domingo, 21 de junio de 2020

La cuestión medioambiental y las soluciones socialistas

Javier Paz García

Un tema relevante de nuestra época es el daño al medio ambiente causado por el hombre. La crítica al capitalismo como destructor del medio ambiente ha sido un caballo de batalla de los socialistas; y yo creo que tienen razón. La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ha superado las 400 partes por millón (ppm) cuando en los últimos 800.000 años su pico no había superado las 300 ppm[1]. En 1800 se ocupaban 1,35 mil millones de hectáreas para agricultura, para el 2016 el área subió a 4,87 mil millones[2]. ¿Por qué? Porque en el planeta hay más personas que antes, que viven más tiempo, con mayor capacidad de consumo y calidad de vida. En 1800 la población mundial no llegaba a los 1.000 millones de habitantes, para 1900 era de aproximadamente 1.650 millones y para el 2017 se calcula en 7.700 millones[3]. La esperanza de vida promedio desde el paleolítico hasta los inicios de la revolución industrial era de 30 años y la mortalidad infantil antes de los 5 años era del 50%; hoy la esperanza de vida ronda los 70 años, y la tasa de mortalidad infantil antes de los cinco años no llega al 4%, e incluso en los países más pobres donde puede estar alrededor del 10% están mucho mejor que las sociedades más ricas hace 100 años[4]. Adicionalmente vivimos en la mayor opulencia en la historia del planeta, las hambrunas son una rareza que solo sucede bajo regímenes totalitarios, la pobreza extrema en la cual vivió más del 90% de la población desde la antigua Grecia hasta los inicios del siglo XIX es un mal que hoy sufre menos del 10% de la población mundial[5], principalmente en países gobernados por dictadores socialistas. El planeta tiene más gente, que vive más tiempo, come más y vive mejor que hace 100 años ¿por qué? Porque desde la revolución industrial, el capitalismo ha sido una fuente de creatividad, innovación y productividad que sigue sin agotarse. Hemos tenido revoluciones en agricultura que han permitido aumentar la cantidad de alimentos al mismo tiempo que se han hecho más baratos; hemos tenido revoluciones en medicina, con vacunas, antibióticos, fármacos para cada dolencia, rayos x, tomografías, trasplantes de órganos, que han salvado millones de vidas y han aumentado la expectativa de vida para ricos y pobres; hemos tenido revoluciones en comunicaciones que nos permiten hablar con cualquier persona en cualquier parte del mundo sin costo, con una conexión de internet; revoluciones en transporte pasando de la carreta al automóvil y el avión; tenemos luz eléctrica, agua potable, alcantarillado y un sinnúmero de servicios que serían la envidia de los reyes del medioevo.

El incremento en la población, en años de vida y en capacidad de consumo, gracias al sistema capitalista producen también una presión sobre los recursos del planeta y sobre el medio ambiente. Entonces los ambientalistas tienen razón cuando le endilgan al capitalismo la culpa por su deterioro. Por supuesto, dado que el problema es el capitalismo, la solución pasa por eliminar los beneficios del capitalismo para que 1) se reduzca la población mundial, 2) se reduzca la esperanza de vida y 3) se reduzca el consumo y la calidad de vida de las personas. Voy a tratar de demostrar con algunos ejemplos que los socialistas no son del todo inconsecuentes con estos objetivos.

