Javier
Paz García
El
viernes fue black friday, una tradición norteamericana que este año se estrenó
con fuerza en Santa Cruz. El evento sucede un día después del día de acción de
gracias, una importante fecha para los norteamericanos porque celebran la ayuda
que los nativos americanos dieron a una población hambrienta de peregrinos
ingleses (no sabían que su generosidad sería retribuida con el casi exterminio
de su etnia).
Los
gringos, con un espíritu comerciantes tan propio de ellos, han aprovechado para
hacer de este feriado, el de mayor ventas en los Estados Unidos, dando los
mayores descuentos del año y ocasionando un frenesí entre la gente que
comprando es feliz.
Como
yo no soy ajeno a la influencia de la publicidad decidí que no podía quedar al
margen de esta fiesta del consumismo. Sin embargo, aborrezco los
atiborramientos, los empujones de la gente y las colas, además de no tener nada
qué comprarme. Resolví mi falta de interés por ir de shopping entrando a la
tienda de libros virtual, el Ibook Store. Compré una versión mal escrita de Las
Mil y una Noches por 99 centavos de dólar. Los errores de redacción me llevaron
a comprar otra edición similar (traducida del árabe al francés por J.C. Mardrus
y posteriormente al castellano por Vicente Blasco Ibáñez) pero sin errores de
redacción por $us 1,99 (Lamentablemente no encontré la traducción de Cansinos
Assens). Finalmente compré Crimen y Castigo de Fiódor Dostoyevski por $us 5,99.
Mi frenesí de prodigalidad me costó un total de $us 8,97 para adquirir libros
que ya he leído (pero Borges dijo que lo importante no es leer, sino releer).
Las
mil y una noches, o más propiamente dicho, el libro de las mil noches y una noche
tiene más de 4000 páginas y sin embargo se puede adquirir en un lector digital
por 99 centavos de dólar (precio regular). Esto es un ejemplo adicional de
cómo, el sistema capitalista, a través de la innovación tecnológica convierte
los lujos y privilegios disponibles solo para unos cuantos, en cosas comunes y
corrientes disponibles incluso para los más pobres. Hace doscientos años, la
única forma de escuchar una orquesta sinfónica era asistir a un concierto, algo
no disponibles para todos. Hoy un CD o un MP3 permite tener la música de
nuestro gusto a disposición en cualquier momento. El teléfono celular hoy no es
ningún lujo, sino incluso una herramienta de trabajo asequible a todos. Y
libros que antes costaban cientos de dólares hoy cuestan algunos centavos. En
un sentido muy real, todos somos cada vez más ricos.
Santa Cruz de la Sierra, 29/11/15
http://javierpaz01.blogspot.com/
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