que las generaciones futuras vivan mejor. Nadie trabaja con entusiasmo: la industria de confecciones, sin el estímulo de la competencia, fabrica unos horribles vestidos de espantapájaros. Como no hay patrones, como nadie los despide, como no entienden qué significa el socialismo sin zapatos, los encargados del servicio se cruzan de brazos, mientras los clientes esperan y no les importa que hagan cola toda la tarde de un domingo para tomarse una limonada… El arma legal sería la huelga. Pero el derecho de huelga no existe… Yo creo que en el fondo de todo hay una pérdida absoluta de la sensibilidad humana. La preocupación por la masa no deja ver al individuo.” Checoslovaquia fue el país que dejó mejor impresión a García Márquez: “Es el único país socialista donde la gente no parece sufrir de tensión nerviosa y donde uno no tiene la impresión – falsa o cierta – de estar controlado por la policía secreta”, lo cual habla bien de Checoslovaquia pero muy mal del socialismo en general. En Polonia recibió reiteradamente la advertencia de “que tuviera cuidado con el pasaporte: los polacos los persiguen para fugarse del país.” Y no es coincidencia que pocos son los que quieren vivir en los paraísos socialistas y multitudes las que quieren escapar. En Hungría el socialismo se defiende como en Cuba y Venezuela: “El partido comunista – que antes de octubre tenía 800.000 miembros – está reducido a 350.000. El régimen sostiene el orden a través de los trabajadores de confianza y cada uno de ellos está recibiendo un fusil-ametralladora para que defienda el poder”. El líder húngaro “como no puede subir los salarios, como no hay artículos de consumo, como la economía está destrozada, como sus colaboradores son inexpertos e incapaces… tiene que meter la gente a la cárcel y sostener contra sus principios un régimen de terror…” Santa Cruz de la Sierra, 30/07/11 http://javierpaz01.blogspot.com/

jueves, 1 de septiembre de 2011

La Unión Soviética es una cárcel gigante

Javier Paz García
Gabriel García Márquez estuvo en la Unión Soviética el año 1957, ese año, el país organizó un festival internacional, donde invitó a delegaciones de todo el mundo. Eran los inicios de una tímida apertura luego del enclaustramiento que se había impuesto bajo el mando de Stalin. Era también una forma de hacer propaganda para mostrar al mundo las maravillas del socialismo. García Márquez, en su libro De viaje por los países socialistas, cuenta que: “[u]na muchacha francesa estaba impresionada por el aspecto de miseria de la gente. A mi (sic) me pareció particularmente mal vestida. Debe ser porque ya tenía más de un mes de andar por la cortina de hierro. La muchacha estaba experimentando la misma reacción inmediata que yo sufrí en Alemania Oriental.”
Sobre la libertad de prensa: “Los soviéticos – que han viajado mucho por los mapas y se saben de memoria la geografía universal – están increíblemente mal informados de la actualidad periodística. Así como los aparatos de radio no tienen sino un solo botón, los periódicos – que son de propiedad del estado – tienen una sola onda: “Pravda”. El sentido de la noticia es rudimentario: solo se publican los acontecimientos extranjeros muy importantes y en todo caso orientados y comentados. No se venden revistas ni periódicos del exterior, salvo algunos de los partidos comunistas europeos.” Y si no existían muchas opciones para elegir periódicos y revistas, en la radiodifusión la situación era aun peor: “Había cosas más esenciales que impresionaron a los visitantes occidentales y que sinembargo (sic) no fueron disimuladas. Entre ellas los receptores de radio con un solo botón: radio Moscú. Los receptores son muy baratos en la Unión Soviética, pero la libertad del auditor está limitada a escuchar radio Moscú o a no utilizar el receptor.”
Como en la Cuba actual, la Unión Soviética fue una cárcel gigante, donde quienes intentaban escapar, eran transferidos a otra cárcel más formal. Como le confesó un moscovita a García Márquez: “Uno de ellos nos reveló que había estado cinco años en prisión porque fue descubierto cuando trataba de fugarse de la Unión Soviética metido en un baúl”.
Tal vez un mérito del socialismo es su capacidad propagandística. Porque no deja de ser admirable que un gobierno pueda hacer creer a millones de personas que viven bien, cuando en realidad viven mal: “Los moscovitas – de una espontaneidad admirable – manifestaban una resistencia sospechosa cuando se insistía en visitar su casa. Muchos cedían: el hecho es que ellos creen que viven muy bien y en realidad viven mal. El gobierno debió prepararlos para que los extranjeros no viéramos el interior de las casas.” En opinión del Nobel la Unión Soviética era “un país donde los trabajadores viven amontonados en un cuarto y solo tienen derecho a comprar dos vestidos al año, mientras engordan con la satisfacción de saber que un proyectil soviético ha llegado a la luna”.
Santa Cruz de la Sierra, 30/07/11
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Evo y Avatar