Que el mundo haya pasado en 100 años de menos de 2 a casi 8 mil millones de habitantes, y que a pesar de ese incremento se haya reducido la pobreza extrema de cerca del 90% a menos de 5% de la población mundial, es un logro extraordinario que ronda en lo milagroso. Parte de la explicación de este fenómeno es la mecanización del campo, el manejo de suelos y la mejora genética de las plantas. Todas estas innovaciones permiten producir más con menos, además de la posibilidad de introducir nutrientes y vitaminas. Un caso específico es el del arroz dorado, una variedad genéticamente modificada (OGM) para proveer de vitamina A. El 2016, 109 premios Nobel firmaron una carta pidiendo a Greenpeace, que detenga su propaganda de desprestigio contra los OGM y particularmente contra el arroz dorado, haciendo notar que no está apoyada en evidencia científica sino en desinformación y que “nunca ha existido un solo caso confirmado de un efecto negativo para personas o animales” causados por el consumo de transgénicos, que la “Organización Mundial de la Salud estima que 250 millones de personas sufren por deficiencia de vitamina A, incluyendo 40% de los niños en los países en desarrollo. Basado en estadísticas de UNICEF, un total de uno a dos millones de muertes prevenibles ocurren cada año por la deficiencia de vitamina A porque debilita el sistema inmunológico poniendo a los bebés y a los niños en un gran riesgo”. La carta termina preguntando “¿Cuánta gente pobre tiene que morir en el mundo antes de que consideremos esto como ‘un crimen contra la humanidad’?”[6] La introducción de variedades transgénicas como el arroz dorado puede salvar vidas, pero mientras más vidas se salven, más daño le hacemos al medio ambiente. Greenpeace prefiere el medio ambiente a la vida de millones de niños pobres en África. Aunque yo no estoy de acuerdo con esa preferencia, tengo que reconocer al menos que son coherentes con su defensa medioambiental. Menos coherente es la oposición a los transgénicos desde la perspectiva de la productividad, ya que, al producir más comida en menos área, los transgénicos ahorran al planeta una mayor deforestación de bosques.

El recurso al hambre y la inanición no es exclusivo de Greenpeace. Los vecinos de un Lenin con apenas 20 años, en su ciudad, Samara le “denunciaron por no sumarse a la campaña nacional montada para mitigar la hambruna de 1891, en la cual morirían medio millón de personas. Entonces explicó a un camarada que ‘la inanición destruye a la desfasada economía, anticipando el socialismo’”[7]. Ya en el poder no fue ajeno a las políticas de eugenesia y alentaría desde Pravda que “cada ciudad y pueblo decida cómo limpiarse de sus alimañas, bien encarcelándolas, obligando a que porten distintivos amarillos como las prostitutas, mandándolas limpiar letrinas o fusilando a una de cada diez.”[8] Más allá de los asesinatos políticos de Lenin, que sobrepasan el millón de personas, sus políticas de confiscación y su intento de suprimir el mercado ocasionaron la muerte por hambre y frío de alrededor de entre 3,9 y 7,75 millones de personas.[9] Su sucesor, Stalin, logra proezas tales como que “según estadísticas oficiales, entre 1928 y 1932 el consumo anual de patata pasa de 141 kilos a 125, el de carne y tocino de 24 a 11, el de mantequilla de 1,5 a 0,7” [10]. Su política de colectivización de granjas provocó la muerte por inanición de hasta 12 millones de personas y la reducción del área cultivada y el número de vacas, ovejas, chanchos y animales domésticos[11]. En total se estima que 20 millones de personas perecieron bajo Stalin, pero sería superado por otro líder socialista, el chino Mao Tse Tung, quien ocasionaría la muerte de 40 millones de sus compatriotas. Y dentro de esta liga de superestrellas no podemos obviar a otro socialista, el líder del Partido Nacional Socialista (nazi), Adolfo Hitler, quien, sin contar las muertes de combatientes en la Segunda Guerra Mundial, mató a 15 millones de personas[12]. Estos tiranos lograron reducir la población, reducir la expectativa de vida, reducir el consumo y frenar la innovación y el desarrollo en sus países ¡Pocas personas han hecho más por el medioambiente que estos íconos del socialismo! Por lo tanto, no nos debe sorprender que muchos miembros de Greenpeace y movimientos afines vean a estos líderes y a las sociedades que crearon como modelos a seguir. Alguien dirá que invocar a estos tiranos es un cliché, que responde a casos aislados. Algún desinformado o fanático incluso exclamará que Hitler no era socialista. Yo discrepo de la idea de que sean casos aislados, cuando a esa lista de protectores de la naturaleza se pueden añadir muchos más como Pot Pol, Kim Il Sum, Fidel Castro (quien, además de ser un tirano que empobreció a Cuba, enérgicamente pedía que la Unión Soviética lance su arsenal nuclear sobre el enemigo capitalista). Discrepo que sean hechos aislados cuando hoy, la pobreza extrema es mayor precisamente en los países que siguen las recetas socialistas. Discrepo que sean hechos aislados cuando sus teóricos nunca negaron su predilección por el terror eugenésico. Karl Marx decía que “el terrorismo revolucionario acelera el parto del Hombre Nuevo”; Bernard Shaw, un Nobel de literatura, y socialista, apoyaba la eugenesia y llamó “obra maestra” al libro Los Fundamentos del siglo XIX, “sin intuir que será la Biblia nazi, o quizá por eso mismo”[13]. Shaw fue miembro de la Sociedad Fabiana, un grupo de intelectuales ingleses que abogaba por la abolición de la propiedad privada y la instauración del socialismo y que dio las bases ideológicas al actual partido laborista inglés. La penetrante investigación de Antonio Escohotado en su monumental Los enemigos del comercio – Una historia moral de la propiedad, abunda en ejemplos de intelectuales cuyo socialismo pasaba por la liquidación de buena parte de la humanidad, ya sea para acabar con los “perros burgueses”, como decía Jean Paul Sartre, o en la línea de “más vale pocos, pero mejores” de Lenin.

