Javier
Paz García
¿Ciudadanos o siervos? La tragedia del
coronavirus plantea disyuntivas difíciles. Una de ellas ha sido la de imponer
cuarentenas absolutas a países enteros. Uno de los ámbitos de análisis es el de
la legitimidad y legalidad de la cuarentena. ¿Somos ciudadanos libres que elegimos
a representantes nuestros para que sean servidores públicos o somos siervos que
tenemos gobernantes para que nos digan qué hacer con nuestras vidas? Por
supuesto que si somos siervos, no hay mucho que discutir, debemos obedecer y
punto. Si somos ciudadanos con derechos protegidos, entre ellos el de
locomoción, ¿qué derecho tiene el Estado para imponer cuarentenas prolongadas e
indefinidas a ciudadanos sanos?
¿Racionales o
animalitos?
Uno de los argumentos que he encontrado entre quienes defienden una cuarentena
indefinida es que la gente tiene baja educación, es ignorante, somos animalitos
y necesitamos un Estado fuerte que nos imponga las cosas, porque de otra manera
sería el caos. Este argumento, predilecto por todo tipo de déspotas,
socialistas, misóginos, burócratas e ingenieros sociales, es una variante del
racismo o de la superioridad de unos sobre otros. Los seres humanos son malos,
burros, deficientes, pero existe una pequeña cúpula de elegidos, iluminados,
superdotados, superiores y eso les da derecho a mandar sobre los seres inferiores.
Sin embargo, el argumento es falaz, y lo es, no porque no haya personas más
inteligentes que otras, no porque no haya sabios e imbéciles dentro de la
sociedad, no porque no haya honestos y ladrones, por supuesto que los hay. Las
personas somos diferentes, en edad, en sexo, en tamaño, en gustos, en
inteligencia, en fortalezas, en virtudes, en vocación, pero, una vez admitida
la igualdad jurídica de las personas, ninguna diferencia da derecho a nadie a
imponerse por la fuerza a otros, a usurpar la libertad de otros, a expoliar la
propiedad de otros, a manejar la vida de otros contra su voluntad.
Pero más allá del argumento principista que acabo de
exponer en el que incluso si aceptamos que en nuestra población abundan los
animalitos, vemos que ningún burócrata tiene el derecho a dirigir la vida de
dichos “animalitos”, yo discrepo de la visión pesimista de que somos un país de
gente ignorante. No existe instinto más fuerte que el de la sobrevivencia. La
gente está preocupada y asustada (y con razón) y tanto en la ciudad como en el
campo, en los barrios más ricos como en los más pobres la gran mayoría ha
tomado medidas para cuidarse. Habrá también los que no se cuiden, hay que reconocerles
el derecho a no cuidarse, porque si vivimos en una sociedad de personas libres,
tenemos ese derecho y cada uno es responsable de las decisiones que toma sobre
su vida.
¿Cuál es el propósito
de la cuarentena?
En un artículo previo (¿La cuarenta es el mejor camino?) planteaba que la
cuarentena serviría para prepararnos y no para mucho más. Me da la impresión
que el gobierno no lo entendió así y que creía que de un encierro de 15 a 30 días
(que se han convertido en 76 y contando) íbamos a salir con el problema
resuelto. No tener claro el propósito de la medida o no comunicarlo claramente
o peor aún, generar intencionalmente falsas expectativas es una grave falla de
liderazgo. Han hablado de aplanar la curva para no colapsar a nuestros
servicios de salud. Hoy tenemos 9.000 casos confirmados en el país. Esto es un
0,08% de la población boliviana, no es ni el 1%, ni una décima parte del 1%. La
ciudad de Santa Cruz de la Sierra tiene aproximadamente 5.000 casos. Para una
población de 2 millones representa el 0,25%, esto no es 25% es 0,25% es decir
la cuarta parte de 1%. De esos 5.000 casos confirmados, los que requieren
hospitalización son una ínfima parte ¡y los servicios de salud ya están
colapsados! El anterior ministro de salud dijo que los contagios no iban a
parar hasta que cerca de un 60% de la población contraiga el virus, entonces
¿vamos a estar años en cuarentena? Y si la cuarentena lo único que hace es
retrasar el ritmo de contagio, es decir que a la larga una gran parte de la
población se va a contagiar de todas maneras, esta cuarentena forzosa hace
menos sentido aún. La cuarentena tendría que tener el propósito de prepararnos.
¿Han usado este tiempo eficientemente para preparar hospitales, para traer
respiradores, elevar el testeo, educar a la población, readecuar las oficinas
públicas, el transporte público para un reinicio?