Javier Paz García
Evo Morales, afamado anticapitalista y autoproclamado defensor del planeta Tierra y de los indígenas del mundo, dijo sentirse identificado con la película Avatar a la que calificó como “una profunda muestra de la resistencia al capitalismo y la lucha por la defensa de la naturaleza”. La película de ficción narra la historia de un pueblo aborigen del planeta Pandora que lucha contra los humanos quienes tratan de expulsarlos de sus tierras ancestrales para explotar sus recursos naturales.
No hay foro, convención o asamblea donde Evo no haga alarde de su defensa de la madre tierra y de los indígenas. Son frecuentes frases como “hay que salvar al planeta del capitalismo” e incluso ha llegado a decir que los derechos de la madre tierra son más importantes que los derechos humanos.
Hoy en Bolivia existe una lucha de los pueblos indígenas del oriente del país para defender el parque nacional Isiboro Sécure, un territorio indígena de gran biodiversidad.
Paradójicamente el gran medioambientalista y defensor de los pueblos indígenas, el mismísimo Evo Morales, al igual que el caricaturesco coronel de Avatar que quiere desplazar a los aborígenes Naavi de sus ancestrales territorios para extraer sus recursos naturales, quiere construir una carretera por el medio del parque nacional. Con la misma prepotencia del coronel de ficción ha declarado que la carretera se construirá “quieran o no”.
Si la carretera se llegara a construir, paulatinamente se llenaría de asentamientos humanos a lo largo de la misma, asentamientos que inevitablemente conllevarían a la depredación de los bosques como también la ocupación de los territorios pertenecientes a los indígenas. Adicionalmente, dado el trazado por donde se origina la carretera, ésta daría entrada a colonizadores cocaleros. Podemos especular que esta es una razón importante por la cual Evo desea hacer esta carretera, Evo es un dirigente cocalero y siempre los ha defendido por encima de la Madre Tierra, de los indígenas y de los intereses nacionales. La carretera permitiría el acceso a campos vírgenes para nuevos cultivos de coca.
Y al igual que en Avatar, los indígenas pretender defender sus territorios con arcos y flechas, ante el avance de un gobierno implacable e insensible a sus demandas.
No pretendo en estas líneas apoyar o rechazar la construcción de la carretera, ni las demandas de los indígenas. Mi intención es poner en evidencia la hipocresía de Morales en dos temas específicos: su defensa del medio ambiente y su defensa de los pueblos indígenas. El conflicto del Tipnis deja en evidencia que los discursos de Evo con respecto a estos temas son para ganar aplausos a nivel mundial y nada más; Adicionalmente deja en evidencia (por enésima vez) que no tiene problemas para pasar por alto la constitución que aprobó con muertos.
Santa Cruz de la Sierra, 25/08/11

