Javier Paz
García
Nadie
puede negar la tremenda influencia, para bien o para mal, que han tenido las
organizaciones no gubernamentales (ONGs) en Bolivia. Las hay de todo tipo y con
diversos fines, ambientalistas, indigenistas, anticapitalistas,
pro-capitalistas, anti-estadounidenses, pro-estadounidenses, etc.
Existe
mucho malestar en amplios sectores de la sociedad boliviana por el trabajo de
las ONGs en el país. El malestar no se circunscribe a ninguna tendencia
política: tanto en la izquierda como en la derecha existen sectores que
quisieran regular e incluso prohibir las ONGs. No existe mejor ejemplo que el
mismo gobierno del MAS, que es producto de ONGs, sea el mayor interesado en
regularlas y controlarlas. Por supuesto el propósito es asfixiar a aquellas
contrarias al gobierno y premiar a aquellas favorables. Entre la oposición (con
la distancia que hay que salvar entre una oposición con intenciones
democráticas y un gobierno autoritario) la situación es similar. Quienes piden
regular las ONGs pretenden a fin de cuentas eliminar a aquellas ONGs cuyos
objetivos son contrarios a sus intereses o ideologías.
¿Cuáles deben, entonces, ser los parámetros
para regular a las ONGs? Tratar de definir cuáles son las ONGs buenas y malas
es tan baladí como hablar de precio justo: es un debate medieval e improductivo.
Lo bueno y lo malo depende de la óptica de cada uno. Definirlo por mayoría
tampoco es posible. Cualquier definición de este tipo, es solamente una
imposición de una mayoría circunstancial sobre una minoría no menos circunstancial.
En el ámbito de las ideas y de la razón, estar del lado de la mayoría no es un
argumento válido, aunque a menudo la brutalidad y la fuerza se imponen bajo el
pretexto de ser democráticas. Entonces vuelve la pregunta ¿Cuáles deben ser los
parámetros para regular las ONGs?
Para
responder esta pregunta debemos guiarnos por nuestros principios. Para aquéllos
que defendemos principios liberales, que valoramos la libertad de expresión,
que creemos que las ideas deben combatirse con otras ideas y no con palos,
persecuciones o censura y que creemos que la única forma de garantizar una
sociedad de hombres libres es garantizar el derecho de cada uno a emitir
libremente su opinión sin miedo a ser perseguido por el Estado, debemos
defender el derecho de las ONGs a existir, nos gusten o no y repudiar la
regulación estatal destinada a limitar o coartar la libertad de expresión y de
asociación de las personas.
Esa
es la única postura consecuente de un liberal. Por supuesto, no todos (en
realidad muy pocos) son liberales. Para un socialista la libertad de expresión
no es más que un invento burgués que se debe defender cuando conviene y
prohibir cuando se torna inconveniente, y quienes dicen ser liberales,
demócratas o defensores del Estado de derecho, a menudo flaquean cuando los
principios que deberían defender van en contra de sus intereses
circunstanciales. Queda en manos de unos pocos la defensa inclaudicable de la
libertad.
Santa Cruz de la
Sierra, 24/11/11
http://javierpaz01.blogspot.com/
1 comentario:
Es muy cierto, este gobierno y todos sus movimientos sociales afines se beneficiaron de los proyectos de ONG's extranjeras, así que no deberían criticar las labores que llevan a cabo en el país. No mas hay que recordar que el primer gabinete ministerial del MAS estuvo conformado en su mayoría por "consultores" que trabajaban en ONG's y muchos de ellos salieron del CEJIS.
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