Sorprendentemente, hoy el aumento de la población mundial no se da en los países más ricos, sino en los más pobres. El 2015 los países más desarrollados crecían en población al 0,27%, con algunos países incluso decreciendo, mientras que los menos desarrollados tenían tasas de crecimiento poblacional promedio de 2,36%[14]. La baja tasa de crecimiento en los países desarrollados no es el producto de la fuerza o la imposición estatal, sino de la decisión libre y voluntaria de gente que prefiere tener pocos hijos para darles mejores condiciones de vida y que tienen la educación y los medios para tomar medidas anticonceptivas. Esto en contraste con la política de un hijo por familia impuesta por el partido comunista chino, violando un derecho humano tan fundamental como es el de los padres a decidir cuántos hijos tener.

Cuando la mortalidad infantil en el mundo llegaba al 50% era normal que las familias tuvieran muchos hijos. A medida que las tasas de mortalidad fueron bajando, las tasas de fertilidad también bajaron, pero en los países más pobres esas tasas no lo hicieron al mismo ritmo en que ha bajado la tasa de mortalidad infantil y las madres siguen teniendo muchos hijos. Esto, además de generar una explosión demográfica significa que, estas familias, que en general de por sí son pobres, se van a empobrecer más por tener que sustentar a un gran número de miembros. Ante esta situación, algo que se puede hacer para reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida de estas familias es enseñar métodos anticonceptivos. Esto, mientras se haga mediante la educación y la concientización, sin recurrir a la coacción, es un acto de humanidad y algunos organismos internacionales como el Banco Mundial han tratado de colaborar en campañas de esta naturaleza. No todos están de acuerdo, entre ellos intelectuales socialistas como Eduardo Galeano quien afirma que el objetivo de estas políticas es “convencer a los pobres de que la pobreza es el resultado de los hijos que no se evitan y poner un dique al avance de la furia de las masas en movimiento y rebelión. Los dispositivos intrauterinos compiten con las bombas y la metralla, en el sudeste asiático, en el esfuerzo por detener el crecimiento de la población de Vietnam. En América Latina resulta más higiénico y eficaz matar guerrilleros en los úteros que en las sierras o en las calles.[15] Fiel a la prosa socialista, Galeano augura que los úteros de las mujeres latinoamericanas son fábricas de guerrilleros, con lo que podemos adivinar su predilección de sangre y muerte para los burgueses no revolucionarios. Este tipo de prejuicios basado en mentiras sigue ocurriendo hasta nuestros días y una de las víctimas contemporáneas es Bill Gates cuya fundación invierte millones en campañas de vacunación en países subdesarrollados especialmente en África para acabar con enfermedades como la polio o tuberculosis que, gracias a las vacunas, son inexistentes en el mundo moderno, pero que matan a millones de niños en los países más pobres[16]. Su actividad filantrópica recibe críticas tanto de la izquierda como de la derecha, en muchos casos con campañas basadas en la desinformación y la mentira no muy diferentes a las de Galeano o de Greenpeace y es un ejemplo de la imposibilidad de agradar a todos, porque está mal si lo hace y está mal si no lo hace. Por cierto, innovaciones de Gates, como Word y Excel, evitan que miles de árboles tengan que ser sacrificados para papel, mientras la burocracia de los gobiernos (y más aún los socialistas) multiplica los trámites ad nauseam y exigen respaldos físicos para todo. La contribución de Gates al medioambiente no es suficiente para expiar el pecado de innovar, generar valor para la sociedad y hacerse millonario con ello, por lo cual merece el odio eterno de los socialistas del mundo[17], aunque no por ello dejen de usar productos de Microsoft.