lunes, 15 de agosto de 2011

Una velada con Herr Wolf

Javier Paz García
En 1957 Gabriel García Márquez pasó una velada con Herr Wolf, un ciudadano de Alemania Oriental. He aquí fragmentos de la conversación que sostuvieron, sacados del libro De viaje por los países socialistas escrito por el Nobel.
Sobre la propaganda oficial: “El radio transmitía un programa de música bailable y después de cada tanda un boletín oficial. Herr Wolf lo apagaba mientras pasaban el boletín. “No hablan sino de esa asquerosa política”, decía, y Sergio nos confirmaba: era propaganda oficial… En la onda de las estaciones extranjeras solo se escuchaba un ruido agudo e intermitente como las conversaciones del pato Donald. Yo lo comprobé con mis propias manos: las estaciones del exterior estaban intervenidas.”
Sobre la libertad de expresión: “No era incompresible que Herr Wolf detestara el régimen. Lo alarmante era que las dos muchachas que no conocían otra cosa, que eran educadas por el estado, con un sueldo y la promesa de un porvenir seguro eran tan intransigentes como Herr Wolf. Se sentían avergonzadas por la calidad de sus trajes, deseaban saber algo de París, donde se leen novelas de todo el mundo y el nylon es un producto popular. Franco les dijo que era cierto, pero les recordó que los estudiantes no tienen sueldo en los países capitalistas. Eso no les importaba. La respuesta de ellas, de la mayoría de los estudiantes que conocimos e inclusive de los estudiantes de marxismos de la Universidad Marx – Lenin, fue aproximadamente la misma: - Que no nos paguen nada pero que nos dejen decir lo que nos da la gana.”
Sobre las elecciones: “Sorprendido por esa subversión unánime yo recordé que las ultimas (sic) elecciones habían dado un resultado de 92% favorable al gobierno. Herr Wolf, muerto de risa y dándose golpes de pecho, manifestó: “Yo voté por el gobierno”. Las elecciones fueron libres. Pero hubo un jurado de votación en cada cuadra con la lista completa de los vecinos. Herr bajó a votar a las 10 de la mañana. “De todos modos – nos explicó – un policía hubiera venido a las tres de la tarde a recordarme mis deberes de ciudadano”. El voto es secreto, pero Herr Wolf prefirió votar por el gobierno para evitar complicaciones. Yo le grité a Sergio: “Dile a Herr Wolf que yo digo que él es un cobarde.” Herr Wolf se rió. “Eso dicen todos los extranjeros”, replicó. “Yo quisiera verlos aquí en un día de elecciones”.
Sobre la prensa oficial: “… el agente del periódico oficial que llevaba la edición de ese día y solicitaba el pago de la suscripción mensual. La suscripción no era obligatoria, pero todos los meses el agente llama a la puerta para preguntar gentilmente si quieren renovarla. Nadie dice que no. La mujer de Herr Wolf, todavía temblorosa, tiró el periódico sobre la mesa y confesó que en dos años de suscripción no habían leído ni los titulares.”
Santa Cruz de la Sierra, 30/07/11
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martes, 9 de agosto de 2011

De viaje por los países socialistas

Javier Paz García
En 1957 Gabriel García Márquez hizo un viaje por los países de la cortina de hierro. De esa experiencia nació un libro titulado De viaje por los países socialistas. A continuación cito fragmentos donde este perspicaz y fabuloso escritor se refiere a su paso por Alemania Oriental.
El “primer contacto con el proletariado del mundo oriental” fue en un restaurante camino a Berlín. Sobre el hecho García Márquez cuenta que “nunca había visto tanto patetismo concentrado en el acto más simple de la vida cotidiana, el desayuno… Aquella gente estaba desayunando con las cosas que constituyen un almuerzo normal en el resto de Europa, y compradas a un precio más bajo. Pero era gente estragada, amargada, que consumía sin ningún entusiasmo una espléndida ración matinal de carne y huevos fritos… el único comentario que yo consideraba justo en ese instante: Pobre gente.”
Como en la Venezuela bolivariana, “en Berlín todas las disposiciones son teóricas. Hay acuerdos muy precisos para evitar la especulación, la fuga de capitales, la desmoralización de los sistemas… Pero en la práctica las autoridades se hacen de la vista gorda. Lo único que interesa son las apariencias.”
“Leipzig es también una ciudad universitaria, pero una ciudad triste, con viejos tranvías atestados de gente desarrapada y deprimida. No creo que haya más de veinte automóviles para medio millón de habitantes. Para nosotros era incomprensible que el pueblo de Alemania Oriental se hubiera tomado el poder, los medios de producción, el comercios, la banca, las comunicaciones, y sin embargo fuera un pueblo triste, el pueblo más triste que yo había visto jamás.”
En la Alemania comunista “[e]l servicio es lento y hay que hacer colas de media hora para comprar el pan, los billetes de tren o las entradas al cine… una organización como esa, férrea pero ineficaz, es lo más parecido a la anarquía.”
Este diálogo ilustra, creo yo, la desesperanza que el comunismo genera en el ser humano: “Empezó por decirme que había aprendido el italiano en un campo de concentración. Después se descosió la pechera acartonada y sin solución de continuidad me ordenó: ‘Toque esta camisa.’ Yo la toqué: era de tela burda. ‘Pues bien – siguió diciéndome – esta camisa me cuesta el sueldo de un mes’. En una especie de gozosa liberación siguió haciéndome un inventario de todo lo que llevaba encima. Por último se quitó el zapato para mostrarme la media rota en el talón. – De acuerdo, le dije. Pero la comida es más barata que en occidente. El se encogió de hombros. ‘La comida no es todo’, explicó. Se abrió de brazos en una actitud meridional y exclamó: ‘En el campo de concentración comía mal pero era más feliz que aquí.’”
Santa Cruz de la Sierra, 09/08/11
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lunes, 1 de agosto de 2011

¿Crisis del capitalismo?

