viernes, 16 de diciembre de 2011

Teoría económica e intervencionismo estatal


Javier Paz García

La teoría económica neoclásica demuestra que los mercados perfectamente competitivos hacen que los recursos sean usados de la manera más eficiente posible, por lo cual, cualquier intervención del Estado ocasiona una pérdida de eficiencia. Paradójicamente esto es utilizado por los entusiastas del estatismo para justificar la intervención estatal bajo el argumento de que pocos son los mercados perfectamente competitivos, y que en el resto, el Estado puede intervenir para mejorar la eficiencia. Un ejemplo de esta línea de pensamiento la podemos ver a menudo en los artículos de prensa de don Alberto Bonadona.

Quienes sostienen esta línea de pensamiento se equivocan cuando afirman que existen pocos mercados perfectamente competitivos… lo cierto es que no existe un solo mercado perfectamente competitivo en todo el mundo. El modelo de competencia perfecta es una abstracción como lo es el punto o el plano en geometría y no existen más allá de nuestras mentes. Si la competencia perfecta es el prerrequisito para que el Estado no intervenga en el mercado, entonces lógicamente debemos concluir que el Estado debe intervenir en todos los mercados.

Los entusiastas del Estado, aun cuando reconocen parcialmente la importancia de los mercados en el desarrollo económico, tienden a exagerar la necesidad del Estado fundamentalmente por dos razones:

La primera es una incoherencia teórica. Mientras que consideran (correctamente) a los actores privados como personas que buscan su propio interés, creen (incorrectamente) que los funcionarios públicos son ángeles desprovistos de intereses propios cuyo fin en su vida es buscar el “bien común”. Los teóricos de la opción pública han puesto en evidencia este error, y han notado que de hecho, el Estado es el mayor creador de externalidades, monopolios, asimetrías, privilegios, y una serie de males que supuestamente el Estado va a subsanar. Por ello la existencia de externalidades en el mercado no justifica por sí mismo la intervención estatal, sino que la externalidad debe ser mayor que la que generaría la intervención del Estado.

La segunda incoherencia es de índole empírica. El Nobel en economía, Paul Samuelson explica en sus textos que un bien público es aquél que una vez ha sido creado puede ser aprovechado por todos, sin que el dueño pueda cobrar por sus servicios, por tal motivo el sector privado no tiene incentivos a proveerlo y debe ser provisto por el Estado. Samuelson da el ejemplo de los faros. El también Nobel en economía, Ronald Coase, en un famoso ensayo titulado “El faro y la economía” puntualizó que en Inglaterra los faros privados eran comunes durante buena parte de su historia. Coase criticaba la frecuente falta de coherencia entre las teorías de los economistas y la realidad. Las teorías deben ser herramientas para explicar la realidad y lo cierto es que la correlación entre mercados libres y desarrollo económico es irrefutable. Quienes defienden el intervencionismo estatal en la economía y pretenden ser serios, deben explicar esta correlación.

Santa Cruz de la Sierra, 01/12/11

http://javierpaz01.blogspot.com/

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