Tal vez el actual nivel de consumo sea insostenible y debamos empezar a hacer sacrificios para reducirlo. Tal vez un modelo a seguir es la Venezuela de Hugo Chávez, émulo de Fidel Castro, cuya revolución ha logrado que el PIB a PPA per cápita venezolano pase de $us 11.468 a 7.399 el 2019[18], que unos 4,6 millones de personas abandonen su país[19], que haya tanta conciencia en la población que se multipliquen quienes escarban las sobras de la basura para no desperdiciar alimentos, que aumente la pobreza, la escasez, el hambre, la desnutrición sin perjuicio de que los jerarcas del partido acumulen fortunas millonarias. Otro ejemplo a seguir podría ser Corea del Norte. Hasta 1950, Corea era una sola nación. En ese año hubo una división arbitraria en el paralelo 38 quedando el norte bajo una administración comunista apoyada por la Unión Soviética y el sur bajo un gobierno democrático de línea capitalista apoyado por Estados Unidos. 50 años después “la gente de Corea del Sur tiene un estándar de vida similar al de Portugal y España. Hacia el norte, en la llamada República Popular Democrática de Corea, o Corea del Norte, los estándares de vida son similares al de los países del África Subsahariana, alrededor de una décima parte del estándar de vida promedio en Corea del Sur. La salud de los coreanos del norte está incluso en peor estado; el norcoreano promedio puede esperar vivir 10 años menos que sus primos en el sur del paralelo 38.”[20] Dicen que una imagen vale más que mil palabras y la imagen satelital de ambas Coreas de noche, muestra un sur rebosante en luz y prosperidad versus un norte hundido en las tinieblas de la pobreza. ¡Todo un ejemplo de ambientalismo!


El actual tirano de Corea del Norte es Kim Jong-un, nieto Kim Il-sung el tirano que se instaló en 1948. Tal vez la solución al problema del medio ambiente es hacer de Kim Jong-un y Nicolás Maduro no solo dictadores de sus países sino del planeta entero, para que en un lustro reduzcan la población a mil millones y el nivel de vida baje al de los cubanos o norcoreanos. Tal vez la solución al problema del medioambiente pasa por no vacunar a los niños pobres y dejar morir de inanición a quienes no puedan acceder a alimentos orgánicos e hidropónicos, como parecen querer Greenpeace y las miles de organizaciones afines en todo el mundo.

Sorprendentemente, más allá de ser efectivo para reducir la población con hambrunas y purgas y acrecentar la pobreza, el socialismo no tiene un buen record en cuanto a contaminación. El mayor desastre nuclear en la historia de la humanidad sucedió en la Unión Soviética en 1986, ocasionando un daño medioambiental sin precedente. Magnitogorsk, una ciudad construida dentro de los planes quinquenales de Stalin para industrializar la URSS es infame por su nivel de polución e insalubridad. Hoy los mayores generadores de dióxido de carbono en el mundo son China un país gobernado por un partido comunista desde 1949 con 27% de las emisiones globales, Estados Unidos, con 15% y la India con 6,8%[21], cuya dinastía Nehru-Gandhi (ninguna relación con Mahatma Gandhi) ha sido fundamental para llevar a esta nación por los caminos del socialismo, la corrupción y la pobreza. Sin embargo, en 2015 la tasa de mortalidad por polución del aire en la India fue de 223 por 100.000 personas, en China 121, en contraste con Estados Unidos con 20[22]. El problema de la contaminación y la polución, aunque existe en todas partes, está mucho más controlado en países desarrollados y por ejemplo, mientras el Lago Michigan en Estados Unidos es una belleza panorámica, el lago de Maracaibo en Venezuela es una gran cloaca.

