Javier Paz
García
La
noción de que el Estado debe obligar al individuo a hacer cosas tales como
afiliarse a un seguro de salud proviene de la creencia generalizada que el
Estado debe comportarse como un padre cuidando a sus hijos, de que los
ciudadanos somos un rebaño de ovejas (o de borregos) incapaces de tomar decisiones
responsables por nuestra cuenta y que estaríamos perdidos sin el papá Estado. Revertir
esta creencia es una tarea titánica, por lo tanto, lograr una verdadera
libertad de afiliación a la salud, donde las personas y las empresas puedan
decidir a qué seguro afiliarse e incluso decidir no afiliarse a ningún seguro o
caja de salud si así lo desean, es casi imposible en el corto plazo.
Sin
embargo es posible avanzar hacia una libertad parcial de afiliación a seguros y
cajas de salud. Hoy el Estado obliga a los empleadores a estar afiliados a cajas
de salud que son manejadas por el mismo Estado. En general el servicio que
prestan es malo pero el Estado les otorga un monopolio que, al protegerlos de
la competencia, no les da ningún incentivo para mejorar su calidad.
Alguien
dirá que es el empleador el que paga y no el empleado, lo cual es incorrecto,
porque a la hora de contratar personal y definir sueldos el empleador calcula
los costos totales; en efecto, es el empleado quien paga su afiliación y de no
existir esa obligación podría conseguir salarios más altos de su empleador. Dada
la deficiente calidad del servicio prestado en las cajas de salud, muchas personas
optan por tener un seguro privado de salud, a pesar de que siguen aportando
obligatoriamente a una caja de salud. Es decir que existen personas que a pesar
de tener seguros privados de salud, son obligadas a afiliarse al sistema de
salud estatal, pagando obligatoriamente por un servicio que no usan. No
encuentro mejor manera de definir esta situación como una forma de robo
legalizado por el Estado.
Permitir
una libre afiliación donde quienes tengan seguros privados no sean obligados a
aportar a seguros públicos permitiría que los empleados tengan más opciones a
la hora de asegurarse y obligaría a las cajas estatales a competir y a mejorar
sus servicios, reduciría el número de afiliados en las cajas estatales lo cual
también repercutiría en un mejor servicio para quienes sigan afiliados,
eliminaría el doble aporte de quienes actualmente tienen un seguro de salud
privado y son obligados a aportar a una caja que nunca usan. Esta es una
reforma que no le cuesta nada al Estado y que solo beneficia al ciudadano o que
en el peor de los casos, no le perjudica. La única razón para no adoptarla es
la protección monopólica que dejarían de tener los gremios estatales de salud,
protección monopólica creada por el mismo Estado en detrimento de los
ciudadanos y en beneficio de gremios ineficientes y corruptos. Por supuesto,
los políticos no tienen incentivo para combatir esos gremios, porque hacer tal
cosa tiene como consecuencia recibir mala propaganda, ser llamado enemigo del
pueblo, ser víctima de chantajes y huelgas, y también perder un botín político.
Ante tal situación tenemos cajas ineficientes para rato, financiadas por un
Estado que expolia al ciudadano del fruto de su trabajo.
Santa Cruz de la
Sierra, 10/11/11
http://javierpaz01.blogspot.com/
1 comentario:
Formas parte de la élite, te pagas la sanidad privada. En Europa los seguros son estatales y en concreto en España, tenemos la mejor sanidad del mundo,el mayor número de trasplantes. Estás contaminado seguro por las escuelas de negocios el neoliberalismo penetró en la clase media latinoamericana. Una pena¡
Para decir todo eso no hace falta molestarse en tener un blog ya lo dicen los mercados y las élites mundiales.
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