Javier Paz García
Muchos afirman que existe que los problemas en Estados Unidos, Grecia y otros países europeos evidencian una crisis del capitalismo.
El capitalismo es un sistema de libre mercado donde los bienes y servicios son producidos y comercializados por agentes particulares buscando su propio beneficio y donde el Estado tiene una intervención limitada en los mercados, dentro del rol de administrador de justicia. El motor del sistema capitalista es el empresario, que arriesga su capital y lo combina con trabajo y tecnología para producir bienes y servicios que luego oferta al resto de la población. A veces gana y a veces pierde. Los ganadores y perdedores son determinados por los consumidores que eligen los productos de su preferencia. A la larga los empresarios exitosos son aquéllos que ofrecen los mejores productos al mejor precio. Es decir que para ser exitoso en el sistema capitalista, el empresario debe servir al consumidor mejor que otros. Los perdedores deben absorber sus propias pérdidas y retirarse.
Lo que sucede en la actualidad en Estados Unidos, Grecia, Portugal, España e Irlanda entre otros son crisis de Estados. Son crisis de gobiernos que creen que no hay límite a su endeudamiento, ni consecuencias de su irresponsabilidad. Son crisis de países que paulatinamente han ido alejándose del sistema capitalista y cuyos gobiernos han adoptado principios socialistas creando estados de bienestar donde el Estado provee cada vez más bienes y servicios. Es la crisis de países cuyos gobiernos manejan esquemas Ponzi (también llamados piramidales) en la administración de pensiones; que gastan miles de millones de dólares en rescatar empresas que bajo un verdadero sistema capitalista hubieran quebrado; donde cada vez es mayor el número de empresarios cuyo éxito depende de sus conexiones políticas y no del mercado; donde los impuestos y las regulaciones son cada vez mayores ahogando al empresariado; y donde son cada vez mayores los bonos, las subvenciones, los gastos y los déficit fiscales.
La crisis que viven actualmente estos países es precisamente por alejarse de los principios capitalistas. El libre mercado, más bien, sigue generando nuevos inventos para el beneficio de la humanidad, sigue creando ipods, celulares, medicinas, vacunas, computadoras, etc. de mejor calidad cada vez a precios menores; sigue proveyendo bienes y servicios mucho mejor de lo que cualquier Estado podría hacerlo; sigue mejorando la productividad y por ende los ingresos de los trabajadores; sigue sacando a millones de personas de la pobreza, como sucede en China e India por citar ejemplos.
Si el motor de capitalismo es la empresa privada, en un marco de libre mercado y seguridad jurídica, ¿a quién se le puede ocurrir calificar la irresponsabilidad de los gobiernos como crisis del capitalismo? Semejante afirmación es análoga a culpar al capitalismo del desabastecimiento de productos en Cuba o Venezuela (por supuesto que no faltan genios que afirman tal cosa). En realidad el capitalismo sigue funcionando, a pesar de los gobiernos.
Santa Cruz de la Sierra, 01/08/11
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martes, 26 de julio de 2011