La contaminación ambiental y la explotación de los recursos de la Tierra son problemas reales y hay gente verdaderamente preocupada por ello. También es real que los movimientos socialistas han camuflado su odio al capitalismo con ambientalismo. La contaminación ambiental y la explotación de los recursos de la tierra deben ser tomados en serio y debemos buscar soluciones como sociedad, pero éstas no deben estar por encima de la vida, la libertad y la dignidad de los seres humanos. Los socialistas, con su plétora de matanzas, genocidios, fracasos económicos, miseria y esclavitud han perdido cualquier autoridad moral para entronizarse como paladines de la humanidad y de la paz (cosa que no les impide seguir haciéndolo, tal vez porque eso de basarse en datos reales y decir la verdad es moral burguesa y en la moral revolucionaria, la mentira y la impostura son medios válidos) y muchos se han disfrazado de ambientalistas para defenestrar contra el capitalismo. Dicen luchar por el campesino, pero no quieren que el campesino elija qué semilla utilizar; dicen luchar por los pobres, pero no quieren que el pobre se eduque y aumente su poder adquisitivo; aplauden el bienestar de Cuba, pero viven en California con todas las comodidades del primer mundo; y quieren lo mismo que los socialistas desde Marx hasta Chávez, gobiernos más poderosos, que controlen a la población, que reduzcan la libertad de la gente, con burocracias que definan quienes son los ganadores y perdedores. Y por supuesto ellos quieren ponerse a las cabezas de tales burocracias.

Santa Cruz de la Sierra, 21/06/20

http://javierpaz01.blogspot.com/

 



[1] Hannah Ritchie and Max Roser (2017) - "CO₂ and Greenhouse Gas Emissions". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/co2-and-other-greenhouse-gas-emissions' [Online Resource]

[2] Hannah Ritchie and Max Roser (2013) - "Land Use". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/land-use' [Online Resource]

[3] Wikipedia. Población Mundial.

[4] Max Roser, Hannah Ritchie and Bernadeta Dadonaite (2013) - "Child and Infant Mortality". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/child-mortality' [Online Resource]

[5] Max Roser and Esteban Ortiz-Ospina (2013) - "Global Extreme Poverty". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/extreme-poverty' [Online Resource]

[7] Antonio Escohotado, Los Enemigos del Comercio Tomo II, Espasa, Barcelona, 2015. Pag. 667.

[8] Ibíd. Pag. 668.

[10] Antonio Escohotado, Los Enemigos del Comercio Tomo III, Espasa, Barcelona, 2017. Pag. 172.

[11] El interesado en mayores estadísticas puede ver en Wikipedia las entradas. Colectivización en la Unión Soviética y Holodomor.

[13] Antonio Escohotado, Los Enemigos del Comercio Tomo II, Espasa, Barcelona, 2015. Pag. 613.

[14] Max Roser, Hannah Ritchie and Esteban Ortiz-Ospina (2013) - "World Population Growth". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/world-population-growth' [Online Resource]

[15] Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, Siglo veintiuno editores, México, 1978. Pag. 10. Las letras cursivas son parte del texto original. Este texto ha sido una biblia para la izquierda latinoamericana. Su autor admitió el 2014 que no volvería a leer dicho libro porque “no tenía los suficientes conocimientos de economía ni de política cuando lo escribí”.

[16] El documental de Netflix, Bill Gates: bajo la lupa, muestra parte del trabajo de su fundación y los prejuicios que enfrenta.

[17] El mismo rechazo tuvieron magnates John Rockefeller o Andrew Carnegie, quienes donaron buena parte de sus fortunas para fundaciones filantrópicas y que por ello son acusados intentos de dominación mundial y cosas por el estilo. Lo mismo les espera a los nuevos millonarios como Jeff Bezos o Mark Zuckerberg y los que vengan. La envidia es parte de la naturaleza humana y los socialistas la tienen potenciada.

[18] Wikipedia. Economía de Venezuela.

[20] Daron Acemoglu y James A. Robinson, Why nations fail: the origins of power, prosperity and poverty, Crown Publishers, New York, 2012. Ebook Pag. 114. Traducción propia.

[21] Hannah Ritchie and Max Roser (2017) - "CO₂ and Greenhouse Gas Emissions". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/co2-and-other-greenhouse-gas-emissions' [Online Resource]

[22] Hannah Ritchie (2017) - "Air Pollution". Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: 'https://ourworldindata.org/air-pollution' [Online Resource]

 


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