Javier Paz García
Podemos resumir los problemas de la derecha boliviana en una frase: llevó una política de exclusión hacia el indio y el pobre, marcada por la corrupción y el cuoteo político.
La teoría económica muestra que bajo ciertas condiciones, el libre mercado es la forma más eficiente de producción. Bolivia en su Constitución de 1878 adoptó un modelo de libre mercado. Este periodo “liberal” duro hasta mediados de los treinta, sin que los niveles de vida de la mayoría de la población mejorasen. Existen causas económicas para este bajo desarrollo (país monoproductor, monopolizado política y económicamente, población analfabeta, pobre desarrollo vial e institucional, para nombrar algunas). Sin embargo la conducción política del país tendría que paulatinamente haber subsanado estos males y crear las condiciones bajo las cuales el libre mercado tiene los efectos positivos que la teoría predice. En vez de ello, los gobiernos “liberales” fueron verdaderas oligarquías políticas que representaron a los intereses de la otra oligarquía: la minera. En este periodo gran parte de la población vivió bajo un estado de servidumbre, sin derechos civiles, tierras propias o educación, como ciudadanos de segunda clase. La derecha gobernante no hizo nada por cambiar tal situación.
Es la izquierda, con el MNR y la COB a la cabeza, la que en 1952 lleva a cabo una de las revoluciones más importantes de Latinoamérica. Ésta, elimina el pongueaje (al menos en papel, ya que en Bolivia todavía existe esclavitud) e instituye el voto universal (63 años después de la revolución francesa). También lanza una reforma agraria, educativa, y laboral. Por ello, es justo reconocer el rol que la izquierda boliviana ha tenido en el desarrollo social de nuestro país. Es la izquierda la que históricamente estuvo del lado de los pobres y marginados. Es la izquierda la gestora de mejores condiciones de trabajo para el obrero y el campesino. Es la izquierda la que se preocupó por el desarrollo rural. Y así como la izquierda fue protectora del indio y trató de insertarlo a la vida nacional, la derecha fue excluyente y represiva. Podemos decir que esta derecha vio a Bolivia como un club privado del que ellos eran los únicos socios y beneficiarios.
La derecha de los 80s y 90s fue más consciente que la anterior con respecto a la inclusión social, pero cayó en un estado de corrupción, nepotismo, impunidad e ineficacia que la desprestigió totalmente. Y es de esta forma como la teoría queda en eso: teoría.
Bolivia tiene mucho que agradecerle a la izquierda, en especial las clases más pobres. Por eso, ésta está lejos de desaparecer del escenario nacional. Hoy, una Bolivia cansada de la derecha, se vuelca contundentemente hacia la izquierda, y creo que con mucha razón. Esperemos que esta izquierda luche por las clases desprotegidas, como es su característica, pero que también maneje el país con políticas pragmáticas y viables que subsanen sus problemas estructurales y que aumenten nuestro nivel de vida en vez de poner tapones temporales. Esperemos también que la próxima derecha salga purgada de sus males pasados y presentes. Que esta derecha este liderada por gente con ética, comprometida socialmente con Bolivia y con la visión de un mejor futuro para todos los bolivianos.
Fayetteville, 30/12/05.
El Deber, 14/01/06.
lunes, 16 de octubre de 2006
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