La visión romántica del socialismo y sus adeptos

Javier Paz García
Muchos tienen una noción romántica sobre el socialismo. Creen en sus promesas discursivas pero rechazan los nefastos resultados donde ha sido puesto en práctica. Esta visión sostiene que cuando el socialismo ha fallado (y ha fallado siempre), es porque quienes lideraron el proceso no estuvieron a la altura, eran corruptos, no tenían la preparación suficiente, el pueblo no estaba listo, o la mentalidad del sistema anterior no fue debidamente borrada, o el capitalismo conspiró para que fracase… en fin, las excusas y apologías son abundantes.
Los fundamentos teóricos del socialismo han sido contundentemente refutados y a su vez la puesta en práctica del socialismo siempre ha generado un descalabro económico y humano. Entonces, es pertinente preguntarse ¿por qué sigue teniendo adeptos?
En primer lugar los pobres e iletrados son especialmente susceptibles a creer en el socialismo por dos razones: 1) son en teoría sus mayores beneficiarios y 2) en general carecen de los conocimientos técnicos para comprender las falacias de la teoría como de los conocimientos históricos para ser conscientes de sus consecuencias.
Pero esta visión romántica no es exclusiva de los pobres e iletrados. De hecho es bastante común entre profesionales e intelectuales de todo tipo. Por ejemplo, los ingenieros (gente de mucha capacidad analítica), cuyo currículo y práctica profesional tienen un fuerte componente de planificación y control; tienden a pensar que planificar la economía de un país de millones de habitantes es análogo a planificar y ejecutar la construcción de un puente.
Por otro lado, los escritores, músicos y artistas en general son personas con una alta capacidad creativa, pero que a menudo adolecen de la capacidad para hacer razonamientos lógicos rigurosos; pueden soñar mundos ficticios donde todo es perfecto, pero eso no los capacita para entender o resolver los problemas del mundo real. Es pertinente establecer que la pasión y el fervor que algunos puedan sentir por la búsqueda de justicia no es suficiente para convertirlos en expertos en economía o ciencias políticas.
Incluso entre los economistas existe un gran desconocimiento de las ciencias económicas. Al respecto, Gordon Tullock, quien ha sido candidato al premio Nobel de economía y que por cierto no estudió economía, cuenta que él leyó La Acción Humana del austriaco Ludwig von Mises y notó que estaba mejor entrenado en economía que muchos de sus contemporáneos que tenían un doctorado en economía.
Y si los mismos economistas sostienen ideas erradas sobre economía, no es de extrañar que otros también las tengan y que el socialismo siga siendo una idea popular, aunque entre los académicos serios ya haya sido refutada y archivada hace décadas.
Por ello, para reducir la confusión y desinformación es necesaria una permanente educación, no solo de economía básica, sino también de historia y de los fundamentos de una sociedad libre y abierta. Como dijo Thomas Jefferson, el precio de la libertad es la eterna vigilancia.
Santa Cruz de la Sierra, 26/07/11
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jueves, 21 de julio de 2011

¿Qué se puede esperar de la comunidad internacional?

Javier Paz García
Muchos se preguntan por qué la comunidad internacional no interviene de alguna forma para evitar que gobiernos autoritarios como los de Venezuela y Bolivia sigan violentando los derechos civiles y políticos de sus ciudadanos. Pero para responder esto antes debemos preguntarnos ¿qué puede hacer la comunidad internacional? Y la respuesta es que muy poco. Por un lado existe el principio de soberanía y de no intervención entre Estados que propugna que cada Estado debe resolver internamente sus problemas internos. Por ello existen Estados que sistemáticamente violan derechos considerandos universales; verbigracia China, Venezuela, Arabia Saudita, Irán donde la comunidad internacional ocasionalmente expresa una protesta pública que no significa mucho. Es necesario que suceda algo catastrófico como un genocidio para que la comunidad internacional esté dispuesta a intervenir un país, como es el caso de Libia.
Además, se debe considerar que en las relaciones internacionales priman los intereses por sobre los principios. El gobierno de Venezuela que antagoniza con Estados Unidos le vende la mayor parte de su producción petrolera. Estados Unidos que está dispuesto a intervenir en Libia o en Irak para deponer a dictadores, al mismo tiempo apoya férreamente a otros dictadores en Arabia Saudita o se niega a intervenir en otros casos como los de Robert Mugabe en Zimbabue. La diferencia entre las dictaduras de Irak y Arabia Saudita es que una era antagonista y la otra es aliada. La diferencia entre Libia y Zimbabue es que uno tiene petróleo y armas y el otro no. Aclaro que esto no es una crítica contra los Estados Unidos, sino una explicación realista de la política internacional. Todos los países sin excepción actúan con doble moral en sus relaciones internacionales, esto es hasta cierto punto necesario e inevitable. No es justo acusar únicamente a un país en particular de actuar así.
Los organismos internacionales como la ONU o la OEA están compuestos por los diferentes Estados asociados y sus funcionarios no representan ni defienden a la sociedad civil sino a sus respectivos Estados; basta con citar los oprobiosos casos del Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, que incluso intenta socavar la independencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por resultarle incómoda y del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU en Bolivia, Denis Racicot, quien aparte de disfrutar unas lindas vacaciones pagadas con el dinero de románticos europeos, es un apañador de las violaciones a los derechos humanos por parte del gobierno.
Y como él, los representantes diplomáticos en el país, que obligatoriamente leen los periódicos, saben las barbaridades que comete este gobierno, pero razonan que no es responsabilidad de sus gobiernos resolver nuestros problemas ¡y tienen razón! Nosotros elegimos el actual gobierno, es responsabilidad nuestra cambiarlo, de nadie más.
Santa Cruz de la Sierra, 21/07/11