Fallas de liderazgo. Quienes están en el
gobierno (nacional, departamental o municipal) no son nuestros amos, pero sí
son líderes que la gente mira para guía y orientación. Ellos no están obligados
a saber exactamente qué hacer en cada situación y nadie estaba preparado para
este reto sin precedentes en nuestra generación, pero tienen una
responsabilidad con los ciudadanos de ser honestos y claros. Me parece que no
lo han sido. El gobierno nacional no fue claro sobre el propósito de la
cuarentena, no informó sobre criterios de éxito o fracaso para acabarla o
prorrogarla (tal vez porque no los tenía) y nos ha tenido de prórroga en
prórroga, lo cual es una señal del fracaso (una cuarentena que necesita 200 días
para ser un éxito es un fracaso). Esto, junto con los casos de corrupción, ha
mellado su credibilidad. Hay personas que, confiando en el gobierno, tomaron
previsiones para 30 días y que repetidamente recibieron falsas esperanzas de 15
días más y que ahora están con serias dificultades económicas. Las prórrogas ya
son motivo de burla y hoy me llegó un meme advirtiéndome que “faltan dos
semanas para que nos digan que faltan dos semanas para decirnos que faltan dos
semanas”. Ser claros y realistas es un test de liderazgo que a mi criterio el
gobierno no pasó.
¿Qué debe hacer el
Estado?
El gobierno nacional ha dado a los gobiernos subnacionales la decisión sobre
cómo manejar la cuarentena. Esto debió hacerse desde los primeros 15 días
cuando finalizó la primera. Pero en un país con una tradición tan centralista
como Bolivia, es difícil cambiar viejas mañas y además a los gobernantes se los
juzga por lo que hacen y no por lo que dejan hacer a los demás. No creo que el
gobierno nacional lo haya hecho por una vocación autonomista, ni tampoco porque
la cuarentena haya sido un éxito; creo que lo han hecho porque se vieron
rebasados, porque vieron que una cuarentena de meses es insostenible. Más allá
de las intenciones, es una movida en la dirección correcta. Yo pienso que la
cuarentena ya no tiene sentido y los gobiernos subnacionales deberían
prepararse para acabarla cuanto antes. Cuanto menos deberían poner plazos
finales para empezar la reapertura, coordinar medidas de bioseguridad con los
distintos sectores de la economía, elevar la capacidad de testeo, preparar
centros de salud y seguir educando a la población.
¿Qué debe hacer la
gente? El
Covid-19 es una catástrofe que ha empujado a todo el orbe a una situación sin
precedente. El daño que ocasionará es tremendo, en vidas, en sufrimiento y en
destrucción del sustento económico para miles de familias. Si propongo el fin
de la cuarentena, no es porque minimice el problema. Tampoco significa que yo
no tenga miedo, por mis seres queridos, por mí o no sienta tristeza por el
sufrimiento que está causando. El fin de la cuarentena no significa el fin del
problema. Si consideramos que no hemos llegado ni al 1% de contagios, es claro
que, en todo caso, el problema recién empieza. La cuarentena no se va a acabar
porque haya sido un éxito o un fracaso, sino porque es insostenible. En
realidad, a juzgar por lo que uno ve en las calles y el clamor de las
autoridades mucha gente ya no la acata: la cuarentena ya se acabó. Y en un país
donde más de la mitad de la gente vive del día a día, creo que no tenemos
derecho a juzgarlos. Debe acabarse la cuarentena forzada, impuesta con el poder
coercitivo del Estado a punta de bayonetas y multas, pero debe continuar el
cuidado que cada uno de nosotros debemos tener. Debemos mantener el
distanciamiento social, usar barbijos en público, restringir nuestras salidas
fuera del hogar, lavarnos las manos con frecuencia, llevar consigo y usar con
frecuencia el alcohol en gel, evitar tocarse la cara. Estas son, de lejos, las
medidas más efectivas contra el contagio, son muy baratas y dependen
exclusivamente de cada persona. El fin de la cuarentena no debe ser motivo de
festejo y aunque no me faltan las ganas de salir de farra, tener esa libertad,
no significa que sea prudente ejercerla. Para algunos el fin de la cuarentena
no significa ningún cambio, pienso en mi abuela, por ejemplo, quien no debe
alterar en nada su rutina y debe quedarse en su casa con cuarentena o sin ella.
Para quienes tengamos que salir, significa ser más precavidos y cuidadosos. Y
tenemos que pensar que esta situación puede mantenerse por un año o tal vez
dos. Creo que el reto que tenemos como sociedad es monumental y creo que el
mayor peso de la responsabilidad de cuidarse no está en el gobierno central,
las gobernaciones o los municipios, sino en cada uno de nosotros. Cuidémonos.
Santa Cruz de la Sierra, 01/06/20
http://javierpaz01.blogspot.com/
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